mr. kang
Había algo que Taehyun y HueningKai tenían en común: se amaban inmensamente y estarían dispuestos a dar la vida por el otro. Sin embargo, había una diferencia en ese instante: mientras Taehyun planeaba cómo escapar ambos con vida, HueningKai creaba un plan en su mente para mantener a su acompañante a salvo ante todo.
Se conocían desde niños; Taehyun y Bahiyyih eran lo único de familia que le quedaba a HueningKai. Desde la supuesta muerte de Bahiyyih a manos de los zombies en el hospital, su mente no lo había dejado dormir. Pensar que Taehyun podría morir por algún error suyo, justo como su hermana, le causaba ansiedad excesiva.
Sujetó el bate en sus manos, maldecía por haberse mantenido fiel al ideal de ser pacifista desde un principio. Si solo hubiera quitado esa idea de su mente desde el inicio, posiblemente hubiera aceptado la propuesta de Yeonjun para aprender a manejar armas con más eficacia.
Miró hacia atrás; Tae sujetaba fuertemente sus costillas, podía notarlo cansado. Aunque el chico quería ocultarlo, también se había percatado de la sangre que empezaba a manchar la chaqueta que Taehyun portaba.
—Tae, ¿estás bien? —preguntó con preocupación, en un susurro, al notar la palidez en el coreano.
Taehyun asintió en respuesta. Kai empezó a preocuparse más; sin duda, Taehyun no estaba bien. Necesitaba tratar esa herida lo más pronto posible para evitar que Tae siguiera desangrándose. Pero, ¿qué podía hacer? Ambos estaban encerrados en el almacén de aquel supermercado, donde una horda los había obligado a refugiarse. Aún escuchaba los gruñidos de aquellas bestias tras la puerta; estaba aterrado, no podía negarlo.
—C-creo que me sentaré un rato —habló Tae, y Kai escuchó. No quería morir, no quería que Taehyun lo hiciera. Taehyun era todo para él. Amaba a Tae.
Habían prometido que irían juntos algún día a la playa junto a Bahiyyih para jugar en la arena, que abrirían una cafetería juntos en algún lugar de Seúl, que se comprarían una casa con jardín, que vivirían juntos hasta los últimos días de su vida. Y quizá lo último sí se cumpliría.
—Hey, cariño —Tae lo llamó, y volteó a verlo—. Oh, Kai, no llores.
Entonces cayó en cuenta de que estaba llorando en silencio, al saber que la vida de ambos estaba en peligro.
—Ven, precioso, acércate —pidió Taehyun con dificultad, y el más alto no tardó en hacerle caso. Taehyun estaba sentado junto a unas cajas. Kai se agachó a su altura, y su pareja llevó su mano libre a la mejilla contraria, acariciándola suavemente para intentar calmar al rubio.
—Todo va a estar bien, lo vamos a superar juntos, ¿recuerdas? —habló Taehyun con cariño—. Los soldados llegarán, nos encontrarán, nos recuperaremos e iremos en busca de Baiyyih para cumplir después la lista que hicimos, ¿está bien? —Kai negó con la cabeza, una y otra vez.
Taehyun iba a preguntar, pero Kai se alejó bruscamente del tacto.
—No está bien, ¿por qué estás tan seguro de cómo terminará todo? ¿Y si Yyih ya está muerta? Yo la maté, fue mi culpa... —dijo Kai mientras retrocedía, chocando contra unos objetos y haciendo caer varios de ellos al suelo, ocasionando un estruendo.
Ambos chicos se miraron.
—Y-Yo, yo, lo siento, yo... —se disculpaba HueningKai, girando hacia la puerta. Taehyun solo repetía "está bien", mientras intentaba levantarse, pero su cuerpo estaba débil.
Kai se puso en alerta, empezó a escuchar cómo los zombies se acercaban y azotaban la puerta. ¿Cuánto tiempo tardaría? Aquella puerta parecía oxidada; seguramente sería derribada muy pronto. Los zombies entrarían y ambos terminarían devorados.
"Todo es mi culpa" repetía la conciencia de Kai, carcomiendo dolorosamente su mente.
—Te amo —dijo Taehyun.
Kai giró para verlo, pero su visión estaba nublada por las lágrimas que no dejaba de soltar. Taehyun respiraba con dificultad, quizá intentando contener su llanto.
Entonces, Kai volvió su vista hacia la puerta. ¿Así sería su fin? ¿Tenían que morir ambos? Si todo era su culpa, ¿por qué Taehyun debía pagar por pecados que no eran suyos? Seguramente su pareja lo mataría después, pero una idea llegó a la mente de HueningKai. Sin darle más vueltas, tomó el bate con fuerza entre sus manos y, con todo el coraje guardado, corrió hacia la puerta y la derribó golpeándola con su cuerpo.
Agradecía que aún no se hubieran aglomerado muchos zombies en la zona.
Por su parte, Taehyun tenía los ojos cerrados, intentando regular su respiración. Cuando escuchó la puerta caer, pensó que ya era su fin. Los golpes empezaron a sonar, y supuso que Kai había comenzado a resistir. Iba a pedir que no lo hiciera, pero cuando todo quedó en silencio y de repente se escucharon disparos, Taehyun abrió los ojos de golpe.
Vio la puerta abierta y muchos zombies derribados; sin embargo, los disparos no cesaban. Sin importarle el dolor y con la adrenalina recorriendo todo su ser, se levantó con dificultad y salió del cuarto. —¡Paren el fuego! —escuchó, pero lo ignoró; ahora mismo solo le importaba encontrar a Kai.
Miró desesperado a su alrededor, cuando vio una cabellera rubia junto a la puerta del almacén. Su corazón parecía explotar al verlo con múltiples mordidas en todo el cuerpo, y además, notó un impacto de bala.
—No, no, no —dijo aterrorizado, se agachó y no pudo ocultar su rostro, contorsionado por el dolor.
—Hey, Kai, cariño —llamó, pero el chico respiraba con dificultad mientras cerraba los ojos con fuerza.
—Hey, precioso, abre los ojos, hazlo por mí —rogó, pero Kai no reaccionó, aún luchaba por soportar sus heridas.
Taehyun no quería llorar, pero algunas lágrimas escapaban ya de sus ojos y bajaban por sus mejillas.
Lograba escuchar claramente unos pasos que se acercaban, pero ahora eso no le importaba. Quizá era el ejército o un grupo de rebeldes.
—Kai, te amo, cariño, mírame —suplicaba, pero sus palabras eran ignoradas.
Necesitaba escuchar su voz por última vez, no, necesitaba seguir escuchándolo. —Ta-Taehyun, y-yo también te amo —escuchó finalmente.
El nombrado abrió los ojos y estuvo dispuesto a darle un abrazo a su pareja, cuando escuchó a alguien decir: "Disparen". Taehyun se volteó atrás y vio un grupo uniformado. No se atrevió a girar hacia HueningKai porque ya sabía lo que había pasado. Sin embargo, necesitaba desquitarse con alguien.
Intentó levantarse, pero se sentía demasiado cansado para hablar. Aunque sus lágrimas no dejaban de fluir.
Quería gritar, quería maldecir, quería que Kai siguiera a su lado. Quizá si HueningKai no se hubiera adelantado, podrían seguir ambos vivos. Pero no podía buscar culpables ahora.
Sin darse cuenta, cerró los ojos y se desplomó en el suelo.
—¿Conocen a un tal "Kang Taehyun"? —preguntó el comandante a un grupo de soldados de aquella división.
Ya había pasado más de un año desde que todo ese infierno había comenzado. Mucha gente se había convertido en uno de esos monstruos, y los pocos que quedaban seguían adelante o se hundían en su tristeza.
Se quedó un rato esperando la respuesta del grupo de tres chicos frente a él. Uno de ellos miró a los otros dos antes de volver su mirada hacia el pelirrojo.
—Aquí solo existe un Kang, es un civil, comandante —habló con voz firme.
Algo que sorprendió al hombre, ya que desde hacía dos meses, en todos los refugios que visitaba, preguntaba por aquella persona con la esperanza de encontrarla y entregarle una carta. Casi había renunciado, ya que usualmente recibía una negativa.
—¿Puedes guiarme a donde está él? —preguntó, casi suplicó, al joven soldado.
El joven soldado aceptó y, con el permiso de los otros dos, comenzó a guiar al hombre hacia un lugar algo apartado de la ciudad de refugiados. Una carpa casi pegada al muro que separaba el peligro de los supervivientes.
—¿Por qué está tan alejado de los demás? —se atrevió a preguntar al estar cerca.
—No sé cuál es la razón —dijo el soldado más bajo—, pero creo que él debe saberlo.
Cuando lo encontramos, estaba herido, había perdido mucha sangre y se desmayó. Además, junto a él, estaba el cuerpo sin vida de alguien más -explicó el soldado.
—¿Murió por los zombies? —preguntó el hombre.
—Sí y no —respondió el soldado de manera ambigua—. La verdadera razón de su muerte fue la bala de uno de nuestros oficiales, pero el chico ya estaba infectado.
El oficial no supo cómo responder ante la información, estaba dudando si entregar aquella carta era lo adecuado.
—Aquí está, lo dejo con lo suyo —dijo el soldado antes de marcharse.
Yeonjun se encontraba afuera de la carpa, miró a su alrededor y efectivamente, estaban muy alejados de los demás. Respiró profundamente antes de ingresar.
—¿Eres Taehyun? —preguntó apenas ingresó.
Un chico de cabellos oscuros y piel trigueña giró hacia él.
El tipo parecía haber estado ordenando unas cosas antes de su intervención.
—¿Sucede algo? —preguntó Taehyun, alzando la vista hacia el desconocido.
El chico se veía muy demacrado, con ojeras muy notorias, cabello despeinado y rostro inexpresivo. Parecía como si nada importara.
Yeonjun sacó con cuidado un sobre del bolsillo de su pantalón. Aún inseguro, se lo entregó a Taehyun, quien recibió la carta sin decir una palabra.
—Hace mucho tiempo conocí a una joven hawaiana —explicó Yeonjun.
El trigueño frunció el ceño al escuchar lo último, revisó el exterior de la carta, pero no había nada escrito. Entonces decidió abrirla y leer el contenido.
Yeonjun observó todo y se percató de que el contenido de la carta había tocado un punto sensible en Taehyun.
No se atrevía a preguntar sobre lo que hablaba, pero se hacía una idea. Bahiyyih fue una chica que había rescatado hace ocho o nueve meses; era una persona de muchas palabras, siempre se mantenía alegre y nunca tenía miedo de ir al frente, a pesar de no saber mucho sobre defensa. Aquello fue imprudente de su parte, y ya había pagado aquel error de la peor manera posible.
Después de un largo momento de silencio, Taehyun se atrevió a hablar.
—Gracias por entregarla.
—Oh, no hay de qué —mencionó Yeonjun con culpa—. Es lo mínimo que puedo hacer por ella ahora.
Taehyun se acercó al más alto y le dio unas palmaditas en la espalda. Yeonjun entendió lo que quería decir y, tras un adiós, se marchó de la carpa.
Fue entonces cuando Kang volvió a observar la carta en sus manos. Sus ojos se detenían justo en aquella oración: "No fue su culpa, de ninguno de ustedes, Kai, no te culpes más, por favor".
Un dolor se apoderó de su pecho; se sentía tan impotente. HueningKai murió pensando que siempre fue su culpa, y Bahiyyih murió sin saber que Kai había muerto.
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