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16

— Damas y caballeros, les informamos que el experimento ya tiene nombre. Lo hemos bautizado como La purga. Es como una limpieza, a decir verdad, así nos quitamos de encima a varias personas para que puedan entrar a nuestro querido reino otras nuevas.

"¡Malditos bastardos!" Pensó Leila al escuchar a la voz proveniente de los altavoces. ¿Una limpieza? ¿Su hija era una persona a la que solo tenían que limpiar, borrar de la faz de la tierra? ¿Para ellos era basura de la que se tenían que deshacer? No lo entendía ¿Es que acaso no tenían sentimientos?

Pero Leila no era la única que pensaba así. Los padres de los demás concursantes sufrían por sus hijos y no comprendían cómo alguien podía tratar este tema con tanta frialdad, hablando de sus hijos como sin no fueran personas como ellos, como si fueran ratas de alcantarilla.

Leila sentía un agujero en el pecho, un dolor inmenso que la atormentaba hasta en la más escondida de sus neuronas. En cada nervio de su cuerpo.

No tener a su hija a su lado la debilitaba, y era consciente de ello.
Cada día tenía menos vitalidad al hacer las cosas. Se notaba triste. Ya no tenía ganas de cocinar, cuando antes había sido una de sus mejores pasiones. No curaba a sus pacientes como lo hacía antes, con ese optimismo y alegría, ahora lo hacía lenta, callada y puntillosamente. Sentía como si tuviera la gripe encima.

Aunque para su marido la diferencia no era muy grande. Se sentía desinflado, cansado, notaba los huesos entumecidos. Era como si estuviera envejeciendo por momentos. Al hacer el pan no le ponía la misma pasión y dedicación que antes, la mera idea de girarse y no ver a su hija a su lado amasando una bola de masa le daba escalofrios. No sabía si su pequeña princesita lo estaba pasando mal, si esos malnacidos le habían hecho daño o si tenía a alguien a su lado para ayudarla.

Ya le decían sus clientes a Henry que el pan no sabía tan bien sin Kailee cerca.

Poco sabíamos por el momento sobre la familia de Gillian. Estaba claro que no lo estaban pasando bien. Pero no es eso a lo que me refería.

Los padres de Gillian, en particular, eran los protagonistas de una historia muy curiosa y trágica. Una historia que les ha hecho ser como son, y que hacía que Gillian mirase a Kailee con otros ojos.

Aunque por el momento aquella historia permanecería en secreto.

— Después de esta noticia queremos que estén alegres. Por lo que les mostraremos unas imágenes de sus retoños, para que vean que la mayoría de sus hijos se encuentran bien de momento. Aunque no queremos ocultarles la verdad, por lo que les mostraremos también varias imágenes que quizá sean un poco... hirientes. No nos hacemos cargo de los efectos secundarios y emocionales que causen estas fotografías.

Nuevamente, el logo del senado se iluminó en todas las paredes. Y seguido de esto, se comenzaron a mostrar las imágenes, sorprendiendo a Leila, que no se esperaba que su hija saliera en la primera. Ni en la mayoría del resto de fotografías.

La primera era ya de por si impactante, nadie esperaba encontrase con este tipo de imagen con el contexto en que estaban metidos.

Era de aquel momento en que Kailee le había pedido a Gillian que le dijera su nombre, cuando estaban muy, muy pegados.

Kailee le agarraba la camisa a Gillian, tirando de él hacia ella. Se miraban los dos, chocando azul contra almendra, con las bocas entreabiertas y las narices apunto de tocarse.

Leila se echo las manos a la boca ¿Quién era ese chico? ¿Y que hacía tan cerca de su niña?

En las calles del centro los padres de Gillian abrieron mucho los ojos. Se miraron entre si aturdidos y volvieron a mirar la pared. En la imagen apareció una flechita identificativa, que clasificaba a Kailee como Clase baja, y a Gillian como Clase alta. Lo padres de Gillian se volvieron a mirar, no era posible lo que veían, ¿Se estaba repitiendo la historia de nuevo? ¿ O eran solo imaginaciones suyas? Sólo esperaban que esa chica no llegara a ser nada para Gillian, puesto que las cosas se complicarian.

Una nueva imagen acaparó la visión de todos. En este caso, la fotografía era de Timothy y Pam. Estaban los dos sentados juntos, dibujaban en una roca una especie de cerdos estrambóticos.

A la madre de Timothy, que estaba a dos calles de Leila, se saltaron las lágrimas al ver a su pequeñin. Y la familia de Pam se estrechó entre si, rezando mentalmente en nombre de la pelirroja.

La siguiente imagen la protagonizaban Rick y Kailee. Kailee se lanzaba a sus brazos cuando Rick los llamó al despertarse en la pradera.

Leila miró enternecida la foto. Siempre había pensado que Kailee y Richard acabarían juntos. Llevaban toda la vida el uno al lado del otro, y siempre notaba esas miradas cómplices entre ellos. Pensaba que Rick sería su yerno, aunque veía que quizá las cosas pudieran cambiar con la aparición de ese chico nuevo.

Las fotografías fueron pasando. En una salía Dorian abrazando a Kailee al volver de encontrar agua. En otra se veía a Cedric susurrándole al oído a Kailee, proponiéndole un plan de huida que jamás nadie sabría. En la siguiente Daphne y Fancy charlaban alegremente, y en sus sucesora Pam asustaba a Kailee en la roca. Kenzo salía bromeando junto a Damián en la siguiente, y Gea correteaba junto  a Timothy en otra.

También había una de Cedric dormido junto a Félix en una cueva, sujetandole la mano delicadamente. Y otra de Kailee junto a Gillian observando la luna desde un acantilado.

La gente miraba expectante mientras que las imágenes iban pasando como diapositivas. Entonces fue el momento donde las fotografías cambiaron.

La primera imagen de esta tira de fotos estaba ambientada en un bosque con una lluvia de rayos, donde seis adolescentes corrían para salvar sus vidas, mientras que a uno de ellos un rayo le daba en el muslo.

Un chillido femenino se escuchó en la calle. Una mujer con gafas y pelo castaño como el de el chico de quince años herido en la imagen se tapó la boca con tal de retener los gritos que proferían de ella.

La siguiente imagen mostraba a un lloroso Ares poniéndose el revólver en la sien, y a una Kailee asustada, intentando pararlo.

Leila tragó saliva costosamente.

Después seguiamos la secuencia con Gillian escuchando el corazón silencioso de Oliver en el suelo, que ya había dejado de latir.

La última mostraba a Félix gritando de dolor en sueños, con la pierna abrasada por el rayo, y a Cedric intentando calmarlo.

— Hemos de decir que nosotros ya hemos empezado a apostar y tenemos algunos favoritos— dijo la voz entre risitas desde los altavoces para terminar la retransmisión.

Corazones y esperanzas se habían roto aquel día en la calle. Pero en cuando las proyecciones acabaron la gente volvió a la normalidad.

— Así que tu hija anda con uno de clase alta — le comentó un vecino a Leila.

*****

¡Ya mismo es navidad!

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