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- Félix debe de estar cerca. De alguna manera, el grupo de Fancy salió en dirección contraria a la nuestra desde el campamento y hemos acabado yendo todos al mismo lugar. ¿No es extraño? - Gillian me apretó la mano en señal de asentimiento. Nuestros dedos entrelazados me hacían sentir más fuerte, más segura. Reanudar el camino tras el hallazgo de los dos cadáveres había sido duro y tedioso, porque a pesar de que no eramos íntimos, la muerte es la muerte y a todos nos afecta - ¿Y si eso quiere decir que estamos cerca de una salida? ¿Y si nos están manipulando de alguna manera para separarnos y así hacernos más vulnerables, pero para acabar al fin y al cabo encontrando todos la salida? Me estoy comiendo la cabeza...

-No no no - Saltó Gillian - Creo que tienes toda la razón del mundo, de verdad- Timothy, que iba delante nuestro cogiendo la mano de Dorian, no había vuelto a abrir la boca desde lo de Gea - Ahora está claro que pase lo que pase quieren llevarnos a todos hacia el mismo lugar. Probablemente hacer que nos separáramos les fuera de perlas en su plan. Así reducían los grupos. Creo que por eso debieron meter a Fancy aquí, con nosotros. Es evidente que no tiene muy claro qué es necesario hacer para poder sobrevivir, pero lo que si tiene es un carácter chocante y testarudo. Perfecto para colisionar con el tuyo y causar la división del grupo. Creo que poco a poco el SECMA está dejándonos ver su estrategia. Quizá a la espera de una respuesta. O puede que tan solo fuera un desliz - Ver a Gillian hablando tan bien, tan concentrado en lo que decía, hacía que a veces me perdiera un poco en la conversación. Era observarlo hablar con aquella mente tan inteligente y detectivesca que tenía, y mis barreras se deshacían por completo. Me daban ganas de achucharlo. A veces parecía la única persona que era capaz de entenderme.

- Exacto. Me has leído la mente. No se cómo lo haces.

Soltó una pequeña risita. Adoraba aquella risa.

- Sea lo que fuere - Continué - y según nuestra teoría, Félix debe estar dirigiéndose al mismo lugar que nosotros y pronto lo encontraremos. Tan solo debemos esperar. Ojalá lo que dijo que había descubierto sea bueno.

Gillian me observó por debajo del hombro y suspiró - Ojalá - Contestó. Sus ojos de nuevo volvieron al suelo. Siguió con la mirada el ritmo de sus pasos. En sus orbes azulados ahora se transmitía la calma. El azul de sus ojos era peculiar. Ahora que estaba más calmado, sus ojos se tornaban de un tono oceánico. Como el de las aguas de las Maldivas o de las Islas Baleares. Pero antes, con la pantera y al descubrir los cadáveres, habían parecido un tobellino. Aquel azul cristalino se había tornado en un azul muy oscuro e inquieto. A Gillian, a pesar de no querer expresar con frecuencia sus emociones, no le hacía falta abrir la boca para mostrar lo que sentía. Lo transmitían sus ojos por si solos. Y que estuviera calmado estando a mi lado me hacía feliz. No me había dado cuenta de que mientras pensaba todo aquello no había dejado de observarlo.

Al percatarse de aquello, Gillian me lanzó una sonrisa pícara.

- ¿Qué miras?

Yo sacudí la cabeza con rapidez de manera negativa.

- Nada... Solo pensaba. Creo que me he quedado empanada mirando tus ojos.

Él rió, puesto que no se esperaba aquella respuesta.

- Creo que es lo más bonito que me has dicho hasta ahora - De nuevo surgió aquella risa cálida que conseguía volverme una blandita de pies a cabeza - Se que no era un halago ni mucho menos, pero yo lo contaré como tal.

Sonreí con ganas. Pequeños comentarios como aquellos te hacían olvidar por un momento lo que estaba ocurriendo con el mundo en aquellos instantes.

- Oye - Dije de repente - Vamos a cambiar de tema. Hablar de Félix y de lo que esta pasando me deprime. Necesito despejar la mente - Medité unos instantes hasta que tuve una idea - Háblame de ti.

- ¿De mí? - Preguntó él elevando las cejas - ¿Qué quieres saber?

- Me he dado cuenta de que realmente no se muchas cosas sobre tu historia. Háblame de tí. De tu família. Te llamas Gillian, y no es para nada un nombre Nórdico... - Entonces él me interrumpió.

- El tuyo tampoco es muy nórdico, que digamos.

- Pero eso es otra historia. Si quieres después te explico por qué me pusieron de nombre Kailee, pero antes explícame tu algo. Que digo algo... ¡Explícamelo todo!

Gillian se pasó la mano por el rostro y se echó el cabello negro hacia atrás, derrotado.

- Esta bien. Pero no puedo explicártelo todo. Son demasiadas cosas. Y algunas muy... íntimas. Todo a su tiempo. Algún día te lo contaré - Hizo una pequeña pausa y, entonces, comenzó su relato - Bueno, me llamo Gillian Dupont Amundsen. Gran variedad en el nombre, por cierto. Como habrás visto, Gillian y Dupont son apellidos franceses. En cambio, Amundsen es un antiguo apellido noruego. Todo tiene una explicación. Mi madre nació en Francia, y años después se vino a vivir aquí. Mi padre era nativo de nuestro reino. Ellos dos... tienen una historia complicada. De cualquier modo, acabaron poniéndome como primer apellido el de mi madre. Y de aquí mi bonito nombre.

- Vaya - Exclamé fascinada - Así que eres medio francés y medio noruego. Es genial. ¿Y sabes hablar francés?

- Un poquito - Dijo guiñándome el ojo.

- Dime algo en francés, por favor.

Él rió ante mi insistencia - Todo a su tiempo, Madame. Créeme que te diré muchas cosas bonitas en francés.

No pude evitar ponerme como un tomate en cuestión de segundos. Para desviar la atención de mi, volví a preguntarle alguna cosa.

- ¿Y tienes hermanos?

Él, esta vez un poco más dubitativo, buscó la mejor manera de responder a mi pregunta. Se acarició la barbilla con la punta de los dedos.

- Eso también es un poco complicado de explicar - Suspiró - Te lo voy a contar, pero no pasa nada si no terminas de entenderlo, es normal - Asentí de nuevo, intrigada y con ganas de saber más. Nuestro ritmo había disminuido un poco. Ahora estábamos los últimos - Mi madre se llama Noëlle. Cuando tenía 17 años tuvo una aventura con un extranjero, jamás me dijo su nacionalidad. La cuestión es que ella era muy joven. Hacía apenas 5 años que se habían ido de Francia y no tenían una buena situación económica como para cuidar a un bebé, además de que mi madre aún no era lo suficientemente madura para criarlo. Pero por contra, ella no quiso abortarlo en ningún momento. Así que el bebé fue creciendo en su vientre y ella fue cogiéndole más y más cariño cada día. Entonces dio a luz y, aunque se le rompió el corazón, sabía que no podría darle la vida que merecía y lo dio en adopción. Y 5 años después mi madre, que por aquel entonces formaba parte de la clase baja, pasó a ser de clase alta al casarse con mi padre. Pocos meses más tarde llegué yo a este mundo. Así que sí, tengo un hermano perdido por algún lugar del reino. Sería genial conocerlo, pero siquiera se su nombre. Y ahora mismo tampoco estoy en condiciones de buscarle.

Debía de haber sido un proceso bastante doloroso para su madre, y la incertidumbre de no conocer a la persona que compartía su sangre en las venas seguro que carcomía por dentro a Gillian. Se notaba en su expresión al hablar. Sus cejas se habían curvado un poco hacia abajo, al igual que la comisura de sus labios.

- ¿Y tu madre no te dijo jamás cómo se llamaba?

- Las pocas veces que he podido sacar el tema siempre se ha deprimido y prácticamente he escuchado cómo se le hacía el corazón añicos. Muchas veces he intentado comenzar esa conversación, pero jamás he pasado de decir más de dos frases. Es demasiado doloroso para ella. Tan solo necesitaría su nombre. Un nombre puede cambiar mucho las cosas. Lo único que he conseguido sacarle es que era un niño. Y que alguna vez lo había visto en la calle, a lo lejos, ya siendo un completo adulto y lo había reconocido, pero que no había tenido el valor de hablarle.

Pasé mi mano por su espalda, acariciándolo con delicadeza en modo de consolación. Él se tensó al contacto.

- Te prometo que en cuanto consigamos salir de aquí te ayudaré a encontrarlo.

Él asintió, aunque no muy convencido.

- Vas a conocer a tu hermano, Gillian. Estoy segura de ello.

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