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LXX. Pinturas

Kiriya, cuando denunció el contacto entre Danzo y Orochimaru, nunca creyó que se veía envuelto en esta situación, pero mirando a su Hokage casi con amargura, aceptó la misión cuidar y vigilar de dos de los mocosos que fueron rescatados de Raíz.

Vagamente, se preguntó si se los podría dejar a su linda hermanita menor.

Ella ya era madre, seguramente sabría cómo cuidar niños, ¿Verdad...?

Con un rápido henge que le hacía lucir como un shinobi normal, en vez de un shinobi de las sombras como lo era el equipo de operaciones especiales Anbu, Kiriya tomó la mano de los dos niños que lo miraban con ligera curiosidad, pero lo disimulaban bastante bien para su casi completa consternación.

Ah, con que eso era ser una pequeña rata experimental de Danzo, ¿Eh? Incluso a esa tierna edad de 7/8 años, ellos podrían ocultar sus emociones lo suficiente como para rivalizar como un adulto promedio.

Lástima que él había pasado mucho tiempo en Anbu y reconocía mejor que nadie ciertas cosas.

Pero no sabía tratar con niños.

Que su hermana una vez lo haya maquillado y peinado dicen mucho de él, Kiriya amaba con locura a su hermanita, pero aparte de mimarla, él no sabía que más hacer.

Bueno... en realidad dudaba que alguien en su familia realmente supiera cuidar niños... sus padres siempre contrataban a alguien para que los cuidara y solo cuando llegó Elise empezaron a ser padres un poco más presentes, pero tampoco es como si hubieran estado todos los días de su vida con ella, puesto que recurrían a constantes viajes de negocios para ganar más dinero y expandir sus negocios.

-e intentaban llenar su poca presencia en la vida de sus hijos con regalos costosos o dándoles, sin siquiera cuestionar, una cuantiosa cantidad de dinero. Quizás la edad fue lo que los ablandó con Elise instándolos a que estuvieran más presentes en la vida de su hija menor o el hecho que haya sido su primera niña. Una niña milagrosa que no debería de haber nacido y fue un parto complicado en donde casi mueren madre e hija-.

Mmm... si... debería dejar que los criados se encarguen de los niños.

O eso quería hacer hasta que de repente su hermana tenía un brillo diabólico en sus ojos celestes y los niños ya no estaban a sus costados, sino que en los brazos de su hermanita siendo mimados, besados, abrazado y alabados con dulzura.

¿Es ese... ese era el legendario instinto maternal del que sus compañeros hablaban?

Kiriya miró en silencio volviéndose uno con el ambiente el cómo Elise parecía conocer a ambos niños de toda la vida y esos niños emocionalmente estreñidos empezaron a florecer bajo su tierno cuidado.

-¿Cómo siquiera hacía eso? ¿Tenía algún tipo de magia o su chakra calmante tenía algo que ver con su capacidad extraordinaria y antinatural de poder conectar con todos a su alrededor y hacer que sus vidas fueran felices, reparando cada daño, herida y tristeza en sus almas hasta lograrlos volverlos personas decentes? Kiriya encontraba a su hermana fascinante, un raro espécimen que era capaz de insertarse rápida y eficazmente en los corazones de las personas y hacerlas florecer con solo unas cuantas palabras. Elise era capaz de hacerlos más felices de lo que jamás podrían haber sido de ser si no la hubieran conocido-.

El albino le dirigió una mirada a su cuñado, el Uchiha lo miró y se encogió de hombros.

En menos de una semana, los niños que había traído a su casa eran parte de la familia Uchiha-Kaneko y Kiriya miraba con incredulidad los papeles de adopción que sostenía en sus manos.

No se supone que todo fuera tan...

Oh...

¿Este era el plan original de su Hokage?

Mirando a Uchiha Shisui ser derribado por niños emocionalmente estreñidos bajo el comando de Elise, Kiriya cree que tal vez haya aceptado al ver la pequeña sonrisa en el rostro de su cuñado. Shisui estaba un poco demente, pero si tenía más pequeños niños que cuidar, seguramente no se podía volver tan loco, ¿No?

-aunque sinceramente, no le molestaba. Siempre y cuando su hermana estuviera presente, el Uchiha era la persona más cuerda del mundo, una persona radiante, alegre, feliz, compasiva, caballerosa y todo lo positivo, en sus misiones era simplemente un ninja ejemplar, un prodigio sin igual, pero cuando se trataba de su hermana y su bienestar...-

-pero honestamente, tampoco es como si los Kaneko estuvieran tan cuerdos en primer lugar, todos tenían sus tornillos sueltos y su moral, en el mejor de los casos era gris-.

Con una pequeña sonrisa, Kiriya disfrutó de sus vacaciones pagadas mientras miraba a su adorable hermanita menor ser una bola activa de amor -y hacer el trabajo que se suponía el cual le habían asignado-. Elise parecía iluminar el mundo con solo su presencia, cualquiera que la viera pensaría así y, mientras pensaba en eso, veía como su cuñado se escapaba discretamente intercambiándose con un clon y sentándose a su lado.

—Bueno... ¿Dónde conseguiste los niños? No te veo como alguien que recoja niños porque sí —inició Shisui mirando al albino el cual se encogió de hombros.

—¿Y tú? ¿Cómo conseguiste a Kimimaro? —preguntó el albino desviando la pregunta.

—Mmm... en la misma aldea en la que encontramos a Karin y su madre —respondió fácilmente—. Entonces... ¿Cómo conseguiste los niños?

—Hablas de ellos como si fuesen objetos u animales, no es muy ético de tu parte siendo padre —señaló con desdén el albino.

—No es ético que traigas a niños de raíz a casa cuando Elise tiene que cuidar de Kagami y Kimimaro —habló tajantemente el azabache mientras estrechaba sus ojos peligrosamente, casi amenazantes.

—¿Cómo...?

—Tengo mis métodos. Ahora, responde —los ojos de Shisui se volvieron crueles y Kiriya chasqueó la lengua cruzándose de brazos y desviando la mirada.

—...

—Estoy esperando —habló con crudeza y el albino suspiró.

—El Hokage me dijo que cuidara y vigilara de estos niños, que los volviera a insertar en la sociedad y esas cosas —respondió amargamente el hombre—. Es una misión, pero como ves, Elise me los robó antes de que pudiera hacer nada y, sinceramente, ella es mucho mejor cuidando niños que yo.

—Hum... ciertamente Elise es muy buena con los niños —Shisui se rio entre dientes mirando a su pobre clon siendo sometido a los juegos de Elise con los niños—. Es como si ser madre fuera natural en ella —los ojos de la azabache se fijaron en el pequeño bebé azabache que sostenía suavemente entre sus brazos.

—Mm... no sabría decirlo con certeza, madre no fue muy cercana a nadie al igual que padre —Kiriya se encogió de hombros.

—Mm... ya veo, supongo que Elise tiene algo natural en ella que atrae a las personas —habló Shisui mirando a Elise siendo feliz rodeada de esos niños que recuperaron su sonrisa.

—Tal vez, hay algo en ella que hace eso —Kiriya se encoje de hombros simplemente.

—Si... Elise es como el bálsamo que cura las heridas que ni siquiera sabías que existían —continuó Shisui.

-por eso, Elise debería ser protegida y guardada bajo mil llaves, pero también debería recibir todo lo bueno que este sucio y cruel mundo tenga para dar-.

—Ella es como un conejo —habló Kiriya mirando a su hermana—. Supongo que es eso lo que la hace interesante.

—...

—En un mundo donde todo es violencia y matar o morir, supongo que un ser tan inofensivo, cálido, esponjoso y suave como Elise es algo raro, incluso llegando a ser confortable el hecho de que no represente amenaza alguna —continuó el albino—. Es como si pudieras ser tú mismo porque ella es tan vulnerable, que no importa lo que diga o haga no es como si las cosas fueran a cambiar, ¿Cierto?

—Como civil no tiene voz en el mundo de los shinobis, incluso si fuese así, ¿Por qué deberían de creerle a una civil cualquiera contra un shinobi que conocen? Y, a su vez, como es civil, no está ensuciada por este mundo de crueldad y matanzas —Shisui miró a Elise y luego al techo—. Es un punto de vista interesante.

Elise rio mientras miraba como Kimimaro, Sai y Shin se llevaban bien, saber que todos estos "personajes" tuvieron pasados/destinos tan trágicos le rompía el corazón, pero ahora que estaban en sus manos, ella se aseguraría de que mientras estuvieran con ella, nunca les faltaría amor, cariño o felicidad bajo su cuidado.

-hace tiempo atrás, pensaba en todos como meros personajes. Seres tan lejanos a ella que su sufrimiento ni vidas le concernían, pero desde que empezó su relación con Shisui, entendió que son humanos y esta es ahora su nueva realidad y, desde que nació su pequeño y hermoso Kagami, Elise no puede creer lo estúpida que fue como para pensar en este mundo como ficticio cuando vivía en él-.

-Elise daría su vida por sus hijos, incluso por aquellos hijos con los cuales no comparte sangre-.

Se encargaría de que ellos recuperaran toda la niñez que perdieron por culpa de adultos egoístas y egocéntricos que se olvidan que alguna vez fueron niños.

-una llama de determinación ardió en su corazón, un fuego feroz y amenazante que rogaba por consumirlo todo, encadenado en gruesas cadenas que se encargarían de mantener el fuego a raya para que no quemase el bosque-.

—¿Quieren pintar? —preguntó suavemente Elise y los niños la miraron con brillos en sus ojos, incluso Kimimaro había ganado un gusto peculiar por la pintura, aunque prefería los efectos visuales de pintar capa por capa en resina, incluso si eso hacía que se demorase muchísimo tiempo y fuese un trabajo que requería cantidades ridículas de paciencia.

Elise llevó a los niños a su estudio de pintura y los dejó jugar con sus pinturas. En cualquier otro niño, habría sido completamente descuidado de su parte y muy irresponsable, pero estos niños lamentablemente no eran chicos normales; habían pasado toda su vida jugando entre la vida y la muerte, comparar unas cuantas pinturas a la mortalidad de un Shuriken, Kunai o un jutsu mal ejecutados es una estupidez.

Aun así, les advirtió sobre cada tipo de pinturas que tenía, les enseñó distintos pinceles y materiales de pintura e incluso de escultura.

También les advirtió sobre como si querían pintar en óleo deberían de abrir los enormes ventanales para que no sufrieran algún tipo de intoxicación y...

Varios minutos después, los tres niños pudieron pintar a gusto y el pequeño Kagami tenía sus manitos regordetas llenas de pinturas de diferentes colores, pero aptas para niños.

Elise soltó una pequeña risita al ver a Kagami haciendo un lío de colores, incluso sus dos nuevos hermanitos se acercaron y no pudieron evitar reír ante la "obra maestra" de Kagami, la cual consistía en un sol rosado y amarillo, con muchas bolas de colores entre el rosado, el blanco y el negro.

Era un desastre.

Un completo desastre.

Les encantó.

Elise miró los dibujos de sus niños y mostró interés en ellos, eran muy hermosos de formas tan distintas que derritió su corazón.

—Tus trazos son muy suaves Sai, ¿Cómo haces esos efectos de grosor y delineado? —preguntó interesada Elise mirando el león chino que había hecho el niño.

No era perfecto y ni siquiera se acercaba a los dibujos que hacía el Sai adolescente ni mucho menos al Sai adulto, pero podía verse como iría evolucionando en el futuro.

—Mm... aplico distintos tipos de presión y... —Sai empezó a explicarse al ver el interés de su nueva "mamá" en sus dibujos.

No entendía muy bien el porqué se emocionaba, pero inconscientemente una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras hablaba sobre sus dibujos y como replicarlos.

—¡Pues el mío tiene más color! —exclamó Shin cruzándose de brazos y haciendo un puchero.

Su hermano era tan ruidoso, incluso era grosero al interrumpir su conversación, Sai adoraba a su hermano aún si era un niño ruidoso, impulsivo, precipitado y vulgar.

Era un milagro que Shin no haya soltado malas palabras frente a su nueva madre.

-Sai supone de cierta manera que la presencia intimidante y ligeramente asesina del esposo de Elise tiene algo que ver en que Shin se comporte y contenga su lengua. Shisui ciertamente no parecía del tipo de hombre que perdonaría una falta de respeto hacia su esposa, incluso si ocultaba sus intenciones asesinas detrás de una dulce y soleada sonrisa, Sai y Shin siempre estaban ligeramente tensos cuando el hombre se les acercaba sin Elise a su alrededor-.

—Es cierto, el contraste de los colores es muy bonito —asintió de acuerdo Elise y empezó a buscar algo en el dibujo para llamarle la atención—. Me gusta como quedó el pasto, se ve vibrante, vivo —habló Elise mirando las tonalidades de verdes.

—¿Enserio? —Shin estaba sorprendido, él solo pintó y agarró colores al azar, no tenía una técnica tan sofisticada y elegante como Sai y tampoco tenía un estilo artístico como Kimimaro, el cual estaba poniendo una capa de resina a una pintura.

—Si, no sé si habrás oído de esto, ¿Pero sabes lo que es la teoría del color? —preguntó Elise mirando al niño el cual ladeó su cabeza confundido— La verdad es que he escuchado muchas cosas buenas de esta, pero en realidad no sé aplicarla —Elise suspiró—. Pero creo que, si eres tú, podrías intentarlo y ver que tal —Elise le guiñó un ojo y Shin se sonrojó ligeramente.

—Hum... supongo... —habló Shin con las mejillas sonrojadas y apartando la vista.

—¡Mm! Kimimaro eso se va a ver muy bien cuando le pongas las siguientes capas de pintura —Elise miró con brillos en sus ojos el arte de su primer hijo, el albino apartó la mirada con un pequeño sonrojo—. Estoy ansiosa por esperar el resultado, ya quiero ver ese proceso de cómo se van formando ese hermoso paisaje y animales que haces capa por capa.

—No te decepcionaré, mamá —habló suavemente el albino y Elise le revolvió el cabello con cariño.

—Nunca lo harías, cariño —sonriendo en grande, Elise miró traviesamente a los niños y los atrajo a un gran abrazo grupal.

—¡Espera, estamos sucios y... ugh! —Shin se apretujó contra Kimimaro y Sai, sus manos coloridas mancharon el rostro de Sai y de Kimimaro, pero el azabache del grupo acomodó sus brazos para estar en una mejor posición y terminó manchando de negro a sus hermanos.

Kimimaro solo pudo aceptar el pobre destino de su ropa nueva y negar ligeramente con la cabeza.

Elise no tenía problemas en ensuciar y estropear ropa a lo loco, estaba tan acostumbrada o tener ropa de sobra o comprar nueva que simplemente le daba igual.

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