Capitulo final/ Exterminio
En las ciudades que solo viven hombres se escucha una fuerte sirena, pasaron tres aviones que dispararon un gas de color rojo, quienes lo respiraron comenzaron a toser saliva, sus ojos se les puso rojo debido a la irritación, se escucha una segunda sirena, la mayoría de los habitantes tienes miedo y rabia, eso había pasado hace tres años: esa alarma significaba ataque y que la líder de Argentina iba a celebrar con un exterminio hacia los hombres. Henry prendió el televisor de su habitación, comenzó a sentir un dolor en su muñeca derecha, unos jóvenes empezaron a gritar del dolor, Neko fue en busca de respuesta, llama a las organizaciones unidas en busca de respuestas;
—Temo que la celebración de exterminio ha comenzado, quienes fueron prisioneros de Reltih morirán...
—¡NO! Tiene que haber un error, dijeron que eso estaba prohibido. —La joven de cabello rubio vio que su hermano se veía pálido, su mano derecha se veía enrojecida, cierra sus ojos, su cuerpo cae al suelo con los brazos temblando, la mayoría de los jóvenes masculinos padecen de esos síntomas ahora.
—Hermana, es hora de luchar...
—No quiero arriesgar a mis niños, hermanito. —Neko interrumpe a Javier.
—Líder Neko, podemos hacerlo... ellos han sufrido mucho por culpa de las rebeldes. —Una joven se acerca a su líder, ella tiene una lanza eléctrica en su espalda.
—Necesitamos a un grupo más fuerte, crear un buen plan...
—Puedo llamar a mis soldados, antes que el veneno se libere en mi cerebro. —Leo llega corriendo por otro pasillo. —. No tenemos mucho tiempo, mañana es la celebración, en la noche.
Eso lo escucha Cera, recuerda que Henry fue prisionero, corre hacia una habitación y ve al adulto sumergido en una tristeza, su mano se enrojecida, ella se arma de valor y acerca a él.
¿Qué haces aquí? Debes ir con tu madre...
—Por su culpa estas mal.
Él comienza a reír en voz baja.
—Eres rara, solo te salve por lastima... déjame morir en paz.
La chica pelirroja desvía un poco la mirada, cruza sus brazos un poco tristes.
—Una hija no debe dejar que su papá muera... si te dejo morir...
—No soy nadie...
—¡Mentira! Eres, eres... Neko me ayudó a buscar los registros de mi nombre y tú eres. —. Cera deja la pastilla en la mano de su padre. —, mi papá, no te conozco del todo... pero, nunca te dije las gracias por dejarme con mi mamá.
De los ojos del adulto salieron lágrimas, el dolor de su mano no era el único que siente, por primera vez le tiene miedo a la muerte, la sociedad dividida es una mierda; según él. Eso siempre lo dijo. Ha vivido muchas cosas solo, siempre resistiendo eh intentando ver el lado bueno a todo, sabe que su animo es complicado, al mismo tiempo esta asustado.
—No estoy listo para serlo, no estoy bien niña... ¡voy a morir! ¿acaso no entiendes eso?
—Es injusto, toma esa pastilla para que vivas...
—¿y los demás qué? No, no puedo vivir con esa culpa.
Cera se enoja un poco.
—¡Es una orden! Te ordeno vivir, papá.
Henry la mira, quiere que el dolor de su pecho se detenga, se rinde, toma la pastilla con un vaso de agua.
—¿Mejor?
Una niña normal hubiera abrazado a su padre, Cera a pesar que sintió que quería abrazarlo, no lo hizo, algo la detiene.
—Espero que esa absurda celebración no termine con miles de personas muerta, con la pastilla se ira el dolor, claro que... el veneno seguirá expandido en tu cuerpo.
Cera sale de la habitación con un nudo en su garganta, es primera vez que habla sobre muerte, a su alrededor escucha los sollozos de jóvenes que no quieren morir envenenados, eso le parte su corazón, por segunda vez se pregunta si los hombres son tan malos como le enseñaron. Si realmente todo lo que ocurre vale la pena, aun siente un resentimiento contra su madre.
20:30 pm
Se ve a una mujer con una malla enrollada en su cabeza, toma una peluca masculina, se arregla el cabello con un gel. Camina en ropa interior hasta un mueble que queda cerca de un espejo, venda sus senos de silicona; luego toma una prenda ajustada parecida a una polera corta. Con su mano derecha se lava el rostro, se limpia el maquillaje, sus labios finos se ven color pálido por una operación quirúrgica, con un poco se pintalabios se los pinta un poco. Ella ve un traje elegante con estilo militar, se lo pone un poco lento y sin mucho animo, antes de subir el cierre, recuerda que en una operación antigua, movieron sus genitales y lo cambiaron por uno femenino. Sonríe un poco orgullosa, sube el cierre y se arregla la camisa a su cintura, levanta su cabeza y se ve al espejo como un hombre joven.
—Te tardas mucho, Robert... la idea de mi cumpleaños es fascínate.
—Me veo como un militar a punto de jubilarse. —Gema nota que su líder entra al cuarto vestida de militar con toques elegantes clásico.
Reltih se reúne con ella con una sonrisa, están las dos solas en una habitación elegante, está decorada con cabezas de animales y dos cabezas humanas en cada esquina. Se encuentran dentro de una mansión. Gema mira su vestido con tristeza, su deseo es evitar un exterminio solo por un capricho alemán. Se sienta en la mesa y bebe un poco de vino, le habla a su líder;
—¿No te aburres de hacerme sufrir? Recuerdo cuando éramos niños, mataste a una persona inocente sin sentir tristeza.
—Haidar iba a matar a tres niñas. A veces tienes que hacer mal para hacer el bien...
—No estoy de acuerdo, soldada ... matar es un pecado. —Gema interrumpe a Reltih, ella es la única que la puede interrumpir.
Gema se levanta de la silla, lo duda, muerde su labio inferior, cierra sus ojos y contesta:
Haidar se equivocó a crearnos. Soy descendiente de Joseph Stalin... imagino que él debe estar orgulloso de mí, me debe estar esperando en el infierno.
Reltih come un bocado de arándanos, ella es descendiente de Adolf Hitler, lleva su nombre, espera la hora ideal para celebrar, el sol aun no oscurece la ciudad, cuando la luna salga, comenzara un baile en un gran teatro.
—Nacimos en un centro militar, ¿Qué carajo esperaban los demás? No conozco el afecto como tal, todo lo que hice fue para liberar a las mujeres de la opresión. Argentina vivía una ola de violencia hacia la mujer grave... el continente africano no tenia derechos para las mujeres. —Reltih revisa unos papeles.
—Señora nuestra, encontramos a las mujeres rebeldes. — Alguien golpea la puerta antes de entrar, es una mujer de cabello largo, tiene un moño alto.
Ella entra con tres mujeres dentro de jaulas de plata: en sus rostros tienen una máscara que les impide hablar. Gema las reconoce, son las rebeldes que secuestraron a niños inocentes, su jefa deja los papeles en la mesilla, sonríe con maldad y mira a su compañera vestida de soldado;
—Las capture para ti, es mi regalo, ya que volviste.
—No voy a torturarlas, te dije que la dejaras en prisión...
—Dañaron a pequeños inocentes, arráncales las uñas o los ojos.
Gema cruza sus brazos, se niega a hacerles daño.
—La respuesta en no, ordeno que estén en la cárcel...
—¡Ya se! Comida para mis perros, deben tener hambre mis cachorros. —Reltih se ve feliz.
Eso asusta a la soldada y las tres mujeres que están dentro de las jaulas.
—Mi jefa, querida. No voy a castigar a nadie.
—Que aburrido. —Reltih aprieta un botón, dentro de las máscaras de las tres mujeres se activa un gas lagrimoso, estas comienzan a gritar en silencio.
Gema no quiere ver eso, cruza sus brazos y desvía la mirada hasta que las tres mujeres caen con sus ojos cerrados temblando de dolor. Reltih deja de sonreír, les habla a las prisioneras;
—Antes de la división me asegure de los hombres con tales delitos fueran a prisión... lamentablemente, inocentes sufrieron castigos a manos de ustedes, algunos eran muy jóvenes. Ustedes tres hicieron algo horrible con niños, no voy a tolerar que manchen mi reputación.
—¿Escucho mal? ¿defiendes a los niños varones? —Gema la mira sorprendida.
—... yo también fui una niña. En mi orden político, protegimos los derechos de infantes, no puedo dañar a niños varones, fue mi promesa... y estas... ¿Cómo lo digo? Humm, escorias... dañaron y capturaron a jóvenes y adolescentes inocentes.
—¿Qué hacemos con ella? Nuestra reputación ya está manchada. —Una soldada de piel oscura que tiene un circulo rojo en su frente opina.
—Las quiero ver en prisión, por ahora.
La soldada sale de la habitación dejando un silencio. El sol se ha escondido, pronto se vera la luna y las estrellas. Su pecho le duele un poco, a pesar que viste de un soldado masculino, su corazón sigue rechazando esa ropa. Recibe una llamada de su compañero Leo, no contesta la llamada, en los pasillos hay cámaras de seguridad, si Reltih llega a sospechar de ella, su plan se va a arruinar por completo. Sonríe un poco, piensa que su compañero, la líder Neko y las naciones unidas tienen un mejor plan para evitar todo un exterminio.
...
En la noche la soldada esta un Martini en su mano, están dentro de un gran salón con mujeres vestidas de manera elegantes, todas llevan collares de color verde oscuros, algunos son de perlas pintadas, llevan a sus maridos, hombres que compraron en el mercado negro como trofeos a la fiesta, algunas se ven felices y simpáticas a simple vista, pero la mayoría son soldadas. Aparece Reltih al medio y saluda a todas con un gesto amable:
—¡Bienvenidas! Aquellas que lucharon en la batalla contra los Hienas, me alegro mucho de ustedes, gracias por venir esta noche.
—Alegría en nuestra gloria, líder, es un placer verla. —dijo una señora de baja estatura, a su lado esta un joven vestido con traje color gris, sus ojos son color azules.
—Ven a mí, no tengas miedo. —Su jefa llama a Gema.
Ella lo duda al principio, se rinde y se deja llevar por la música, se escuchan tambores, tonadas de pianos, las luces se tornan de color rojo y verde oscuro, toma las manos de Reltih, se acerca a su fina cintura y comienzan a bailar como en los viejos tiempo, por unos segundo no le importa nada, solo quiere bailar. Las luces se apagan dejando como centro de atención Gema de ojos verde y Reltih de ojos negros. Reltih lo piensa uno segundos, hace que Gema se agache un poco hacia atrás y la besa en sus labios: ambos labios se juntan con ternura y pasión, comienzan a sentir una enorme atracción las dos. Esa escena la ven Javier, quien esta escondido en una esquina del salón.
—Esta es la segunda vez que beso tus finos labios en este año... querido Robert. —La líder de Gema fue la primera en despegar sus labios de su compañera.
Gema no pudo evitar sonrojarse, siente sus mejillas arder, siente un cosquilleo en su estómago, ella y su jefa fueron parejas tiempo atrás. Eso nadie lo sabe, era un secreto que ocultaron las dos por mucho tiempo. El público comenzó a aplaudir con fuerza y asombro, las invitadas saben que Gema vestido de chico usa el apodo de Robert y que, junto a la líder, formaron su ejército.
—Yo... iré a beber mi Martini. —la compañera de Reltih se aparta un poco, se fue en medio de los aplausos, su corazón late con fuerzas. —. Maldita seas, eres tan.... mala.
—¿Fueron parejas? ¿Cómo? —detrás de ella aparece Javier.
Eso la asusta:
—Tienes que irte, eso fue hace mucho...
—¡Pudiste haberlo evitado en todo este tiempo!...
—... ¡te lo ruego! No se lo digas a nadie. No tengo mucho tiempo.
Gema mira fijamente al joven, lo toma de ambos brazos y lo esconde por un pasadizo secreto, le habla:
—...no lo entenderás, hice lo necesario para terminar con la violencia. —Ella lo suelta, sus manos están temblando.
—¿De que violencia hablas? Que yo sepa, las autoridades iban a hacer algo para terminar la violencia en argentina y tu... ¡la trajiste aquí! Las soldadas casi me sacan las uñas en prisión... y solo por defender a niños. —el joven saca una pistola pequeña de su pantalón y le apunta
—Reltih no planeo eso, ella es buena... ¡tienes que creerme! Fueron tres soldadas que planearon hacerles a niños, ellas son culpables de muchas cosas horrendas.
—Tú también.
Ella cierra sus ojos unos momentos, piensa en todas las personas inocentes que fue obligada a asesinar o torturar a manos de los Hienas, los gritos de prisioneros muriendo a manos de Reltih vuelven a su cabeza como un tormento, luego varias fotografías de mujeres desnudas en cuartos oscuros vuelven a su mente, seguido de gritos y llantos de bebes. Por unos segundos ve el cuarto se hace mas pequeño de lo normal.
—Javier, no me mates... yo... ¡mierda! ¡¡cállense!!
El joven la mira con dudas unos segundos, nota que la mujer no está en condiciones de pelear:
—Quiero que la detengas, van a morir muchos de mis compañeros... los inocentes que fueron capturados van a fallecer.
La mujer de su bolsillo saca un recipiente con un líquido dentro, lo rompe y lo traga con rapidez, sabe que todo lo mal que a hecho le está cobrando la cuenta, fue su responsabilidad cuidar los derechos del pueblo y esta vez, lo hace terriblemente mal.
—Yo me encargo del veneno, ella no dudara de mí.
—Promételo.
Gema sale del cuarto secreto, camina rápido hasta unas escalera, llega hasta un ascensor , escribe la contraseña y al entrar nota que las luces se apagan y luego vuelven. Al salir de este ,corre hacia una habitación que tiene grandes pantallas y cámaras de seguridad: ella desea apagarlas para que los muro que dividen la ciudad se abran y se termine la sociedad dividida. Escribe una contraseña rápido, sale incorrecto, eso la asusta.
—Debió cambiarla... maldición. —dice Gema, detrás de ella siente que alguien la abraza, es Reltih
—Sabía que esto iba a pasar... la sociedad no volverá a ser como antes. —contesta ella, la aprieta de la cintura con fuerza.
—Esto tiene que parar, no puedes exterminar una raza igual que Adolfo... ¡te lo advierto! —Gema saca un arma de su pecho, su jefa la suelta y se aleja.
—Esa cosa tiene dos balas, es muy pequeña.
Gema le apunta a Reltih.
—¿Quién va a gobernar? ¿en serio crees que los hombres no odiaran a las mujeres después de esto? Hice una encuesta anónima, y solo el veinte por ciento de ellos quiere volver con sus familias...
—¡Mentira!
Reltih prendió unas pantallas, salen comentarios sobre odio a las mujeres, peleas y más encuestas anónimas.
—Cuando los judíos fueron libres en la segunda guerra mundial... no fueron muy felices, la gente siguió odiándolos y eso pasara con Argentina.
Gema no quiere creerle a Reltih, claro es, que ella dice la verdad, un ejemplo fue con Cera, la multitud se veía enojada con la pequeña.
—No, la sociedad volverá a...
—Violencia intrafamiliar, fueron los hombres que comenzaron la guerra, el acoso sexual, los niveles de delincuencia, el tráfico sexual de mujeres.. ¡¿Quieres que eso vuelva?!
Gema comienza a dudar, su mano derecha comienza a temblar.
—No, eso es cruel... eres mala.
—Lo preguntare otra vez, ¿Quién va a gobernar? Si los hombres encuentran a mis soldadas, temo que se aprovechen de ellas, ellas sufrirán.
Gema baja el arma, lo piensa con atención, luego mira las cámaras de seguridad y la encuestas.
—Tienes razón, no puedo... ¡no se puede volver a la normalidad!
Reltih camina hacia Gema, le da un abrazo, la toma del mentón con cuidado y le dice con ternura:
—Esto es lo mejor.
—Tienes razón, cariño. —La soldada la abraza, suelta el arma y de su pantalón saca una jeringa y la clava en el cuello de su jefa.
Ella lo mira con seriedad, su cuerpo comienza a temblar un poco.
—Tu legado tiene que terminar.
Reltih se arrodilla en el suelo con lentitud, su pulso esta bajando, sus labios rojos pierden su brillo. Su compañera la mira un poco triste, no sabe que decirle o como reaccionar frente a su plan;
—Lo siento mucho, le hice una promesa a...
—Argentina y Siria estarán sin gobernante... los pueblerinos, ellos sufrirán las consecuencias, cualquier país va a atacarlos, no puedo irme. —Reltih sujeta la mano de su mujer, pone una cara seria. —. Tengo miedo de que los Hienas vuelvan, por favor... déjame vivir.
—No puedo, ibas a repetir el mismo genocidio que Hitler... solo, dame unos minutos para despedirme. —Gema se sienta en el suelo, su compañera se queda inmóvil con sus ojos abiertos unos segundos y luego los cierra.—. Adiós, soldada.
—La mataste, al fin. —el soldado Leo entra al cuarto, nota el cuerpo fallecido de la dictadora y a su compañera vestida de soldado sosteniendo un cuerpo. —, tienes que desactivar el veneno.
—Quemare su cuerpo mañana... oh, el veneno.
El soldado la mira desde los zapatos hasta su cabello;
—¿Por qué viste de un soldado masculino?
Gema lo mira sin ánimo, se levanta del suelo.
—Fue su última orden, quizás quería humillarme.
...
Después de varios días, se ve a Gema leyendo papeles sobre como gobernar un estado democrático, da un pequeño bostezo y se baja de su auto estacionado dentro de un subterráneo, cierra la puerta despacio y camina hasta una puerta, escribe la contraseña, la puerta se abre, se ve una escalera. Después de caminar por un largo pasillo, entra a otro cuarto con un pasillo de fondo, deja de caminar, frente de ella ve una celda con barrotes de metal.
—Te traje comida china.—Gema deja una caja pequeña, abre una ventanilla que esta debajo de una puerta pequeña, la deja dentro.
—Los chinos fueron enemigos de Alemania en mil novecientos cuarenta y cinco... su comida no es mala.
Fin
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