22#¡Eres más inútil que un caminante!
Recorrí el tejado encontrando otra ventana, la llovizna empezó a aumentar convirtiéndose en diluvio, toda mi camisa se encontraba mojada, la otra ventana también estaba cerrada, maldije a mis adentros, me acerqué a examinar el cuarto de adentro, allí se encontraba durmiendo Carl, tapado hasta el cuello, maldije el triple.
-Creo que prefiero que pase la tormenta a ir con Carl- dije mirando el cielo, calmándome un poco, en ese instante un rayo salió disparado de las nubes y me sobresalté.
-No lo creo- dijo una voz en mi cabeza.
-Cállate estúpida conciencia- volteé y comencé a golpetear el vidrio con la mano, pero el Sheriff era un tronco en carne y hueso, seguí tocando.
-Te lo dije...-susurró la voz.
Los pequeños golpecitos de las gotas de agua al caer resonaban en la chapa del borde del tejado, no dejaban escuchar mis llamados a la ventana.
Me había rendido, todos mis intentos fueron fallidos, paso la lluvia que yo tanto había amado... Antes de esta media hora acompañada de ella, toqué con calma por la ventana para no hacerla trizas y ahorcar a Carl. Él volteó, me vio, lentamente se refregó los ojos, se destapó y comenzó a caminar hacia la ventana. Estaba por abrir la ventana.
-Oh, te entiendo, tranquilo, tómate tu tiempo- nótese mi sarcasmo- ¡Mientras tu estúpida amiga está aquí afuera congelándose!- dije alzando los brazos.
-Gracias por comprender- dijo pacífico, lo fulminé con la mirada- ¿Qué hacías en el tejado?
-No es de tu incumbencia ¡Eres mas inútil que un caminante!- dije entrando al cuarto y luego tosí, creo que me estaba resfriando
-No es para tanto Scott...- respondió, ahora sí se las buscó...
-¿!No es para tanto!? ¡Tuve que esperar a que la lluvia pasara, por más de treinta jodidos minutos de puro diluvio, en medio de un tejado, con solo esta estúpida camisa! La próxima vez déjame morir ahí ¿!Sabes!?- dije con toda la frustración del mundo.
-Lo tomaré en cuenta...- dijo tranquilo, no quería seguir ni un segundo más allí, sino lo mataría en un suspiro, caminé hacia la puerta- Hey Scott, una cosa más...- paré en el marco y no volteé a verlo- te sienta bien la camisa- rió, quede helada, recordé que mi camisa estaba completamente mojada, al bajar la mirada, mi sostén negro se había traslucido, me di la vuelta y caminé hacia él.
-Con que me sienta bien, eh- dije desafiante- ¿Sabes que te sienta bien a ti?- negó lentamente - esto...- acto seguido le di una patada en la entrepierna, se retorció en el suelo y yo camine hasta la puerta y sin voltear, lo mire por el hombro- ¡Bye Carl!- dije victoriosa y me fui a mi cuarto a cambiarme.
Al entrar a mi habitación encontré a mi nuevo sombrero descansando en mi cama, lo tomé con una gran sonrisa, me lo puse con facilidad y me hice una trenza que caía en mi hombro derecho, cambié mi camisa por una a cuadros rojos, mi chaqueta, un bolso, ya que hoy creía que nos iríamos, creo que este sombrero y yo vamos a ser inseparables.
Bajé a desayunar, me encontré con una gran sorpresa, Rick y Daryl se encontraban parados en medio de la sala, frente a ellos Meggie y Glenn sentados en el gran sillón, estaba por salir de detrás de la pared, pero me detuve a escuchar.
-¿Qué le diremos?- dijo pensativo Rick.
-No hay que mentirle a ella, ya no es una niña, no puedes contarle cualquier cuento y que lo crea Rick- dijo Meggie mientras Glenn pasaba su brazo sobre sus hombros.
-Tienes razón- respondió el jefe- ¿Pero como va a reaccionar cuando despierte, y lo primero que escuche sea que su hermano no ha vuelto?- mi corazón se detuvo, tapé mi boca con ambas manos y me dejé caer, apoyada en la pared y sin querer tiré un cuadro, llamando la atención de los adultos, me alcé del suelo y salí directo por la puerta.
Corría veloz rozando ramas y troncos, hasta que me topé con una raíz que me hizo tropezar, choqué mi rostro con la dura corteza, provocando que mi mejilla se rasgase ligeramente, dejándome sentir ardor y sangre.
De la nada apareció Carl tendiéndome una mano.
-Vamos hay que curarte eso, volvamos- dijo él, negué sin dudarlo.
-Aléjate. Aléjate de mí, tú y todos los tuyos, no va a terminar bien Carl, solo véte- dije mientras retrocedía hasta chocar contra un árbol.
-No digas esas tonterías y ven- insistió mas serio, aun con su mano tendida hacia mi.
-¿No lo entiendes?- alcé algo la voz- No quiero ser tu amiga ni compañera- miré al suelo y regresé a la conversación- No quiero tener algo que ver contigo, ni con ellos- sentí que algo dentro de mi se extinguía. Él bajó su mano y dejó caer su brazo y asintió.
Me esperaba todo un sermón sobre cuanto valía mi vida, que lo íbamos a encontrar segurmente...
"Como quieras" obtuve un simple y frío "Como quieras" esas fueron las últimas palabras que escuché de él, el que alguna vez pude llamar amigo.
Pasó un día y no tenía nada de agua ni comida, solo un cuchillo y una daga, estaba atardeciendo y no había encontrado ningún refugio aún, dormía en los árboles y comía algún fruto que se me cruzase.
-¡Aleluya!- dije feliz al toparme con un Mini-Super, entré silenciosa con el machete en alto pero no se oía nada, saqué botellas de agua, cereales y algunas chucherías.
El olor era fatal, no me decidía se era el área de frutas, una nube tóxica o yo.
Pero luego de unos segundos entendí que no era, ninguna de las tres, bueno, tal vez un poco yo, pero la verdadera fuente de hedor letal estaba a tan solo unos metros. Caminantes. Iban saliendo de una puerta trasera, eran muchos, retrocedí, fue la peor idea del día...
Le damos gracias a "La receta de la salsa de tomate de la abuela Marta" por ponerme en esta situación de vida o muerte, más muerte que vida.
La pila de latas se había caído al suelo, llamando la atención de todos, ahora estoy en el bosque rodeada de ellos, sin escapatoria, era mi hora, y lo sabía.
Cerré mis ojos y suspiré
-Ahí voy mamá- me relajé.
Salté del susto, de la nada se escucharon miles de disparos, como una ametralladora, al abrir mis ojos todos los caminantes yacían en el piso inmóviles, a lo lejos divisé una figura encapuchada con un arma en la mano que se daba la vuelta alejándose.
-¡Espera!- me lancé a buscarlo, estaba a lo lejos- ¿No me dirás quién eres?
- ¿Si te digo te irás? -dijo la voz joven masculina sin más, siguió mirando al frente, su capucha no me dejaba verle el rostro, negué- Entonces no te lo diré sanguijuela- dijo divertido.
-Okay, tranquilo, me iré yo y mi comida- dije victoriosa, el paró en seco y volteó con una gran sonrisa.
-Mucho gusto vaquera soy J.C.- extendió su mano y la tomé riendo.
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