Capítulo 1. La fiesta de Halloween
Bonnie miraba su reflejo frente al espejo de cuerpo entero mientras ajustaba la capa sobre su cuello. No se sentía muy cómodo al verse con esas vestimentas pero aún así ahora agradecía que lo tuviera guardado de lo más profundo de su armario, pues esta noche las necesitaba. Era la noche de Halloween y todos los alumnos del instituto FHS debían asistir a la fiesta que se organizaba en el parque cerca de este, sobre todo por un concurso de música cuyo que recaudaría fondos para una organización benéfica para niños huérfanos según el organizador, alias Towntrap. Suspiró, no estaba muy emocionado por el tema de tener que disfrazarse, si se le podía llamar disfraz a la ropa de sus antepasados, pero le llamó atención aquel concurso. Podría lucirse con la guitarra una vez más y tal vez ayudar también a los niños necesitados. Se sentía generoso esa noche.
— ¡Ay!— chilló al sentir un pinchazo en su muñeca derecha—. Chica, ten cuidado...
— Lo siento, Bonnie, pero si no dejas de moverte es imposible que no te pinche— se quejó por igual su amiga rubia que trataba de ajustarme bien su traje—. ¿Cómo es que en doscientos años nadie se ha ocupado de arreglar esta polvorienta capa?
— Más respeto, por favor, era de mi padre cuando mi abuelo se la regaló— pidió el pelimorado ajustando la camisa debajo de su chaqueta—. Él me la dio a mí en mi centésimo cumpleaños.
— Hasta que corriendo por el bosque se te enganchó en unas zarzas y se destrozó— completó su amiga cortando el hilo de la aguja—. Ya nos has contado esa historia como diez veces.
— Es una buena anécdota— repuso levantando su dedo índice señalando el techo, haciendo reír a la joven—. Pero gracias por ayudarme.
— Todo por nuestro amiguito inmortal~— le guiñó un ojo divertida mientras se alejaba para ver su trabajo acabado—. Ahora sí pareces un vampiro de verdad.
— ¿Y antes no lo parecía?— rió ligeramente peinando su cabello con sus manos.
— De no ser por tus mini colmillos y tus orejitas puntiagudas que siempre ocultas bajo el pelo nadie diría que eres un chupasangres— se cruzó de brazos enarcando una ceja.
Finalmente salieron de la casa del menor en altura junto a sus demás amigos que los esperaban en la puerta. No perdieron más tiempo y marcharon hacia el parque, observando por igual a todos los niños que iban paseando por las calles disfrazados con grandes cestas de calabazas llenas de dulces.
En el parque estaba todo decorado para la ocasión además de estar bien iluminado. La luna creciente adornaba la espléndida noche oscura junto al montón de estrellas brillantes incandescentes. En el centro de este, con la fuente de decoración, la música resonaba fuerte mientras los alumnos charlaban en grandes grupos. El imponente escenario aun apagado estaba en la zona más apartada por tema de espacio, pero dentro de poco estaría lleno de gente ansiosa por escuchar buena música.
— Sí que hay mucha gente, ¿no os parece?— comentó entusiasta una dulce rubia con un pequeño vaso de zumo de naranja en las manos.
— Sí, menos mal que estamos en campo abierto, sino ya nos habríamos muerto de calor— reía ligeramente la de ojos ámbar con una mano en su cintura—. Bon, ¿a quién buscas? No has parado de mirar a todos lados desde que llegamos.
El chico de mirada esmeralda y peludas orejas turquesas miró inmediatamente a su amiga al escuchar su nombre.
— A-A n-nadie, nadie— rió un tanto nervioso volviendo a mirar a sus acompañantes, llevándose una mano detrás de su cabeza—. Sólo me sorprende cuanta gente hay aquí...
— Bon, no eres nada bueno mintiendo— soltó una juguetona risa la más joven de los tres—. Estás buscando a Bonnie, ¿verdad? El chico pelimorado que conociste aquella vez.
Al oír el nombre de aquel joven, sus mejillas morenas adoptaron un potente color rojo.
— ¿Q-Qué? N-No, no, qué va— desvió la mirada serio y avergonzado, frunciendo el ceño con un pequeño puchero—. E-Es sólo que...
— Ya, chico torpe, a nosotras no puedes engañarnos— se rieron de él ambas féminas, haciendo bufar al peliturquesa.
En eso, la mirada zafiro de Joy vislumbró en la entrada del parque un grupo de jóvenes que bien conocía, además de que cierta cabellera castaña le llamó especialmente la atención. Sonrió, siendo correspondida de parte del chico castaño que le observaba en la lejanía con un pequeño sonrojo en sus mejillas.
— Parece que no tendrás que buscar más— vio cómo Bon movía sus orejas rápidamente hacia ella, para luego mirar hacia donde ella miraba, sonrojándose levemente al localizar al pelimorado que tanto buscaba—. ¿A qué esperamos? ¡Vamos a saludar!
Tomó a sus dos amigos de los brazos y pasaron por todo el mar de gente hasta llegar al grupo de amigos que apenas habían llegado a la fiesta.
— Pst, Bonnie, no mires atrás, pero creo que alguien está ansioso de verte~— canturreó feliz la amiga rubia del pelimorado, quien se volteó levemente al escuchar sus palabras.
— ¿Uh?— se giró sobre su eje para luego observar la singular cabellera desordenada de aquel chico que conocía de hacía ya tres meses atrás—. Ah, es Bon— sonrió con gran entusiasmo, con ganas de hablar con él.
— Espera, espera, no vayas a él— le tomó de la muñeca al ver que se iba y lo mantuvo a su lado—. Deja que él venga a ti— le guiñó un ojo divertida, Bonnie ladeó la cabeza sin entender a qué se refería.
— ¿A qué te...?— no pudo acabar su frase, pues fue interrumpido por la cantarina voz de Joy.
— Holi, chicos— saludó tan animada como siempre—. Qué alegría que hayáis venido.
— Puedo decir lo mismo, linda~— le respondió el castaño de mirada ahora oscura acercándose coqueto a ella, recibiendo un golpe en la cabeza en lugar de un beso como él esperaba, pero no fue de parte de la rubia.
— Ni te acerques a ella, pervertido— Meg le había separado de su mejor amiga, no se fiaba ni un pelo de él y no dejaría que lastimara el gran pero frágil corazón de Joy—. Oh, vaya, no esperaba que la muerte me visitara tan joven.
— Cuidadito hermana que te siego la cabeza, sabes que soy capaz— le amenazó con una sonrisa burlona el más alto del grupo, Fox, o como Meg le llamaba, Rojo.
— Has tenido toda la vida para hacerlo, ¿por qué hoy sería cuando te decidieras, cabeza dura?— le provocó acercándose con las manos en la cadera.
— Así al menos me aseguraría que podré dormir tranquilo sabiendo que ya no habrá una bruja que se comerá mi pudin por la noche— hizo alusión a su disfraz, llegando a encorvarse lo suficiente como para tocar su frente con la de ella, haciéndola enojar más.
— ¡Eres un...!
Y así los dos hermanos comenzaron a pelear, pero daban tanta gracia que los demás más que querer separarlos solo se divertían observándolos. Sin embargo, una curiosa miradita rubí no estaba enfocada en la pelea de ambos zorros, sino en el rostro de cierto moreno que le había llamado la atención desde la primera vez que hablaron. Su cabello estaba diferente, no lo llevaba peinado hacia atrás como aquella vez, ahora estaba desordenado, llagando a tapar parte de su rostro, pero para él se veía mucho mejor. Su piel morena estaba al descubierto por la parte de los brazos, le asombraba que no tuviera frío sabiendo las bajas temperaturas que solían haber en Octubre. Y sus ojos verde esmeralda era lo que más llamaba su atención. Jamás vio piedras tan preciosas como el color de aquellos orbes brillantes que portaba el chico que conoció en aquella amistosa batalla de guitarras del instituto. Estaba muy feliz de poder ser amigo de alguien tan genial como lo era el peliturquesa.
Mientras tanto, Bon se divertía al ver la cara roja de Meg discutiendo con el bobo de su hermano mayor. Cuando se ponía de esa manera era casi inevitable echarse unas risas. Sin embargo, su instinto le decía que alguien le estaba observando. Movió su vista hasta toparse con otros ojos color sangre, una miradita que consiguió congelarle. Se fijó que no apartaba la mirada, sino que le sonreía más enseñando sus dientes, dejándole ver sus pequeños colmillos.
'Qué bien hechos están', pensó al ver lo bien que le quedaban, daban hasta la sensación de que fueran de verdad.
Volvió en sí cuando Bonnie le saludó con la mano, devolviéndole el saludo con algo de timidez.
— ¡Ya me tienes harta!— la peliblanca había tomado un vaso de ponche de la mesa más cercana, con intenciones de lanzarle la bebida al pelirrojo, pero este lo esquivó a tiempo, siendo el objetivo del líquido otra víctima.
— ¡Aah!— se sorprendió el peliturquesa al verse bañado en la pegajosa bebida que su amiga le había tirado, por accidente obviamente.
— ¡Já! Fallaste, enana— se burló entre risas sin importarle que el moreno hubiera sentido la furia de su "querida" hermanita.
— ¿Estás bien, Bon?— preguntó Joy preocupada por su amigo.
— Sí, sí, no es nada— gruñó un poco fastidiado tratando de despegar la prenda mojada de su piel, pero era inútil—. Agh, espero que esto se vaya con agua.
— Tienes una fuente por ahí— le indicó la rubia de ojos magentas al chico, mostrando una pequeña fuente un tanto lejos del montón de gente.
— Gracias— sonrió levemente y se alejó tratando de abrirse paso por todo el mar de gente.
Bonnie no evitó reír al ver lo gracioso que se veía el peliturquesa enojado, pero aún así le preocupaba que pudiera pescar un resfriado, pues empezaba a soplar bastante viento. Aprovechó que los demás seguían pendientes de la pelea de hermanos para ir a gran velocidad detrás del peliturquesa. Agradecía su supervelocidad para no ser visto y llegar cuanto antes. Se escondió tras un árbol que había cerca de la fuente y se quedó observando al moreno, quien seguía maldiciendo en voz baja.
— Maldita sea...— refunfuñó al verse totalmente empapado—. ¿Cuándo dejarán de pelear esos dos?— suspiró empezando a desabrochar los botones de la camisa para quitársela y así poder lavarla bien—. Y encima la tomaron con mi camisa favorita— hizo un pequeño puchero echando las orejas atrás y bajando la cola.
— Si ya es difícil lidiar con uno de ellos— escuchó a sus espaldas, girándose bruscamente encontrando al pelimorado en el que tanto había pensado colgado boca abajo del árbol—, imagínate lo caótico que es estar con los dos a la vez.
— ¿B-Bonnie?— se quedó pasmado con las mejillas un tanto rojas por la repentina aparición del de piel pálida—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me seguiste?— preguntó un tanto a la defensiva.
— No lo sé— sonrió igualmente—, supongo que prefería estar contigo que seguir viendo cómo esos dos se pelean— señaló con su cabeza hacia atrás para señalar al par de hermanos que ahora estaban separados gracias a los demás que los tenían agarrados para que no se golpearan.
— ¿P-Preferías estar c-conmigo...?— preguntó en un susurro con las mejillas aún más rojas que antes, pero bufó al volver a tener la mirada de Bonnie sobre él—. C-Como sea, no hace falta que me hagas compañía, no voy a tardar mucho...
— Mmm...— se quedó mirándolo, mirando cómo le daba la espalda, aquella que ahora estaba descubierta al no tener la camisa sobre él—. Espera— se bajó del árbol de un salto, apenas sin hacer ruido al tocar el césped con sus zapatos, se acercó quitándose la capa que colgaba de su cuello—. Ten, no vayas a pillar frío— sonrió dejando que su capa tapara toda su espalda ancha, no era tan grande como para rodearlo, pero era suave y acogedora, por lo menos le daría un poco de calor.
— ¿Eh?—se sorprendió con el gesto del contrario, mirándolo a los ojos, quedándose embelesado ante su mirada llena de inocencia y buenas intenciones—. Gracias— sonrió de vuelta, bajando la guardia en cuanto las cálidas y pálidas manos del pelimorado recorrieron su brazo derecho al colocarle bien la capa.
Una vez consiguieron lavar la camisa del peliturquesa, Bonnie distrajo al peliturquesa para poder secarla antes con uno de sus poderes. Bon quedó maravillado ante la rapidez del secado, tanto que ni siquiera preguntó por cómo lo había conseguido. Volvieron con sus amigos, los cuales ya mantenían a raya a ambos hermanos aún enojados el uno con el otro, y entonces el escenario se iluminó: era la hora del concierto benéfico.
No había mucho participantes, por lo que el turno de Bonnie llegó rápido. Había dejado su guitarra detrás del escenario para no tener que llevarla de un lado a otro, así que en cuanto le tocó actuar, fue a tomarla y salió frente al público. Tomó un coletero de su muñeca y ató su largo cabello morado con este en una coleta alta, así sería más fácil tocar. Todo el mundo se quedó callados por unos segundos, hasta que el sonido de la furiosa guitarra inundó el ambiente. Bonnie lo daba todo, cada acorde, cada nota, se sentía que la música misma se había apoderado de su cuerpo, parecía que se había fusionado con la guitarra en un solo ser. Todos estaban maravillados con tan gran talento, especialmente cierto chico peliturquesa que movía la cabeza al son de la grandiosa melodía que inundaba el parque. Si ya lo pensaba desde antes, ahora mucho más; aquel pequeño pelimorado tenía un poderoso talento con el instrumento de seis cuerdas y sin duda sabía manejarlo. No podía sentir nada más que orgullo y envidia sana. Aspiraba algún día a ser tan bueno como él, sólo tendría que practicar mucho más.
El pelimorado acabó su actuación y sus orejas puntiagudas no hicieron más que percibir grandes olas de aplausos dirigidos hacia él. Sonrió feliz, había sido muy divertido. Pero aún lo habría sido más si Bon hubiera tocado con él. Aún así, le bastaba el poder presenciar cómo él le aplaudía igualmente y le sonreía. Había impresionado a su maestro, y eso lo hacía muy feliz.
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