Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ೋ Dónde una bestia se oculta ೋ

•❅•°•❈•°•❅•

El enorme bosque de abedules era sin duda hermoso. El pequeño príncipe corrió cual liebre alegremente, saltando, esquivando los blancos y delgados árboles. Podía escuchar aún los pasos de los guardias y su padre muy cercanos pero silenciosos. Con instinto aventurero, el joven príncipe se adentró más y más, alejándose del lugar. Estaba decidido a encontrar un faisán por su propia cuenta y entregárselo a su padre como muestra de su valentía. También de paso su madre estaría orgullosa. Él pequeño, como buen cazador en entrenamiento se detuvo y ocultó furtivo entre los arbustos al escuchar un ruido parecido a un graznido. Ji Min asomó su cabeza lentamente. El bosque yacía en silencio, pocos sonidos de otros animales se escuchaban más allá de los aleteos de esos plumíferos.

El pequeño príncipe se preparó para asustar a esas emplumadas aves saltándoles encima cuando de pronto, un montón de pares de pequeñas manos pegajosas lo rodearon mientras lo sujetaban.

— ¡Sueltenme! ¡Auxilio! ¡Padre! —gritó el pequeño príncipe al ver a varios hombrecillos no mayor al medio metro a su alrededor.

Más un par de disparos se escucharon fuerte al instante, ahogando su voz con el estruendo. Uno de los cazadores del rey había disparado su rifle dándole a algunos patos que salieron volando. Mientras tanto, uno de los hombrecillos tapó su boca con sus sucias manos pero el pequeño príncipe lo mordió.

— ¡PADRE! —gritó, Ji Min a todo pulmón.

Llegando difusamente a los oídos de su padre, quién ordenó parar el fuego y bajar las armas para escuchar mejor.

— ¿Ji Min?

— ¡PADRE! —gritó una última vez antes de ser amordazado.

— ¡Silencio! ¡Llevenselo! —gritaron un par de ellos.

Ordenándole a los dos que sostenían al pequeño príncipe. Los hombrecillos eran casi del mismo tamaño y lograron someter al niño entre varios ágiles movimientos. Luego de  amordazarlo, lo ataron con sogas, cargándolo a cuestas mientras emprendían su huida fugazmente al dar la señal uno de ellos. El pequeño se retorció tratando de soltarse, pero lo único que logró en el forcejeo fue que una de sus botas se saliera de su pie.

— ¡Ji Min! —se pudo escuchar la preocupada voz del rey. En unos cuantos minutos su pequeño hijo había desaparecido de su vista y echó a buscarlo. — ¡Ji Min! —volvió a llamarle sin ningún éxito mientras llegaban al lugar donde habían secuestrado al pequeño príncipe. El rey se apresuró al ver el calzado olvidado de su hijo. — ¡Vayan a buscarlo! —ordenó a sus hombres con áspera voz.

Éstos acataron la orden y corrieron por el bosque en su búsqueda. El mismo rey Clément desesperado, volvió por los caballos y montó uno de ellos, cabalgando velozmente. Solo Dios sabía lo mucho que se culparía si algo le llegase a pasar a su amado hijo único, y lo mucho que su querida esposa podría preocuparse si no volvía con él pequeño a salvo.

...

Mientras tanto, a una larga distancia al norte, los hombrecillos llevaban al pequeño príncipe tan rápido como sus increíblemente cortas piernas podían llevar. A pesar de ser pequeños, éstos corrían como veloces ciervos hasta ocultarse en el bosque encantado de abetos. Los cinco hombrecillos se detuvieron en el exterior de lo que parecía una oscura cueva. Tres de ellos, quienes cargaban al pequeño príncipe lo bajaron y dejaron en el suelo frío. Ji Min forcejeó pero sus manos y pies estaban bien atados con las sogas.

— Que no escape. —dijo uno de ellos, al que podía verse, le faltaba un pedacito de oreja y al parecer era el líder. Los otros asintieron mientras lo rodeaban con ceños fruncidos y brazos cruzados.

El hombrecillo entró a la cueva por varios minutos hasta que después de un rato volvió a salir. Dos hombrecillos más salieron con él, sumando siete en total ahora, y tras ellos, uno más alto salió. Los ojos del príncipe se detuvieron en ese último en específico, pues era diferente a ellos. Ji Min pudo ver, que se trataba de otro niño, uno mayor a él, pero al cabo muchacho. Vestía algo andrajoso comparado con sus finos ropajes, su piel, a pesar de la suciedad podía verse pálida, su cabello eran realmente negro al igual que el de el pequeño príncipe, sus ojos eran oscuros, pequeños y enigmáticos. No pudo quitar su mirada de ese extraño niño.

— ¿Eso es lo que han encontrado, Mort? —preguntó el muchacho sin mucho interés.

— Mira sus ropas... —señaló. Luego tomó con su mano la pequeña cara de Ji Min. — Mira su rostro bonito. Es un pequeño príncipe, pagaran bien por él. —dijo el hombrecillo.

— ¡Seguro vale mucho oro! —agregó uno al que le colgaba un collar de plumas alrededor del cuello.

— Fluk tiene razón. Seguro pagaran más oro del que hemos podido encontrar en la minas.

— ¡Yo digo que se lo den a la bestia! —gritó enfadado uno, interrumpiendo mientras frotaba su mano. Los demás hombrecillos lo miraron mal. — ¡Me mordió! —dijo en su defensa.

Los ojos del pequeño príncipe se expandieron ante el repentino miedo. ¿Una bestia? ¿Se lo darían de comer a una bestia hambrienta? El muchacho se acercó al príncipe al notar su expresión aterrada. Se puso en cuclillas y acercó su mano hasta bajar la mordaza de su boca.

— Tranquilo, no te daremos de comida para la bestia. —le susurró. Los hombros tensos del príncipe bajaron un poco. — ... No todavía. —añadió divertido después, volviendo a preocupar al pequeño príncipe.

— ¿Que harán conmigo? —musitó bajo y temeroso.

— Servirás para obtener una gran recompensa. —aseguró confiado el muchacho. — Pero antes dime, bonito, ¿que eres tú? ¿Eres un noble? O un simple hijo de plebeyos, si es así, y robaste esas ropas, ten por seguro que serás arrojado al fondo oscuro de la bestia. —le advirtió, levantándolo de las solapas y dándole una dura mirada.

El pequeño príncipe tragó pesado. Si decía que era un príncipe, tal vez se salvaría, pero no quería que lo trataran como a un objeto con el cual intercambiar. Por otro lado, si mentía y decía que era un simple niño tal vez no volvería a ver el sol nuevamente. Aún peor, no volvería a ver a sus amados padres. Sus ojos viajaron en busca de opciones, deteniéndose en la pequeña daga incrustada en la cintura del muchacho. De inmediato, la astucia del pequeño príncipe fraguó un hábil y aventurado plan.

— Soy... Uno de los hijos un opulento conde... —susurró, mirándole a los ojos. — Si me sueltan, yo mismo les guiaré a nuestro campamento. Mi padre tiene un cofre con riquezas allí. Les suplico piedad. —dijo convincente, sus manos unidas al frente con una sincera imploración y sumisión. El muchacho sonrió.

— Por tu bien, espero no se te ocurra mentirnos. —volvió a advertirle. — Dave, suelta sus pies. —le dijo a uno de los hombrecillos, quien se acercó a los pies del príncipe y los soltó al instante. — Bien. Camina. —espetó, dándole la vuelta y empujándole.

El príncipe casi cae de bruces a la fría tierra pero alcanzó a equilibrarse.

— Es una lastima que haya perdido su otra bota su bajeza. —murmuró con algo de burla aquel enano gruñón que aún guardaba enfado por la mordida.

El joven príncipe miró sus pies, uno calzado y otro desnudo. Pero ni siquiera por eso se mostraría más débil. Infló su pecho y echó a andar junto a los otros hombrecillos que le escoltaban. Yoon Gi sonrió ante ese pequeño comportamiento, ese niño parecía tener orgullo, lo notaba por como se había puesto algo rojas sus mejillas resguardando su frustración. Los enanos y él avanzaron muy de cerca.

Poco a poco la noche caía y ésta serviría para ayudarlos a camuflarse en su atraco. Ji Min, miró un par de veces en su dirección discretamente, pensando, en que haría una vez estuvieran cerca de su supuesto "campamento". ¿Que pasaría si se daban cuenta de que habían sido engañados?

Para su sorpresa, en la oscura penumbra de la noche pudo vislumbrar luces rojizas no muy lejos entre los árboles. ¿Su padre realmente se había quedado a montar guardia para encontrarlo?

El joven príncipe debía tener cuidado o tal vez se desataría una barbarie. Los guardias de su padre tenían armas de pólvora, mientras que las armas de esos truhanes eran espadas y cuchillos. Por más malos que fuesen, el bondadoso corazón del príncipe no resistiría ver semejante salvajeza. Giró un poco la dirección mientras los otros lo seguían y se armó de valor antes de dar un último paso y detenerse en seco.

— ¿Que haces? Avanza... —le empujó el hombrecillo del collar de plumas. Yoon Gi se le acercó para ver que sucedía.

— ¿Ahora que pasa? —inquirió.

— ... Creo... Que pisé algo. Me duele... —masculló con un quejido.

— Dejame ver. —murmuró.

El muchacho se agachó a revisar su pie y príncipe se recargó de sus hombros mientras levantaba un poco su pie. Sin embargo, en un rápido movimiento, Ji Min alcanzó la daga de la cintura del muchacho y lo empujó, tirándolo al suelo. Yoon Gi miró como el joven príncipe le apuntaba hábilmente con su propia arma. Ji Min tenía una mirada astuta y decidida. Los hombrecillos intentaron acercarse pero el jovencito reaccionó.

— ¡No se acerquen! —exclamó, sin dejar de apuntar al otro muchacho que lo miraba con recelo. Yoon Gi hizo señales con su mano para que los otros obedecieran, dando un paso atrás.

— Eres valiente, debo admitir. —susurró.

— Levantate. —ordenó, sin dejar de apuntarle.

— Bien, bien... —replicó levantándose con las manos a la vista.

El joven príncipe usó daga entre sus manos para cortar la soga que las mantenía unidas y liberarse rápidamente. Había leído tantas veces sobre aventuras como estás, y lo emocionante que era estar ahora en su posición le daba más valor aún.

— Camina. —le dijo ahora, empujándolo esta vez él. Yoon Gi avanzó, aun con sus manos en el aire. Los hombrecillos dieron nuevamente un paso al frente. — Ninguno nos siga. —advirtió. Y todos se detuvieron como por arte de magia.

Ji Min empujó a Yoon Gi, caminando juntos en el bosque. Las manos del joven príncipe ya comenzaban a temblar unos cuantos pasos después. ¿A donde lo llevaría? Era obvio que no tenía el valor para dañarle si intentaba algo en su contra, pero nuevamente, no quería verse tan débil.

— ¿Piensas entregarme? —habló el infame muchacho bribón luego de un rato en silencioso caminar, haciendo a al pequeño detenerse.

Yoon Gi se dio cuenta al escuchar las hojas crujir. Miró sobre su hombro, al distraído y pensativo niño. Ji Min aprovechó que varios pasos los distanciaban para salir corriendo en otra dirección. Yoon Gi corrió tras él velozmente. A pesar de ser ágil, el joven príncipe casi no podía ver bien en la oscuridad, chocaba contra varios árboles y tropezaba con raíces en el suelo. Su corazón latiendo desbocado, implorando que sus pies fueran lo suficientemente rápidos para huir. Habría alcanzado a llegar al claro varios metros al frente, de no haber sido por un espinoso rosal que hirió su pie y lo hizo caer.

El pequeño rodó en tierra sollozando. Su pie derecho sangraba por la rama espinosa incrustada en su talón. Escuchando el ruido de la hierva, Ji Min secó sus rebeldes lágrimas, quitó las espinas y se levantó sin poner su pie del todo en la tierra para seguir corriendo. No obstante fue una perdida de tiempo importante, puesto que Yoon Gi lo alcanzó y se abalanzó sobre él, derribándolo.

— ¡Suelta...me! —sollozó el príncipe, forcejeando. Ni siquiera tenía la daga ya, puesto que la había perdido mientras corría. Yoon Gi apresó sus manos.

Ninguno de los dos vio venir lo que sucedería...

Una gran sombra avanzó con fuerza, exclamando con un poderoso gruñido. Un enorme oso pardo usó su cabeza para golpear al muchacho ladrón, arrojándolo lejos del príncipe cual salvador. La bestia peluda rugió ferozmente mientras avanzaba en contra de Yoon Gi. Ji Min pudo ver como el muchacho yacía en el suelo sin moverse. ¡Ese oso lo mataría! Sin pensarlo dos veces, se levantó del suelo y corrió veloz, arrojándose frente al ladronzuelo y el enorme oso enfadado.

— ¡Detente por favor! —gritó aterrado, implorando la piedad del furioso animal. — ¡Por favor no lo mates! —gritó el joven príncipe, una vez más rogando.

El oso rugió con sus fuertes fauces, mostrando unos enormes dientes y colmillos. Ji Min cerró los ojos ante el abrumador aliento del oso. No quería ver si ese furioso animal los devoraba vivos, más no se movió un centímetro de su lugar frente al muchacho indefenso, en cambio, subió su mano intentando tocar el enorme y peludo rostro del oso. Yoon Gi despertó lentamente, desubicado por la embestida de esa bestia. Al recordarla, rápidamente reaccionó ante la posibilidad de que aun siguiera por ahí. Jamás imaginó lo que sus ojos verían. El enorme animal se hallaba tranquilo mientras que el joven príncipe acariciaba su cabeza, en tanto él, tenía los ojos cerrados fuertemente.

Yoon Gi pudo ver como sorprendentemente el animal movió sus pesadas patas hacia atrás, retrocediendo como si este entendiese la orden y en lugar de comerlos se sentó. El muchacho no espero a ver que más sucedía, se levantó y dejó al príncipe a su suerte. Poco importaba el oro si él moría destrozado por ese enorme oso. Corrió, sin mirar atrás para salvar su vida. Una vida que ya habían salvado previamente un montón de hombrecillos hace diez años atrás.

•❅•°•❈•°•❅•

MIN∆BRIL

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro