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🍹Capítulo 5: Realidades

Y entonces, la magia que se había creado rápidamente entre ambos exnovios, se rompió cuando la ebriedad de Taehyung lo venció.

Su equilibrio estaba muy mal y eso él no lo contempló; dió un pequeño paso hacia atrás mientras aún seguía agachado, con el único afán de acomodarse para seguirle cantando a Jungkook.
Sin embargo, al hacer eso, perdió por completo el balance, y acabó cayendo al suelo.

Su peso se fue hacia atrás y un poco de lado, haciendo que la mesa no fuera suficiente espacio para él y bueno, su presentación romántica terminó en el piso, casi debajo de la mesa.
Todos los presentes se dieron cuenta y se asustaron, pensando que quizá se había hecho daño; después del susto inicial, el lugar se dividió en dos: en las personas que habían dado pequeños gritos y preguntaban si Taehyung estaba bien; y la otra mitad que no aguantó las risas y acabó burlándose.

Yugyeom fue uno de los que se burló, y eso por supuesto, no le gustó a Jeon.

—¡Que imbécil!—exclamó Yug entre risas.

—¡El imbécil eres tú!—defendió Jungkook, mientras dejaba su cigarro ya terminado sobre el cenicero, y con rapidez, se puso de pie. Fue ahí donde tiró definitivamente su orgullo restante, y actuó según lo que su corazón decía.

El rubio se agachó al suelo dónde estaba Taehyung, y ahí, después de semanas eternas, finalmente volvieron a intercambiar palabras. Quizá no era la situación ideal, pero aún así, para ambos se sintió increíble tener por fin una interacción real.

Jeon lo tomó de las manos con la intención de ayudarlo a ponerse de pie, atrayendo al peli negro hacia su cuerpo y teniendo muy poca distancia entre sus rostros. Y bueno, eso último no era obligatorio para que Taehyung pudiera levantarse, pero claro que lo estaban disfrutando.

—¿Estás bien?—preguntó Jungkook con un tono de voz muy suave. Un tono que solamente usaba con Kim.

El peli negro sintió como si un ángel le hablara desde el cielo. Lo miró con los ojos brillando, con el llanto empezando a recorrer sus mejillas, y una sonrisa más amplia; su emoción había incrementado cuando vio que, de todos los presentes en el Siddhartha, su Jungkook había sido el único en preocuparse lo suficiente como para ayudarlo.

—Ahora lo estoy...—respondió Kim totalmente embelesado.

—¿No te lastimaste?, ven, te ayudo...—contestó el rubio con una sonrisa invadiendo su cara sin previo aviso. Incluso soltó una breve risita nerviosa por la escena.

—Gracias Kookie, que bueno que estabas aquí...—se atrevió a usar un apodo lindo que Jeon solo le permitía a él utilizar para llamarlo, y el rubio sonrió más al escucharlo. El peli negro puso firmeza en su agarre, sujetándose de las manos pálidas del contrario, y riendo levemente cuando este hizo fuerza para levantarlo.

Por un momento, fue como si solos ellos dos existieran, como si estuvieran aislados del mundo y solo importara mantener ese contacto visual y físico por el mayor tiempo posible.
Ya de pie, seguían sonriendo y sin soltarse, como si todavía no pudieran asimilar por completo todo lo que había pasado en unos minutos.

Se sentían en un sueño.
Pero, desgraciadamente, ese sueño acabó bruscamente cuando la realidad los golpeó.

—¡Seguridad, llévenlo afuera!—gritó el señor Wang llegando a la escena, acompañado de un hombre enorme e imponente—¡Está ebrio, y no le permitiré más desfiguros!

—¡¿Cuál es tu problema?!, ¡vienes conmigo Jungkook!—Yug se levantó de su asiento con fuerza, casi haciendo que la silla cayera.

Y ambos fueron separados por quienes eran su realidad.

El hombre de seguridad tomó a Taehyung por detrás, sujetando sus brazos y haciendo que rompiera la cercanía con Jeon; lo jaló hacia él mismo, y con fuerza bruta, lo comenzó a obligar a caminar hacia afuera del bar, dándole empujones y jalones para evitar que retrocediera.
De una patada abrió las puertas del Siddhartha, y botó a Kim a la calle sin medir correctamente su fuerza.

Taehyung cayó nuevamente al suelo, impactando contra el pavimento, sintiendo como el dolor iba apareciendo en todo su lado izquierdo del cuerpo —que fue donde sufrió el golpe—, y sus lágrimas empezaron a caer con mayor rapidez por su rostro.

Y para aumentar su mala suerte, justo había comenzado a llover hacía unos minutos atrás, y no se había dado cuenta hasta que el agua lo empapó por completo. La lluvia se mezclaba con sus lágrimas, y ahí enmedio de un escenario completamente gris, creyó que quizá lo que había pasado con Jungkook había sido solamente una fantasía, algo no real.
Todo había terminado demasiado rápido.

Pero, Jeon ya había tirado su orgullo por la borda desde el momento en que sus plegarias de ver a Kim de nuevo se cumplieron, y esta vez, no lo dejaría ir. Le demostraría a Taehyung que todo era real y que podía ser mejor.

Cuando la seguridad estaba sacando a Taehyung, simultáneamente, se inició una discusión brusca entre Yugyeom y Jungkook, en la cual, nadie se metió.

—¡Eres un fácil!—gritaba el castaño mientras tomaba fuertemente del brazo a Jeon, dándole jalones y apretándolo de más.

—¡Suéltame ya, me lastimas!—el rubio empezó a forcejear, haciendo que Yug se molestara más con él.

—¡Nos vamos ya, me tienes harto!—el chico trató de llevarse a rastras a Jungkook, sujetando sus antebrazos con fuerza y tirando de él para que avanzara.

Pero, Jeon no se dejaría de él, y lo vio como la oportunidad perfecta de finalmente escapar de esa realidad que odiaba con fervor.
No tendría más oportunidades, no podía tener mejor justificación para botarlo que esa, y sus padres no podrían objetar cuando él les dijera que Yugyeom lo lastimó.

—¡No pienso ir contigo, suéltame!—el rubio siguió luchando, jalando sus brazos para tratar de safarse del agarre, y al mismo tiempo, intentando empujar a Yug—¡Suéltame o llamaré a la policía!

—¿Ah sí?, no te atreverías.—retó el castaño, sin detener sus intenciones.

—¡Dije que me dejes en paz!—y ahí, finalmente se soltó.

Jungkook dió un golpe de rodilla certero y muy duro en la entrepierna de Yugyeom, haciéndolo retroceder por el intenso dolor que comenzó a sentir; Jeon aprovechó para tomar rápidamente sus pertenencias —que consistían en un bolso pequeño y el encendedor que había dejado afuera de este—, y no dudó en salir corriendo en dirección a la puerta del bar.

El castaño se quedó perdido en su agonía, con las manos cubriendo su entrepierna, y encorvado sobre la mesa. No hizo intento alguno por seguir a Jungkook, y prefirió dejarlo así: su relación había terminado, era lógico.
Además, ya había pensado en botarlo él mismo, y aquel extraño show que se había montado le había hecho el favor. Internamente, agradecía por haberse separado de él, aunque no fuera de una manera pacífica en lo absoluto.

Ninguno de los presentes se detuvo a ayudar ni a preguntar nada, simplemente siguieron en lo suyo y algunos incluso reían. La indiferencia abundaba al parecer.

Y al final, el señor Wang tomó el micrófono y se disculpó con el público por tales escenas, y prometió que no sucederían más conflictos en su bar. "Fue una pésima decisión haber aceptado a Taehyung", pensaba. Hasta ahí había quedado todo, el bar seguiría su servicio y realmente nadie estaba hablando la gran cosa sobre todo lo que acababa de suceder; quizá harían como si nada hubiera pasado.

Y mientras tanto, Jeon salió del Siddhartha, sin importarle la tormenta que ya azotaba las calles ni tomar en cuenta la futura discusión que tendría con sus padres por aquel número. Lo único que le importaba era encontrar a Taehyung, quien pensó que ya estaría muy lejos de allí para esos instantes.
Pero, finalmente la vida se apiadó de ambos, y los hizo verse nuevamente justo ahí frente al bar.

Kim se había quedado sentado en la acera, recargando su espalda sobre un auto que se encontraba allí estacionado, con las rodillas dobladas hacia su pecho y sus brazos cubriendo su rostro. Literalmente, Jungkook se lo topó de frente al salir.

Se acercó suavemente hasta él, y soltando un suspiro leve de alivio, se agachó a su altura.
Puso su mano sobre el cabello mojado de Taehyung, dándole un par de caricias lentas y mirándolo con todo el amor que había salido de su coraza aquella noche.

—Tae... Aquí estoy.—susurró el rubio y dejó un beso tierno sobre la cabeza del peli negro, llamando así su atención.

Quizá las cosas cambiarían.
Tal vez el destino finalmente estaría de su lado.

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