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➁ | MДИZДИД ΞИVΞИΞИДDД |

Un dolor de cabeza palpitante me inunda de pronto, arrugo el rostro a medida que me incorporo e intento no caer al sentir que todo a mi alrededor da vueltas. Quizá no fue una buena idea competir con Elián a ver quién podía meterse más droga y beber una botella de alcohol de un solo pase.

Aunque quizá no haya sido buena idea seguir vivo después de algo así, pero eso ya no lo controlo.

Un nuevo dolor me hace arrugar la cara y empiezo a recordar cosas... a alguien, en realidad. Miro a la nada, concentrándome en lo que mi mente quiere recordar, mas no puede, como si algo lo bloqueara. Es abrumador. Tengo la sensación de que es algo importante, quizá algo que podría cambiar mi vida por completo, pero solo siento una enorme laguna mental.

Me remuevo incómodo por la tristeza y desolación que de pronto me inunda.

Ha pasado mucho tiempo desde que me sentí así, supongo que al final nada de lo que hago sirve para evitarlo.

De pronto, la imagen de una chica joven llega de golpe, como un recuerdo fugaz. Aunque no puedo ver su rostro al igual que el de todas las demás personas en mi cabeza, se me hace atractiva, pero... demasiado joven.

—Esto no puede ser real —murmuro para mí mismo y de pronto siento que soy señalado y juzgado por algo que no sé si sea cierto.

Mi mente me lleva a un mercado repleto de gente y me da curiosidad por qué no puedo ver con nitidez a esta misma chica que sé, de algún modo, sonríe con tristeza. Su cabello oscuro se ondula con la brisa y la escena me parece melancólica a la vez que irreal; parece un ángel bajo tanta desdicha en su corazón. El mío empieza a doler de una manera bastante peculiar y me lleva a días oscuros, días en el que solo podía sentir dolor y pena.

¿Qué hace una joven tan bella como tú sola por estos lados? —Esa es mi voz y reconozco que es el tono que uso para engatusar gente, en especial mujeres para pasar la noche. Admito un extraño interés por ella, lo que me llevó acercarme ayer.

No tengo ni la menor idea. —Su respuesta es sincera y acorde a lo que transmite, aún así no parece afectada y tampoco le incomoda mi repentina cercanía—. Podría decirse que quería un poco de aire fresco, o contaminado. Lo que viniera primero.

Un par de risas suaves genuinas inundan mis pensamientos. Se alejan, se hacen menos audibles y concluyo que es porque ya no hay nada más que eso. Es curioso, porque la extraña sensación de mi pecho no se ha difuminado y porque es abrupto el cómo termina mi interacción con esa joven, pero así es mejor, ¿no?

No la volveré a ver nunca más y ya no me sentiré señalado por algo que no pasó.

Un cuerpo se remueve a mi lado, lo que me hace sentir que al menos no perdí mi tiempo ayer y que no salí hasta el mercado en vano. Solo espero que esta vez no sea otra puta más.

Salgo de la cama con mucho cuidado de no despertar a la chica con la que estuve anoche; solo observo a Elián en el suelo y Bastián en el sillón con una botella en la mano, ambos hasta el tope de sustancias de todo tipo de procedencia. Me sorprende que sigamos vivos. Una chica descansa en una silla con un tabaco entre los dedos.

Ya nada me sorprende de esta situación, hasta parece rutina. Cada mañana es igual y todas las noches nos ahogamos en drogas, alcohol y sexo para llenar el vacío de nuestras vidas.

Estiro mi cuerpo y todo cruje en mi interior, tanto que me da miedo haber despertado a alguien con ese sonido tan desagradable y oxidado. Me dirijo al baño para lavar mi cara, al abrir la puerta lo primero que veo es mi imagen desaliñada, parezco un vagabundo. El cabello hasta los hombros con mechones yendo a todos lados y haciéndose nudo en algún otro, enredado y a falta de un buen peine. Las ojeras hasta parecen parte de mi perfil y no me incomodan, son parte de mí y ya no se me hacen tan extrañas como antes al igual que los moretones que llevo con orgullo; representan la victoria de mis hazañas a pesar de no saber en qué momento me los hago. Quizá mi palidez ya no sea algo normal ni sano, pero no puedo descifrar si es así o solo hay una mala iluminación.

Veo de reojo una sombra amorfa a mi izquierda, giro la cabeza encontrándome con una hermosa griega de piel oscura que duerme semi-desnuda en la bañera en una posición bastante incómoda desde mi punto de vista. Siento su dolor e incomodidad con solo ver su cabeza apoyada en el borde de la bañera con un brazo afuera colgando. La escudriño en busca de una explicación lógica de cómo pudo terminar de ese modo y verse tan serena, tan guapa. Me acerco a ella en total silencio para tomarla entre mis brazos con cuidado y llevarla a la cama sin que se despierte en el intento. Merece descansar un rato más antes de volver con sus compañeras al trabajo.

La deposito en la cama sin ningún problema. Regreso al baño para recoger las pertenencias de mi amiga y al salir del baño me percato que se ha despertado.

—Oh, ¿qué ha pasado? —La voz es dulce y hasta con un toque ingenuo, para nada digno de la morena a la cual ya conozco y sé de antemano el timbre de su voz en diferentes tonos.

Es la otra chica.

Entonces reconozco esa larga cabellera oscura y esas facciones delgadas con la piel que recuerda a las muñecas de porcelana. Se levanta de pronto y se tambalea, aún somnolienta. El corazón se me para un microsegundo y suelto todo para tomarla entre mis brazos. Aturdida e igual de asombrada como yo, me ve a la cara con los ojos queriendo salirse de sus órbitas. Lleva una mano a su cabeza y reconozco el dolor que siente al arrugar el rostro.

—¿Qué pasó anoche? —Esperaba que me preguntara quién era y qué hacía allí, pero supongo que sabe y recuerda cosas que yo no, aún así se ve asustada. Se incorpora y me ve de un modo que me hace sentir culpable—. ¡Dime!, ¡¿qué pasó anoche?!

—Lo siento, no recuerdo nada. —Mi voz sale tranquila y me siento cínico por alguna razón que desconozco.

Cuando comienza a llorar, la culpa me invade y también quiero saber qué sucedió la noche anterior. Asumo que se siente decepcionada y asquerosa; yo me siento como la peor escoria del universo. Me acerco a ella, la abrazo y acaricio su espalda con la esperanza de reconfortarla un poco.

—Tranquila —digo en su oído. Pierdo la vista en un punto fijo frente a mí—, todo estará bien. Descubriremos qué pasó y lo arreglaremos.

A lo largo del día fuimos recordando los acontecimientos de la noche anterior con todos los presentes, incluso nuestras amigas prostitutas se quedaron para ayudarnos.

El arrepentimiento me invade a cada instante. Me arrepiento de haber ido al mercado, me arrepiento haberme acercado y hablarle a Daisy; maldigo ese día por haber cometido el grave error de pecar. Me duele, me lastima, me hace daño y nunca dejará de hacerlo incluso luego de la muerte. Me hace sentir responsable por alguna extraña razón.

Algo que no me queda claro es cómo llegamos a esta situación, cómo surgió, qué pasó luego de la charla y cómo llegó a mi casa. Según lo que dice, nos separamos y seguimos nuestras vidas, pero aquí está y me da la sensación que miente, o al menos dice una verdad y una mentira a medias, a su conveniencia. No sé qué le dije para convencerla de venir conmigo y sé que nunca lo sabré si no lo dice, quizá fue algo tan malo que no quiere recordarlo. Siento que le arruiné la vida, le arrebaté su futuro como un dulce a un bebé. Nada mejoró cuando se atrevió a decir algo más, algo de suma importancia.

—Tengo dieciséis años.

Y tras esas palabras, el mundo que tanto me costó mantener en pie, se derrumba. No creía posible caer bajo aún estando en la profundidad. Siento pena por ella, porque quizá su vida prometía más que las de nosotros cinco juntos.

¿Qué harás ahora? —La voz proviene detrás de mí, alejándose. Sé que no lo ha dicho nadie de la habitación y estoy seguro que no se trata de mi conciencia. No me inmuta, pero sí me deja una extraña sensación.

—No lo sé —respondo a la nada.

Cuando llega la noche y todos se van a dormir; pero yo me quedo observando el panorama con una botella de ron en la mano.

Hasta el momento, es el único día improductivo de nuestras vidas, también es el único día sin viajar a nuestra fantástica tierra. La incertidumbre me empieza a consumir de a poco y recuerdo unas palabras de un, quizá, viejo amigo antes de dañarme la vida en busca de una felicidad irreal; "Cuando lo pruebes, tu mundo se derrumbará, vas a querer más y más hasta no poder escapar de esto hagas lo que hagas, será parte de ti y tú serás parte de esto. Tienes que estar seguro, si algo malo pasa no quiero que me hagas responsable". Quiero creer que también se lo advertí, le dije cómo sería entonces su vida si daba un paso más, quiero pensar que fui egoísta.

Debes seguir con tu vida, no dejes que una simple niñita cambie lo que eres. —Otra vez esa voz.

El tiempo pasa y ella se mantiene con nosotros, hasta se adaptó rápido a nuestro estilo de vida contribuyendo en nuestras tareas diarias para seguir viviendo un día más. Aunque se lo advierto miles de veces y le repito una y otra vez que esto no es lo mejor para ella, nunca duda y se queda con nosotros.

Hice todo lo que pude, ¿no? No estaba siendo egoísta al haber intentado hacerla entrar en razón, ¿cierto?

A veces siento que puedo comprender su pesar cada vez que habla un poco de su vida, incluso la manera en cómo evita hacerlo me hace verme reflejado en ella, porque también aspiro dejar el pasado atrás y seguir con mi vida de algún modo. Supongo que es su caso y quizá por ello no quiere regresar a casa por más que le insista y le pregunte a cada instante si está segura de lo que hace.

Solo un día decidí dejar de hacerlo y dejé de insistir.

Al final me encariño con ella y la simple idea de imaginarla partir me pone triste, ya es parte de nosotros y trabajamos bien, hasta mejor que antes.

En estos tres meses ganamos tanto como perdimos, pero ella ha empezado a perder lo único que se mantenía en pie: su belleza ha empezado a esfumarse, su cuerpo palidece de una manera enfermiza, sus ojeras se hacen más profundas, sus huesos se notan cada vez más y sus labios empiezan a quebrar. Lo único que conserva intacto es su cabellera, larga y pesada. Por alguna razón, siempre lo peina y pasa horas haciéndolo. Es lo único que mantiene su esencia viva.

Hace poco cambiamos nuestra ubicación como método para evitar que nos encuentren. Ahora estamos en un sitio para Daisy, es bastante pequeño, pero acogedor; lo encontramos abandonado hace poco y aún no puedo creerlo. Atenas es una ciudad hermosa y para los turistas un gran sitio que visitar, pero hay tantos lugares que dan tanto dolor que ya no sé qué es real ni qué es mentira.

Este año el riesgo de ser atrapados es mayor, por alguna razón de la cual no me he enterado porque tampoco me interesa, la ciudad se ha visto plagada de delincuencia y los cuerpos policiales han estado mucho más atentos. Aunque puedo pensar que lo hacen más por los turistas que por nuestra misma gente. Por eso tenemos que ser cuidadosos y pasar desapercibidos, ya estamos fichados desde hace años por diversos delitos tontos a mi parecer, pero tenemos que evitar los problemas. Aunque siempre dicen que robar es malo, nosotros los hacemos por necesidad y vendemos lo que encontramos para sobrevivir y tener nuestros viajes, eso a esas personas no les importa, así que a mí tampoco me importa quitarle sus cosas.

Despierto con ganas de celebrar aunque no haya nada que festejar. Rápido y de un impulso incontrolable, busco aquella botella de vino que, si mal no recuerdo, es bastante cotizada en el país. Cuando la robé pensé guardarla para un día especial y ese día es hoy.

Tomo la botella, unas bolsitas de polvillo blanco que guardé y nada más. Solo nosotros cuatro, pasándola de maravilla, acompañándonos en nuestro pesar.

Jamás habría imaginado que esta noche se convertiría en una pesadilla.

Despierta. —Siento una voz profunda en mi oído, alejándose a medida que regreso a mis sentidos.

—¿Quién eres? —Me digno a preguntar al fin. Ya me está sacando de quicio.

Eso no importa ahora. Despierta, Samuel.

Cuando vuelvo a mis sentidos, puedo ver su cuerpo inerte en el suelo, sin una gota de vida. La cabellera se ve más oscura con la palidez de su cuerpo y el vestido blanco que lleva puesto; se lo había regalado unos días antes cuando lo robé en el mercado. Parece un ángel.

Su boca y su cuello tiene espuma, lo cual me confirma su muerte.

Una sobredosis.

Ella no lo logró.

Me levanto con cierto pesar hasta gatear hacía su cuerpo. Me siento inundado por la sorpresa. No hago nada porque sé que no va a servir, aún así, ¿todo esto es mi culpa?

Claro que sí, pecador.

Haberte perdido fue como perder una parte de mí mismo, me hizo sentir culpable y nada más que eso. El vacío habita en mi interior, uno que ni las drogas ni el alcohol podrán llenar por más que lo intente. Tú, quien todavía eras una desconocida, me hiciste vivir, me hiciste sentir.

Discúlpame, Daisy.

F I N.

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𝐃𝐮𝐞𝐥𝐨 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞
Babi
0:38 ───|────── 2:09
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¿Eso es todo? Sí, esto ha llegado a su fin.

Ya había dicho que se trata de una historia muy cortita y que de hecho al inicio solo era un relato. Espero que les haya gustado, le tengo mucho cariño a los personajes ♥-♥ 

Este relato sigue la misma historia, pero desde otro punto de vista y que cuenta un poco más de los hechos previos al relato anterior. Sé que quedarán muchas dudas, pero espero pronto desarrollar la versión extendida que se dedica a profundizar más en la vida de cada uno de los personajes, incluso dos que solo se mencionan: Bastian y Elián, que de hecho tienen una historia interesante. 

Mientras tanto, los invito a seguirme en Instagram, donde estoy como omi_bi_ire, en el que comparto contenido sobre esta historia y adelantos de su versión extendida :3

Escucha la playlist disponible en Spotify (https://open.spotify.com/playlist/64sEdHULMTm0jDtE0tUU8R?si=febe99202c3f41ad), enlace en comentarios y enlace externos.

¿Qué te ha parecido esta perspectiva de la historia?

¿Crees que Samuel sí tiene culpa? ¿Es culpable u otra víctima?

¿De quién es la voz que lo asecha?

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