Prefiero estar muerto que estar sin ti.
Esa mañana de verano permanecería en la memoria de Jungkook por mucho tiempo, marcando el principio del fin. Quizás nadie comprendería, ningún ser viviente seria capaz de comprender la huella que quedaría plasma en su corazón como recordatorio de aquel hecho que en su momento parecía insignificante.
Cuando regresó a casa después de hacer unas pequeñas compras para hacer un pastel junto con Jimin, lo buscó por todas partes hasta que escuchó un sonido proveniente de la parte trasera de la casa. Salió a revisar inmediatamente y lo que vio hizo que todo su organismo dejara de funcionar.
Jimin estaba tirado en el suelo casi asfixiándose con el sudor presente en todo su cuerpo, sus manos se movían nerviosas por su pecho, parecía estar en una lucha contra la muerte. A un costado yacían las pesas que utilizaba Jungkook para hacer ejercicio, lo que lo ayudó a entender un poco la situación.
Jimin le había confesado que no podía realizar ningún tipo de actividad física porque se agotaba rápidamente, sonaba tonto pero así era, lo heredó de su padre. La cosa era que mientras no se esforzara en extremo en ese tipo de actividades todo estaría bien. Esa era la razón por la cual el chico no salia mucho de casa, teniendo en cuenta que tuvo que ver mucho el hecho de que al momento de saber sobre eso, Jungkook no le permitía hacer muchas cosas llegando a la decisión que era mejor que se permaneciera en el hogar, decisión que Jimin aceptó sin problemas.
Mientras Jimin seguía en el suelo, Jungkook solo estaba ahí parado como una estatua, sus piernas no respondían, no podía dar un paso. Buscaba en su interior las fuerzas para que su escuálido cuerpo hiciera algo pero nada, no había resultados. Nunca le había sucedió algo parecido.
El sonido de la voz de Jimin fue todo lo que necesitó para volver en sí.
—Jun- Jungkook —sus ojos cristalizados pedían ayuda a gritos.
Y como si hubiesen presionado un botón de encendido, Jungkook se movió rápidamente y se puso a su lado. Lo tomó entre los brazos y ingresaron a la casa. La habitación estaba muy lejos así que lo llevo hasta el sofá y lo recostó ahí.
Con la mente trabajando con todo su potencial, llevó ambas manos a la boca de Jimin abriéndola para darle respiración boca a boca, era lo que su intuición le decía que debía hacer.
—Vamos, cielo. Respira —las lagrimas brotaban por sus ojos como lluvia. Era un idiota por no haber hecho algo cuando apenas lo vio en ese estado.
Una, dos, tres veces le brindaba aire al chico con su boca y sentía que el mundo se estaba cayendo a sus pies pues no veía ningún resultado. No paró, no lo haría, lo intentó varias veces, lo estuvo haciendo por algunos minutos que pare él parecían horas. Estaba por darse por vencido, al percatarse que no conseguía resultados se culpó y recriminó por no haber llamado a emergencia, era un imbécil.
—Jimin —pronunció su nombre con pesar. El rostro del rubio ya estaba rojo y intentándolo una vez más agotó sus fuerzas y cayó a un costado de él, rendido —Lo siento tanto.
Cerró sus ojos esperando que la muerta lo llevara a él por igual porque un mundo sin Jimin no merecía ser vivido.
Un par de segundos bastaron para sentir como algo se movía a su lado, un poco aturdido observó como Jimin respiraba lentamente y su rostro ya no estaba rojizo sino que ahora estaba de un tono rosa.
—Jimin, bebé, cariño ¿Estás bien? —interrogó desesperado.
Se levantó para darle espacio, luego de unos cuantos minutos Jimin se sentó con su ayuda y al fin pudo respirar con normalidad.
—Estás bien ¿Verdad? —limpió la lagrima que salió de sus ojos rojos —Lo siento tanto, soy un idiota, Lo siento, lo siento, lo siento —pronunciaba mientras besaba su rostro con devoción.
Jimin lo apartó suavemente.
—Estoy bien —sonrió con esa sonrisa que siempre adornaba sus labios, como si nada hubiera ocurrido —Creo que el que necesita ir al doctor eres tú.
Jungkook llevó su vista hacia donde Jimin estaba mirando y notó como su brazo derecho derramaba sangre como una cascada, tal parecía que se hirió con un pedazo de metal que sobresalía de la puerta que dividía el patio trasero y el hogar.
Fue a la cocina para buscar un tuallita de papel y volvió rapidamente.
—Ni siquiera lo había notado —limpió la zona sin darle mucha importancia. No obstante, cuando terminó pudieron notar que la cortada había sido profunda y la sangre salia con facilidad.
—Tenemos que ir al medico, Jungkook.
Jimin se levanto con esa intención pero el mencionado lo detuvo inmediatamente.
—No, es algo insignificante. Buscare algo para parar la sangre y ya esta.
—Jungkook..
—No está en discusión, Jimin —nunca le hablaba de esa manera. El mayor se asombró —Bebé, casi te veo morir en mis brazos por mi idiotez. Por favor, solo quiero ir a la habitación y darte mimos.
El rubio lo pensó un poco y al final aceptó.
—No fue tu culpa, Kook, fue mía, no debí hacer ejercicios si no estabas en casa —lo pensó mejor —Ni si quiera tuve que hacer ejercicios —dijo triste —Deberíamos ir al medico, cariño, tu brazo no deja de sangrar.
Era cierto pero el pelinegro no le prestaba atención en lo absoluto.
—Lo único que me importa eres tu —se detuvieron a mitad de camino —Si algo te pasara no se que seria de mi.
—Seguirías con tu vida, es lo que debes hacer si algo así sucediera.
—Prefiero estar muerto que estar sin ti, lo siento si suena muy fantasioso o enfermizo pero así es.
Jimin separó la distancia que los dividía y lo besó con vehemencia.
—No, prométeme que si algo llegase a pasar seguirías con tu vida viviendola por los dos —Desvió la mirada —Promételo.
—Eso no va a suceder, Jimin. No pensemos en eso —alzó su diestra para tocar el rostro del rubio, pero este se alejó sin pensarlo.
—Promételo —dijo con fuerza, al igual que su mirada.
Soltando un resoplo molesto, contestó.
—Lo prometo.
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