Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Seis✔️

Después de tres días vigilando a Claudia creo que ya es momento de que me vea,por lo cual me encuentro aquí,al frente de su casa,donde ella después de un agotado día de trabajo va a descansar, no tiene hijos, ni marido, ni amigos, y debo confesar que esa soledad me beneficia.

Camino hasta su puerta, el cielo esta gris, nada nuevo en esta ciudad, pues el tiempo no ha sido uno de mis mejores aliados estos días. La luna brilla en lo alto del cielo, la admiro por un momento, reafirmando en que es una de las cosas más hermosas que he visto y ha sido mi compañera desde toda la vida.

Toco el timbre, la puerta es roja, muy llamativa, igual que la casa, para ser una simple empleada doméstica vive bastante bien, al parecer tiene buen salario ,minutos después me abre una mujer bastante joven y me sorprende en realidad su edad, calculo que debe tener unos veintiocho o veintinueve años. Sus facciones son finas, su cabello está recogido en un moño a lo alto de la cabeza y su ropa es sencilla.

La analizo discretamente sin que ella lo note, pero de ella no puedo decir lo mismo.

Me observa desde la punta de mis zapatos deportivos hasta mi último cabello y yo solo me mantengo mirándola fijamente en una postura relajada donde me hago la que no he visto la manera de observarme hace unos minutos.

—Hola… ¿la conozco?—duda en un segundo, su voz es algo chillona y reprimo una mueca de molestia.

—Soy Defne Morán—le extiendo la mano con el fin de ser amable.

Mira la misma, sin hacer ningún movimiento y al parecer no le es familiar mi apellido, pero mi madre en su carta mencionó que era su amiga, y al ver la actitud de la señora me confunde un poco.

—Lo siento Defne pero no te recuerdo, ¿desde cuándo nos conocemos?

—Mi madre fue amiga de usted,ella se llamaba Maila Dumas ¿la recuerda?

Le digo nuestros nombres reales, ya que mi madre le tenía plena confianza y yo se la tengo de igual forma. Me incómoda tratarla de usted cuando tenemos casi la misma edad o eso parece. Pero en un intento de ser educada sigo con el papel.

Hoy no me coloqué la peluca por lo que mi cabello rojo brilla con la luz de la luna, aún cuando lo recogí en un moño con intención de no llamar la atención y para que la amiga de mi madre  me reconociera por el color que tenía en común con la misma.

—Lo siento pero no, ahora si me disculpa—intenta cerrar la puerta, pero antes pongo el pie impidiéndole que cierre del todo.

—Por favor escúchame, sé que mi madre te conocía Claudia…—sigo hablando, describiéndole a mi madre pero al darme cuenta que ella no me presta atención, paro.

— ¿Me escuchas?—le pregunto un poco molesta por su comportamiento.

—Yo no soy Claudia, ella murió hace un año—dice con tristeza y la única persona en que podía confiar se ha ido.

—Entiendo—digo comprensiva.

Pero la he estado observando desde hace días y ella trabaja en la casa de Stefan, donde Claudia trabajaba antes, aunque hacia gestos raros con él, le acariciaba la mano y le mostraba afecto cuando creían que nadie los vería y ahora que veo su hogar me parece obvio que tienen algo.

— ¿Eres familiar de ella?—indago al encontrar esa la única manera lógica para que viva en su antigua casa y trabaje en el mismo puesto.

—Soy su hija.

—Mi madre era muy amiga de ella y pensaba que Claudia podría ayudarme pero ya que ella desafortunadamente no está, ¿podrías hacerlo tú?

—En realidad no te conozco y mi madre nunca mencionó a esa tal Maila.

Es muy desconfiada, eso puedo notarlo, pero necesito su ayuda para entrar en esa casa.

—A tu madre le hubiera gustado que ayudaras a la hija de una vieja amiga—presiono un poco a ver si cede.

Lo piensa por un momento y luego suspira en forma de derrota.

—Vale, pasa—Se hace a un lado para que pueda pasar.

Ingreso a su casa y tomo asiento en uno de los sillones ,ella se sienta frente a mí.

—Dime ¿en qué puedo ayudarte?—Cruza un pie con el fin de estar más cómoda.

—Verás…—le cuento todo tal y como lo planee, pausando en algunos detalles para no volver a decirlo,ya que me incómoda repetirme.

—Eso que me estas contando me va a meter en problemas con Stefan  y de verdad necesito el trabajo—Fijo la vista en un jarrón que hay en una mesita que no parece para nada barato.

— ¿Tu jefe?—cuestiono al ver que lo trata con tal ligereza.

—Sí,el señor Stefan—dice tratando de enmendar el error de hace un segundo atrás, pero yo ya lo he notado—Lo siento, pero no podré ayudarte.

Me dice con voz dura.

—Mira mm…—le ínsito a que me diga su nombre que aún no lo sé.

—Dilia, y si no le molesta quisiera que se marchara de mi casa.

Me  está agotando la paciencia esta tal Dilia.

—Aun no has escuchado lo que tengo que decir—digo con voz cansada por su actitud.

—No hace falta—refuta de inmediato.

Se levanta y me agarra del  brazo con clara intención de sacarme lo antes posible pero fácilmente me suelto de su agarre, me levanto  y la empujo hacia la pared, ya que tengo más que comprobado que siendo  mala las personas hacen lo que deseas, pues hoy tocará ser mala.

Saco mi más preciada navaja y se la coloco en el cuello mientras la inmovilizo.

—Mira Dilia—digo su nombre con tono burlón—me vas a ayudar quieras o no porque afortunadamente para mí y para tu mala suerte sé que te revuelcas con tu jefe solo por dinero ¿no es así?

Cambio de puesto la navaja, ahora pasándola por su mejilla.

—Y hasta aquí no hay ningún problema, pero espera…—digo con fingida sorpresa—él no quiere que nadie lo sepa, y si yo abro la boca imagínate el titular “famoso empresario tiene relación amorosa con su actual empleada que podría ser su hija” ¿bonito no?

Sus lágrimas caen por su rostro libremente y tantos años de ser la víctima en algún momento empiezas a ser la villana, y mi momento ha llegado. Reprimí mis actitudes raras y mis preferencias en cortar a las personas ,pero esta noche tengo ganas de sacar dichas actitudes.

—Muy mal, muy mal—canturreo—no se puede llorar, has perdido cinco puntos.

Le abro la piel, cortándole la mejilla. Me encanta ver como la piel se separa y da paso a la sangre. La herida no es muy  profunda pero solo quiero asustarla y que haga lo que quiero.

Me separo como si no hubiera pasado nada y empiezo a caminar por la estancia, mientras ella se toca el corte y la sangre le mancha la mano.

Camino hasta donde se encuentra el jarrón que vi antes y lo tiro deliberadamente, haciéndose añicos al instante y veo los fragmentos de este esparcidos por el piso.

En realidad no sé qué mosca me picó, pero debo admitir que me encanta hacer esto, ser mala no es tan malo y es mejor cuando puedo cortar otra cosa que no sean animales, después de un tiempo se vuelve aburrido.

—Ups…—me pongo las manos en la boca como si estuviera arrepentida, ella ve el jarrón que ahora es un montón de basura— ¿costaba mucho?

Me río a carcajadas.

—Eres una cínica, ¿qué te ocurre?—habla por primera vez desde el corte—no puedo creer que te haya permitido entrar a mi casa.

Se aleja lo más posible que puede de mí.

— ¿Qué me ocurre? Ni idea—me encojo de hombros—deberías asomarte por la ventana, debe ser luna llena.

Le doy la espalda por un momento viendo unas figuras de porcelanas que me encantan, las detallo en su totalidad, viendo sus colores, su textura y me entretengo por un momento hasta que me hecho una en el bolsillo y me giro.

—Oye no te importa que me…—Tiene el teléfono en la mano y la fulmino con la mirada caminando a pasos agigantados hasta llegar a ella, ella es incapaz de hablar, está temblando.

Y llego a la conclusión que es una cobarde.

Me coloco el auricular a la oreja y con los ojos le digo que guarde silencio.

—Hola soy el oficial Hernández ¿en qué puedo ayudarle?

— ¡Ayud…

Le lanzo la navaja que logra esquivar y con mi dedo índice hago un gesto en el cuello indicándole que si hace algo está muerta.

Nunca he matado a alguien ni pienso hacerlo, por ahora.

—Lo siento oficial Hernández, pero mi hija pequeña de cinco años ha tomado el teléfono y ha marcado este número al azar, lo siento de verdad—le digo de la manera más inocente que puedo.

—No se preocupe, entiendo que los niños a  veces son un  dolor de cabeza, tengo uno de tres años—se tragó el cuento y sonrío mientras ella hace lo opuesto a esa expresión— mándale saludos a su hija y que tenga buena noche.

—Usted también—Finalizo la llamada.

— ¿Me vas a asesinar?—pregunta con voz temblorosa.

—Me ves cara de asesina—me mira como si haya hecho una pregunta estúpida— ¿sabes qué? no me respondas a eso.

Busco entre gavetas un papel y una pluma, abro aquí y allá buscando y noto que cometí un grave error al sentir un fuerte golpe en la cabeza, me llevo las manos al sitio y se manchan de sangre.

El color rojo es lo último que veo antes de que todo se vuelva negro.

***

Mi cabeza da pálpitos y me duele el cuello debido a la incómoda posición en que estaba.

Estoy amarrada de manos y pies sentada en una silla, los nudos no son tan fuertes debido a que lo hicieron personas que por primera vez amarran a alguien ,mis ojos están vendados,pero  empiezo a la tarea de soltarme de las cuerdas.

Oigo unos susurros y me percato que alguien nuevo en la sala donde  solamente éramos Dilia y yo.

Logro entender lo que dicen:

— ¿Qué hacemos Ronald?

—Deberíamos llamar a la policía, es una delincuente—susurra una voz del sexo opuesto.

—No puedo ¿y si habla algo sobre Stefan no sé qué tanto sabe?

—Deberíamos decirle a él, para que la desaparezca y nos libre de este problema ¿estas segura que sigue viva?

—Sigue respirando, ¿Aún no sé porque me pidió a mí que la infiltrara en la casa?

Oigo pasos apresurados es como si estuviera caminado de un lado a otro.

—Me van a matar igual que lo hicieron con mi madre—su voz se oye desesperada y de verdad está asustada—Ya sabes lo que le pasa a los traidores y aunque no sea uno no va a creerme.

Pero no entiendo, ¿acaso Stefan no era amigo de mi padre? ¿Por qué se relacionaría con un asesino?

Las piezas no encajan.

¿Y si él es uno de ellos?

Si es así me alegro que en mi momento de locura desenfrenada le haya rajado la cara a esa tal Dilia y si le queda una cicatriz mejor, sería un bonito obsequio de mi parte.

— ¿Te dijo su nombre?—le pregunta el hombre.

—Sí, dice que se llama Defne Morán pero seguramente es falso junto con la historia que me contó.

Tres años diciendo mentiras y cuando digo la verdad no me creen.

¡A que no es genial!—pienso con sarcasmo.

Tengo que salir de aquí, maniobro con las manos y logro zafarme de la cuerda que ata mis manos, en un acto arriesgado trato de quitarme la venda ya que no se si siguen aquí observándome o no, pero desde hace un tiempo no oigo sus voces.

Al recuperar mi visón veo que la sala esta vacía a excepción de mí, por lo que me desato los pies rápido  y busco la salida que está a unos cuantos pasos,pero no me acuerdo del jarrón que tiré y piso uno de los cristales haciendo que hagan un poco de ruido y eso pone en alerta al hombre que estaba con Dilia.

— ¿Qué fue eso?—pregunta desde algún lugar de la casa y corro para que no me atrape.

Pero supongo que me ve porque inmediatamente grita:

— ¡Dilia se escapa!—corre detrás de mí.

—Atrápala sino Stefan se va a enojar.

Me iban a entregar a Stefan y por lo que tengo entendido querían matarme también, abro la puerta que me conduce a la salida y por suerte no está cerrada.

Corro hacia la calle pero me jalan de cabello haciéndome retroceder.

—La tengo—le doy un codazo en el estómago que hace que se doble por el dolor y es mi oportunidad para seguir corriendo.

Corro calle arriba, doblo en la esquina y me escondo detrás de unos árboles y me percato de que no sepan de mi escondite, se quedan en el centro de la calle sin saber qué camino tomar ya que no están muy seguros por donde me fui.

Dilia se pone las manos en las rodillas en señal de cansancio.

— ¿Quién rayos es?—pregunta con la voz entrecortada.

—No sé pero al jefe no le va a gustar que haya huido.

— ¿Y si no le decimos?—propone la mujer con claro miedo en su voz, y no puedo pensar como  Stefan se fijó en alguien tan “débil” ya que por lo que he escuchado es alguien peligroso.

—Será lo mejor si no queremos buscarnos problemas—Se ponen de acuerdo.

Es lo  último que oigo y espero escondida en la oscuridad aproximadamente media hora, hasta que me atrevo a salir, camino por la calle desolada, deben ser las tres de la madrugada más o menos y es un golpe de suerte que no le digan a Stefan sobre mí ,ya que eso me da una nueva oportunidad para entrar a la casa, pero esta vez me toca hacerlo sola y sin ninguna ayuda desde dentro, estaba claro que mamá y papá no conocían bien a las personas con que se relacionaban.

Una figura en la oscuridad se acerca a mí y retrocedo  considerando la idea de volver a correr pero…

—Tatiana—dice una voz alegre—estaba seguro que te volvería a ver, pero no creía que tan pronto, y como no me llamaste—se encoge de hombros.

— ¿Alain?—pregunto ante lo extraño del encuentro.

—El mismo muñeco lo que con  diferente color ¿a poco no me veo más guapo?—Dice levantando las manos y dando una vuelta.

Mi corazón bombea rápido ante el nuevo aparecido, pero intento no demostrar lo feliz que me hace volver a verlo. Aunque suene tonto, extrañaba sus ocurrencias.

—Lamento decepcionarte pero nadie en tres días se hace más guapo.

—Yo soy al excepción de la regla muñeca—me guiña un ojo y al ver que no reacciono continúa—Muñeca y muñeco ¿entiendes?

No respondo a ese intento extraño de ligar conmigo.

—Bien olvídalo—continua—pero salúdame como se debe.

Se acerca peligrosamente a mí tomando mi cuerpo y acercándolo al suyo. Acercándose lentamente a mis labios donde nuestros alientos se mezclan formando uno solo, veo sus pupilas dilatarse  y cuando está a punto de unir su boca a la mía, volteo el rostro y su boca se une a mi mejilla.

—Eres difícil ¿eh?—alega después que nos separamos—y me encanta, así la historia que le contaré a nuestros hijos será interesante.

— ¿Historia?

—Si ya sabes cuando les cuento lo difícil y agotador que fue conquistar a su madre.

— ¿Sigues con eso?—respondo con fingida molestia ya que en el fondo me gusta las cosas que dice.

—Y seguiré Tati.

—No me llames Tati—ahora si estoy molesta.

—Como digas Tati—vuelve a decir con clara intención de molestarme.

Paso por su lado para seguir mi camino a casa y fue tonto desear que nos viéramos de nuevo, pues él no se toma nada en serio, vive y se desvive haciendo bromas, está empezando a molestarme.

—Esposa, no camines tan deprisa no puedo seguir tu ritmo.

—Esa es la idea—camino aún más rápido.

Corre hacia mí y se sitúa a mi lado.

—¿Te molestaste por lo que dije? ¿Qué tiene de malo?—dice confundido.

A veces pienso muy seriamente que se debe haber caído de la cuna y haberse pegado en la cabeza cuando nació. Eso explicaría todo.

—Olvídalo ¿sí? y mejor explícame ¿por qué caminas a mi lado?

— ¿Puedo pasar contigo la noche?—dice muy rápido.

— ¿Qué piensas que soy? ¿Una prostituta?—digo a punto de golpearlo.

—Oye no sé qué  está pasando por tu cabeza pero no tengo donde ir y justo minutos antes cuando nos encontramos me atracaron—Señala una herida en su frente que deja a la vista un pequeño hilo de sangre.

Hasta hora  no me había dado cuenta de ello y la poca iluminación no es que me ayude mucho.

Me fijo en su sangre, es tan roja y quiero ver más, quiero cortarlo.

Ese pensamiento se repite una y otra vez y niego con la cabeza a ver si eso me ayuda a deshacerme de él. No puedo cortarlo me verá como una loca o peor como una asesina.

—Vale si no quieres  lo entiendo—dice desanimado  con la cabeza gacha y caigo en cuenta que él tomó como una negativa el gesto que hice con la cabeza.

—Claro que sí.

¿Por qué mierda he dicho eso?

Sin duda la herida me afectó y al ver su sonrisa y lo hoyuelos que nunca he visto, me muerdo la lengua y lo dejo así, supongo que podré aguantar una noche sin abrirle la piel.

Pero nunca había visto una piel tan bonita, tan blanca, se ve suave y podría apostar que lo es, que con solo un roce se abrirá para mí y dejará caer toda la sangre roja que me ha hipnotizado.

Estos pensamiento enfermizos han regresado a mí por más que los reprimí,pero al abrir una herida hoy ,han florecido como la primera vez.

“Sangre”

“Cortar”

“Sangre”

—Aaagh—grito con frustración jalándome el cabello.

Maldita sea tengo que controlarme.

— ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?—Alain se acerca con preocupación acunando mi rostro.

Y lo que hace es empeorar porque la herida queda frente a mis ojos y puedo sentir su olor metálico. Lo aparto con brusquedad.

Él me mira con desconcierto y aumenta aún más cuando me rasgo la blusa y le paso un trozo de tela para que se tape la maldita herida.

—Toma, solo no quiero ver la sangre, me desmayo—le digo como explicación y el asiente comprendiendo todo.

—Deberíamos irnos ya, es tarde y estoy cansada.

Caminamos en silencio sin preguntarnos donde estábamos, al parecer él no me quiere decir y yo por  obvias razones tampoco, por lo que fingimos que encontrarnos en la madrugada en un callejón oscuro es normal.

A pesar de las horas no estoy cansada como le hice saber a él para cambiar del tema y desviar mi atención hacia otra parte. Su cabello brilla en la oscuridad y es lo único que resalta pues esta vestido de negro igual que yo, parecemos espectros en la noche, alzo la mirada hacia  el cielo.

— ¿La luna es bonita no lo crees?—hago el comentario, pues me fascina.

—No le veo nada en especial—dice sin mucha importancia y sigue andando como si nada, sin siquiera verla.

Me incómoda un poco su comentario,  pero soy consciente que todos tenemos diferentes opiniones y cada cual es libre de pensar y sentir a su antojo.

Quedamos frente a frente a mi antiguo hogar ,lo invito a pasar y abre un poco los ojos en modo de sorpresa por lo que ve, estoy consciente que puede fascinar todo lo que hay aquí por lo que dejo que toque todo lo que quiera.

Se dirige al piano y acaricia suavemente sus teclas.

—La luna me es indiferente, pero la música me hace volar—toma asiento para empezar a tocar—te hace sentir liberado aún cuando tienes las cadenas más pesadas atadas a tu cuerpo  pero aun así te deja sentir por un momento que “eres libre”.

Me quedo sorprendida ante sus palabras pues fue tan “profundo” que no me imaginé  que tales palabras salieran de alguien “tan divertido” por así decirlo.

Una melodía empieza a apoderarse de la estancia es tan melancólica, tan triste que te desgarra por dentro y entiendo su punto, la música tiene el poder de hacerte sentir diferentes emociones pero no sé porque en esta ocasión eligió este sentimiento, cada nota te envía una punzada al corazón y si no hubiera pasado por todo lo que he pasado, tal vez hubiera llorado al oír esto.

Sus dedos se mueven ágiles pues sé que solo es él y el piano, pues parece que está en otro planeta, toca con el alma y sus gestos lo confirman.

¿Podría ser que este chico tan feliz tenga un lado negro?

Ese lado que nos negamos a aceptar pero que siempre está contigo, al parecer no somos tan diferentes como pensaba.

Al acabar se pone en pie y me muestra una sonrisa forzada.

— ¿La música es bonita no lo crees?—me devuelve la pregunta pero solo cambiando una sola palabra.

—Mucho, ¿estás bien?

— ¿Qué te hace pensar que no?

—Pues…—mis palabras me parecen absurdas y se pierden antes de ser dichas.

—Si es por la melodía es porque tengo que sentir lo que toco, para que trasmita las mismas emociones.

— ¿Y por qué tocaste una tan triste?—pregunto con curiosidad.

—No todo puede ser bueno Tati, en la vida también hay cosas malas.

Si el supiera que la mayoría de las cosas que me suceden no son precisamente buenas no me dijera esa frase.

Instagram:Elianny.arcia

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro