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microcuento 3

Título: Kill our way to heaven.

Autora: Ivy Rey.

Elenco:

Arabella Long proyectada por Taylor Hill.

Luka Michaels proyectado por Bill Skarsgård

David Long proyectado por Misha Collins

Daniel Crowley proyectado por Lucas Till

Palabra: Asesinato.

Categoría: Misterio/Suspenso.

Desarrollo:

Los párrafos con cursiva son flashbacks.

En el condado de Beacon resonaba en cada rincón el homicidio de David Long. Inesperado, sospechoso y te pone la piel chinita. El padre y la hija Long habían llegado al pueblo hace menos de dos meses; nadie esperaba su asesinato inhumano y horrible.

— ¿Estás seguro de que es un lugar seguro? — pregunta por quinta vez la joven castaña.

El castaño mayor solo rueda los ojos mientras volteaba en la esquina de la cuadra, siguiendo la calle.

— ¿Qué te he dicho de usar la misma palabra en una oración? — cuestiona severamente.

La chica solo bufa como respuesta, odia cuando su padre se pone de ese modo mandón, nunca le quedo y nunca le quedará.

La pequeña familia compuesta de dos integrantes huyeron de Boston después de la trágica muerte de Juliette Long; Beacon apareció en el mapa como su lugar de refugio. Así que armaron maletas y emprendieron el viaje de treinta y tres horas.

David consiguió un empleo como jefe de publicidad en la fábrica de miel en el condado mientras Arabella entro al instituto Angels con muchos honores por sus calificaciones perfectas.

Beacon era su escapada de su pesadilla, habían pensado los dos al llegar a las puertas de su nuevo hogar.

La casa azul maya con blanco seguía rodeada con una cinta amarilla que decía "precaución" en letras negras. El cabello castaño revoloteaba por el aire, algunos mechones cruzaban su cara y le impedían la vista a lo que fue su hogar en dos meses.

Tenía sus brazos cruzados a la altura de su pecho, con una gran chaqueta de lana negra como sus demás vestimentas. Inclusive sus ojos parecían tener un tinte negro en esa claridad.

Su corazón se partió en cachos cuando vio a la señora Emilia en el porche de su casa con un semblante triste. Arabella sabía que no sería algo bueno lo que le contaría.

— ¡Papá! — grito la chica al llegar a la oficina de él en la pequeña fábrica.

Tenían una semana de mudarse al pueblo, y para sorpresa de ellos, se adaptaron rápidamente a la vida ahí. Aunque la castaña sigue siendo la invisible y nerd de Boston; pero a ella le daba igual, solo quería ver a su padre feliz.

Un chico castaño entro a la oficina, la castaña alzó una ceja porque él va a su nuevo instituto y no esperaba verlo aquí.

En ese instante, David entra al despacho y se encuentra a los dos chicos parados frente a frente.

— Arabella te presento a Luka Michaels — entabla la conversación el señor.

— Ya lo conozco — dijo mordazmente la chica y saliendo de ahí.

La morgue estaba en completo silencio, solo con el forense sentado leyendo la carpeta de los resultado de la autopsia del cadaver.

Pasa una mano por su cabello rubio, ninguna huella, cabello o algo que de una idea sobre quién pudo matar a David. Nada. Era como un juego de aquellas películas de horror. En esos dos meses han habido alrededor de cuatro muertes sin descubrirse el homicida. Esto carcomia la mente de Daniel.

Arabella cierra fuertemente la puerta de madera café oscuro. Luego introduce un llave, colocándole candado; se queda observando la llave y sin querer lagrimas comienzan a caer por sus mejillas a la vez que se pone de espaldas a la puerta.

Cae lentamente hasta sentarse en el suelo con la espalda recargada a esa puerta. Lanza la llave por el pasillo con fuerza bruta y suelta un grito ahogado.

Se ha quedado sola en este mundo cruel, sin nadie con quien apoyarse. Ya nada tiene sentido para la castaña. Pega sus rodillas a su pecho, deseando que su madre está a su lado para ayudarla a superar este mal agrio.

Los cabellos rubios caían de cascada por los hombros pálidos de la señora y los zafiros de ojos le sonreían dulcemente a una pequeña Arabella.

La pequeña de rizos cafés se había asustado por un repentino ruido, el vecino había chocado su auto contra su propia casa. A Ara no le gustó el estruendo y se fue corriendo a su habitación.

Juliette la siguió, se acurrucó a su lado y le empezó a susurrar una canción para calmar a la niña.

Ara se empezó a tranquilizar tal cual a agua después de una tormenta con la melodiosa voz de su madre.

La noche cayó en el condado de Beacon después de un día más de luto. Una de la pequeñas costumbres del pueblo es velar a los muertos y rezar por los desaparecidos.

Esa noche no fue la excepción. Todos los habitantes se juntaron en la plaza central, unos con veladoras, otros con las lámparas del celular o solo fueron a velar.

En la cabecera iba Arabella con una veladora en cada mano. A sus ojos estaba una imagen de su padre; se miraba feliz en ella. La castaña aprieta los labios ahogando un sollozo.

Todos estaban en completo silencio, la otras tres familias estaban de lado a lado de la chica Long. Velaban con pena las almas de los caídos y sacrificados aunque había una que no sentía culpa de ello. Por nada del mundo.

Arabella transcribía en su libreta lo que venía en el libro de química avanzada de la biblioteca del instituto. Sorprendió al equipo de maestría al estar en puras clases avanzadas.

¿Que podrían esperar de la chica nueva? ¿Una nerd o la invisible? ¿La perra sin sentimientos o la que es resentida?

Error. Arabella Long puede ser todo eso en uno. Y al hacer amigos no sería la exclusión.

Luka Michaels se presentó en su vista, la chica podría decir que la biblioteca era más guapa que él.

— Sácate* Michaels, estorbas — exclama la castaña con su atención completa al libro.

— Si, bueno, yo no quiero irme — replica él castaño-rubio sentándose en una silla.

Ara rueda los ojos sin dirigirlos al chico, pasa la siguiente página del libro y prosigue en su escritura sin darle importancia al joven.

Esa tarde se la pasaron indirectamente juntos.

Daniel se fue al bosque, quería estar en paz. Descansar de tanto pensamiento sobre explotado en su cerebro. Caminaba con cuidado, de no tropezarse con una rama y humillarse a si mismo.

Una rama quebrándome se escucha a lo lejos, así que el rubio se queda quieto para ubicar el sonido. Otra se escucho. Y otra, otra y otra. Eso le puso la piel chinita.

Corre a donde él cree que de inicio el sonido. Ya llegando ahí se encontró con nada, pero se creaba un reflejo en el suelo con la luz de la luna, entre tantas hojas, ramas y cieno.

Daniel se arrodilla, retira una hoja seca y saca el reloj de plata. Frunce el ceño. ¿Un reloj en medio de la nada?

Se levanta, con el reloj en mano pero siente como una cuchilla se pega a su espalda baja. De frente una pistola negra siendo apuntada por la que creía era su novia.

Arabella Long lo miraba con un destello despreciable y de asco. Ella nunca lo quiso, ni siquiera le gustaba; salía con él por compromiso a su padre, no porque lo deseará.

— ¿Por qué haces esto? — es lo único que llega a soltar.

La castaña ríe secamente sin mover el arma a donde la dirigía.

— ¿Por qué debería no hacerlo? — cuestiona ella — Desde que nací traigo este odio conmigo. No sé porque. Simplemente está ahí, esa ira, odio, amargura y ¿sabes cómo descubrí que podía saciarlo? — pregunta acercándose al rubio — Cuando maté al gato de la niña que odiaba en el primaria. Asesinar saciaba esos sentimientos dentro de mi. Luego mate a mi madre, porque ella era la maldita que quería que fuese perfecta por mis pequeños defectos sociales. Luego aquí fue la tipa esa de nombre Savanah, realmente era odiosa. Al final cayó mi querido padre, pero este hizo que saliera con alguien que no quería realmente. —

— ¿Solo por eso? — interrumpe le chico.

Solo que el arma por detrás hace el disimulo de encajarse. Daniel ahoga un grito, y aprieta los labios mirando a la castaña.

— Si, solo por eso — dice encogiéndose de hombros — Encontré en internet un grupo de personas con las mismas emociones que yo, una de ellas vive aquí. Las demás viven al norte, cerca de la frontera de Canadá. Todos matan por placer pero son profesionales en el arte, tal cual lo es Luka. ¿Verdad? — pregunta con media sonrisa en su cara poco iluminada.

En ese aspecto, demacrado, de negro, con el maquillaje escurrido y esa sonrisa; era una maniática a los ojos de David.

Luka sin resistirse, le mete la cuchilla y luego lo retira para encajárselo otra vez. Este cae de rodillas ante Arabella, está tristemente quita el arma de la mirada decepciona del rubio. La chica se inclina a un Daniel tratando de tapar la sangre; ella le da un beso en la boca sangrienta del joven moribundo, separa sus labios de los de él y se va hacia atrás.

— Lastima que tuve que matarte, bueno yo no — suelta una risita — Eras tan bueno para la sociedad que alguien ya te habría comido vivo. Pero para que la sociedad exista debe de haber un balanceado entre la maldad y la tranquilidad. Y ha habido mucha paz para mi gusto — se para y se limpia la sangre de sus labios — Hasta la otra vida, Daniel Crowley — gira sobre sus talones escuchando el disparo.

De rato, Luka se coloca a su lado, ocultando debajo de la playera color vino el revólver. Este pasa un abrazo por los hombro de la joven, en respuesta ella se acerca más a su cuerpo.

— Ahora, ¿qué hacemos? — pregunta el castaño-rubio caminando ente la oscuridad.

Matamos nuestro camino al cielo — exclama con sarcasmo la morocha — Vamos a Oregón, quiero hacer unas visitas antes. —

Lo que escucho sus oídos fue música para su alma.

Sácate: Termino que se refiere a la palabra vete o lárgate.

Palabras del relato: 1642

Palabras en total del capítulo: 1705

Concurso de relatos cortos de -beautyarmy

Portadas del relato.

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