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Capítulo II: Atardecer

—¡Te ves muy apuesto!

Shouto se observó en el espejo mientras su madre apoyaba la barbilla de su hombro, orgullosa. Rei le acomodó algunos mechones sobre la frente y le sonrió.

—Es la primera vez que me pides ayuda para esto. ¿Es una chica especial?

Todoroki asintió, pero por razones totalmente distintas a las que insinuaba su madre. (T/N) era especial porque era su amiga y habían empezado una relación falsa para aliviar los problemas de ambos.

Nada más.

Había una línea que no quería cruzar.

Pero también sabía que quería atesorar ese instante.

Y que no estaba demasiado seguro de dónde estaba trazada esa línea.

Ambos habían tenido sus agendas llenas por el trabajo, al punto en el que los rumores sobre ellos se extinguieron con rapidez. Por esa razón, (T/N) le propuso que salieran el primer día del año porque ambos lo tenían libre. Podrían ir al templo, pedir sus deseos para el año, sacar sus Omikuji y probar los diversos platillos que ameritaban la celebración. Era algo sencillo, pero Shouto admitía que tenía mucho tiempo sin hacerlo y lo entusiasmaba la idea.

Así que pronto puso rumbo al templo. Habían elegido uno alejado y no tan concurrido, pero sí lo suficiente como para llamar la atención. Ella le había dicho que almorzaría con algunas amigas y luego iría con él a media tarde, así que Todoroki se dispuso a pasear por el recinto cuando llegó una hora más temprano.

Una parte de él procuraba estar tranquilo, pero lo preocupaba la ligera sensación opresiva en su pecho. Admitía que disfrutaba la compañía de su "novia", pero, desde que había aceptado que salieran juntos de mentira, lo molestaba cómo sus terminales nerviosas cimbraban bajo su piel, la sensación sempiterna de estar en vilo, esperando algo que no comprendía.

La chica le envió un mensaje quince minutos antes de la hora acordada diciéndole que lo esperaría en la entrada, junto a un puesto de okonomiyaki. Todoroki apretó el paso sobre las getas hasta divisarla. Se detuvo un instante y sintió como si el tiempo se ralentizara para contemplarla a sus anchas. Se percató del sencillo pantalón oscuro y el suéter con los colores alegóricos de Edgeshot, leía un libro diminuto recostada de una cerca metálica. Tenía puestos unos botines y una chaqueta amarrada en la cintura. Había algo en el conjunto, en sus mejillas encendidas, en el brillo de sus ojos, en la sonrisa que le dirigió cuando se percató de que la observaba, que hicieron que a Shouto se le olvidara por un segundo cómo respirar.

Ella alzó el brazo y Todoroki avanzó, ensordecido por los latidos de su corazón mientras se convencía de que debía ir al médico porque eso no era normal.

—¡Te ves muy bien! —saludó ella, pidiéndole que girara para analizar todo el diseño de peces koi nadando en el océano azul de su kimono—. Si me hubieras dicho, quizás habría alquilado uno.

—¿No tienes?

—No. —Negó y se frotó la barbilla—. Es que no creo que me queden bien. Quiero decir, sería raro que un extranjero se ponga algo así...

Todoroki parpadeó y agitó la cabeza.

—Creo que te verías bien. Tienes buen cuerpo y tu rostro también es bonito, así que...

—Ah, así que te fijas en esas cosas —comentó ella con una sonrisa ladina, aunque tenía las mejillas encendidas.

Shouto la observó, sin comprender nada, hasta que ella se carcajeó. Cuando posó la mano en su brazo, deseó que el contacto durara un poco más.

—Será mejor que empecemos, ¿no crees? No podré quedarme hasta tarde porque trabajo mañana a primera hora —suspiró ella y sonrió al ver la voluta de vaho que se escapó de sus labios.

Shouto la siguió y se percató de cómo ella disminuyó el paso hasta situarse a su lado para dejar de arrastrarlo. Pasaron de largo algunos juegos tradicionales repletos de niños y los puestos de comida. Shouto la escuchaba charlar de los últimos días en su trabajo. Descubrió que se llevaba bien con Tsukauchi, que lo admiraba, y que su compañero de equipo solía ser Tamakawa. Sin embargo, parpadeó, dubitativo, cuando ella se detuvo abruptamente frente a un puesto de tiro al blanco.

—Quiero intentarlo —mencionó y a Shouto se le aceleró el corazón de forma preocupante al percatarse de su sonrisa traviesa, casi confidencial.

Shouto asintió y se ubicó a un lado mientras ella pagaba por tres intentos.

—A ver, Todoroki, del uno al diez, ¿cuán buena crees que soy en tiro al blanco?

Shouto contempló unos segundos más sus pupilas brillantes y luego se fijó en la forma segura con la que sus manos sostenían la escopeta de juguete y añadía la munición sin siquiera atisbar el tambor.

—Diez.

(T/N) sonrió de forma aún más radiante y a Shouto se le quedó atascada la respiración cuando la vio tomar posición de manera profesional, al punto en el que el vendedor enderezó la espalda, preocupado.

Con facilidad envidiable, la chica disparó y arrojó tres objetivos del mismo tipo, lo que daba acceso a los premios.

—¿Eso no es hacer trampa? Tienes permiso para portar armas —comentó Shouto, siguiendo con la mirada la forma en la que ella solicitaba uno de los peluches y el vendedor se apresuraba a dárselo, probablemente para que se marchara pronto.

La chica sonrió cuando tuvo el premio entre sus manos. Era un gato y Shouto curvó una ceja porque le parecía conocido de algún lado.

—Bueno, podría intentar llevarme todos los premios, pero conozco el límite. —Ella le lanzó una sonrisa tranquilizadora al vendedor—. Ahora —volteó el peluche hacia él y se lo ofreció—, ¡esto es para ti!

—¿Eh? —Shouto lo recibió, perplejo—. ¿No se supone que yo debería ser el que gane algo para ti?

—Nop, no tiene por qué ser así —negó ella suavemente—. Además, desde que vi que sacaron ese peluche, quería regalártelo.

—¿Desde...? —Shouto parpadeó, confundido—. ¿Y eso hace cuánto fue?

—Uhm... Un par de meses, ¿quizás? —Ella se frotó la barbilla—. Pero es que mira, Todoroki, ¡es como tú!

—Es...

Shouto curvó una ceja, analizando el peluche. Era cierto que era blanco y rojo con un traje azul, con sus colores alegóricos. Hasta tenía heterocromía. Sonrió apenas cuando su mente repitió las palabras de su "novia", le agradaba la sensación cálida que le generaba que ella hubiera pensado en obsequiarle algo desde hacía tantos meses.

—Es cierto. Gracias. —Shouto asintió y encajó el peluche bajo el brazo mientras le ofrecía el otro a ella—. ¿Tú quieres algo?

—¡Dango! —Ella señaló el puesto—. Y una foto.

Todoroki asintió, cuestionándose si eso era suficiente, si no querría algo más, si su compañía era suficiente. Sin embargo, sus dudas se difuminaron como acuarelas en el agua cuando ella empezó a hablar de nuevo sobre la semana en la que apenas se habían visto. A medida que conversaban, Shouto se inquirió si debería empezar a escribirle mensajes con más frecuencia —para mantener la farsa, se convenció—, recordando que ella le había escrito un par de veces tan solo para reforzar su historia con la información que había dado cuando sus compañeros le preguntaron. Se suponía que las parejas se mandaban mensajes de buenos días y buenas noches, ¿no?

Al menos las parejas reales, le recordó su cerebro.

Descartó la idea y siguió a la chica a un mirador ubicado detrás del templo. Empezaba a atardecer y Shouto inhaló profundo, cuando se descubrió de nuevo con la respiración a medio camino, después de percatarse de cómo los rayos anaranjados se entremezclaban en el cabello de la chica. Era el primer atardecer del año, el cielo estaba despejado y soplaba una brisa fría de invierno, pero Shouto agradeció la escena frente a él, ese pequeño rayito de sol que los iluminaba.

(T/N) se apoyó del barandal y se frotó las manos.

—¿Vas a buscar el Omikuji? —preguntó ella, sus ojos repasando hasta dónde se extendía Musutafu.

—¿Tú no?

—A veces me emociona la idea, pero también me da miedo sugestionarme si me sale algo malo...

—Entonces, la mala suerte la dejaremos acá. —Shouto se posicionó a su lado y apoyó la mano del barandal, percatándose de que, si movía sus dedos un par de centímetros más, podría tocarle la mano.

Pero eso no era necesario. Estaban solos y no tenían por qué aparentar.

—Tienes razón. —Ella asintió y tamborileó los dedos sobre la madera—. Todoroki, cuéntame algo de ti. Siento que he estado hablando hasta por los codos de mí.

—¿Qué te gustaría escuchar?

—Cualquier cosa. —Ella se encogió de hombros—. Algo que quieras que sepa, algo que te preocupe, algo que creas que debes contarle a alguien...

Shouto la observó unos segundos porque, si bien estaba acostumbrado a escuchar a los demás, pocas veces le pedían que hablara de forma tan directa. Así que calló un instante, pensando en qué decir, y agradeció que ella le tuviera paciencia.

—Estaba leyendo un libro —comentó el, buscando señales que le advirtieran que el tema no le interesaba, pero su corazón se estrujó cuando ella le prestó genuina atención—. Me lo prestó Tokoyami, Tsukuyomi —esclareció, y ella lo animó a continuar—. Me molestó un poco que me dijera que el libro era bueno, pero el final no tanto, pero trata de un periodista al que se le pierden sus hijos gemelos en una feria medieval.

Shouto se halló contándole los giros argumentales, lo que le había gustado y lo que no de lo que iba leyendo. Por un momento, no pudo sostenerle la mirada a la joven y decidió fijarse en la cadena montañosa que formaba el horizonte.

—Ya hiciste que me dieran ganas de leerlo —comentó ella—. Más tarde pásame el nombre por LINE para ver si lo pido prestado de la biblioteca.

Todoroki asintió y volvió a callar. No sabía que más podía contarle. ¿De su época en U.A.? ¿De sus primeros años como héroe? ¿Quizás podría sumergirse en su pasado tormentoso?

—Oye, Todoroki —ella se frotó la nuca con una sonrisa de disculpas—, lo siento si lo del peluche te incomodó... Quiero decir, en serio quería dártelo, pero quizás debí comprarlo en vez de ganarlo de esa forma. Alguna vez le regalé algo de la misma manera a un chico con el que salía y no le gustó porque se suponía que él debía ser el que se luciera o algo así y...

—No me molestó. —Shouto apoyó el peluche del barandal y curvó los labios—. De hecho, es la primera vez que alguien gana algo por mí. Gracias.

—Oh... —A ella se le calentó el rostro—. Me alegra, entonces.

Se quedaron callados de nuevo. Shouto alisaba la felpa del peluche mientras la chica suspiraba, entreteniéndose con el vaho. Antes de que la atmósfera se enrareciera aún más, Shouto dijo:

—¿Has salido con muchos chicos antes?

(T/N) alzó la mirada hacia él, tomada con la guardia baja, pero volvió a relajar la postura.

—Nada serio, realmente. Y tampoco con demasiados. —Alzó tres dedos y sonrió, avergonzada—. De hecho, soy bastante inexperta en esto de salir, ¿sabes? Ellos siempre se quejaban de que no tenía tiempo y terminaban por dejarme. Pero no entiendo la necesidad de verse todos los días; deberían tener su vida, dejar que yo tenga la mía y luego coincidir en algún punto medio para apoyarnos, ¿no?

Shouto asintió, sin apartar la mirada de la figura de ella, del ligero puchero en sus labios. Respingó cuando ella lo encaró.

—Así que, si algún día tenemos que besarnos, me disculpo de antemano porque no he tenido mucha práctica.

—No, no tienes que... —Shouto agitó la cabeza y luego parpadeó, sorprendido—. ¿Crees que tendríamos que besarnos?

Ella se encogió de hombros.

—Es muy factible. Si ven que nuestra relación no les da el chisme que quieren, empezarán a dudar de que sea real. Además, mi familia no me dejará en paz si leen que nos ponen en duda. Aún no puedo creer que lean noticias de Japón con el traductor de Google...

A Shouto le pareció divertido el comentario y su expresión se relajó un poco más.

—¿Tú has salido con muchas chicas? Lo cierto es que entre tantos escándalos que leo de ti, no sé qué es real y qué no.

—No son muchas... —repuso Shouto, alzando seis dedos—. Algunas de ellas ni siquiera sé si pueda llamarlas novias o algo. Las primeras semanas estábamos bien hasta que se cansaban de mí.

—¿Por qué? Quiero decir eres... —Ella apartó la mirada un segundo, arrepentida de lo que había estado a punto de decir.

—Dicen que soy muy frío —comentó Shouto, que apretó la barriga del peluche, ignorante de la expresión contrariada de ella.

—¿Frío? ¿Tú?

A Shouto lo sorprendió el tono incrédulo de su "novia". Así que se quedó callado, esperando que elaborara mientras ella buscaba algo en su celular. Sin dudarlo, acercó la pantalla a centímetros de su rostro y dijo:

—Es imposible que alguien frío sea capaz de poner esta cara.

En el celular había una foto de Shouto sonriendo levemente mientras hablaba con la víctima de un terremoto. Shouto no sabía que se veía así cuando rescataba a las personas, pero ahora entendía por qué Midoriya e Iida insistían en que él era amable. Percatarse de ello hizo que su corazón se estrujara, pero, antes de recapacitarlo, dijo:

—¿Por qué tienes una foto mía?

—Oh... Eso... Es que... —(T/N) guardó el celular rápidamente, el sonrojo de sus mejillas esparciéndose por el resto de su rostro, y Shouto descubrió que no podía apartar la vista de esa expresión—. Es que ese día que te vi en la escena me pareció que sería una gran foto porque captura muy bien tu esencia. Pero si te disgusta que la tenga, puedo elimi...

—Está bien —negó suavemente Shouto, esta vez sin dudar en colocar la mano sobre la de ella—. No me molesta si la tienes tú.

(T/N) pasó las pupilas de sus manos tocándose al rostro de Shouto y terminó por sonreírle.

—No me des libertades de ese tipo, porque luego no me responsabilizo.

—Está bien si eres tú —repuso de inmediato Shouto.

(T/N) parpadeó y desvió la mirada al frente, meditando sobre sus palabras mientras Shouto la observaba. No estaba seguro de si había dicho algo malo, pero quería disfrutar del ligero aleteo en su pecho por la simpleza de tener las manos aunadas. Después, quizás, le preguntaría por su repentino mutismo reflexivo.

Continuará...

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Solo estoy aquí, viendo a la yo de octubre que creyó que esto sería posible mientras intentaba salvar el año jaja

[Se logró el segundo día, pero no tengo nada para el tercero xD

Vivo por Shouto arreglándose todo bonito para ir a ver a su "novia". Seis parejas previas es mucho o poco, no sé con qué vara se está midiendo Shouto jaja]

Espero que estén teniendo un gran inicio de mes.

Tomen agua~

¡Plus Ultra! >.<

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