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Capítulo 6.

Malia subió al auto sin decir ninguna palabra y cerró la puerta; Vince arrancó.
Ella se subió al auto porque simplemente no quería irse caminando a la prepa. Vince tenía una brillante sonrisa en su rostro, pues había logrado su prometido: pasar el mayor tiempo posible con Malia.

-¿Qué clase te toca primero? -preguntó Vince, tratando de hacerla hablar.

-Historia -respondió Malia con la voz más cortante que pudo hacer.

Vince comenzó a reírse de la nada, su risa era muy contagiosa y Malia estaba alterándose porque ella creía que él se estaba burlando de ella. Malia cruzó sus brazos y cerró los ojos para controlar sus impulsos de gritarle a Vince que se callara. Vince se dio cuenta de esa actitud y siguió riéndose más fuerte, incluso tocó el claxon varias veces, provocando que la paciencia de Malia se agotara. Ella tocó el puente de su nariz y exhaló y comenzó a gritar.

-¿PODRÍAS CALLARTE? CALLA TU JODIDA BOCA. SI NO TE CALLAS TE JURO QUE TE GOLPEARÉ.

-Pero es mi carro -dijo Vince, provocando a Malia.

Malia se quedó boquiabierta e hizo lo primero que se le vino a la mente. Sacó una tachuela de su mochila azul y le dijo a Vince con una suave voz:

-Deten el carro, por favor.

Como Vince la escuchó calmada, le hizo caso y detuvo el carro; él suponía que tenía que hacer algo importante. Pero no, él estaba equivocado.
Malia salió del carro y cerró la puerta de un fuerte portazo y, antes de seguir el camino hacia la preparatoria, tomó la tachuela y le rayó el carro a Vince, escribiendo en este: jódete. Cuando terminó, caminó unos pasos y después se dio media vuelta para ver a Vince a la cara y sacarle el dedo medio. Vince sabía que Malia tenía una gran locura, pero él no imaginaba que esa locura de verdad fuera tan grande. Pero Vince no se enojó, pues ya tenía una manera para seguir pasando el día con ella.

Vince aceleró un poco para poder alcanzar a Malia y estar a su paso; él no la invitó a subirse de nuevo, sin embargo ahí estaba él intentando tener una charla con ella. Vince bajó el vidrio de su puerta y dijo:

-Esperemos que la siguiente vez que te altere no me degolles.

-No habrá "siguiente vez" -contestó Malia rodando sus ojos. Vince sonrió.

-Creo que sí la habrá; haz desgastado la perfecta pintura de mi perfecto carro y no creas que esto no tendrá consecuencias -Vince guiñó un ojo.

-No, mi rey -empezó a corregirlo Malia-, esa raya en tu carro es la consecuencia de tus actos. Las consecuencias no pueden tener consecuencias.

-Pues nosotros seremos las primeras personas en hacer que las consecuencias tengan consecuencias -dijo Vince y le encontró sentido a la frase que acababa de pronunciar; automáticamente pensó en ponerla en su estado de whatsapp. Malia rodó sus ojos.

-Ya déjame caminar hacia la prepa -Malia aceleró un poco el paso.

Vince rió y tomó la decisión de dejarla que ella siguiera su camino sola y aceleró para llegar a la prepa más pronto que ella.

Malia creyó que Vince seguiría con ella en su camino, pero cuando vio que éste había acelerado, se sintió un poco decepcionada por alguna razón que ella desconocía. Malia checó su reloj y vio que faltaban cinco minutos para que iniciara su primera clase, así que caminó mucho más rápido de lo que ella deseaba.
Cuando Malia llegó, tomó asiento rápido y empezó a respirar pesadamente; ella se sentía muy mareada y se sentía tan agotada, como si hubiera corrido un maratón; Malia sentía que el mundo se movía muy rápido, su vista se empezó a nublar y ella se desvaneció.
Por suerte esa clase la compartía con Vince, pues así este podría llevarla rápido hacia la enfermería. Vince tomó a Malia entre sus brazos como si esta fuera una simple pluma de ave, y corrió lo más veloz que pudo hacia la enfermería, evitando chocar con la gente que se oponía en su camino.

Cuando Vince llegó a la enfermería, Malia ya tenía sus ojos abiertos, pero estaba muy confundida. Las enfermeras le indicaron a Vince que dejaran a Malia en la camilla blanca que estaba en una esquina y Vince obedeció. Malia no tenía fuerzas ni para sentarse y eso sí que era preocupante. Las enfermeras hicieron su trabajo y dedujeron que a Malia se le había bajado muchísimo la presión, pero que de igual manera ella tendría que hacerse unos estudios; le dieron indicaciones de irse a su casa y Vince se ofreció a llevarla.

-Ven -le dijo Vince a Malia, haciendo movimientos para que este pudiera abrazar a Malia.

-Yo puedo sola -dijo Malia con la voz muy baja y, cuando quiso ponerse de pie, casi se cae, pero el grandioso Vince evitó ese accidente.

-Deja de ser testaruda por un momento y déjame ayudarte -Malia lo miró a los ojos y sintió una descarga eléctrica por todo el cuerpo y asintió con la cabeza, dándole la señal a Vince de que podía ayudarla.

Vince la abrazó como un hombre abraza a su mujer cuando están en su luna de miel, y se la llevó hacia su carro.
La depositó en el asiento de copiloto y le preguntó:

-¿Sí puedes estar sentada?

Malia solo asintió, ella se veía muy decaída.

El viaje hacia la casa de Malia fue corto pero lento, nadie pronunció ninguna palabra en el transcurso.
Y, cuando Vince detuvo el carro fuera de la casa de Malia, esta habló:

-Muchas gracias, Vince, en serio.

A pesar de la situación, Vince se sintió muy feliz de que Malia le hablara de una manera linda y sonrió tanto que se le entumieron las mejillas; Malia lo miró y frunció el ceño.

-¿Te doy risa? -le preguntó Malia con su mismo tono de voz que cuando estaba enojada.

-No, no, por supuesto que no, es sólo que... es la primera vez que me hablas de una manera linda -contestó Vince y volvió a sonreír.

-Pues es la primera y la última -dijo Malia, siendo la de siempre de nuevo.

Malia abrió la puerta y pudo bajar del carro, pero sus pasos eran lentos y poco concisos, así que Vince bajó también y la ayudó a entrar a su casa.
Cuando Penny, la mamá de Malia, la vio en ese estado, fue hacia ella y la abrazó.

-¿Qué pasó? -preguntó muy preocupada Penny.

-Malia se desvaneció en la preparatoria -contestó Vince.

-¿Cómo te sientes, hija? -Penny tocaba a su hija por todos lados; en sus ojos se veía una preocupación que Vince jamás había visto.

-Me siento débil, pero bien -contestó Malia y, junto a su madre, se sentaron en el sofá.- Él es Vince -Malia señaló a Vince con su mano-, él me ayudó con todo.

Penny se levantó del sofá y fue hacia Vince, tomó su mano y le dio un gran apretón lleno de agradecimiento.

-Muchas gracias, muchacho, en serio no sabes cuán agradecida estoy contigo. Muchísimas gracias -Penny tenía una voz muy dulce y conmovedora.

-No tiene que agradecer, señora -Vince le regaló una sonrisa.

-Quédate a desayunar -le ofreció Penny a Vince.

-Tengo que volver a la prepa, señora -le explicó Vince.

-Entonces ven a comer -insistió Penny y Vince sonrió.

-Bueno, a eso no me puedo negar -dijo Vince con una enorme sonrisa.

-¿Te gusta el pollo? -preguntó Penny y Vince rió.

-No creo que exista una persona a la que no le guste el pollo -respondió Vince.

-Entonces te esperamos aquí para comer... -Penny quiso llamarlo por su nombre, pero no sabía cuál era.

-Me llamo Vince, señora -dijo él, entendiendo a Penny.

-Muy bien, Vince, la señora Penny te espera a las tres de la tarde para que nos acompañes a comer.

-Aquí estaré, señora -afirmó Vince.

Vince caminó hacia Malia, le tomó su mano y le dijo:

-Por favor, cuídate y mántenme al tanto de cualquier cosa que suceda.

Malia asintió con la cabeza y dijo:

-Me pasas la tarea.

Vince se rió y se despidió de Malia y Penny, con la promesa de que en menos de ocho horas estaría ahí, acompáñandolas a comer.

Cuando Vince se retiró, Penny dijo:

-Si yo fuera de tu edad, Vince ya sería mi novio.

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