Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

「14」 𝔟𝔩𝔬𝔬𝔡 𝔞𝔫𝔡 𝔠𝔥𝔢𝔢𝔰𝔢

╔══════════╗
CAPÍTULO CATORCE
sangre y queso
╚══════════╝

Bastión de Tormentas era de Lucerys.

Invernalia de Jacaerys.

Y el Valle pertenecía a Valerius.

Ganarse a los Arryn no fue difícil una vez que demostró no ser igual a Daemon. Los rumores de la muerte de Rhea Royce seguían siendo fuertes, por lo que Valerius decidió pedir las más sinceras disculpas y sonreír dulcemente a la dama de la Casa. Ser amable y caballeroso nunca hacía daño a nadie (eso solía decir Alicent), y claro, eran habilidades que Daemon nunca se había molestado en dominar (arrogante).

Fue Daemon quien lo esperaba en Rocadragón con una expresión cerrada y realmente esa debió ser la primera señal de alerta (¡mal, mal, mal!) para Valerius. Su tío casi siempre se limitaba a dar asentimientos si estaba de acuerdo con algo que él dijera (bastardo Hightower) y eso era lo máximo a lo que Valerius podría aspirar (se había acostumbrado). Pero esto era diferente.

(Lo diferente es malo)

Daemon vestía el negro del luto y no el clásico negro que usaba por placer.

—Bastión de Tormentas se ha declarado para los Verdes —dijo de forma seria y sin una sonrisa arrogante para restregarlo en su cara.

Bastión de Tornentas.

Entonces vio a Baela y Joffrey. También vestían de negro.

No podía ser Corlys. Rhaenys no se arriesgaría tan pronto. Debía ser...

—Valerius—le llamó Daemon con una negación de cabeza al ver el rumbo de sus pensamientos. —Aemond mató a Luke — aclaró.

Valerius se apresuró a volver a Fuegohielo. No podía oír lo que su tío mentiroso y arrogante estaba diciendo. No podía oír lo que Baela estaba diciendo. No podía...

Rhaenyra salió de entre las sombras y lo tomó por el codo.

—Estará vengado—susurró como si se hubiera tragado algo amargo. —Un hijo por un hijo.

Aemond montaba a Vhagar. Aegon era el Rey ahora y estaba bien protegido. Daeron estaba detrás de los muros de Antigua. Ni siquiera Daemon con todo su ingenio podría tocarlos. Nadie podría.

Entonces entendió.

El hijo del usurpador por el de la reina. Jaehaerys o Maelor, uno de los hijos de Aegon. Un niño pequeño a cambio de otro.

Un sobrino a cambio de otro.

Daemon no era de los que se inclinaban por lo literal. No le faltaba sutileza. Y entonces Valerius se dio cuenta de la importancia del acto. Aegon fue un mal padre para el niño, así como Viserys fue un mal padre para sus hijos. Aemond amaba al niño y se puso en lugar de su padre. Aemond amó al niño como si fuera suyo, como Valerius y Daemon amaron a... Lucerys.

La guerra de pactos y cuervos había terminado.

Valerius se aferró con todas sus fuerzas a Baela, Daemon y Joffrey.

Rhaenyra vino a abrazarlos a los cuatro. —Tendrás que enfrentarte a Aemond — murmuró para Valerius con una mirada perdida —. Tarde o temprano será así.

—Me pides que mate a mi hermano, Rhaenyra —Valerius se atragantó con lágrimas —. No puedo hacerlo.

Rhaenyra frunció el ceño.

—Los dioses perdonan, pero yo no, Valerius.

A su lado, Daemon debió notar el conflicto que estas noticias le habían generado (ojos cristalizados, sollozos atrapados en su garganta y un agarre demasiado fuerte) porque inhaló aire para hablar. Valerius supuso que su estado era muy malo ya si Daemon se disponía a consolarlo.

¿Qué podía hacer entonces?

Aemond había matado a su hijo (su sobrino de ojos inocentes y rizos rebeldes), pero eso no quería decir que quisiera matar a la descendencia de Aegon. Deseaba clavar algo en el cuerpo de Aemond (un cuchillo por la espalda tal vez), pero no lastimar a los hijos de un hermano cuyo único crimen había sido ceder ante la presión del consejo.

(Los rumores de Aegon queriendo escapar de su deber lo habían alcanzado)

— Tu hermano hizo un festín al enterarse de la muerte de Lucerys — murmuró Daemon dentro del abrazo todavía. Ojos violetas y ojos púrpuras chocaron sin animosidad por primera vez en todas sus vidas. — Aegon hizo el festín — clarificó al notar la mirada confundida de Valerius.

Aquella mirada se convirtió en una desolada y luego en una tempestuosa.

No quería matar a nadie, pero el control sobre los dragones solo era una ilusión.

(Del amor al odio hay un paso)

¿Qué les impedía a los Verdes matar a todos sus niños?

Nada, susurró una parte de su ser.

Era sabido que cada hombre mata lo que ama.

Algunos lo hacen con una mirada amarga.

Algunos con una palabra halagadora.

El cobarde lo hace con un beso.

El valiente con una espada.

Valerius lo hizo estrechando la mano de Daemon.

Y Valerius sonrió de forma dentada, todo colmillos con sangre.

(Y cayó del cielo para unirse al rugido del océano)

Él se rió con sus alas de dragón comenzando a arder (el fuego marcaría la carne de su gemelo para mostrar su resentimiento).

Sus ojos púrpuras brillaron y lágrimas fueron arrancadas de sus ojos (y el dragón de plata mantendría sus fauces en torno al cuello del dorado hasta tocar tierra).

Y miró el sol brillando sobre Daemon (y Rhaenyra vería las llamas sobre sus cabezas).

Valerius sollozó y envolvió a Rhaenyra en sus brazos (las manos de Alicent coronando a un Aegon que no era el suyo).

El muchacho deseó que su otra mitad supiera.

Díganle a Aegon que fui yo.

Así que Aegon lo vio en sueños.

(Siempre conectados)

—Ojo por ojo—se burló el pelinegro, agarrando a Aegon del pelo y retorciendo los dedos en él. Lágrimas de sangre escurrían por sus mejillas pálidas como mármol. —Un hijo por un hijo.

Antes de que su hermano pudiera hablar, Valerius lo empujó lejos. Cuando Aegon empezó a hundirse de nuevo en el mundo consciente, escuchó vagamente unos gritos.

El mundo se enderezó, la cabeza le daba vueltas y se sentó bruscamente en la cama. Se oyeron gritos en el pasillo y gritos de guardias en todas direcciones. El corazón le martilleaba con fuerza en el pecho, se quitó las pieles de encima y corrió hacia el pasillo. Cuando abrió la puerta y salió, vio a la Guardia Real corriendo hacia las habitaciones de Helaena.

—¿Qué está pasando? —exigió, y los gritos de Helaena le calaron hasta los huesos. Salió corriendo, a pesar de las advertencias de los guardias. Corrió por el pasillo y casi se cayó al doblar la esquina de la puerta. Una hilera de guardias rodeaba a su hermana y él los empujó, aterrorizado por lo que se iba a encontrar.

Tardó un momento en procesar lo que veía. Helaena estaba sentada en el suelo, gritando, llorando, inconsolable, más fuerte de lo que nunca la había oído, ni siquiera de niña. En sus brazos estaba Jaehaerys.

Había un charco de sangre en el suelo.

A Aegon se le heló la sangre.

¿Acaso no había querido que Valerius le diera un final sangriento a su relación? ¿Acaso no llegó a desear ver arder a la Fortaleza Roja?

Lágrimas de sangre y ojos púrpuras gritando por venganza.

Ojo por ojo.

Hijo por hijo.

BREN'S NOTE: me duele todo, no me toquen. a partir de ahora, todo es sacado del libro. ustedes querían venganza... aquí la tienen.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro