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32

El llanto de Timothy era como una taladradora perforándote el grosor de la cabeza, y a su vez como un gigantesco tsunami que te arrasa el corazón sin poder evitarlo. Tenía la cara y los ojos rojos de tanto llorar, y no dejaba de sorberse los mocos. Dorian lo acunaba entre sus brazos y él escondía la cabeza en el hueco de su cuello. Con las pequeñas manitas se aferraba al mono negro de piel de la peliazul.

A Dorian también le caía alguna lágrima rodando mejilla abajo, pero se las secaba con rapidez. Cedric se había sentado junto al árbol y miraba al cielo, angustiado. En un arrebato chilló a la nada y gritó un mensaje dirigido al SECMA, en un intento desesperado de mostrar su ira.

- ¿Por qué hacéis esto, eh? ¿En qué os beneficiaba matarla? ¡Era sólo una niña!... Una niña, joder.

Una suave brisa caliente viajó entre las corrientes aéreas y se deslizó entre los árboles. Los cabellos de Pam se movían al son del viento, haciendo que entre sus rizos de fuegos se vieran unos traslucidos rayos de sol.

Rick caminaba en círculos y se tapaba los oídos con ambas manos. Parecía que se estuviera volviendo loco. Apretaba los dientes y cerraba los ojos con fuerza. Con el paso de los minutos parecía más demacrado que nunca, ni aún cómo cuando en aquellos tiempos en que en el pueblo no había a penas comida y él se la daba toda a su padre. Tenía los ojos rojos, y bajo estos, unas ligeras ojeras liláceas. El cabello rubio estaba despeinado y sucio y tenía el aspecto de un alcoholico enfermizo en un ataque de ira.

- Haz que se calle - Le gritó a Dorian - Me está volviendo loco. Haz que cierre la boca ya.

Dorian saltó como un lince a defender al pequeño Timothy y miró con odio a Richard. Apretó los puños y sin soltar al niño escupió las palabras con rabia.

- Cierra tu la puta boca de una vez.

- ¡Ya está bien, un poco de calma señores! - berreó Cedric.

Sin embargo el llanto de Timothy no cesó, y asustado por los gritos lo único que hizo fue moquear más.

Rick, harto de aquel devastador sonido, y fuera de si pegó un puñetazo a un árbol entre maldiciones.

-Dios, Dios, ¡Dios! - soltó alzando la voz - La puñetera pantera sigue ahí fuera, y no va a tardar en encontrarnos si sigue el dichoso llanto del niño.

Harta de ese repentino comportamiento pesimista y psicótico, di dos pasos en su dirección y con un movimiento de muñeca le cruce la cara. Él quedó estupefacto ante la bofetada y se hizo el silencio al instante. Los dedos de mi mano se habían marcado en su mejilla con un tono rojizo.

- Ya basta. Ten un poco más de tacto - Dictaminé - Olvidas que es un niño.

Los ojos del rubio me miraron dolidos, parecía que algo se rompía dentro de aquellos orbes de color canela, pero no tardaron en pasar de una mirada dolorosa a una mirada fría. Puso su mejor cara de póker y sin mediar palabra volvió a alejarse. Se mantuvo bajo la sombra de un árbol, a buen recaudo y lejos del alcance de la peliazul, que estaba segura de que saltaría en cualquier momento y se lanzaría directa a la yugular de Rick.

Gillian, que hasta el momento se había mantenido callado, se acercó con precaución al pequeño y lo cogió entre sus brazos. De nuevo Timothy se aferró con fuerza al moreno, temeroso de que si lo soltaba le ocurriera lo mismo que a su amiga. Con suaves y tiernas palabras Gillian intentó cesar el llanto del pequeño.

- Ese gato gigantesco aún está aquí, y si hacemos mucho ruido sabrá que estamos en el mismo sitio que antes. Y no queremos que venga -Le sugirió, al final de su explicación.

El pequeño negó con rapidez haciendo movimientos con la cabeza, y miró con ojitos llorosos el rostro de Gillian.

- Asi que tienes que estar en silencio ¿De acuerdo? Así conseguiremos que el gato gigante no nos encuentre. ¿Me prometes que no llorarás? - El niño asintió sacudiendo su melena morena de pelo y se sorbió los mocos - Pero si quieres llorar no pasa nada, puedes llorar sin hacer ruido ¿De acuerdo? - Le susurró. De nuevo asintió - Bien, verás como pronto se ha acabado.

-¿Volveré a ver a Gea? - Preguntó el pequeño con voz temblorosa.

Gillian arrugó las cejas con tristeza, y una débil sonrisa surcó su rostro por unos segundos. Pasó su mano por la cabellera del niño y le sacudió el cabello con afecto. Por un momento no supo qué contestar. Se quedó con la boca abierta pero ningún sonido profería de esta. Finalmente, contestó con un tono de voz apagado, aunque esperanzador para el pequeño.

- Quién sabe, puede que si.

Timothy, con esta última respuesta se secó las lágrimas y abrazó a Gillian. Él lo cogió entre sus brazos y luego se lo cargó en la espalda. El pequeño se aferró con fiereza a su cuello. El ojiazul se giró entonces hacia nosotros y nos instó a movernos con la cabeza.

- Venga, tenemos que seguir caminando. Deprisa.

Así volvimos a ponernos en marcha. Pam me cogió la mano con fuerza durante el camino, y en un breve instante de lucidez se sacudió la melena de rizos de fuego y comenzó a murmurar sus preocupaciones.

- Si Gea no había muerto hasta ahora quiere decir que dos de los otros cuatro ya estaban muertos, y eso quiere decir que Félix tiene menos posibilidades que antes de estar vivo. Dios, esto me está matando...

- Ey, ¿No pienses más en eso, de acuerdo? - Le aparté los rizos rojizos de los ojos y me enfrenté a su mirada esmeralda - Félix está vivo, lo presiento. Seguro que dentro de poco le encontramos y nos muestra aquello que había descubierto.

Ella asintió pero siguió perdida en el mar de sus pensamientos mientras miraba al suelo al caminar. Hasta que Cedric gritó algo y se vio obligada a alzar la cabeza.

- ¡La pantera, está de nuevo aquí!

El pánico abordó el cuerpo de Pam y Timothy cerró los ojos con fuerza. Susurró en voz baja con el objetivo de tranquilizarse a si mismo, pero no llegué a oír qué decía.

Gillian, con Timothy a cuestas, fue el que intentó que todos mantuviéramos la calma.

- De acuerdo. ¡Todos, subid a los arboles! ¡Deprisa!

- Pero la pantera puede subir a los arboles, estaremos perdidos si lo hace - Exclamó Rick.

- Tu hazme caso - Insistió Gillian - Desde arriba tendremos un margen de tiempo para poder planificar nuestro ataque.

Comprendí lo que Gillian quería hacer al instante y asentí con la cabeza.

- Está bien - Dije. Puse un pie en el tronco del árbol más cercano a mi y comencé a escalar. Automáticamente todos comenzaron ha hacer lo mismo que yo, incluso Rick se subió a un árbol después de remugar y girar los ojos.

- No es una buena idea - Comentó, pero subió a regañadientes.

Pamela se subió al mismo árbol que yo, y Gillian protegió tras de si a Timothy, que estaba sentado en una rama gruesa.

Entonces la cola negra de la pantera se dejó ver entre la vegetación y apareció ante nuestra visión con pasos felinos. En cuanto estuvo a nuestro alcance Gillian sacó su arco , el cual llevaba colgado de un hombro y le lanzó una flecha que fue a parar al lomo del animal. Sin embargo el gigantesco felino se retorció de dolor y gruñó enseñando los dientes, pero no salió demasiado herido. Ahora si que nos tenía en el punto de mira. Se dirigió con fiereza hacia el árbol dónde se encontraban el niño y el ojiazul y trató de saltar para subirse. Y fue entonces cuando me vino a la mente una idea atrevida. Podía salir mal, pero de lo contrario, si no hacia nada, acabaría devorándonos a todos. Así que desempuñé mi espada del cinturón del traje. La notaba más pesada que antes, no había tenido oportunidad aún para usarla. Quizá la poca práctica podía jugarme una mala pasada. Pero no tenía otra opción. Debía hacerlo.

- ¡Eh gatito, ven a por mí! - Grité.

- ¿Pero qué haces Kailee? ¡Nos va a matar! - Exclamó Pam, presa del pánico.

Golpeé el tronco de árbol con la espada para llamar su atención, y en cuanto me vio dejó en paz a los chicos y corrió hacia nosotras. Se apoyó en el árbol y lanzó un par de zarpazos, intentando llegar a nosotras. Me posicioné en el filo de la rama y me puse de puntillas. Puse la punta de la espada bajo mis pies, apuntando hacia la pantera. Entonces esta abrió la boca y rugió con rabia y hambre. Aquella era la señal de que debía saltar. Cerré los ojos. Con un pequeño bote me dejé caer sobre la pantera. La espada, que apuntaba hacia abajo, se abrió paso entre las fauces abiertas de la bestia salvaje y yo me desplomé sobre esta.

Cuando abrí los ojos, ya estaba abajo. Estaba tirada en el suelo. Por un momento temí que todo hubiera salido mal y la pantera se lanzara sobre mi. Pero aquello no ocurrió.

La pantera estaba tirada en el suelo y mi espada estaba dentro de su boca. Había rebanado todo el interior de la pantera cuando esta había abierto sus fauces y yo me había dejado caer a peso muerto. Cuando saqué con asco la espada de su interior esta estaba embadurnada de un líquido rojizo. La sangre y los jugos intestinales de la pantera. Miré por el agujero de su boca. En efecto, la tráquea e incluso el estómago estaban rajados por dentro. Era imposible que la pantera hubiera sobrevivido a aquello, y así lo demostraba su estado actual.

Gillian bajó de un salto del árbol y bajó con delicadeza a Timothy, que ahora respiraba tranquilo. El pelinegro se acercó a mi con rapidez y me cogió la cara entre sus manos. Me examinó todo el rostro y deslizó sus pulgares por mis mejillas, acariciándome con delicadeza.

- ¿Estas bien? - Preguntó con voz angustiada.

Asentí al instante.

- ¿Cómo se te a ocurrido hacer eso? ¡Estás loca, podrías haber muerto! - Me miró a los ojos con tanta intensidad que pensé que me desharía en sus brazos - Eres brillante.

Con una rapidez sobrenatural juntó sus labios con los míos en un beso apasionado y me transmitió el miedo que había pasado al pensar que podía perderme. Le cogí las mejillas y lo estreché contra mi. Entonces se separó y juntó su frente con la mía.

- Chicos - Intentó decir Cedric - No pretendo interrumpir, pero creo que debéis ver una cosa.

Nos separamos a pesar de que no deseabamos hacerlo y todos le seguimos.

- Por cierto Kailee - Dijo Cedric mientas nos guiaba - Eso ha sido alucinante. Gracias - Asentí quitándole importancia aunque el corazón aún me iba a mil por hora - Lo que he visto desde el árbol no os va a gustar tanto.

Pasamos entre una densa vegetación hasta que salimos a una especie de pequeño claro, y lo que vimos me revolvió el estómago. Me entraron ganas de vomitar.

En el suelo había dos cuerpos con todo el pecho desgarrado. Se podían identificar como un hombre y una mujer. Tenían marcas de garras por todo el cuerpo, probablemente causadas por aquella gigantesca pantera negra que nos había atacado. Pero lo peor eran los torsos y el pecho de los dos individuos. Estaban totalmente destrozados, a penas se distinguian las diferentes partes del cuerpo. Tan solo se veía carne, huesos y sangre.

Me acerqué con lentitud a los cuerpos y mantuve las arcadas que tenía a medida que me iba acercando. Las caras también tenían marcas de garras, pero aún así se podía distinguir con claridad quienes eran las dos víctimas.

Cedric, que se arrodilló a mi lado, giró el rostro de los cuerpos en mi dirección para que pudiera ver de quién se trataba. Eran Damián y Daphne. Tenían las manos entrelazadas. Suponía que en sus últimos alientos se habían dado las manos para no sentirse tan solos a la hora de morir. O quizá era por otra razón, pero en aquel momento ya no importaba, estaban muertos. No se podía hacer nada. Aquella era la razón de los fuegos artificiales que habíamos visto.

- Parece que no estaban muy lejos de nosotros - Murmuró Rick.

- De una manera u otra estamos acabando todos en el mismo sitio - Contestó Cedric, cogiendo la mano de Daphne y posicionándosela sobre lo poco que quedaba de su viente.

- Si los que han muerto son ellos dos - dijo Pam - Félix aún está vivo - Suspiró esperanzada.

- Y Fancy - Añadió Dorian. Se pasó la mano por el flequillo azul.

El cuerpo de Cedric tapaba algo de lo que no nos habíamos percatado aún. Habló con cautela, esperando ver cuál sería nuestra reacción.

- Lo más espeluznante, a mi parecer, no son los cuerpos. Sino el mensaje que hay escrito en esta roca.

Se apartó y por fin pudimos ver lo que escondía tras la espalda. Había un mensaje escrito en una roca de color claro. Pero la tinta utilizada para esribirlo era la sangre de los dos cuerpos. Habí un reguero de sangre que llegaba hasta la roca y parecía que el líquido se había deslizado solo por la roca, formando aquel mensaje.

"Kol está vivo".

Se hizo el silencio de nuevo, como tantas veces había ocurrido aquel desastroso día. Hasta que Dorian decidió volver a romperlo sin cortarse un pelo.

- ¿Quién cojones es Kol?

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