XVII. Cambios
El tiempo para Obito pasó extremadamente rápido y, en algún momento, se empezó a acostumbrar a las creaciones aleatorias que surgirían de la nada, principalmente dirigidas a la población civil y mejorar el estilo de vida de ellos, haciendo que el índice de vida de los civiles mejorara drásticamente en comparación con otras aldeas y los civiles vivieran vidas más prosperas, fáciles y felices.
Aun así, no podía evitar incomodarse cada vez de que alguna de estas noticias mostraba algún nuevo invento que podría cambiar las olas de la guerra como la comida instantánea, en polvo o los sellos de conservación de alimentos que pueden mantener comidas calientes durante aproximadamente dos semanas como si el tiempo se hubiera detenido en el espacio, pero en realidad, era porque se utilizó una especie de sello complejo de dilatación del tiempo o algo así.
Incluso si fue un poco impactante para él saber que Tsunade seguía en la aldea, fue un poco calmante ya que eso aseguraba más vidas salvadas. Después de todo, Tsunade Senju junto con Orochimaru crearon exitosamente sellos de curación de emergencia, tal vez no eran lo que esperaban ni un remedio mágico que curaría todo, pero ese golpe de vitalidad podría ser decisivo a la hora de salvar una vida.
De hecho, gracias a ese sello Dan Kato pudo sobrevivir durante el tiempo suficiente como para que Sakumo Hatake pudiera deshacerse de los enemigos que lo rodeaban y esperar a que Tsunade llegase del frente a curar su herida, lo que evitó que Tsunade desertara/se retirara casi definitivamente de Konoha luego de que Nawaki se salvara por los pelos después de comerse una trampa explosiva de lleno.
Pero incluso si está vivo, hasta el día de hoy, el joven Senju continuaba postrado en cama durmiendo en un estado comatoso sin la certeza de que algún día lograría despertar.
Claro, poseía los sellos de seguridad creados por la misma Tsunade, pero si no fuese por ellos mismos, ni siquiera habría un cadáver que recuperar de Nawaki.
Mirando con nerviosismo al frente, Obito esperaba que lo llamasen para completar la primera prueba para saber si se graduaría o no...
Era un hombre adulto y sabía lo que hacía, pero no podía controlar todo el puto mundo -aunque quisiera- como un puto dios y mucho menos podría controlar los giros que crearía ese maldito efecto mariposa, quizás podría fallar esta vez porque no sabía poner un cabestrillo básico en una pierna fracturada o algo así...
-en serio, en este mundo el examen de graduación es, por mucho, más difícil de lograr que en su primera vida-.
Obito, que estaba un poco nervioso, sintió que todos sus nervios y emoción se iban cuando vio a Jin, la sonrisa idiota que ponía para confortar a Rin se había borrado por completo mientras la misma castaña mostraba una cara de preocupación. Jin le sonrió ligeramente un poco apenada, pero no se acercó a ellos, decidiendo por sentarse alejada de ellos, aun así, ni Rin, ni Kakashi, ni Kurenai o él se quedarían sentados al verla llegar en esas condiciones.
¿Qué condiciones? Jin tenía un ojo morado, el rostro lleno de moretones y alguno que otro corte, una mejilla morada, la otra ligeramente verde, su frente roja con rasguños, la comisura de sus labios ligeramente ensangrentadas por roturas, cojeaba de una manera poco sutil y se agarraba el costado adolorido al borde del llanto, por el brazo suelto que colgada de su hombro, Obito podía apostar a que, si su brazo no estaba roto, al menos estaba dislocado.
—¿Quieres decirnos que es lo que sucedió? —preguntó suavemente Obito mientras se sentaba a su lado y ponía una de sus manos en la rodilla de la niña de nueve años, ignorando las preguntas desenfrenadas de Kurenai y Rin, o los gruñidos amenazantes que soltaba Kakashi similar a un perro guardián gruñendo advertencias de agresión.
Kakashi parecía extremadamente furioso de una manera que incomodaba de sobre manera a Obito, pero no es como si no pudiera entenderlo, él mismo estaba bastante enojado al punto en que su apariencia de falsa calma era solo para no terminar arremetiendo contra todo el jodido pueblo en un ataque de ira.
Con el paso del tiempo, era inevitable que Jin se ganara un espacio en su vacío y solitario corazón oscurecido.
—Mm-mm... —Jin negó con su cabeza mientras gruesas lágrimas caían de sus ojos y Obito asintió ligeramente sin presionarla, pero sus ojos difícilmente se apartaron de la mirada de Jin.
Faltaba su brillo habitual, sus ojos vibrantes de un tono fucsia que parecía un rosado fluorescente cada vez que se emocionaba o los tres pequeños corazones habituales que solían ser los brillos debajo de sus pupilas.
—Ya veo... —Obito tomó suavemente la mano de Jin y le sacó el cole de la muñeca antes de peinar suavemente el pelo de la niña con sus dedos y hacerle una coleta alta, floja y completamente desordenada—. Con esas heridas, el cuerpo te debe doler mucho, ¿Vamos a enfermería?
Él era ninja, no peluquero. Con suerte agarraba las tijeras y se cortaba el pelo porque no quería parecer un segundo Madara -aunque en un pasado poco distante y un próximo e incierto futuro, él lo había sido-.
—Mm-mm... —Jin volvió a negar y Obito compartió una mirada con Kakashi.
—Entonces, no vayamos a la enfermería —continuó Obito con suavidad, mirando las ligeras marcas de manos en la garganta de Jin y sintiendo como sus viejas ansias asesinas ronroneaban y gruñían en su interior, sus ojos miraron cruelmente las marcas.
—¡Pero Obito, ella necesita ir...! —exclamó Kurenai preocupada por Jin, pero Asuma, quien había estado contemplando la situación en silencio, la detuvo ligeramente mirando con los ojos entrecerrados a la niña.
Honestamente, no le caía bien debido a que sentía que le estaba quitando su precioso tiempo con Kurenai y porque la niña de ojos rojos parecía favorecer a Jin por sobre todos, pero Asuma tampoco le deseaba deliberadamente el mal como para que llegara totalmente golpeada el día en que se supone que deberían de dar el examen final.
Aun así, para que Jin, quien entrenaba constantemente se dejara dar una paliza así y no quisiera ir a la enfermería, cuando rogaba ruidosamente que la llevasen a la enfermería después de algún duelo o entrenamiento con Guy, significa que algo más estaba pasando.
Algo grande.
Algo que quizás no les concierne.
Algo, que solo ella debería decir cuando decir.
—Entonces estaría bien si te traemos un poco de hielo, ¿Verdad? —habló suavemente Obito y Kakashi ni siquiera esperó la respuesta positiva de Jin antes de desaparecer en un sunshin -ese presumido- hacia la enfermería.
—Mmm... —Jin dudó, pero al final asintió lentamente.
—Jin, ¿Puedes hablar? —preguntó suavemente Obito mientras pasaba sus dedos delicada y superficialmente por los moretones en el rostro de la niña, Jin hizo un gesto de más o menos— ¿Sucedió algo con tu lengua o dientes? —Jin negó— ¿Te duele la mandíbula? —Jin asintió
Obito tomó cada maldito gramo de su fuerza no prender su Sharingan de la pura rabia que estaba sintiendo.
¿Quién se atrevía a golpear a una niña pequeña de esta forma?
—Mira, tus bonitas manos, con las que cocinas tan rico y escribes historias tan interesantes, están heridas, ¿Por qué no dejas que Rin te las cure? —Obito tomó las delicadas y pequeñas manos de Jin entre las suyas, notando lo pálidas que eran detrás de ese tono morado negroso y verde amarillento.
Sus ojos brillaron ligeramente de rojo en el centro, pero se calmaron.
—... —Jin permitió que Rin utilizara ninjutsu médico en ella, sin saber que la castaña compartió una mirada con Obito y, antes de que se diera cuenta, Rin estaba jadeando ligeramente horrorizada.
—Lo siento... —murmuró Rin—. El daño es bastante, no es algo que alguien en mi nivel pueda curar, aun no soy capaz de sanar huesos rotos —Jin asintió comprensivamente—. Pero Tsunade-sama está aquí para ayudar con las evaluaciones genin este año como lo hizo el anterior, la llamaré —Rin se levantó y se fue intentando ir lo más calmada posible, pero Obito podía notar como la castaña temblaba intentando no correr hacia su maestra.
Otro de los curiosos cambios de la vida, al acercarse tanto a Shizune, Rin terminó aprendiendo de la misma Tsunade. Por supuesto, Rin había mejorado abismalmente, pero su chakra no acompañaba su monstruoso talento. Ella podía manejar gran variedad de técnicas, pero con el chakra tan bajo como el suyo, era limitado la cantidad de cosas grandes que podía hacer por día.
—Estarás bien, Jin-chan —consoló suavemente Obito y acarició un mechón de pelo que se le soltó porque definitivamente, él no sabía hacer peinados. Mirando el moretón en su ojo que apenas le permitía abrirlo, Obito sintió que justamente aparecía Kakashi con la compresa fría y él la recibió sin siquiera preguntar nada para ponerla suavemente en el ojo morado de la niña.
Kakashi se cruzó de brazos mientras se dejaba caer pesadamente al lado contrario de Jin con los brazos cruzados, mientras uno de sus pies tocaba suavemente la pierna de Jin en un intento de consuelo sin tocar posiblemente una herida y empeorarla.
Kurenai, por otro lado, decidió que era una buena idea estar sentada en el suelo enfrente de Jin mientras una de sus manos estaba sobre el regazo de la niña herida, mirándola con preocupados ojos carmesíes. En momentos como estos, Obito agradecía que Guy realizara entrenamientos en cada maldito milisegundo que tuviera disponible, porque su ruidosa presencia no estaba en ningún lado como para hacer preguntas molestas.
Claro, tal vez podría ayudar a Jin, pero Obito supone que lo que más necesita ella ahora no era ánimos, sino que simplemente estuvieran ahí para ella en silencio, demostrándole que era valiosa y apreciada.
Joder, en momentos como estos, odiaba que el bastardo de los senbons fuera dos años mayor que ellos y que Shizune y otros fuesen mayores y se hubieran graduado antes, porque de lo contrario, Genma podría soltar algunos chistes para que Jin riera un poco, mientras que Shizune podría curar alguno que otro hueso roto.
Obito suspira internamente, Jin solía hacerse amigo de los niños mayores, por lo que no era de extrañar que ella estuviera este ultimo año un poco sola y se aferrara a Kakashi, Rin, Kuranai, Guy y él, demonios, incluso se aferraba un poco a Asuma el cual casi que la consideraba un poco su rival amorosa por la atención de Kurenai.
—¿Qué demonios...? —Tsunade miró fijamente a Jin y frunció el ceño ferozmente, por lo que Kuranai le abrió paso a la rubia e inmediatamente acostó a Jin en el suelo mientras realizaba un rápido jutsu de chequeo básico, haciendo que su ceño se profundizara aún más y de su boca salieran algunas maldiciones mientras sus ojos ardían en una profunda rabia apenas contenida.
Aun así, la rubia empezó a curar a Jin ligeramente y luego la llevó a la enfermería para curarla en un lugar más privado.
—¿Qué es lo que pasó, Rin-chan? —preguntó Kurenai preocupada y afligida.
—A pesar de las heridas que vimos superficialmente, Jin tenía un brazo roto y dislocado, la cadera ligeramente dislocada y tres costillas rotas —el rostro de Rin estaba oscurecido—. No mostraba signos de haber luchado o haberse resistido, de lo contrario, creo que sus heridas podrían haber sido peores, también tenía una ligera conmoción cerebral.
Un gruñido feroz escapó de la garganta de Kakashi mientras que sus ojos negros como los de un lobo furioso gritaban asesinato y Obito casi que dejó escapar inconscientemente un poco de aura asesina. En este punto, Obito podía considerar a Jin como una de las pocas personas valiosas para él en su vida.
Originalmente, Kakashi no actuaría tan desmedido e impulsivo en la línea de tiempo original, Obito supone que debe ser algo relacionado con cosas del clan y el vínculo intrínseco que forman los Hatake con sus invocaciones caninas. Con Sakumo guiando a su hijo cuidadosamente en todo lo relacionado con sus raíces e instintos, Kakashi se parecía en muchos aspectos a un Inazuka, pero con la personalidad cautelosa y desconfiada de un viejo lobo experimentado que está alerta a las posibles amenazas a su manada.
Por cierto, esa es otra de las cosas que cambiaron en este mundo, Kakashi sentía que su pequeño grupo de amigos era parte de su manada. Sakumo-san les había explicado -a espaldas de Kakashi- lo que significaba y conllevaba ser parte de la manada de un Hatake, lo cual, irónicamente, explicaba muchas cosas tanto en el pasado como en el presente que delataban la personalidad de ambos Hatake. Especialmente, era una gran luz sobre el hecho de que Sakumo se viera tan afectado y golpeado luego de que su equipo le diera la espalda después de decidir que salvarlos era muchísimo más importante que la misión.
Sakumo eligió muy mal a sus compañeros de manada, Obito supone que quizás fue una medida desesperada para consolarse luego de la muerte de su mujer.
Obito se siente un poco mal por estar tan decidido a fingir su muerte cuando sabe donde está el viejo bastardo de Madara y como llegar a él, Kakashi caería en una pequeña depresión por su culpa, pero tendría a más miembros de su manada para ayudarlo y, esta vez, no permitiría que Rin se suicidara por su mano, así que todo debería estar bien, ¿No?
-Obito realmente espera que esto suceda, porque por primera vez, siente que tuvo un vinculo sano con Kakashi y no de dependencia con Rin. Por fin podía estar disfrutando el estar vivo de una manera que nunca comprendió ni siquiera en su infancia-.
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Nuestra pequeña Jin a sufrido una paliza total y no quiere hablar de ello!
Obito no puede evitarlo, cada vez que recuerde este día en el futuro, ganas de protegerla y cuidarla -y muchas ganas de asesinar- se asentarán en su corazón, ¡haciéndolo muy peligroso!
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