𝘁𝘄𝗼. unexpected night
chapter two. ★ ㅤso it goes
max verstappen.
La música resonaba en el ambiente mientras aturdía mis oídos. No caía en la cuenta de cuantas veces me lamentaba por venir a este tipo de lugares sin razón alguna. Realmente los odiaba.
Pero en este caso si tenía excusa. Lando junto con McLaren habían organizado una fiesta de celebración por su exitosa victoria en Miami. Debo decir, sorprendente. Admití mientras le daba un sorbo a la cerveza.
Esta temporada había tan solo dado comienzo, y ya me estaba volviendo loco. De lo que va de la temporada, he ganado cuatro carreas de seis consiguiendo el trofeo de oro arriba de todos los podios. En verdad, no sabía como lo había logrado.
Resulta ser que el desempeño del auto este año no es nada comparado al del anterior. La temporada de 2023, fue fenomenal e histórica. Conseguí mi tercer campeonato mundial igualando a muchos ex campeones del mundo y batiendo récords. Había sido el hombre de la temporada, sin duda.
Sin embargo, esta temporada no se siente así. No sentía dominación por mi parte, ni tampoco por el equipo. Australia me dió un golpe bajo cuando Ferrari obtuvo la victoria.
Fue una herida que me costo superar. No solo porque un equipo que no sea Red Bull haya tomado la punta, sino porque he decaído posiciones terminando P19 por fallas técnicas. Hasta el día de hoy, deseo con todo mi ser extinguir ese recuerdo de mi memoria.
Me consideraba un piloto completamente enfocado, auto determinante y competitivo. Era para lo que estaba en la Formula Uno, no venía a divertirme. Siempre me tome muy enserio las carreras y quiero ser el mejor, por algo mi numero de grilla es 1.
Al ganar los Gran Premios de Japon y China, conseguí un poco de satisfacción conmigo mismo. Sentía que las piezas se volvían a encaminar por si solas. Ya que debido a esto, sacaba gran ventaja en el campeonato de pilotos y constructores.
En Miami imagine que lo alcanzaría, pero mi victoria fue arrebatada por nada mas que mi gran amigo del equipo fosforescente, Lando Norris.
Con Lando sostenía una gran amistad. La relación perdura desde los días en karting y en distintas carreras. Siempre fuimos muy cercanos y confiados en el otro. El memorable recuerdo de como, el joven ruloso fue el primero en saludarlo al recibir la noticia que había salido campeón del mundo en 2021, siempre le viene a la mente.
No estaba molesto, esta feliz por Lando. No existía sentimiento mas emotivo que obtener una primera victoria.
Mi mirada recae al ya vacío vaso de cerveza. Expreso una mueca de decepción al ver que debía pedir otra. El sabor amargo se me hace presente en la boca al memorizar porque me encontraba en ese mismo lugar.
Kelly.
La imagen de la joven me vino inmediatamente a mi recuerdo privándome de cualquier felicidad alguna. No lograba despegar de su mente los últimos momentos convividos. Gritos, palabras hirientes, llantos, y lagrimas derramadas era lo único que pasaba por mi cabeza.
Era tan solo un joven crío de 17 años cuando Kelly se presento en mi vida. Mas bien, cuando mi padre arreglo esa presencia en mi vida. El había tenido la excelente idea de emparejar a su querido hijo, con la prodigiosa hija de un gran ex campeón del mundo, Nelson Piquet.
Al enterarme de lo que se me venía, quería encerrarme en la habitación y no salir nunca mas. Odiaba a que mi padre tuviese tanto poder sobre mis decisiones, que manejara mi vida como si de un auto se tratara.
Jos lo parafraseaba comentando los beneficios y excelencias que le traería en su futuro una mujer como Kelly Piquet. Y por un momento juré creerle. Pero todo se derrumbo al momento de lanzarlo al mundo de las redes sociales, cuando no recibimos mas que comentarios nefastos y negativos por la notable diferencia de edad. Yo de tan solo 19 años en ese momento y ella de 28.
Pues claro, ¿a quién en su sano juicio le parecería aceptable eso?
Sin embargo, los años pasaron, y las cosas cambiaron. Por un momento, empece a cariñarme con mi pareja, poco a poco debido a los momentos de convivencia. Los abrazos luego de las carreras, sentir su mano calmando sus nervios, las noches juntos. Empece a sentir lo que es ser amado.
Asimismo, no quitaba el hecho de que fuera alguien la cual pudiese amar. Deseaba con toda agonía poder expresar sentimientos hacia Kelly, intentaba caer por ella, enamorarme. No podía. Le quería, la respetaba y le tenia cariño. Pero no la amaba.
Y ya no toleraba mas esta tortura. No podía vivir bajo las sombras, escondiéndome, y privándome de una vida feliz. Quería enamorarme, estar rendido a los pies de mi futura amada, y quererla hasta la muerte.
Todo se derrumbó cuando no pude ahogar mas mis penas en ese casa, y decidí despejarme. Una cosa llevó a la otra, y ahora me encuentro aquí pensando sinceramente en las acciones que estoy tomando.
Largo un suspiro agotador, al no saber dónde deparara mi vida amorosa. Estaba en un club lleno de mujeres bonitas quienes probablemente estarían interesadas en pasar una noche con el gran piloto de red bull, pero no era de esos.
Mis amigos se encontraban con sus respectivas parejas escabulléndose por alguna parte del inmenso club, así que eran solo el, su trago de gin tonic y el mismo.
Solo quería que esta noche acabará.
Estaba por recibir su próximo vaso de felicidad cuando siente una incomodidad pesada en su cuerpo. Con gran reacción, logra sostener con fuerza el cuerpo que había sido chocado sobre el.
Evitando su caída, sostengo a la joven fémina, por sus caderas, tratando de no insinuar cualquier cosa. Brindándole apoyo sostenible, evadiendo una grave caída.
Poso mis oceanicos ojos azules en el rostro de la mujer que ahora se encontraba entre mis brazos, para reconocerla.
Y de repente es como que todo a mi alrededor se frenó, mas bien dicho se congelo y solo existían los ojos marrones de la joven morena. Incluso Kelly. Fue ahí donde jure creer que me marearía en ese instante sino fuese por el apoyo que me brindaba la mujer sosteniéndome de mi cuello, con un agarre suave pero firme.
La cabeza me daba vueltas y sentía que podía perderse en esos ojos, nadar y ahogarse en ellos. Una sonrisa se escapa de la boca de la fémina y sentí mis piernas temblar.
No podía asimilar lo que me estaba sucediendo, nunca había experimentado tantas emociones mezcladas en un periodo tan corto de tiempo. No sabía como comportarme frente a una chica, joder me sentía como un adolescente.
—Joder, lo siento tanto.
¿Acaso estaba escuchando a un ángel?. No sabía que lo había hipnotizado mas si su manera de hablar o el hecho de que haya maldecido sin precaución alguna frente a él.
En un instinto de reacción, logre mantener de pie a la joven. Me encontraba estático, no entendía porque mi estomago crujía o porque me costaba dificultades transmitir una sílaba.
¿Era el alcohol? Definitivamente era el alcohol.
—¿Eres de chocarte con personas muy a menudo? —pregunto, con cierta confianza tratando de ocultar su nerviosismo.
Una carcajada brota de los labios de morocha y Max afirma que no podría seguir con esto mucho mas o se desmayaría urgentemente. —De hecho, si, no te sientas especial.
La ceja derecha max es arqueada. —¿No crees que debería? Te acabo de salvar la vida.
La joven logra aferrar su labio inferior en sus dientes tratando de no dejar salir otra sonrisa. Nunca me había parecido ese gesto tan tierno y extravagante a la vez, en una mujer.
—Cierto. —ríe nuevamente. —Gracias...
Quedé atónico, al notar la sensación de desconocimiento, en la joven. No tenía ni una idea de quien tenía enfrente. Y eso me gustaba aun mas.
—Max.
—Rachel.
Fue inevitable que sus pupilas dilatadas por parte de ambos se volviesen a juntar y a experimentar millones de sensaciones externas a lo que podían a llegar a imaginar.
—No eres de por aquí, ¿cierto?
—Una leve risa contagia los labios de la morocha al descubrir que había notado su intenso acento británico. —Así es, nacida y orgullosamente criada en Inglaterra.
—Interesante. He estado bastantes veces allí, ¿como no te he encontrado antes?
Joder, no podía controlar las palabras que amenazaban con escapar de su boca. Solo juraba no incomodar a la bella chica con mi estupidez humana.
—Bueno digamos que se esconderme bien en Inglaterra, la cual, es gigante. —la morocha le regala una sonrisa de labios cerrados, mientras yo solo asentía y trataba de asimilar las palabras de Rachel, tratando de no perderme en sus ojos nuevamente. —¿Qué tan frecuente viajas a mi país?
—Una vez al año, como seguro.
—Eso es increíble, ¿por que tan seguido?
—Digamos, que por trabajo. —agrego rascándome nerviosamente detras de las nuca, rezando para que la morocha evada la intriga sobre mi profesión.
La morocha asintió levemente dejándome con la duda si había compartido alguna incomodidad para la joven.
La cabeza le daba vueltas y el aire amenazaba con atascarse en su garganta cada que la joven morocha emitía suspiros.
Lograba sentir un gran peso centrado en el estomago, que se esparcía por toda mi sangre y me hacía cosquillas en las extremidades.
Parecían solo eternidades, cuando sus ojos se topaban y se mezclaban entre ellos. Ambos juraban que habían pasado tan solo siglos desde que sus miradas se entrelazaron.
—Eres preciosa Rachel. —Expresé en un susurro que era mas para mi, que para ella.
Por dios, que mierda le sucedía.
—Dios, yo...
—Con un leve sonrojo en sus mejillas y sin saber muy bien que decir, Rachel logra interrumpirlo. —Gracias Max. Eres el primer hombre de la noche que me dice eso, eres especial.
Agradeció internamente a la fémina por hacer que el momento de incomodidad se esfume regalándole una sonrisa por mi parte.
—Ya lo sabía. —Río ante la tajante acción de la morena al revolear sus ojos en señal de arrogancia.
—Tan arrogante.
—Y tu tan bonita.
Debía parar. Urgente. El alcohol lo estaba matando.
La fémina odiaba que el hombre desconocido la haga sonrojar como una niña. —Ya, para.
—Solo si me concedes un baile. —Esta chica lo estaba volviendo loco. No sabía absolutamente nada de baile. Me estaba replanteando en que exactamente me estaba metiendo.
No me da momento para echarme atrás cuando ya soy impulsado por la morena hacia el murmullo de gente.
. . .
narrador omnisciente.
Ambos lograban creer que todo lo que resonaba en el escandoloso bar eran los latidos de ambos y las contagiosas risas. Max sentía que el corazón le explotaría de lo fuerte que latía. Nunca le había sucedido algo como esto.
La pareja disfrutó de una noche llena de estrellas bajo un ambiente techado bailando al ritmo de las melodías. La alegría que se generaba cada que uno hablaba o simplemente se miraban, los hacía sentir un escalofrío uní potente.
Max no podía dejar de admirar a semejante mujer. Prometía ser una mala jugada que el universo le estaba proponiendo y que sería en tan solo horas que se despertaría del sueño angustiado y deprimido. Porque no quería que se acabe.
Los movimientos de la morocha lo volvían totalmente demente. Era tan ligera, sencilla y terriblemente irresistible ante sus ojos. Las palabras obscenas que se reproducían en su mente, no eran en absoluto sanas y el hecho de que sus curvas resalten aun mas en la danza, lo aniquilaba.
No lograba descifrar que era esa presión que sentía en su corazón esparciéndose hasta su estomago. Solo quería que dudara para siempre.
Las risas no cesaban, es mas, aumentaban cada segundo que pasaban escondidos tras una pared oscura del bar. No lograban entender las preferencias del otro, eran irracionales para cada uno.
—¿Cómo no te va a gusta el helado de frutilla?
—¿Cómo te va a gustar? Esa es la pregunta.
—Definitivamente no has probado uno bueno.
La mujer de ojos marrones no podía evitar que una carcajada escapará de sus labios cada que el rubio emitía una palabra y empezaba a avergonzarse al tan solo pensar que todo lo que decía le causaba gracia alguna.
Para Max era un acto extremadamente adorable, que solo aceleraba un poco mas de lo normal los latidos de su corazón. —El mejor helado es, sin duda, el de Monaco. Tengo que llevarte urgente.
Max sintió que le daría un infarto en el momento que la joven volvió a capturar su labio inferior en sus dientes reteniendo, una vez mas, una bella sonrisa.
—¿Es una cita?
—¿Qué me dices?
—Max eres un infante. —Ella hecha su cabeza hacia tras carcajeando por la reacción del rubio, mientras este solo se limita a apretar su labio inferior no queriendo reír.
La imagen de Rachel con su cabeza hacia tras riendo y retorciéndose en ese maldito vestido azul la estaba volviendo loco. Mas el hecho de que este en un vestido de ese color, su color.
Juraba que había sido importada de una pintura. En sus ojos se veía absolutamente perfecta. Sus bonitas y largas piernas se veían relucientes y amoldaban a que su cintura luzca increíble. La comodidad en la que lucía y brillaba en ese vestido que le asentía jodidamente bien, provocaba que el aire se atorara en la garganta del rubio dejándolo sin oxigeno restante.
Su cuello se veía involuntariamente cómodo, como para acercarse e inhalar su aroma mas de cerca, el cual lo ha estado mareando toda la noche. El suave y embriagante olor a vainilla mezclado con flores y aguas oceánicas, lo volvía loco.
No sabía que era lo que le sucedía exactamente, su cuerpo actuaba por inercia absoluta. Su cuerpo estaba siendo dominada por los ruidosos latidos de su corazón que Max presintió que la morocha podría oírlos.
No dudo en remover un revoltoso mechón de pelo para colocarlo tras su oreja, visualizando su bien tallado rostro. Su mano cálida, se desliza suavemente pasando de su oreja hasta depositarse en su mandíbula tomándola ligeramente.
Los leves suspiros y la atenta mirada de la joven incitaban a Max a continuar con su prometido. No fue hasta que los ojos del rubio se posaron en sus suaves, rosados y carnoso labios que se sintió fuera de este planeta.
Era totalmente, perfecta.
No fue hasta que Rachel rodo los ojos en señal de diversión mientras sonreía al notar la desesperación que emitía el joven. El sorprendente gesto fue algo reluciente y extremadamente erótico dejando estático al rubio de ojos claros.
Por lo cual, no dudo en conectar su brazo tras su cuello, y capturar suavemente su mano en los cabellos de Max debajo de su gorra, que se encontraba para atrás. Con el simple objetivo de acercarlo y conectar sus preciosos labios con los del prójimo.
Max definitivamente iba a fallecer. No solo el hecho de que este besando a la mujer mas hermosa y completamente fuera de su alcance, lo volvía loco, sino que ella haya tenido la iniciativa de tomar la delantera que el nunca tuvo. Jodidamente sensual.
El beso era profundo, suave que expresaba un revulelo de emocional en los estómagos de ambos. A su vez, enviaba descargas eléctricas a sus huesos que se escondían debajo de sus erizantes pieles.
Max no dudo en tomar las rindas de la situación una vez que deposito su enormes manos en la diminuta cintura de la joven, capturándola, no permitiendo salida alguna.
Profundizó el beso, haciéndose dueño de su boca, lo que generaba una corriente aspera en su cuerpo, a medida que su vestido rozaba con el cuerpo de él. Podía sentir como su cuerpo gritaba, casi urgía por entrar en contacto con el de la joven.
Sin perder ni un segundo mas, sus manos se deslizan alrededor de su cintura, atrayéndola más cerca de su cuerpo, mientras su beso se vuelve aún más ardiente y desesperado.
Moldeo su pequeño y tierno labio inferior suavemente, mientras lo besaba como si del fin del mundo se tratara. Estaba totalmente fuera de esta órbita a medida que la joven amenazaba con profundizar aun mas su boca. No era el único desesperado.
Pero todo su auto control se fue a la mierda cuando Rachel calzó sus suaves manos en su rigido y formado pecho. En un movimiento automático Max empujó firmemente, sin lesion alguna, a la morocha sobre la pared que se encontraba detrás de ellos, tomándola fuertemente de las caderas. Su mano derecha se posó en su mandibula queriendo sentirla aun mas.
Sus bocas se amoldaban a la otra, como si estuviesen destinadas. Max no procesaba lo bien que se sentía su cuerpo alrededor de su compañía, como si necesitara de él para subsistir. El acercamiento de su mano izquierda a el muslo derecho de la joven permitió que la fémina ahogara un gemido.
Max sonrió levemente en la secuencia del beso al saber que el había provocado eso. Delicadamente comenzó a apretarlo, envolviendo su pierna alrededor de su cintura sosteniéndola ágilmente.
Las neuronas no le funcionaban, no podía pensar con claridad. Quería a la chica, urgentemente. Aquí o en su habitación de hotel, simplemente no quería separarse de su ardiente tacto a pesar de que le quemara. Y no necesariamente de una forma sexual, simplemente quería sentir el calor de su cuerpo junto al de él.
Pero el destino estaba en otros planes cuando un ruido irritante se hace presente en los oídos de ambos, provocando una distancia entre ambos labios. Luego de que Max haya atrapado el labio inferior en sus dientes, mientras sus ojos se dilataban y no separaba la mirada de sus bonitos labios hinchados, causando un suspiro a la joven.
El celular continua sonando mientras ambos están envueltos en una órbita en donde el deseo y el calor los envuelve, no permitiendo que piensen con claridad a su alrededor.
—Yo.. —las palabras se le atascan en la garganta y traga suavemente tratando de emitir sílaba alguna. —Debería atender eso.
Max absorto en sus bellos ojos de ópalo, carraspea mientras asiente levemente, depositando la pierna de la joven en el suelo. Asimismo, despega sus manos de su cuerpo, que ahora se encuentran frías, debido a la ausencia de calor que había en ella.
Max detalla todos sus movimientos sin dejar de observarla. A medida que la joven trata de responder al numero requerido, se encuentra nerviosa debido a la intensa mirada de Max, que le provocaba un escalofrío de pies a cabeza.
—¿Lan?
Sin duda la pregunta lo descoloca aturdidamente. ¿Quién mierda era Lan?
—Yo... —la morocha logra formular palabras a través de los reclamos de su mellizo, debido a su desesperación repentina. Rachel ignorando los gritos de su hermano, se detiene en la mirada perdida de Max, que ahora se encontraba en el suelo.
Inhala profundo, mientras refleja sus ojos en los bellos pómulos del hombre. No podía creer que su hermano haya interrumpido un momento tan especial como ese. Lo asesinaría.
—Ya para. No me paso nada, estoy bien. —la morocha revolea sus ojos mientras observa como Max toma distancia para no oír la conversación. Quería gritar de frustración, Lando estaba arruinando la mejor noche de su vida.
Resignada de las insistencias de su hermano, coincide con el. —Si, si espérame ahí, enseguida salgo. Adiós.
Un suspiro brota de la garganta de la morocha mientras la irritación llega a su sistema. Definitivamente mataría a Lando.
Max continuaba con la duda en su cabeza, aun no consciente que la llamada había finalizado. ¿Era posible que estuviese con otro hombre? Sino le preguntaba urgente, la curiosidad le comería la cabeza.
—Lo siento, el estúpido de mi hermano quiere que lo acompañe a su hotel. —Max logra escapar una risa leve para confirmar sus duda, mientras el optimismo vuelve a su cuerpo.
—Entiendo. —Max asiente repetidas veces mientras toma pasos cerca de la morocha. —Solo dime que te volveré a ver, por favor.
Ya había expresado todos sus sentimientos hacia la joven que había conocido hace tan solo unas horas. Estaba embarradisimo.
Las suaves manos de la joven se hacen presente en los revoltosos cabellos de Max, acariciandolos suavemente. Max quería aferrarse a ella, pero lamentablemente debía dejarla ir.
Las miradas se conectaban explayando mas de lo que las palabras pueden y la joven deposita un beso en su mejilla antes de soltar sus cálidas manos y desaparecer tras la multitud del bar.
El sentimiento de vacío lo invadía, al saber que era probable que no volviera a ver a esa chica. De solo pensarlo lo consumía, y lo irritaba, mientras recostaba su frente en la pared en la cual instantes atrás su cuerpo estuvo recostado.
Estaba jodido.
. . .
ANNE'S NOTE 🪽
heeeeelllooo! segundo capp, perdon por la demora queria hacerlo bien detallado y me llevo bastante tiempo. estoy de vacaciones asi que voy actualizar lento porque quiero disfrutar mi vida!
opa si si ya se que fue todo re rapido! pero ya van a ver, no todo es de color rosa.... 😶
te agradecería si me dejas una estrellita o comentas, sino te es molestia.
los amo, bye :)
— sainzanne.
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