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➀ | PЯФHIБIDФ |

"Tienes prohibido..."
"Te prohíbo..."

Las palabras resuenan en mi cabeza, una y otra vez sin cesar, atormentando la tranquilidad que he estado acostumbrada a fingir toda mi existencia. Si supieran que sus prohibiciones fueron las que me alentaron a desafiarlos, poner a prueba sus palabras y amenazas.

He aprendido que la prohibición es lo que alienta al ser humano a cometer algo atroz por el simple hecho de ser advertencias, de ser inalcanzable, de ser limitativo. Al no comprender las razones incentiva a vivir en carne propia lo que podría pasar si se hace, impulsado por la inmensa curiosidad que provoca no poder hacer algo por orden de alguien con mayor poder sobre ti.

Los pensamientos se nublan y los demonios internos corrompen tu mente, incentivándote a romper esa regla, esa prohibición.

A veces, prohíben sin decir una palabra, o la misma en sí, con el más mínimo gesto y una mirada matadora se deja en claro que no hay que hacerlo. Como si supieran tus intenciones, pero sin dar declaraciones, o justificándose. Para mí es tácito, he vivido con ello lo que llevo de existencia y logro entender los gestos, pero nunca sus razones.

Y cuando presencié las consecuencias, entendí, a medias, lo que tanto evitaban que hiciera, pero ya era demasiado tarde.

De tantas manzanas hermosas, relucientes, jugosas y rojas del mercado, tomé la peor de todas, la que solo mostraba lo mejor de sí al público para ser elegida y no morir sola en el rincón más apartado. Su objetivo era llevarte a rastra consigo a su perdición.

Mientras más te acercas a ella para tomarla, más se aproxima tu muerte. Si tu fin está a la vuelta de la esquina no te sorprendas, nadie vendrá a salvarte con un beso de amor verdadero, esas cosas no ocurren; esta es la vida real y esas cosas son ficticias, cuentos de hadas, historias infantiles.

Comprendí que no debí tomarla dejándome llevar por su belleza exterior, porque al primer bocado, pude ver lo que a simple vista no se visualizaba: lo podrida que estaba en su interior, con los gusanos haciendo añicos lo poco intacto que había e inundando mi mundo de un hedor venenoso, acelerando mi muerte. Sin embargo, la amaba, y para mí era la más hermosa de esta tierra y a la vez la más fea.

Así fue como terminé aquí, en agonía.

¿Te has preguntado qué es lo último que piensa una persona antes de su muerte? Reflexiona. O al menos es lo yo estoy haciendo, aún no dejo de hablar por todos cuando este momento solo se trata de mí.

Terminé siendo seducida por la tentación, impulsada por mis ganas de escapar de mi realidad limitada y el querer saber la razón de mis prohibiciones. ¿Es cierto que la curiosidad mató al gato? ¿O era que lo mató lo que había del otro lado? Se supone que murió sabiendo, pero no creo que haya saciado su curiosidad.

Las drogas me llevaron a donde estoy en este momento, pero estoy segura de no estar arrepentida en absoluto. De todos modos, de no haberme desviado y haber encontrado esa manzana, seguro estaría viviendo infeliz y atada a una vida que no quiero seguir; o muerta desde hace tiempo.

Cuando lo conocí supe que era mi oportunidad para reescribir mi historia, tener experiencias reales, aunque llevara un estilo de vida que tantos a mi alrededor rechazaban. Decidí abandonar la perfección que se asumía que vivía. En el fondo, me estaba consumiendo con ella.

Él era la manzana envenenada y yo caí con él en la destrucción, con sus vicios, con sus drogas que a la larga me llevaron a esto. ¿En verdad fueron ellas o siempre estuve sumida en mi propia pérdida?

Mi rostro se me hace desconocido, quizá porque tampoco estoy consciente de la última vez que me vi en un espejo; seguro no ha pasado ni un día desde entonces, o quizá toda una existencia.

¿Qué me ocurre? Ya no recuerdo casi nada de mí y de mi pasado. Siento lagunas mentales y no creo que las imágenes en mi mente sean reales, podrían ser imaginaciones nada más. ¿Estaré alucinando?

Uno, dos, tres.

No pasa nada, como todas las otras veces. Sigo esperando expectante mi propia muerte y mientras lo hago, esperanzada con que alguna vez llegue, reflexiono.

Giro mi cabeza con pesar, como si mi cuerpo ya no soportara el peso de sí mismo y de mis pensamientos negativos; veo a mi derecha en una mesita desgastada una copa de vino a medio llenar.

—Tal vez esto acelera las cosas —musito antes de beber el líquido de un solo trago.

Sabe extraño, no es el sabor que debería tener el vino, mas no me molesta ni un poco. Quizá lo que sea que tenga me tumbe en un sueño interminable, así como a mis amigos —o como debería considerarlos— que se encuentran inertes en el suelo, borrachos, drogados hasta el pelo más alto de su cabeza, idos hasta un universo distinto a este. Si mueren, espero encontrarlos en mi mundo feliz, vaqueros.

Cuatro, cinco, seis.

Nada. Tal vez hoy tampoco es mi día de suerte.

Miro a mi alrededor, parece que algún día los cimientos van a caer sobre nosotros y la penumbra nos arropa en la soledad de nuestras almas. No hay ninguno que sea feliz, aunque con todas las sustancias del mundo en nuestro sistema haga parecer que sí; solo es un modo de escapar de nuestras realidades, de dejar de pensar en nuestros problemas.

Recorro mi vista por el establecimiento y caigo en cuenta que se trata de mi nuevo hogar, el único sitio en el mundo que puedo considerar una casa junto a tres muchachos que abrieron un espacio en su vida para mí, solo para mí. Quizá no sea mucho, pero le tomo gran importancia y es lo que siempre pedí en silencio.

El desastre que nos rodea se siente más hogareño que la casa en donde vivía por más lujos que sobraran. No es un sitio con todas las cosas que yo tenía, pero me conformo con el significado y la marca que deja.

Busco consuelo en el viejo sofá verde, donde me sumerjo en un viaje tras cada dosis, un objeto inanimado que me ha acompañado en cada uno de ellos y en momentos difíciles, como mi lugar seguro; eso lo hace aún más especial de lo que ya es.

Supongo que debo agradecer a la persona que lo abandonó en aquel basurero por su aspecto viejo y desgastado; lo salvé de ser inundado de roedores, aunque aquí no se salva mucho de ellos. De vez en cuando veo cara a cara a uno que sale corriendo con un poco de nuestra comida.

La televisión del fondo con interferencia me comienza a hartar por su sonido fastidioso, pero como es lo único que nos emite una opaca luz en la noche, se mantiene encendido a todas horas. Quisiera apagarlo y dejarlo morir conmigo.

Ya es de noche, Daisy. —Siento un murmuro en mi oído que causa cosquillas en mi piel; la voz hace eco en mis adentros y se desvanece como si se alejara de mí y mi conciencia.

Intento ponerme de pie, pero las piernas flaquean y me llevan de vuelta al sucio sofá, resignada me rindo antes de volver a intentarlo.

Regreso por inercia mi vista a la mesita a mi lado, ¿cuánto tiempo llevan esas píldoras allí? ¿Acaso estaban cuando tomé la copa? No distingo haber visto un frasco de pastillas en la mesita, y tampoco puedo identificar su tipo, el frasco solo tiene una etiqueta de calavera y me hace pensar que solo es una mala broma de parte de alguno de los chicos. O quizá siga siendo producto de mi imaginación.

Recuerdo el vino y paseo mi vista en la habitación en busca de la botella que debe estar en algún lado del piso con un poco de contenido, si es que los enfermos esos no se lo tomaron todo.

La cabeza me pesa y la dejo caer a un lado del mueble, pero de inmediato mi mente cae en cuenta en lo que quería hacer y tomo el frasco con una mano. Veo el contenido, ¿de qué serán? No importa. Eso ya no es importante ahora, de todos modos todo acabará pronto.

Abro el frasco sin cuidado alguno y lo inclino sobre mi palma para dejar que salga algunas pastillas. Medio contenido queda en mi mano y decido no reparar mi error y seguir adelante sin que me importe. Llevo la mano llena de píldoras hasta mi boca y siento el recorrido ligero, como si algo más me ayudara a que su trayecto sea fácil, sin trabas. Introduzco el contenido de mi mano a mi boca y siento como bajan con dificultad por mi garganta.

¿Por qué lo hice? ¿Cómo lo logré?

Mi cabeza cae de golpe hacia atrás y un dolor crece en la parte trasera de mi cráneo.

De pronto, me acuerdo de mis padres, algo que me amarga la existencia. Me llega una escena donde ella llora con una botella en mano; procede otra escena donde él la maltrata, diciéndole cosas grotescas y propinándole golpes en el rostro sin piedad alguna.

Un dolor de cabeza punzante se sitúa en las sienes y me hace arrugar el rostro.

Imágenes de mi infancia aparecen de la nada, donde carezco de amor, comprensión, pero de abundantes exigencias, presión y prohibiciones. Una vida difícil y monótona, sin nadie que me apoye en los momentos más duros de mi existencia, fingiendo estar bien, fingiendo ser todo lo que no puedo ser. Una vida llena de maltrato, indiferencia y apatía.

Cierro los ojos por el dolor y la rigidez de mi cuerpo me impide moverme, la respiración me empieza a faltar, el pulso disminuye y siento que todo a mi alrededor da vueltas.

Pienso en mi presente a nada de tener un punto final; en mi tristeza profunda, en mi falta de metas y propósitos, en la pérdida de mi ser, en lo indiferente que se me ha hecho vivir. Un presente que es la consecuencia de todo mi mal pesar, pero de la cual no me arrepiento y agradezco haber vivido por unos instantes de manera superficial.

Nunca estuve viva desde el momento en el que abandoné mis deseos para satisfacer los ajenos.

Comienzo a toser, tiemblo y me ahogo con una especie de espuma que sale de mi boca, parece jabón a simple vista, pero su sabor es raro con un toque ácido que me recuerda al vómito. El panorama es desesperante.

Y de pronto siento paz.

Mi cuerpo descansa inerte en el suelo tras caer en él. ¿Cómo lo sé? Porque ahora voy detrás de la muerte, despidiéndome de mi cuerpo sin una gota de vida.

¿A dónde iré?

Al infierno, querida.

De las manzanas más bellas te elegí a ti, no por ser la más bella de todas, sino para poder escapar de mí. Gracias, mi manzana envenenada.

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𝐌𝐞 𝐯𝐨𝐲, 𝐦𝐞 𝐯𝐨𝐲, 𝐦𝐞 𝐯𝐨𝐲
Bruses
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¡Hola de nuevo! Estoy muy emocionada por empezar a publicar otra vez, aunque sea una historia muy cortita. 

Para esta ocasión le dediqué muchísimo más tiempo e hice mucho material visual. ¡El tablero de pinterest ya está disponible! Lo dejo por aquí (https://pin.it/6g8IcMdCE), comentarios y en enlace externo por si quieren ojear un poco la estética. 

¿Qué tal les ha parecido este relato? 

¿Qué creen que llevó a Daisy a suicidarse? ¿Creen que haya sido su único intento?

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