Capítulo IV: Curar heridas
—Estás sangrando.
A Shouto se le nubló la visión por un instante y la tomó de la muñeca mientras ella veía la mancha oscura que crecía cada vez más en su pantalón.
—No es nada, Todoroki, probablemente se me abrió un punto de la herida de esta mañana y...
—No, no puedes irte por ahí así —negó él y la haló al interior de la Agencia—. Debes curar bien tus heridas ante de salir del trabajo, o ir al hospital, o...
—Bueno, es que me preocupaba no llegar antes de que tu cumpleaños se acabara...
—Aprecio tu gesto, pero apreciaría más tenerte en una pieza —murmuró él mientras la guiaba por los pasillos de la Agencia hasta la enfermería.
La chica lo observó, anonadada por su respuesta. Apenas fue capaz de controlar el vuelco de su corazón mientras los puntos de contacto de sus pieles ardían. Quizás tenía razón en que debía tener más cuidado, quizás había hecho algo innecesario, considerando que solo eran novios de mentira.
Shouto murmuró algo ininteligible cuando entró en la enfermería y se encontró con que no había personal que atendiera. Por suerte, había ido en incontables ocasiones y conocía la disposición de los indumentos.
(T/N) entró tras él y tomó asiento, sus piernas removiéndose por el nerviosismo que le generaba la repentina seriedad de Todoroki. Respingó cuando él volvió a hablar, su tono sin inflexiones:
—Quítate el pantalón.
—¿Disculpa?
—Que te quites el pantalón —Shouto curvó una ceja en su dirección y esclareció—: Para poder curarte.
—Oh... Cla-claro —susurró ella, ruborizada, dándose una bofetada mental por el curso indebido de sus pensamientos.
Todoroki, por su parte, recolectaba el material necesario mientras su cerebro repasaba la breve interacción. Después de unos segundos, se percató de lo que había hecho y se sintió un poco culpable. Se quitó la chaqueta y, sin regresar la mirada a ella, se la extendió:
—Puedes cubrirte con esto hasta que terminemos...
—Gracias —susurró (T/N), enrojeciendo más al percatarse de que se había quitado el pantalón sin rechistar más porque estaba acostumbrada a mandar el pudor por la borda cuando se trataba de trabajo.
Entonces, no estaba segura de si lo que estaban haciendo era trabajo o si Todoroki era así de considerado siempre o si había algo más, etéreo e inexplicable, entre ambos. Sin dubitaciones, tachó de su mente esa última opción.
Todoroki carraspeó antes de voltear, aliviado de encontrarla sentada en la camilla, su chaqueta cubriéndole las piernas hasta más debajo de las rodillas. Shouto, sin querer, recapacitó sobre la diferencia de estatura, imaginársela con su ropa varias tallas más grande que ella, despertó algo en él que prefirió hundir en su fuero interno antes de perder el control. Sin más dilaciones, se acuclilló frente a ella.
—¿Puedo tocarte? —preguntó con suavidad, clavando sus pupilas en las de ella.
—Sí. Creo que es esta herida de por acá.
(T/N) se alzó el suéter para revelar un tajo profundo un tercio por encima de la rodilla. Tal y como ella le había dicho, se había soltado un punto del cual manaba sangre profusamente. Shouto, sin querer, se fijó en la cremosidad de su piel, en las cicatrices en sus rodillas. Sin querer, de nuevo, hizo un cálculo rápido de que su pantorrilla encajaría perfectamente en la palma de su mano.
Shouto bajó la mirada, reprendiéndose por el curso de sus pensamientos, y prefirió distraer las manos en abrir el equipo estéril.
—¿Alérgica a algo?
—No tienes que ponerme anestesia por un puntito, Todoroki.
Shouto le lanzó una mirada críptica.
—¿Alérgica a algo?
La chica suspiró y negó. Lo vio trabajar con calma, sus manos acostumbradas a atender heridas. Cuando la tocó, con los guantes de por medio, se preguntó cómo sería si no los tuviera. ¿Tendría los dedos callosos? ¿Su tacto le erizaría la piel? ¿Haría que extrañara su contacto apenas se alejara?
Para dejar las conjeturas pueriles y ridículas, sacó el celular mientras Shouto colocaba la aguja para suturar en la pinza. Apenas sintió el pinchazo de la anestesia y Shouto no tardó nada en cerrar el punto, haciendo un nudo firme mientras el sangrado se detenía.
—Quizás tenía algún vaso sanguíneo pequeño lastimado...
—Sí, pero debes tener más cuidado. —Todoroki posó sus manos sobre su rodilla por más tiempo del que consideraba adecuado y, sin mediar palabras porque no había nada que justificara ni sus pensamientos, ni sus acciones, decidió empezar a limpiar.
—De acuerdo. Pero lo mismo se aplicaría para ti, ¿no? Te expones bastante al peligro...
—Siempre tengo cuidado y no voy con otras personas lleno de sangre.
—¡No estaba llena de sangre! —se quejó ella.
Todoroki detuvo sus movimientos un instante para contemplar el pequeño mohín de sus labios. Era la primera vez que veía esa expresión y sintió algo estrujarse en su pecho. Ella arrugó el entrecejo y apartó la mirada.
—¿Te hice molestar?
—No... —repuso ella, pero cruzó los brazos—. Solo que exageras. Puedo cuidarme.
—Dile eso a tu tintorería.
(T/N) regresó la mirada hacia la de él, sorprendida. Shouto curvó una ceja y ella se rio:
—Yo no llevo mi ropa a la tintorería. Tengo mi propia lavadora; es pequeña, pero útil.
—Oh...
Ante la expresión perdida de Shouto, ella se carcajeó un poco más, y él se preguntó si podría sacarle aún más sonrisas y risas en el futuro. Después de todo, aún tenían que pasar mucho tiempo juntos por su farsa y quería hacerlo lo más ameno posible.
—Tendré más cuidado —susurró ella—, pero no prometo que no vaya a salir herida alguna vez.
—Puedo trabajar con eso —aceptó Shouto, cubriendo la herida con una gasa para después pararse y darse media vuelta.
(T/N) curvó los labios y se apresuró a ponerse el pantalón de nuevo. Luego, extendió su chaqueta hacia él y le sonrió:
—Ahora es tu turno.
—¿Mi turno? —cuestionó Shouto.
—De prometerlo.
—Oh... Yo...
La chica respingó cuando el teléfono empezó a vibrar en el bolsillo de su suéter. Curvó una ceja al ver el remitente y le pidió disculpas a Todoroki para contestar:
—Tsukauchi, ¿quizás...?
Todoroki la observó quedarse callada repentinamente mientras asentía con la cabeza hasta que se quedó petrificada, su piel adoptando un tono lívido a medida que pasaban los segundos. Notó que sus rodillas flaquearon e intentó sostenerla, pero ella se apoyó de una mesa. Respiró profundo y dijo:
—Gracias por la información, Tsukauchi. Iré de inmediato.
Colgó y a Todoroki le dolió un poco que no buscara apoyo en él, en su mirada, en su mano que continuaba extendida. Ella se enderezó y alzó las pupilas hasta las de él, una convicción indescriptible rodeándola.
—¿Ocurrió algo? ¿Puedo ayudar?
—Creo que has hecho suficiente por mí. —Sonrió apenas ella—. Tsukauchi me llamó porque, con los atentados de hoy, al parecer se dañó la estructura de los edificios de la manzana por donde vivo...
—Vas a ir.
—Así es. Me dijo que las tuberías de mi edificio se reventaron, pero que están intentando controlar los daños. Quiero intentar rescatar algo porque... —Se le cortó la voz y volvió a respirar profundo, agradeciendo la mirada comprensiva de Shouto—. Tengo que buscar mis documentos personales, mi pasaporte, mi computadora...
Ella se ajustó su bufanda y puso marcha a la salida. Sin embargo, respingó cuando Shouto la atajó por la muñeca suavemente. Pese a que la tocó con su lado derecho, sintió la piel arderle.
—Te acompaño.
—No es necesario, Todoroki, puedo...
—Te acompaño. No dejaré que cometas la locura de internarte en un edificio a punto de colapsar sola. Mi kosei será de ayuda; entiendo que el tuyo no te permitiría salir de un aprieto si la estructura se cae.
—Puedo valerme sin mi kosei —murmuró ella, soltándose con delicadeza—. De acuerdo, Todoroki, pero vayamos rápido.
—A tus órdenes.
Continuará...
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Se logró jaja Después de no poder publicar en octubre, ando cuestionándome si siquiera conseguiré publicar semanalmente xD
Creo que todos pueden ver a dónde va esto en los siguientes capítulos, pero espero que disfruten el fluff. Siento que esta historia es un poco distinta a mi anteriores historias...
Tengan un excelente fin de semana.
¡Plus Ultra! >.<
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