Capitulo 2
El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Marta, dispersando las sombras de la noche anterior. Sin embargo, los eventos de la noche pasada aún pesaban en su mente. ¿Había realmente visto el espíritu de Mildred? ¿O todo había sido un sueño? Marta sabía que debía descubrirlo.
Durante el desayuno, Marta apenas probó bocado. Sus padres y su hermano charlaban animadamente sobre la mudanza, ajenos a la inquietud que la atormentaba.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó su madre, Elena, notando la distracción de su hija.
—Sí, solo... estoy un poco cansada. —Marta sonrió débilmente, sin querer preocuparlos.
Después del desayuno, Marta decidió explorar más la casa. Lucas la siguió, intrigado por la actitud reservada de su hermana.
—¿Qué pasó anoche? —preguntó Lucas, mientras subían las escaleras—. Te vi salir de tu habitación. Parecías asustada.
Marta dudó, pero finalmente decidió contarle a su hermano lo que había visto. Lucas la escuchó en silencio, y aunque al principio parecía escéptico, la seriedad en los ojos de Marta lo convenció.
—Tenemos que investigar más sobre esta casa —dijo Marta—. Algo pasó aquí, y creo que Mildred quiere que lo descubramos.
Se dirigieron al ático, un lugar lleno de polvo y cajas viejas. Después de una hora de búsqueda, encontraron un baúl antiguo con el nombre "Hawkins" grabado en la tapa. Dentro, hallaron viejas fotografías, documentos y un diario de cuero desgastado.
—Mira esto —dijo Lucas, sosteniendo el diario. Marta lo tomó y comenzó a leer en voz alta.
El diario pertenecía a una mujer llamada Elizabeth Hawkins, la madre de Mildred. Sus páginas estaban llenas de detalles sobre la vida diaria, pero a medida que avanzaban, las entradas se volvieron más oscuras. Elizabeth describía cómo Mildred había comenzado a tener pesadillas y a hablar sobre voces que salían del clóset.
—"No sé qué hacer," —escribía Elizabeth en una de las últimas entradas—. "Mildred está cada vez más perturbada. Dice que hay algo en el clóset que le susurra por las noches. Tengo miedo de perder a mi niña."
El corazón de Marta latía con fuerza mientras cerraba el diario. Todo indicaba que las experiencias de Mildred eran reales. Decidida a descubrir más, Marta decidió regresar a la habitación donde había encontrado los juguetes.
Esa noche, cuando el reloj de la sala marcó la medianoche, Marta se sentó frente al clóset. Había colocado una vela encendida sobre una mesa cercana, y su luz tenue proyectaba sombras inquietantes en las paredes. Lucas se sentó a su lado, decidido a apoyarla.
Los susurros comenzaron de nuevo, suaves y seductores. Las puertas del clóset se abrieron lentamente, revelando una oscuridad que parecía moverse con vida propia. De repente, la figura de Mildred apareció nuevamente, su rostro lleno de angustia.
—Debes detenerlo —dijo Mildred, su voz apenas un susurro—. La voz... quiere llevarse a alguien más.
—¿Qué es esa voz? —preguntó Marta, tratando de mantener la calma.
—Es un espíritu maligno —respondió Mildred—. Ha estado aquí por mucho tiempo. Me hizo daño a mí, y ahora quiere hacerte daño a ti.
De repente, un viento helado llenó la habitación, apagando la vela y sumiendo todo en una oscuridad opresiva. Marta sintió una presencia fría y maligna acercándose, y los susurros se volvieron más intensos, casi como gritos.
—¡Sal de aquí! —gritó Mildred, su forma desvaneciéndose en la oscuridad—. ¡Corre!
Marta y Lucas se levantaron de un salto y corrieron fuera de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellos. El miedo se aferraba a sus corazones, pero también una determinación férrea. Sabían que debían encontrar una manera de liberar a Mildred y desterrar la voz maligna de la casa.
En los días siguientes, Marta y Lucas investigaron febrilmente. Hablaron con vecinos ancianos, buscaron en archivos locales y consultaron con un experto en lo paranormal. Descubrieron que la Casa Hawkins había sido construida sobre un terreno donde, siglos atrás, se había llevado a cabo un ritual oscuro que había invocado a un espíritu maligno. A través de los años, el espíritu había encontrado un ancla en la casa y había comenzado a influenciar a sus habitantes, especialmente a los más jóvenes y vulnerables.
Armados con este conocimiento, Marta y Lucas planearon realizar un ritual de purificación. Buscaron los materiales necesarios y, con la ayuda de sus padres, prepararon la casa para la ceremonia. La noche del ritual, la familia se reunió en el salón principal, donde el aire parecía más pesado, cargado de una energía oscura.
Marta sostuvo el diario de Elizabeth Hawkins, y comenzó a recitar las palabras de un antiguo exorcismo que habían encontrado en uno de los documentos del baúl. La casa vibró con una fuerza terrible, y las luces parpadearon. Mientras las palabras resonaban en las paredes, una figura oscura emergió del clóset, luchando por mantenerse en el mundo físico.
Con una última recitación de las palabras del diario, la figura fue arrastrada de vuelta a la oscuridad, liberando a Mildred de su tormento eterno. La casa se quedó en silencio, y una paz profunda llenó el aire.
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