Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26

Si te quedas pensando, ves que las personas se van tan rápido como vienen. Es como si no significáramos nada. Un día estás y al siguiente no sabes si seguirás vivo para contarlo. Y ese periodo es mucho más efímero aquí, en medio de la nada y con pocas posibilidades de salir con vida.

El camino iba a ser mucho más duro. Nos estábamos adentrando en un bosque oscuro que perfectamente podía convertirse en nuestra peor pesadilla. Ahora la cosa sí que iba enserio, y no podía negar que me asustaba un poco. Pero no estaba sola, estaba rodeada de gente inteligente y fuerte. De personas valientes que estaban dispuestas a volver a casa. Había hecho nuevos amigos. Gente a la que acababa de conocer pero apreciaba y a la que no quería abandonar.

Observar a mis amigos, a los de verdad, caminar a mi lado me hacía sentir fuerte. Nunca había tenido amigos, solo tenía a Richard, pero por alguna extraña razón sentía el pecho repleto. Cada uno me hacía sentir de una manera diferente y cada uno expresaba su manera de ser conmigo sin esconder nada. 

Dorian tenía esa coraza dura que la recubría, pero poco a poco se deshacía de ella y nos mostraba ese lado tierno que tenía cada vez que cuidaba de Timothy. Mi amiga pelirroja mostraba esa energía inacabable y ese gran coraje que circulaba por sus venas además de desprender amabilidad y felicidad por los poros a todas horas. Era un pequeño terremoto de rizos rojizos que alegraba mi día con tan solo mostrar su sonrisa. El pequeño Timothy tan solo era un niño. Feliz, juguetón y ajeno al mundo. Irradiando ternura por los cuatro costados. No entendía realmente lo que pasaba. Una de las noche había escuchado cómo el pequeño le preguntaba a Dorian cuándo vendría su madre a buscarlo. En ese momento el corazón se me apretujó de ternura y tristeza. Por otro lado estaba Cedric, que siempre mostraba un carácter amigable y solidario. Le debía la vida. Le estaba muy agradecida por todo. Era una persona increíble. Sus ojos acaramelados siempre parecían mostrar positivismo. Y Gillian.

Oh, el maldito y adorable Gillian. Siempre con esa sonrisa implacable, ese tono de voz, esa calidez...

Era alguien que en poco tiempo y pasito a pasito había calado de una manera profunda en mi corazón. No es que estuviera enamorada de él, solo... era algo diferente. Esa sensación que sentía cuando estaba a su lado era extraña, me corroía por dentro. Con él todo era espontáneo. Sus actos imprevisibles, esos roces repentinos y el tacto de sus manos hacían que perdiera la cordura por momentos. Jamás había conocido a nadie así. Y las circunstancias hacían que se sintiera más intrigante e incluso excitante . Me hacía recordar a esos amores prohibidos de las viejas novelas que poseía mi abuela.

Si alzaba la vista podía observarlo con detenimiento mientras avanzábamos entre la espesura del bosque. Sus piernas largas y flexibles se movían al compás y esto me ofrecía una agradable vista digna de admiración si alzaba más los ojos. Tenía que admitir que daba gracias al SECMA por poneros esos trajes tan ajustados.

Su torneado torso continuaba ascendiendo, mostrando una estrecha cintura y sus amplias y fibrosas espaldas. En ocasiones anteriores había sentido como mis manos habían tenido la necesidad de tocar la tersa piel de su espalda con la yema de los dedos y agarrarme a esos brazos largos y fortalezidos.

Pero lo que más me encandilaba era sus perfilados rasgos. La curva del pómulo, los hoyuelos que le salían al reír, su pequeña nariz redondeada o las arrugas que se le formaban en los ojos al sonreír. Y esos ojos... Esos ojos azulados. Parecían agua pura, cada vez que los miraba quedaba prendada.

Gillian tenía esa aura impredecible y adictiva que te hacía sentir que todo brillaba cuando él andaba cerca.

Los pequeños sollozos de Pam me obligaron a ausentarme de mis pensamientos. La pelirroja se limpiaba una pequeña lágrima que rodaba por su mejilla. Tenía los ojos un poco enrrojecidos y lloraba en silencio.

- Hey - me acerqué a ella y la rodeé con mi brazo - ¿Qué te pasa?

- Félix... - dijo sin apenas poder hablar - no entiendo por qué a tenido que irse solo... yo... - tartamudeó.

- Tranquila, todo saldrá bien, ¿de acuerdo? - asintió conteniendo las lágrimas - Félix dijo que debía comprobar algo importante y prometió que volvería, y así será. Ya verás.

Me miró con sus dos ojitos tristes y vi cómo el labio inferior le temblaba ligeramente. No pude evitar acogerla entre mis brazos en un gran abrazo. Cedric, que encabezaba el grupo junto a Rick, nos observó preocupado, a lo que yo le respondí con una mueca triste. Los brazos de Pam me rodearon el cuello y se aferraron a mi con fuerza, indispuestos a soltarme. Y de nuevo los apenas audibles sollozos de la pelirroja, que eran acallados por la tela de mi traje, penetraron en mis oídos.

Deslizé mi mano por su espalda, en movimientos verticales, para consolarla. En un momento de debilidad le susurré algo al oído, aunque no estoy segura si era para consolarla a ella o para consolarme a mi misma - Todo va a ir bien, Pamela. Te lo prometo.

Sus grandes ojos marrones me observaron, con la necesidad de obtener seguridad y aprobación. Asintió lentamente, mientras se enjugaba las lágrimas - Está bien - En sus movimientos intuí que quería decir algo más, pero esto no ocurrió, ya que sus ojos se abrieron de golpe, mostrando en su expresión pánico. Chilló de la sorpresa y yo noté como si alguien me hubiera golpeado por atrás, pero sin embargo el golpe no había sido contra mi cuerpo, sino contra mi mochila.

Saqué los brazos de las asas y miré la bolsa. Mis ojos también se abrieron de sorpresa. Había clavada una flecha.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó Rick al escuchar el grito de Pam.

Me habían disparado una flecha. La punta afilada había traspasado la mochila y se había clavado en el trozo de carne de ciervo. Me giré para contestarle a Rick, pero, como una bala, otra flecha pasó zumbando a mi lado, rozándome el cabello. Entonces, una lluvia de flechas emergió de la nada. Salían de todos lado e iban en todas direcciones.

Lo peor fue cuando alguien pegó un alarido de dolor.

- Mierda. - dijo apretando los dientes.

En aquel momento sí abrí los ojos como había hecho Pam. Pero esta vez, con terror.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro