Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 37: Renacer


Tres años más tarde.

NOTICIAS DE ÚLTIMO MOMENTO: LOS PRESIDENTES DE LA UNIÓN MULTIPOLAR ESTÁN LLEGANDO AL ACTO PRINCIPAL PARA CONMEMORAR EL TERCER ANIVERSARIO DE "LA GRAN CATÁSTROFE" EN EL FESTIVAL DE LA PAZ. SE ESPERA QUE MILLONES DE PERSONAS ALREDEDOR DEL MUNDO ESTÉN PRESENTES EN LOS DISTINTOS FESTIVALES SIMULTÁNEOS EN LOS QUE SE SEGUIRÁN RECAUDANDO FONDOS PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE LAS CIUDADES...

Luca apagó la televisión antes de seguir oyendo las noticias que lo retrotraían al día más amargo de su vida. Desde hacía tres años su vida había dado un completo giro, y no solo la de él, la del mundo entero. Tras la guerra, la humanidad florecía más fuerte y consiente de lo esencial en la vida.

Con la pérdida de un veinte por ciento de la población, desaparición de países enteros, crisis humanitaria y un profundo trauma que tendría consecuencias duraderas, cualquier otra guerra y conflicto bélico había llegado a su fin. Las naciones se habían unido en grandes países que acogían a los más desafortunados. La colaboración, la solidaridad, el respeto por el otro y por la naturaleza eran los valores preponderantes de un mundo que se perfilaba a una sociedad pacífica como nunca antes. La paz era la regla y lo que estaba acelerando la reconstrucción de comunidades esteras.

Todavía se buscaran a los culpables, pero la mayoría de la población sabía que se había tratado de un evento más allá de su compresión, por lo que era mejor actuar en favor la prójimo que en busca de venganza.

Para Luca era difícil disfrutar cada buena noticia, era difícil asimilar que todos, por fin, coincidieran en que pertenecían a un mismo bando y ya no tenían que batallar. La mayoría de sus amigos estaban con vida, pero quien lo había sacrificado todo no había regresado de la muerte, ni siquiera había podido despedirse como correspondía, él no había podido decirle cuanto la amaba. Aun recordaba su velatorio, su pálido rostro. Hasta último momento había deseado que ella despertara de la muerte, que sus labios morados se tornaran rosados otra vez. ¿Acaso no era un Ánima Mundi? Pero ella no había regresado, ni Bautista, ni Yamil, ni Kiran, ni ningún otro muerto. Eso lo deprimía, le hacía cuestionarse sobre el rumbo que debía tomar su vida en una nueva normalidad, pero solo los pensamientos depresivos se esfumaban cuando alguno de sus amigos aparecía en su casa.

Ese era el caso, todos sabían que no podían abandonarse en una fecha tan importante como el aniversario de la guerra; por eso, Lilian fue a visitar a su hijo. Ella tenía su mente restaurada, así como el lazo con Luca.

—Imaginé que no habías desayunado, así que te traje café —dijo Lilian al ingresar al departamento, el cual era un desastre—. Apresúrate, debemos ir a la mansión.

Luca sonrió y agradeció por la bebida mientras se cambiaba con la ropa que iba encontrando en el camino. Iba a ser un día largo.



Madre e hijo tomaron la carretera de Marimé. Entre las estructuras que aún seguían en pie estaba la vieja mansión Santamarina, aunque de momento era la sede de la Sociedad del Ánima Mundi, una nueva sociedad secreta orientada a los valores que buscaban la elevación de la humanidad, que vigilaba sin dominar, que guiaba sin adoctrinar. Una nueva sociedad con nuevos Altos Mandos: Alex, Ángeles, Bianca y Yaco habían tomado ese rol, sus personalidades y sus conocimientos inspiraban confianza en esa incipiente organización, por ende, tras la votación habían concluido que eran los más aptos para tal tarea.

Por otro lado, Sebastián y Mao eran los directores de las iniciaciones; Sam, el presidente del departamento de tecnología y ciencia; Lisandro, el líder de la División Alfa, encargada de las subsociedades, como la de los anómalos, con quienes tenían una estrecha relación de hermandad. Los demás preferían realizar trabajos menores, pero siempre encontraban el espacio para reunirse y hablar de nuevos proyectos, era eso lo que los impulsaba a mantenerse con vida.

El equipo se reunía una vez más, esta vez en una gran sala de conferencias. Algunas cosas seguían iguales, y otras habían cambiado.

Mao y Yaco, por ejemplo, habían formalizado su relación. Eran tan inseparables como siempre, pero ahora era más frecuente verlos sin restringir las muestras de cariño. Del mismo, Sofía y Lisandro ya convivían en una de las residencias de la Sociedad del Ánima Mundi, y lo mismo sucedía con Ángeles y Sam, siendo pareja y colegas de trabajo. Quienes habían tardado más en dar el primer paso eran Gary y Jazmín, ambos sentían culpa por quererse y gustarse, el recuerdo de Alma seguía vivo en ellos, y, tras dos años de una incómoda amistad, finalmente habían cedido a lo que su corazón siempre les había exigido.

Quienes tenían relaciones un poco más extrañas eran Bianca y Alex, a menudo pasaban demasiado tiempo al punto de mimetizarse, algunos decían que solo era cuestión de tiempo, otros creían que se trataba de una simbiosis producida por sus personalidades autoexigentes. Del mismo modo, Renata solía visitar Salamandra para ver a su viejo e imposible amor: Apolo, ya que conocía su naturaleza, lo había perdonado por sus infidelidades, por lo que prefería tener una relación abierta con él y con algunos otros anómalos.

—¿Qué son esas caras? —preguntó Alex, ingresando a la sala de conferencia junto a los otros líderes: Bianca, Ángeles y Yaco.

—La mayoría no durmió bien anoche —respondió Lisandro, quien tenía a Sofía dormitando en su hombro—, tuvimos pesadillas con... aquel día.

—Son secuelas del trauma —dijo Jazmín, abrazada a Gary—. La organización del evento de aniversario han hecho aflorar nuestros recuerdos.

—Es entendible —dijo Bianca—, pero debemos seguir con estas tareas por toda la gente. Existen poblaciones que aún viven en precariedad, hay que seguir entrenando a los nuevos novatos para que trabajen en esas zonas y los recursos no escaseen.

—Por hoy deberíamos descansar —pidió Carmela—, a la noche tenemos nuestro recital.

—Creo que es lo más lógico —respondió Yaco viendo las caras de sus compañeros—. Todos deberíamos tomarnos el día de hoy, es feriado en todo el mundo y es una fecha importante para nosotros.

Alex puso sus ojos en blanco, pero Mao decidió responderle:

—No todos aplastamos nuestros sentimientos con exceso de trabajo, Alex.

—Como quieran, egoístas —barbulló Alex antes de retirarse de la habitación.

—Nos vemos en la noche —dijo Bianca, siguiendo a Alex.



Marimé ya no poseía rascacielos, pero en tres años habían logrado reconstruirse gracias a la ayuda masiva donde, y ahora el centro de la ciudad se ubicaba el gran "laberinto de los caídos". Altísimos monolitos tenían tallados los nombres de los muertos durante la catástrofe. Allí, la gente dejaba sus ofrendas y flores en el aniversario de tan triste fecha.

La gente compraba rosas y claveles, pero Luca prefirió los lirios blancos que le recordaban a ella. Con el paso cansado y la mirada perdida en el tumulto, caminó entre el gentío que lloraba entre los nombres de sus muertos. Tras un largo trecho hasta el corazón del laberinto, Luca encontró aquella fría y dura roca con el nombre de Alma Macielo, el mismo estaba tallado junto a otros cientos de ciudadanos de Marimé. No tenía condecoraciones, ni mensajes personalizados, solo su nombre, sin el apellido Santamarina, el apellido que la había llevado a su muerte. Tampoco importaba mucho, el cuerpo de Alma descansaba en el patio trasero de su casa.

Luca apretó las flores y esperó a que las personas se dispersaran, entonces allí dejó su ramo junto a un gran montículo de flores. Las lágrimas quisieron salir, pero él usó su siddhi para evaporarlas antes de que rodaran por sus mejillas. No importaba cuanto tiempo pasara, siempre era la misma desazón, pero ya no quería que lo vieran llorar en público. No quería ser una preocupación constante para quienes lo querían, incluso luego de cometer tantos errores.

—Quisiera creer que me estás escuchando —dijo, y sintió su garganta quemarse en la angustia—, ojalá pudieras ver como tu sacrificio ha valido la pena. Vivimos sin Orden de Salomón ni Sociedad Centinela, ni siquiera tuviste que crear otro mundo... aunque hubiese preferido eso a que nos faltaras a todos. No soy el único que te sigue llorando.

Luca se arrodilló en el suelo y su mirada se quedó posada sobre las flores.

—Día a día seguimos trabajando para que tu sacrificio no sea en vano —añadió—. Todos trabajamos en la construcción de un mundo mejor. No es fácil, pero nos ayuda a batallar con el dolor. Aunque, creo que todos sabemos que te gustaría vernos felices, por eso insistí a Gary que debía dar un paso adelante con Jazmín, espero no te enoje, sé que te molestaba que ella se fijara en los chicos que a ti te gustaban, pero creo que esta vez lo que sienten es mutuo, algo real... como Sofía y Lisandro o...

Luca se detuvo y sonrió, miró a un lado, Cathy llegaba con un ramo de flores junto al doctor Emilio. Luego de la muerte de Alma, y de que Cathy se enterara de toda la verdad, Emilio había sido un pilar para ella.

—¿No deberías estar junto a tus amigos? —le preguntó Cathy, abrazándolo con la calidez de un familiar—. Están tras bastidores preparándose para el recital.

—Quería dejar algunas flores, no tuve tiempo de venir en la mañana.

—Ella te agradecería por eso —dijo Cathy—, pero te agradecería más que disfrutaras del festival. Alma amaba esas cosas: la música y las fiestas nocturnas.

—La cerveza, la pizza y los atardeceres violáceos —añadió Luca, con un halo de nostalgia en sus palabras— lo sé, y no te preocupes, iré con ellos en un momento. Tampoco se queden mucho tiempo entre estas rocas, es deprimente.

—Sofía me dice lo mismo —rió Cathy, y luego suspiró con la mirada aguada—, sin embargo, vino temprano en la mañana. Lisandro me dijo que trajeron flores junto a Gary y Jazmín antes de ir a la mansión.

—Siempre me ganan de mano —respondió Luca y se puso de pie, era hora de marcharse.

Luca tomó rumbo hacia el festival que se organizaba todos los años como conmemoración a la catástrofe, y como un evento caritativo para reunir fondos. Había sido una de las primeras propuestas hechas por Alex, y la idea se había expandido hacia todo el mundo. El problema era la cantidad de gente que asistía, incluso si se utilizaba toda la ciudad, seguía quedando poco espacio para caminar entre la multitud, pero Luca siguió avanzando.

El anochecer se desteñía en un degradé violáceo. Las pétalos de flores, por la incipiente primavera, eran el perfume de las 7:23 p. m.; y los postes eléctricos, contrastando con las obras en construcción, creaban la ilusión de estar en un comercial de baja calidad musicalizado por un par de guitarras ligeras, suaves redoblantes, y una voz grunge en el gran escenario frente a sus ojos. Las bandas probaban sonido, mientras la gente se amontonaba en los puestos de comida y las atracciones de feria.

El atardecer procuraba retrotraer a Luca a una adolescencia lejana y olvidada, una a la que apetecía regresar para remendar sus viejos errores, aunque eso significara perder sus aprendizajes de vida. Por eso caminaba cada vez más despacio, pensando en cada paso, con el miedo a equivocarse como en aquellas épocas.

Alguien abrazó a Luca por la espalda.

—¡Al fin llegaste! —exclamó Mao, quien venía junto a Yaco—. Estábamos a punto de ir a buscarte a tu casa. Pensamos que te quedarías durmiendo.

—Podría haberlo hecho —Luca encendió un cigarro—, pero quería ver a las Gatas Ácidas, su fama ha incrementado más de lo que esperaba. Además, hace mucho no salíamos fuera del trabajo.

—Técnicamente estamos trabajando —dijo Yaco—, somos los organizadores.

—¡Olvídate de eso! —Mao pellizcó las mejillas a Yaco y le dio un beso—. Ya hicimos todo lo que teníamos que hacer y contratamos gente para que se encargue, ¿podemos relajarnos?

—Está bien —Yaco giró sus ojos y vio a Gary agitando su brazo, estaba cerca del escenario junto a todo el equipo.

—No puedo creerlo, incluso Alex ha venido —dijo Luca.

—Sí, todos llegaron temprano —dijo Mao.



En el V.I.P del festival, una larga mesa se extendía con decenas de pizzas de todos los tipos, incluso hawaiana, la bebida elegida era la cerveza y la vista privilegiada daba al escenario principal. Allí, todos los miembros fundadores de la Sociedad del Ánima Mundi, procuraban hablar de temas banales para olvidar el dolor de un oscuro aniversario, aunque no solo se trataba de una fecha de duelo, sino de un renacer simbólico como mejores humanos.

—Sofía, no estás comiendo nada —recriminaba Carmela.

—Déjala, está nerviosa —repuso Lisandro—, será su primera vez tocando el bajo frente a tantas personas.

—Ten cuidado —advirtió Dante—, puede que te baje la presión y caigas del escenario.

—Eso crearía un traumatismo craneal —murmuró Romeo.

—Puedo reemplazarte si no estás segura de hacerlo —propuso Bianca.

—¡Déjenme en paz! —Sofía engulló una enorme porción—. Intento concentrarme.

—Será la primera vez para todas frente a tanta gente —dijo Jazmín, mirando temerosa hacia abajo, el público amotinado frente a las bandas secundarias.

—Tienen suerte de que haya tocado una noche de ensueño —comentó Gary—, el clima es perfecto.

—Por cierto, ¿no han visto a ningún anómalo en el festival? —preguntó Yaco—. Pensé que alguno vendría. Sabemos que han restaurado Salamandra con los fondos enviados, así que han de tener algo de tiempo para relajarse.

—Olvídalo —respondió Renata—. Hablé con Apolo para invitarlo, quizás el venga pero los demás apenas pueden con sus ganas de matar humanos. Lo mejor es tenerlos lejos.

—Lo mejor es que no venga ni él —dijo Ángeles—, un festival es el lugar preciso para sus negocios, y no tengo ganas de ponerme a pelear.

—¿Ángeles no quiere pelear? —Mao soltó una risita burlona—. ¿A qué se debe ese milagro?

—Ten más respeto por tu superior —le dijo Sam, fingiendo enojo.

—Coincido con Ángeles —añadió Sebastián—, la naturaleza de los anómalos es incorregible.

—Cuando menos lo esperemos van a masacrarnos —murmuró Romeo, muy bajo.

—¡Dejen de blasfemar! —exclamó Alex—, ¡los anómalos fueron los únicos seres que no nos dieron la espalda y dejaron sus vidas en nuestra lucha! Lo peor es que sus nombres ni siquiera figuran en esos estúpidos monolitos.

Un frío silencio los trajo a la realidad de un cachetazo.

Uno a uno se fue disculpando por hablar mal de los anómalos, Luca rió un poco ante la situación, y luego la charla volvió a ser amena.

Antes de que la noche llegara a su clímax, las Gatas Ácidas se retiraron para hacer su show. Tenían un gran itinerario de canciones propias las cuales habían escrito y musicalizado en conjunto.

Carmela hizo resonar los palillos, guiando con maestría el ritmo; Sofía, con su bajo, inició la melodía, mientras Renata teñía el ambiente con su guitarra. Jazmín, aferrándose a sus notas, se aproximó al micrófono con determinación. Un público emocionado estalló en gritos al presenciar el deslumbrante resplandor que emanaba en esa noche cálida, cargada de tristeza por los ausentes y felicidad por los presentes.



Fuera de Marimé, fuera del continente, fuera del mundo, fuera del Limbo. El cielo tenía colores iridiscentes, las nubes poseían tonos anaranjados y rosados, el aire olía a miles de flores de forma indistinguible. Drasill alimentaba a las aves de los vastos prados, hasta que una lechuza voló a él para acercarse al oído y susurrarle algo en secreto. 

Drasill sonrió.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro