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[45] EL ORO

—¡LES DIJE QUE NO ME SOLTARAN! —gritó June, aterrorizada.

—¡June! ¿Estás bien? —preguntó Pope.

—¡¿Qué diablos fue eso?! —gritó June en respuesta.

—Dificultades técnicas —respondió Pope, intentando recuperar el aire.

—¡Lo siento, Junnie! —gritó JJ—. Tendremos más cuidado.

June suspiró—. Bien, ¡sigan lento!

Pope asintió aunque ella no podía verlo—. Empezaremos a aflojar de nuevo, ¿sí?

—De acuerdo —dijo June—. Tengan cuidado, por favor.

Comenzó a descender nuevamente, esta vez más lento que antes, y June alumbró con la linterna debajo de ella. Todavía no veía el fondo, y en ese momento estaba comenzando a arrepentirse de haber aceptado ser quien bajara.

A medida que los chicos la bajaban más y más, June podía sentir un olor rancio haciéndose cada vez más prominente.

—Cielos —espetó June.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó Pope.

—Dios Santo, este lugar huele a mierda —dijo June, mientras sentía su estómago revolverse—. ¡Me deben una, idiotas!

—¡Sí, lo prometo! ¡Te daré lo que quieras! —gritó Pope.

—¡Cielos, Pope! ¿Puedes evitar hablar sucio con mi hermana delante mío?

Pope exhaló profundamente—. ¿Qué? No me refería a nada sexual, idiota.

—JJ eres el único que lo interpretó de esa manera —exclamó John B.

June miró hacia arriba—. Bien, ¡menos charla y más acción!

Eso logró callarlos, y se volvieron a enfocar en lo que estaban haciendo. Bajaron a June en completo silencio por unos minutos antes de que sintiera la cuerda tensarse ante su toque, deteniéndose un segundo después.

—Bien, nos quedan cuatro metros —gritó Pope—. ¿Te estás acercando al fondo?

—¡No lo sé! Está muy oscuro —respondió June—. Solo sigan.

Ajustó su agarre antes de alumbrar la linterna debajo de ella. Sus manos estaban transpiradas de pasar tanto tiempo agarradas a la cuerda, y podía sentir como el cansancio comenzaba a apoderarse de ella. Si el fondo no aparecía pronto, iba a estar en problemas.

—Dios mío, dios mío —susurró para sí misma.

—¿Cómo vas, June? —preguntó John B, jadeando.

—¡Estoy cansada! —gritó June—. No sé cuánto más pueda aguantar sosteniendo la cuerda.

Escuchó a JJ decir—: Yo también estoy cansado, no eres tan liviana como John B dijo.

—¡JJ, IDIOTA! ¿ACABAS DE LLAMARME GORDA? —preguntó June.

—Claro que no, Junnie —respondió JJ. Hubo una breve pausa antes de que añadiera—: Solo creo que deberías parar con la comida chatarra.

—¡Tienes que intentarlo! —le gritó John B a June—. Estamos cerca, lo presiento.

Continuó bajando, y June sintió la punta de su zapatilla comenzar a empaparse. Cuando movió su linterna, vio que estaba suspendida sobre agua.

—¡Vaya! ¡Alto! —espetó June—. Estoy colgando sobre aguas negras.

—Eso es asqueroso —murmuró JJ.

—¿Quieres volver? —gritó Pope.

June hizo una mueca—. Supongo que seguiré.

—Despacio —dijo John B.

—Aquí vamos —susurró June al acercarse aún más al agua.

Sus pies comenzaron a sumergirse y se estremeció ante la sensación. El agua no solo estaba helada, sino que también desprendía un olor asqueroso, y June no pudo contener la arcada que se le escapó.

—Dios mío. Esto es asqueroso.

—¡Intenta no vomitar! —gritó JJ.

—¡Gracias por decir lo obvio! —espetó June. El agua le llegaba a su cintura cuando sintió sus pies tocar el fondo del pozo—. ¡Esperen! Estoy en el fondo.

—¿Cómo está abajo? —preguntó Pope.

—Es peor de lo que pensé —respondió June—. ¿Creen que habrá alguna rata muerta aquí? Creo que podría llegar a desmayarme si veo una.

—¿Encontraste oro? —preguntó JJ, ignorando su pregunta.

—No, todavía no —respondió June, moviéndose de un lado al otro. Tropezó con algo, deteniendo la caída con sus manos—. Esperen. Creo que tropecé con algo.

—¿Qué?

—Hay algo aquí abajo —gritó June.

—¿Puedes agarrarlo? —preguntó John B—. Tal vez sea el oro.

June hizo una mueca—. Tendré que sumergirme —miró hacia arriba—. ¡Si muero por una infección, juro que resucitaré solo para asesinarlos!

—Qué dramática —exclamó JJ—. Ya comienzas a sonar como Pope.

June suspiró profundamente antes de sumergirse en el agua, dejando el brazo que sostenía la linterna fuera de la misma. Tanteó el suelo durante unos segundos antes de encontrar lo que la había hecho tropezar, y salió del agua, tosiendo bruscamente.

Cuando abrió los ojos, apuntó la linterna a su mano y gritó horrorizada ante lo que estaba sosteniendo. Un hueso humano descansaba en la palma de su mano, el moho tiñéndolo por completo.

Si bien siempre había creído que Hollis les contaba la historia de su madre tan solo para asustarlos, la prueba viviente de lo que había sucedido yacía en sus manos.

El Sr. Crain había sido asesinado y arrojado al mismo pozo en donde June estaba parada. Y en cuanto su cerebro registró eso, soltó el hueso y comenzó a gritar desesperadamente.

—¡JJ! ¡SÚBEME! —suplicó June—. ¡POPE! ¡SÚBANME, POR FAVOR! ¡JOHN B!

—¡SÚBANLA! —gritó Pope mientras hacían fuerza.

—¡VAMOS! ¡SÚBANME, POR FAVOR! ¡POPE!

Los gritos de June hacían eco desde el fondo del pozo, desesperando a los chicos en su intento de subirla.

Cuando JJ escuchó a su hermana sollozar, gritó—: ¡MÁS RÁPIDO!

June sintió el horror invadirla mientras se agarraba a la pared en un intento desesperado de salir del pozo. Las lágrimas le nublaban la mirada, y el olor a podrido, que ahora estaba impregnado en ella, no la dejaba pensar con claridad.

Intentó agarrarse de una piedra junto a su costado, y cuando hizo contacto con ella, sintió unas rocas desprenderse de la misma. Cayeron hacia el fondo del pozo, revelando una abertura que parecía conducir a una cueva.

Aunque su cabeza le decía que saliera de allí, su instinto le indicaba lo contrario.

—¡Esperen! —gritó June.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —gritó Pope, pánico en su voz.

—Creo que encontré algo —respondió June.

—¿Qué dijiste, June? —preguntó JJ.

—Denme un minuto.

Alumbró su linterna hacia la pequeña abertura, pero todo lo que veía era oscuridad. Suspiró profundamente antes de adentrarse en la misma. Con la linterna en su mano, comenzó a arrastrarse por el agujero, sintiendo el barro húmedo pegarse a su cuerpo.

La abertura se abría a una cueva, y cuando terminó de pasar su cuerpo por ella, June cayó de espaldas. Se puso de rodillas rápidamente antes de mirar a su alrededor.

La cueva parecía estar vacía, y June suspiró decepcionada al pensar que todo había sido en vano. Se giró para volver a salir por donde había entrado, pero un destello a su costado llamó su atención.

Frunció el ceño y se agachó para pasar su mano sobre una gruesa capa de barro húmedo. Su respiración se entrecortó al ver lo que yacía debajo: era una superficie dorada que brillaba tenuemente bajo la luz de su linterna. Había encontrado el oro.

—Mierda —susurró June, tomando un lingote y limpiándolo lo mejor que pudo—. Lo logramos, Big John.

Sintió una gota de sudor mezclada con barro rodar por su rostro, y cuando se la limpió, vio como su linterna enfocaba más destellos a su costado.

Dejó caer el lingote que tenía en la mano y se giró, pasando su mano por el barro rápidamente y revelando pilas de lingotes de oro. Estuvo haciéndolo por unos minutos, y cuando se cansó, alumbró su linterna alrededor de la cueva, observando la cantidad de lingotes que la rodeaban.

Estaba en un estado de shock, sin poder creer realmente lo que veía. Con la cantidad de oro que había encontrado, serían fácilmente los más ricos de Figure Eight.

—¡Oye, June! —gritó JJ de repente—. ¡Vuelve!

Sonaba preocupado, y June se maldijo a sí misma al darse cuenta de que había pasado minutos allí abajo sin darle respuesta a los chicos, que probablemente estaban preocupados.

—¡Ya voy! —respondió June, sonriendo—. ¡Lo tengo! ¡Lo encontré!

No pudo escuchar su respuesta, ya que el murmullo de voces sobreponiéndose lo impedía. Sin perder tiempo, agarró un par de lingotes y los guardó en su sostén para poder llevarlos a la superficie.

Se arrastró por la cueva rápidamente antes de llegar a la abertura. La cuerda todavía estaba atada alrededor de su cintura y sus muslos, pero podía sentir que se había aflojado un poco después de la caída que había sufrido.

Justo cuando comenzaba a salir por la apertura, sintió un tirón que la obligó a detenerse. Escuchó a sus amigos gritar, aunque no podía entender qué decían.

—¡ENCONTRÉ EL ORO! —gritó June—. ¡JOHN B! ¡LO ENCONTRÉ! ¡CHICOS!

—¡June, vuelve a la cuerda! —gritó Pope—. Te levantaremos, ¿sí?

June tomó la cuerda y miró hacia arriba—. ¡Bien, estoy fuera!

Unos segundos después, sintió como comenzaba a ascender, apoyándose levemente en la pared para mantener el equilibrio. El frío de los lingotes rozaba su cuerpo, mientras sus manos, resbaladizas por el barro, luchaban por aferrarse a la cuerda.

Alumbró hacia arriba con su linterna, y justo cuando lo hizo, escuchó un estallido muy parecido a un disparo. La cuerda se aflojó instantáneamente, y June cayó unos metros.

—¡Pope! ¿Qué diablos? —gritó June. Cuando no contestó, el miedo se apoderó de ella—. ¿CHICOS?

Nadie le respondió, pero desde la distancia, June podía escuchar los gritos de sus amigos. Definitivamente estaban en problemas.

Sabía que no aguantaría mucho más sujetando la cuerda; podía sentir lo agotados que estaban no solo sus manos, sino también sus brazos. Así que decidió que la mejor opción era trepar.

Respiró profundo, se colocó la linterna entre los dientes y, procurando no resbalar, reforzó su agarre en la cuerda. Puso los pies contra la pared y comenzó a impulsarse hacia arriba. Subió poco a poco, sintiendo cómo se cansaban y sus manos comenzaban a enrojecer por el roce.

Miró hacia arriba y notó lo cerca que estaba de la salida, esforzándose por avanzar un poco más. Un estallido sonó de repente, y escuchó a Kiara y Sarah gritar antes de que el silencio llenara el lugar.

Cuando por fin llegó a la superficie, se asomó con cautela. Vio a la Sra. Cain pasar junto al pozo con una escopeta en la mano, apuntando a ciegas. June sintió su cuerpo paralizarse por el miedo, y miró a su alrededor rápidamente, buscando a sus amigos.

Vio a John B y Pope emerger de la oscuridad en silencio. La tomaron por los brazos y tiraron de ella, ayudándola a salir del pozo. Una vez que estuvo de pie, Pope tomó su mano y los tres echaron a correr sin mirar atrás.

—¡Vamos! —gritó John B.

Cuando June no vio ni a Kiara, Sarah o JJ allí, supuso que ya estaban en la van, esperándolos. Sin dudarlo, corrieron a toda velocidad hacia el muro, y lo escalaron, cayendo al otro lado justo a tiempo para ver cómo la camioneta comenzaba a alejarse.

—¡Vamos! —gritó Kiara desde la parte trasera—. ¡Rápido!

Comenzaron a perseguirla mientras sus amigos gritaban por ellos—. ¡Vamos! ¡Súbanse!

—¿Por qué siempre nos disparan? —gritó Pope, jadeando.

—¡June, más rápido! —espetó John B al ver como reducía la velocidad.

—¡Estoy cansada! —respondió June, intentando mantener el ritmo mientras sus piernas amenazaban con fallarle.

Pope tiró de ella con fuerza, ayudándola a mantenerse en pie mientras corrían. Cuando se acercaron a la camioneta, la empujó suavemente hacia el interior. June cayó de espaldas al suelo, jadeando, mientras veía cómo Pope y John B se subían rápidamente detrás de ella.

Apenas estuvieron dentro, JJ, que estaba conduciendo, aceleró a toda velocidad. June se sentó rápidamente, apoyando su espalda contra la puerta de la camioneta—. Dios mío.

—¡JJ, conduce! —gritó Sarah.

Pope lo miró—. ¡Vamos, viejo!

JJ se giró brevemente—. ¿Están bien? ¿Les dieron?

John B y Pope negaron la cabeza, pero June no respondió. Estaba temblando, cubierta de barro húmedo, y luchaba por recuperar el aliento. Sus amigos la observaban preocupados, pero ella no podía concentrarse en nada, sintiendo cómo las náuseas comenzaban a apoderarse de su cuerpo por la adrenalina.

Se llevó la mano a la boca y Pope la miró, preocupado—. ¿June? ¿Qué pasa?

—Te ves repugnante —dijo JJ, sin poder evitarlo.

—Dios, hueles a mierda —añadió Kiara, haciendo una mueca.

Pope frunció el ceño, claramente irritado—. Cállense —espetó, antes de agarrar su cara con sus manos—. Oye, oye, todo está bien. Respira conmigo.

Se concentró en Pope, siguiendo su ritmo de respiración con cada inhalación profunda, intentando calmar el caos en su mente y evitar que el pánico se apoderara de ella. Cuando el temblor en su cuerpo finalmente se detuvo, miró a su alrededor con una leve sonrisa, indicándole a sus amigos que estaba bien.

—¿Qué diablos pasó? —preguntó June.

—El Salón de la Fama Pogue —respondió JJ.

—Claro que sí —dijo Kiara—. Esa perra está poseída.

Sarah la miró—. Esa perra no puede apuntar.

—¿Cómo se mueve tan rápido? —preguntó JJ.

—Está poseída —respondió Kiara—. Y ciega.

June sintió que alguien la observaba, y al levantar la vista, se encontró con John B—. ¿June?

Sin decir una palabra, June metió la mano en su sostén y sacó tres lingotes de oro que había logrado esconder. Los demás estaban demasiado absortos en su conversación para ver lo que sucedía.

Le sonrió a John B, pasándole uno de los lingotes. Él frunció el ceño al verlo, desconcertado por el gesto y preguntándose por qué June le daría algo que parecía un trozo de barro. Pero en cuanto lo tomó y lo observó más de cerca, su expresión cambió por completo. Limpió el barro rápidamente, sin poder creer lo que tenía en la mano.

—¿Qué es eso? —preguntó Pope.

—¡No puede ser! —jadeó Sarah al darse cuenta de lo que sostenían.

June sonrió—. ¡LO LOGRÉ! ¡ENCONTRÉ EL ORO!

—¡No! —exclamó Sarah.

—¡Dios mío! —gritó JJ.

June rió al ver a sus amigos gritar y vitorear, y sintió a John B inclinarse rápidamente hacia ella antes de abrazarla con fuerza. Ella le devolvió el abrazo, sus manos aferrándose a él mientras veía cómo sollozaba silenciosamente contra su hombro, como si finalmente pudiera soltar toda la tensión que había estado guardando.

—June —susurró John B—, gracias.

June se separó de él, tomando su cara entre sus manos—. Lo logramos, John B. ¡Seremos ricos!

—¡Ricos como Kooks! —gritó John B.

—¡Todo un Kook! —comenzaron a gritar sus amigos una y otra vez.

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