I
Mírame, lo sé, soy alguien demente y no me importa escucharlo, más me preocupa saberlo.
Mírame, buscando que mis ojos se crucen contigo y desviándolos cuando chocan con los tuyos. Me intimida y aturde aunque trato de fingir que nada pasa.
Escúchame, soy tan torpe junto a ti que se volvió un pecado mi nerviosismo.
Escúchame... obligándo a mi corazón a ser valiente cuando mi cerebro tampoco lo es, mucho menos yo que soy su dueño.
Entiéndeme... Estoy consciente de que quizás no sabías que existía, pero quién sabe, tal vez tu hilo rojo estaba perdido hasta ahora.
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