37
Las llamas de la pequeña fogata creaban un reflejo extraño sobre el perfilado rostro de Gillian. Sus rasgos se veían más angulosos y hacía que se formaran unas ojeras negras muy pronunciadas bajo sus párpados.
Cedric había encendido un pequeño fuego. Aún no era del todo de noche, pero al igual que por el día daban ganas de quitarse alguna capa de ropa, por la noche la temperatura parecían bajar al menos unos diez grados. Un rosado atardecer iluminaba el cielo y embadurnaba las nubes con rayos de sol rojizos. Félix estaba sentado frente a la hoguera. A penas había hablado desde que había aparecido. Parecía alegre, pero a la vez se podía percibir un destello de pánico en sus ojos. Nadie le preguntó nada, decidimos dejarlo descansar primero. Debía de estar agotado y parecía haber perdido un par de quilos desde la última vez que le había visto. Tenía las gafas sucísimas, parecían haberse manchado con una especie de agua-barro. Cuando Félix apareció las manos y el cuerpo entero le temblaban. Había aparecido con el traje negro y la mochila empapados.
Y no se si solo era cosa mía, pero creí ver las marcas de la piernas aún más negras y pronunciadas.
Pam estaba sentada a su lado y le agarraba la mano con delicadeza. Parecían hablar un poco en voz baja, con ella era la primera con la que compartía más que dos míseras frases. En cuanto Pamela le vio aparecer tras de si pequeñas lágrimas de alegría le resbalaron por la mejillas. Salió corriendo hacia él y le abrazó con tanta ansia que pensé que lo iba a partir por la mitad. Jamás la había visto tan contenta. Y para sorpresa de algunos, aunque no para mi, le plantó un fugaz beso en los labios al chico, que se quedó patidifuso. Inmediatamente Félix se puso como un tomate y Pam soltó una pequeña carcajada. Al menos parecía que en medio de este infierno si era posible que ocurriesen cosas buenas.
Yo estaba sentada en el lado contrario al que se encontraba Félix. Observaba las llamas con fascinación. Con una pequeña chispa tenían el poder de hacerse más y más grandes hasta comerse el mundo entero. Un pequeño crujido a mi derecha me hizo salir de mi trance y centrarme en la presencia que se había instalado a mi lado.
Los pies de un individuo aparecieron a ambos lados de mis caderas y unos brazos fuertes y calentitos me envolvieron con ternura. Cuando intenté girar la cabeza me topé con una barbilla y unos labios rosados que me sonreían. Noté que el corazón se me deshacía poco a poco y no pude evitar que una pequeña sonrisa floreciera en mi rostro. Gillian me sacaba una cabeza, y en momentos como ese era cuando ese pequeño detalle se notaba más. Donde mi cabeza acababa, la suya comenzaba. Daba la impresión de que un enorme osito de peluche me estrechaba entre sus grandes y calentitos brazos. Aquello me hacía sentir segura. Sus brazos parecían ser un escudo impenetrable que me protegía de cualquier mal, me hacía sentir como en casa.
Puso su cabeza sobre el hueco de mi cuello y me dio un pequeño beso. Sus cabellos me rozaron la mejilla. Me estremecí por completo. Pareció percatarse de ello. Sus ojos pícaros sonrieron y, con voz seductora, acercó su boca a mi oído.
- ¿Es que tienes frío, amor? - Escuchar la palabra "amor" me provocó un nuevo escalofrío y él no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. Yo le di un golpecito de advertencia en el brazo - Vale, lo pillo. Está claro que mucho frío no tienes -Volvió a sonreír y noté en sus ojos azules ese destello de picardía que pocas veces había visto en él pero que siempre que aparecía encendía un fuego intenso en mi interior. Él continuó hablando - No se si lo recordarás, pero... Creo que me prometiste hablarme sobre tu nombre.
- ¿De verdad te apetece escucharlo? - Dije - Te aviso que no es tan interesante como tu procedencia Francesa.
- ¡Pues claro que quiero oírlo! - Exclamó. Luego me apretujó entre sus brazos - No me lo perdería por nada del mundo.
Me era imposible borrar la sonrisa de mi rostro. Era como un reflejo tonto del que no podía deshacerme.
- Bien, chico francés. Quizá sea un tanto lioso de explicar, pero te aseguro que mi linaje también es algo exótico.
- Mmm - Acercó su rostro un poquito más al mío y asintió con convicción, luego me guiñó el ojo - Estoy seguro de que valdrá la pena.
Suspiré.
- Vale, está bien. Cómo puedo empezar... - Musité. Tras meditar mi respuesta inicié mi relato- Mi abuela era Española y mi abuelo vivía en Kansas aunque tenía a toda su familia aquí. Un verano mi abuelo y sus amigos de América fueron de vacaciones a Barcelona, la ciudad natal de mi abuela, y allí se conocieron y, a pesar de ser de diferentes países, se enamoraron. Mi abuela decía que fue un flechazo. Entonces él se la llevó a su casa de Kansas. Ella adoraba Estados Unidos, pero al final se vinieron a vivir aquí, con el resto de la familia de mi abuelo. Cuando mi madre me tuvo a mi, él ya había muerto por culpa de un fatídico accidente automovilístico y mi abuela se había quedado sola. Así que mis padres, en memoria de mi abuelo, dejaron que mi abuela escogiera mi nombre. Y ella optó por Kailee, un nombre Americano que conoció cuando estaba con el abuelo y que le recordaba a los momentos vividos en Kansas - Alcé los ojos para observarle mejor. Parecía estar concentrado mientras me escuchaba - Y mi abuelo se apellidaba Woods y bueno, ¿Ya sabes cómo va esto, no? El apellido pasó a ser el de mi padre, y luego a ser el mío - Me encogí de hombros - Y eso sería todo.
Él me hizo apoyar la cabeza sobre su pecho para después deslizar sus largos dedos por mi cabello. Noté cómo su pecho se inflaba y desinflaba al respirar.
- ¿Así que tienes descendencia española, eh? Siempre me han gustado las españolas - Él alzó uns ceja y yo reí - Ahora que me fijo si que tienes pequeños rasgos característicos de allí, ese pelo y esos ojos morenos te delatan, guapa.
- Habló el francesito. Como si tu fueras muy diferente - Le observé divertida.
- Así que un francés y una española - Pensó - Si hubiéramos permanecido en nuestros países natales no hubiéramos estado tan lejos al fin y al cabo - Luego me miró frunciendo el ceño - Oye, ahora que lo pienso, la mayoría de habitantes del reino son o pelirrojos o rubios. ¿Y ahora nos damos cuenta de que somos un poquito diferentes al resto? - Y así era, y era muy extraño toparse con una mezcla de ojos azulados con pelo negro como la noche. Por eso me había llamado la atención el primer día, por aquello y por la mirada que me lanzó.
- Habla por ti - Musité - Yo ya me había percatado de ello desde el principio.
-Está bien, capitana. Perdón por no tener tan buen ojo como tú.
Las comisuras de mis labios se elevaron hacia arriba y intenté contener una sonrisa pero fallé en el intento. Él al ver que me ponía algo colorada sonrió de nuevo, dejándome ver los pequeños hoyuelos que le formaban en las mejillas cuando decidía mostrarme esa sonrisa suya tan cálida y única. Me entraron ganas de que estuviéramos solos, y que por un momento tuviéramos todo el mundo a nuestra merced para comérnoslo juntos. Pero por desgracia no estábamos en condiciones de iniciar una fuga pasional que nos llevara hasta el fin del mundo, y mucho menos en unas condiciones óptimas, así que de momento me conformé con estar entre sus brazos.
Cedric por fin apareció entre la vegetación y se sentó frente a la hoguera. Como había mencionado con anterioridad, se había adentrado en el bosque con tal de deshacerse de aquellas aberraciones disfrazadas de seta y las había hecho desaparecer para que Rick no pudiera caer en la tentación nunca más. Tenía las manos manchadas de una especie de polvo negro, y no disimulé ni un instante al quedarme observándolas. Él se percató de ello.
- Son cenizas. Las he quemado - Argumentó - De otra forma podrían haberse procreado y eso sería una amenaza para Ricky. Un adicto es muy peligroso cuando se trata de seguir consumiendo y no poder. Era mejor eliminar todo tipo de amenaza.
Asentí y él se restregó las manos negras por las perneras de los pantalones. Dos manchas de polvo gris se dejaron entrever en la tela oscura del traje.
- Félix - añadió, después de mantenerse en silencio por unos segundos - Ahora que has descansado un poco, cuéntanos. ¿Qué has estado haciendo, qué ha ocurrido y qué se suponía que habías descubierto?
La mirada de todos fue directa hacia Félix, que por un momento parecía haber palidecido. En sus ojos se notaba de nuevo la inquietud y por alguna extraña razón me daba la sensación de que había algo que nos estaba ocultando.
- Es complicado... - Musitó.
- Bueno, tenemos todo el tiempo del mundo - Dijo Rick con ironía. Su mal humor era latente en el tono de su voz. Tan solo llevaba un par de horas desde que lo habíamos alejado de aquella droga y ya estaba insoportable. Llevaba todo el rato quejándose. No sabía cómo lo iba a poder soportar un par de días más adelante, puesto que ahora ya tenía ganas de darle un puñetazo en toda la cara.
Félix suspiró, se pasó una mano por la cara y luego se colocó bien sus características gafas de pasta negra. Mientras observaba las llamas pareció obtener el coraje que le faltaba y por fin abrió la boca.
- Tenemos claro que estamos siendo controlados, de un modo u otro- Comenzó - Y como ya eramos conscientes de ello, yo intenté encontrar una explicación para todo esto. Al final me di cuenta de una cosa. Si estaban modificando el entorno a nuestro alrededor, también podrían estar haciendo más que eso - Nos observó a todos con aire confidente - Quizá fueran capaces de modificar nuestros sentidos, engatusarlos con una especie de ilusión óptica que nos mantuviera donde ellos quisieran estar.
Cedric frunció el ceño.
- ¿A qué te refieras con engatusarnos? - Preguntó.
- Cállate. Las preguntas al final - Le contestó Dorian, que estaba situada junto a Rick - Déjalo que se exprese primero.
Cedric refunfuñó pero al final accedió a seguir escuchando al chico.
- Decidí que si yo iba sólo deberían ser más cautelosos y malgastar menos fuerzas conmigo, puesto que yo para ellos tan solo soy un muchacho débil y cojo y el resto del grupo estaba todo unido en la otra punta - Continuó Félix. Ahora hablaba de cuando se separó del grupo para irse a explorar solo. O eso creía.
>>Me alejé el máximo de vosotros y fui a comprobar mi teoría al otro extremo del bosque. Primero debía probar que lo que nosotros vemos no es real. Así que crucé el límite y me di cuenta de que todo este paraje es una ficción. Quizá la hierba que tocamos, o los árboles donde descansamos sí sean reales - Alzó la mano hacia arriba - pero ese cielo azul. Las vistas de las montañas, ... Todo es mentira. Estamos rodeados por una especie de holograma que nos hace creer que este lugar no tiene ni principio ni final. Pero sí que lo tiene. Estamos dentro de una especie de cúpula. Proyectan sobre nosotros lo que ellos quieren y cuando quieren - Se puso las manos sobre la cabeza - No se si me explico... - Masculló - Así que cuando comprobé mi teoría y mi mano traspasó el holograma mi cabeza explotó y sentí que al final tendría razón en lo peor. Si son capaces de hacer aquello, cualquier cosa que toquemos, escuchemos o veamos puedes ser tan solo una simple ilusión, e incluso podrían haber infiltrado a alguien entre nosotros que tan solo se tratase de una proyección tecnológica o otra cosa por el estilo.
>> En cuanto todo aquello me vino a la mente me entró el pánico, y entonces descubrí que me habían estado prestando más atención de la necesaria. Me persiguieron, una especie de dron me siguió por horas hasta al fin dar conmigo cuando menos fuerzas tenía. No podía hacer nada más, llevaba días caminando y aquello no hizo nada más que empeorar el dolor de la pierna. Aún siento pequeñas descargas por dentro. Cuando el dron me encontró sentí simplemente que los ojos se me cerraban, y cuando me desperté estaba en una sala grisácea conectado a una máquina. Tenía unos tubos muy finos conectados a las venas de la muñeca y otros más en el cuello - Giró la cabeza para que pudiéramos observar los pequeños pinchazos que tenía a ambos lados - Un hombre me habló, había una mujer también. Mis recuerdos son borrosos. Dijeron que era muy listo, que no les había decepcionado. Esperaban que lo descubriera. Y me explicaron lo que ocurriría con todos nosotros a partir de ahora. Bueno, mejor dicho me implantaron imágenes en la cabeza para explicármelo.
- ¿Y qué viste? - Pregunté, ansiosa. Se me había empezado a formar un nudo en el estómago y los brazos de Gillian se habían tensado a mi alrededor.
- No... no vi nada nuevo, seguíamos aquí dentro, no conseguíamos salir jamás - Se rascó la nuca, nervioso - No logro recordar nada más. Sólo recuerdo que me volvieron a dormir, y cuando desperté estaba más cerca de vosotros de lo que pensaba. He venido corriendo porque necesitaba encontraros ya. Jamás os separéis, es tenebroso estar solo en medio de la nada. No os lo recomiendo.
Pam, conmovida por esto último, le pasó el brazo por los hombros y y le acarició la espalda. Este tuvo un pequeño escalofrío, pero aceptó gustoso los mimos de la pelirroja. Le observé atentamente. A pesar de que me creía las palabras de Félix, también estaba segura de que había algo que no nos había explicado. Alguna parte de la historia no encajaba correctamente. Primero había dicho que le habían enseñado nuestro futuro, pero después había contestado diciendo que todo seguía igual y que no había nada diferente. ¿Soy yo la única que ha notado el tono extraño de la situación?
Y lo que lo delataba y me hacía sentirme más segura de mi hipótesis no eran sus palabras, sino sus gestos, sus expresiones, la forma en que sus ojos se movían rápidos, ansiosos, deseosos de escapar de aquella situación.
Gillian se incorporó tras de mi, y por un momento me sentí vacía cuando noté que su cuerpo ya no estaba pegado al mío. Me giré para preguntarle a dónde iba, pero el se adelantó a responder antes de que yo fuera capaz de decir nada.
- Tranquila, ahora vuelvo. Tengo que hablar con alguien.
Vi cómo Gillian se alejaba de mi y pasaba junto a la hoguera hasta llegar al extremo contrario, justo donde se encontraba Dorian. Ambos estaban con el entrecejo fruncido y comenzaron a dialogar, hablando en voz baja. Dorian hacía pequeños gestos con los brazos, Gillian parecía asentir. Quizá no era la única que se había percatado de lo extraña que era la escena que teníamos delante. Quise averiguar algo más sobre el tema del que hablaban, pero una mano en el hombro me sobresaltó e hizo que perdiera el hilo de su conversación.
Félix estaba de pie a mi lado. Me ofreció la mano para ayudarme a que me levantara y yo la acepté. Cuando ya estuve en pie busque en mi campo de visión a Pamela, y la encontré hablando con el pequeño Timothy, que ocupaba el lugar donde el chico que tenía delante había estado sentado con anterioridad. Todos parecían distraídos a excepción de Richard, que me nos observaba a ambos con una mirada peligrosa. Estaba serio, muy serio. Parecía que algo no acababa de cuadrarle. Y a pesar de estar aún sobre el efecto de la droga, sabía reconocer la mirada de preocupación de mi mejor amigo. Aun que esta albergaba más que eso. Parecía estar alerta sin necesidad alguna. Rick no era el único que nos observaba, de vez en cuando Dorian y Gillian lanzaban alguna que otra miradita hacia mi. Aun que quizá no me observaran a mi, sino a mi acompañante.
- ¿Qué ocurre, Félix? ¿Te encuentras bien?
- La verdad es que estoy algo cansado - Se pasó una mano por la frente - Pero la verdad es que venía a decirte otra cosa.
Alcé una ceja, sin saber por qué razón, se me erizó el bello de la nuca.
- Adelante, soy todo oídos.
Él asintió.
- Bien. No quería decirlo delante de todos, pero corremos peligro. No sabemos cómo este descubrimiento puede afectarnos a todos. Quizá haya sido una mala idea explicaroslo. Esta gente sería capaz de meterse en nuestra mente para enfrentarnos los unos contra los otros.
- Creo que eso al menos ya lo han intentado - Él arrugó las cejas, confundido, y le señalé con la barbilla a Richard.
- No comprendo a lo que te refieres.
Parecía desorientado. Pero era normal que no comprendiera de qué estaba hablando.
- Has estado mucho tiempo fuera y te has perdido muchas cosas. Ya te pondremos al día, tranquilo - Le palmeé el hombro y él asintió con la cabeza. Tragó saliva con dificultad y se llevó una mano a la espalda.
- Oye, Kailee - La otra mano la puso sobre mi hombro, como yo había hecho antes con él, solo que él me apretó el hombro en señal de apoyo. Sin embargo, no lo soltó - De verdad que te agradezco muchísimo todo lo que has hecho por nosotros, por mi. Eres una gran líder. Mereces lo mejor de este mundo.
- Gracias, eres una monada, pero yo no he hecho nada para merecer esas palabras. Solo hago lo que puedo y es necesario, como los demás.
- Te comprendo, yo también hago lo necesario. Pero va enserio, eres una heroína. Y por eso lo siento - La última frase que pronunció me confundió, e hizo que la mano me temblara. El nudo en el estómago que tenía antes se hizo más grande. Y por una extraña razón no pude evitar que me temblara un poco la voz al hablar.
- ¿ Qué es lo que sientes?
No pude acabar de pronunciar la última letra, puesto que Félix me empujó con la mano que tenía en mi hombro, poniendo la pierna detrás me hizo caer al suelo. Intenté forcejear, pero el se sentó en mi pecho y por fin me mostró lo que escondía en la mano tras la espalda. Una pequeña daga de plata se pegó a mi cuello como si se tratase de un imán. Félix era más joven que yo, pero aún sí y a pesar de que no parecía gran cosa pesaba lo suyo. Y me di cuenta de que sus brazos y sus piernas eran más fuertes de lo que pensaba. Su peso corporal me oprimía el pecho y me costaba respirar.
De golpe escuché a Dorian gritarle al chico y los demás empezaron a correr.
- ¿Félix, qué cojones crees que estás haciendo?
Parecía muy cabreada, y Gillian y Rick, eran como dos balas. En cuanto estuvieron a punto de llegar a mi Félix alzo la voz y pegó la daga aún más a mi cuello.
- Atrás todos o le corto el cuello - Sentenció. Noté una calor sofocante y una punzada aguda de dolor en la zona del cuello. Entonces comprendí que me había cortado. Note como una gota de un líquido espeso y caliente me bajaba hasta donde él estaba sentado.
- Eres un capullo - Masculó Dorian de nuevo - Se te ha ido la pelota chaval. ¿Qué te han hecho los de arriba para que hagas esto? - Intentó dar un paso hacia mi, pero el chico apretó más la hoja del arma contra mi piel.
- He dicho que atrás.
Gillian echó hacia atrás a Dorian con la mano.
- Félix - Dije. Cuando escuchó mi voz giró la cabeza hacia el lado contrario. No quería mirarme. Quizá si me viera cambiaría de opinión - Félix... Por favor - Él cerró los ojos con fuerza - Mírame.
Se mantuvo reacio a establecer contacto visual conmigo. Entonces la vocecilla de Pam se escuchó y Félix abrió los ojos de nuevo.
- Félix, por favor.
Miró a Pam, y creí ver cómo le temblaba el labio inferior. Entonces se giró en mi dirección. Tenía los ojos rojos y vidriosos, cómo si estuviera a punto de llorar. Su ceño estaba fruncido y tenía la mandíbula tensa.
- ¿Por qué haces esto? - Le pregunté en un susurro. A penas podía respirar, y con la daga en el cuello me era más difícil.
Félix no pudo aguantar más. Una lágrima le calló por la mejilla y pareció que tenía la voz rota cuando habló.
- Tu no lo entenderías - Movió la cabeza negativamente - Jamás lo entenderías. En realidad si vi qué ocurriría con nosotros. ¿Y sabes lo que vi, eh? ¿Seguro que quieres saberlo? - Acercó su rostro al mío. Su cara era un cuadro, había una mezcla de ira y tristeza que le nublaban las facciones que con anterioridad me habían parecido bonitas - Bien, pues yo te lo diré. Estaba muerto. Yo había muerto. Pero no solo yo. Los demás estaban muertos también. Todos eramos cuerpos sin vida tirados en la hierba. Excepto una persona. ¿Adivinas quién?
Tragué saliva con fuerza. Ahora a la que le rodaba una lágrima por la mejilla era a mi. Cada vez, mis posibilidades de futuro se me antojaban más oscuras. Y los ojos de Félix se veían cada vez más locos.
- Me lo enseñaron todo - Continuó - Todos moriríamos pronto. Menos tú, que serías la única superviviente. Entonces me ofrecieron una opción. Si te mataba a mi me asegurarían una plaza fuera, seguiría vivo. Y al eliminarte sería imposible que tu fueras la única superviviente, por lo que alguien más quedaría con vida. Porque eso ya es un hecho. Vamos a morir todos menos uno. Ese es su experimento. No hay escapatoria a eso. ¿Y que mejor que sacrificar una vida para en vez de salvar tan solo a una persona salvar a dos? Creo que es un trato justo. Y tú, más que nadie deberías entenderlo. Pretendes guiarnos a todos para conseguir salvar todas las vidas aquí presentes, pero sabes que eso será imposible. Yo al menos presento una alternativa.
Las lágrimas del chico me caían sobre el pecho y se mezclaban con mi sangre. Me temblaba todo el cuerpo, yo también había comenzado a llorar.
- Pero Félix. No pueden saber el futuro. Eso es imposible. Creo que te han engañado - Dijo Gillian. Se notaba la angustia en sus ojos, al igual que en los de los demás.
-Mentira. Lo vi con mis propios ojos, no es posible que me engañaran. Yo lo vi.
- Igual que antes has dicho que utilizaban ilusiones ópticas con nosotros, ¿Por qué no podría haber sido eso también una ilusión? - Cuestionó Gillian.
- No... No es posible - Se subió con la otra mano las gafas de pasta al tabique nasal. Se le habían resbalado. Estaba sudando a mares.
- Y si eso es así - Continuó Gillian - Ahora que ya sabemos qué pasará, ¿No sería mejor intentar evitarlo?
A Félix pareció explotarle la cabeza. De pronto apartó las manos de mi cuello y se las llevo a su rostro. Lloriqueó como un niño y se agarró la cabeza para zarandearla. Lanzó el cuchillo al suelo y salió de encima mío. Por fin pude respirar. Sentí cómo mis pulmones se llenaron de aire fresco. Gillian me ayudó a levantarme y me abrazó con fuerza. Ambos estábamos temblando.
- Gracias, gracias, gracias - Le dije al oído. Él contestó dándome un rápido beso en los labios. Cuando me separé de él otros brazos se lanzaron a abrazarme. Me encontré con Félix rodeándome el cuello y llorando a moco tendido.
- Lo siento mucho, lo siento muchísimo Kailee - Decía contra mi cuello - Se metieron en mi cabeza, aún están en mi cabeza... Este no soy yo.
Le separé de mi para verle el rostro, y parecía tener los ojos rojos de tanto llorar. Le sequé algunas lágrimas.
- Te creo - Susurré. Él se sorbió los mocos.
Nos alejamos un poco del lugar donde había ocurrido todo. Gillian me acunó el rostro entre las manos. Entonces escuché a Félix hablar. Todo pasó demasiado rápido como para comprenderlo.
- No merecéis que siga aquí con vosotros. Ya os he causado demasiado daño.
En ese instante fue Pam quien chilló en un acto de terror descontrolado. Ambos nos giramos con rapidez y abrí mucho los ojos. Félix seguía llorando, pero ahora se había puesto la punta del cuchillo delante del pecho, justo donde se encuentra el corazón. Le faltaba hacer un simple movimiento hacia si mismo y se derrumbaría en cuestión de segundos.
- ¡Félix para! - Exclamé.
- ¡No! - Gritó él - Te he hecho daño, a ti y a todos. Nadie me espera realmente ahí fuera. Mis padres ya me habrán dado por perdido, y jamás me han estimado demasiado. En cambio todos tenéis alguna razón para seguir viviendo. Cedric, tienes a tu padre, él está totalmente solo y te necesita. Al igual que el padre de Rick necesita a su hijo. Pamela tiene hermanos pequeños que la esperan en casa. Dorian tiene a su madre. Timothy tiene a sus padres, y espera un pequeño hermanito - El pequeño Tim abrió la boca pero no supo que decir, quizá no lo sabía - Kailee tiene a su hermanito, el pobre Nick, que la espera en casa - Entonces se giró hacia Gillian - Y tú. Tu tienes a alguien muy importante que te espera. Alguien que necesita tu ayuda desesperadamente. Alguien a quien llevas buscando hace mucho tiempo - Gillian tenía los ojos muy abiertos,sabía de quién hablaba. Y creo que yo también. ¿Era posible que fuera su hermano?
>> Me han hablado de vosotros, se muchas cosas sobre vuestras vidas. Lo único que yo tengo eres tú, Pamela - Dijo entonces, con tono suave. A Pamela también le lloraban los ojos - Pero prefiero perecer yo para que tu puedas vivir más segura. Sólo quiero decirte una cosa. Eres la cosa más loca que ha entrado en mi vida. Y pese a todo, quiero que sepas que eres la primera persona a la que creo que he querido de verdad. Gracias.
Pam rió mientras lloraba. No podía abrazarle, pues entonces le clavaría la daga. Pero en sus miradas se notó que de una forma u otra habían acabado conectando. Entonces, mientras se observaban el uno al otro, Félix se clavó con un golpe seco la hoja en el cuello. El alarido de dolor que soltó fue estruendoso. Pam se tiró al suelo y acunó su rostro en su regazo. Yo e lancé encima de él, desesperada por que no hubiera hecho aquello.
- No no no no no no, Félix - Sollocé - No nos dejes, te necesitamos.
Él me cogió la mano.
- Nada de eso. Te necesitan a ti. Sálvalos, se que puedes. Tu puedes cambiarlo todo. Confío en ti.
Soltó mi mano y se la dio a mi amiga pelirroja. Me temblaban los labios. Pam parecía estar a punto de morirse. Era un mar de lágrimas. Gimoteaba sin parar y sus lágrimas habían mojado el traje del chico.
En un último intento de hablar, Félix pronunció unas palabras para ella.
- Te quiero. No me sueltes de la mano, por favor
Pamela no pudo evitar romperse de nuevo al oír aquello. Incluso Rick, en el estado en el que estaba por culpa de la droga, dejó escapar una lagrimita.
Gillian, agachado a mi lado, me cogió la mano con fuerza y pego mi rostro a su pecho.
- No pienso soltarte. Te lo juro - A penas podía hablar - Te quiero... No te vayas... Te quiero.
Félix besó su mano con las pocas fuerzas que le quedaban. Entonces cerró los ojos. Y dejó escapar su último aliento.
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