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[44] EL POZO

Cuando regresaron al Chateau unas horas después, encontraron al resto de los Pogues guardando todo lo que necesitarían para su pequeña aventura. Kiara fue la primera en verlos, guiñandoles un ojo mientras colocaba unas bolsas en el maletero de la van.

—Hola, tortolitos. Finalmente se dejan ver —bromeó, sin dejar de sonreír.

JJ se paró junto a ella—. Ni siquiera voy a preguntar.

—¿Todo listo? —preguntó June, mirando a Kiara mientras se acercaba.

—Casi —respondió ella—. Por favor, dime que trajeron las linternas. No quiero que terminemos atrapados en la oscuridad.

Pope asintió—. Están en mi mochila.

—Genial —dijo Kiara.

John B se acercó a ellos, cargando su propia mochila—. Oh, June, Pope —dijo al verlos—. Estábamos esperándolos.

—Sí, lo siento —murmuró Pope, rascándose la nuca—. Se nos hizo un poco tarde.

—Eso parece —susurró Sarah, apareciendo junto a John B.

JJ negó con la cabeza antes de decir—: ¿Estamos listos o qué?

Se subieron a la van, acomodándose entre las mochilas y bolsas que habían traído. Sarah se sentó en el asiento delantero junto a John B,  mientras el resto se acomodaba en el asiento trasero.

—¿Todo en orden? —preguntó June, mirando a Pope revisar su mochila.

—Sí, sí —respondió él, algo distraído—. Sólo me aseguraba de que no faltara nada... y, por supuesto, que las linternas estuvieran bien guardadas.

—¿Tienen cuerda? —preguntó John B.

—Sí —respondió June.

—¿Garfio?

—No tenemos un garfio —dijo Pope—. No somos Batman.

—¿Polea?

—Sí.

—¿Ropa oscura?

—Sí.

Para pasar desapercibidos, habían acordado por mensaje de texto que todos irían vestidos con la ropa más oscura que pudieran encontrar. June tenía puesto unos shorts negros y una remera vieja de Pope con el logo de la tienda de Heyward, que había encontrado en su closet antes de salir.

—¿Linternas? —preguntó John B mientras estacionaba.

JJ asintió—. Sí.

—Bien —dijo John B, mirando a June—. ¿Todavía estás de acuerdo en ser la que baje a investigar?

Habían conversado brevemente sobre cuál sería el rol de cada uno, y June había sido la elegida para bajar al pozo. No le molestaba, ya que sabía que sería mucho más fácil que la bajaran a ella que a cualquier otro debido a su contextura física, pero aún así tenía un ligero nudo en el estómago. Tener que bajar por un agujero en la tierra no era precisamente su idea de diversión.

June asintió—. Alguien tiene que hacerlo, ¿no?

—¿Te imaginas a JJ bajando ahí? —preguntó Kiara, soltando una risa—. No sobreviviríamos ni 10 minutos con sus gritos.

JJ se encogió de hombros con aire despreocupado—. Soy valiente, solo que prefiero los caminos menos... estrechos.

Sarah, que había estado callada hasta ahora, se giró para mirar a June—. Te tenemos cubierta, no te preocupes.

La seguridad en las palabras de Sarah ayudó a calmar un poco el nerviosismo de June, aunque sabía que la situación no sería tan sencilla.

—Recuérdenme de nuevo por qué mi novia tiene que ser quien se pone en riesgo —dijo Pope, su cuerpo tensándose.

—Bueno, es la más liviana entre todos nosotros —respondió John B como si fuera obvio.

JJ lo miró—. Créeme, a mí tampoco me gusta la idea. Pero John B tiene razón.

—Todo estará bien —le aseguró June a Pope con una sonrisa.

—Bueno, siempre y cuando no haya ratas o algo por el estilo —dijo JJ, encogiéndose de hombros—. Sé que le tienes fobia.

June hizo una mueca—. JJ, eso no ayuda.

—¿Estamos listos? —preguntó John B.

—Vamos —respondió Kiara.

—A enriquecernos —añadió June.

—Vamos, chicos —dijo Sarah, mientras John B abría la puerta de la camioneta—. Y chicas.

—Esperen —espetó John B, deteniéndolos—. Quiero agradecerles. En serio. Significa mucho para mí que estén aquí.

—Siempre —dijo Kiara.

—Claro, amigo —susurró Pope.

—¿Terminamos con el círculo de felicitación? —preguntó JJ con la cuerda colgando en su hombro—. ¿Lo hacemos?

—Sí —respondió Kiara mientras bajaba de la camioneta.

—Busquemos el trigo en el agua —dijo Pope, siguiéndola.

Se dio la vuelta y extendió su mano para ayudar a June. Ella le sonrió—. Gracias.

—¿El higo? —dijo JJ, mirando a Pope—. Acepto.

—Trigo —murmuró Pope—. Dije trigo.

June puso los ojos en blanco divertida y caminó hacia donde estaban las chicas. Kiara le sonrió antes de hacerle un gesto con la cabeza.

—Después de ti.

—Nos vemos del otro lado —dijo June.

Trepó el muro seguida por Kiara y Sarah, sentándose en el mismo para recuperar el equilibrio antes de saltar hacia el césped. Los chicos se les unieron segundos después, y comenzaron a caminar a la par con sus linternas encendidas.

John B encabezó la fila seguido por Sarah y Kiara mientras que June se quedó atrás con Pope y JJ. Pasaron por el jardín y se detuvieron frente a la casa. En el momento en que se quedaron quietos por mucho tiempo, las luces se encendieron y los cegaron a todos.

—¡Mierda! —susurró John B.

Los seis se agacharon rápidamente para evitar ser vistos, y corrieron rápidamente hacia los arbustos. June los miró—. ¡Linternas!

—Es estroboscópica —dijo JJ, apagando su linterna.

—Shhh —susurró John B.

—Bueno, tiene luces con sensor de movimiento —murmuró Pope.

—¿Quizá podríamos ir muy despacio? —sugirió JJ.

—¿Qué? —susurró Sarah.

Pope lo miró—. Así no funciona.

—Mierda —dijo John B—. Tirémosle una piedra.

—¿Qué?

—Buena idea —dijo June con sarcasmo—. Que la asesina sepa que estamos aquí.

—¿Tirarle una piedra? —repitió Pope, mirándolo con incredulidad.

John B suspiró—. ¿Tienen una idea mejor?

—Literalmente cualquier cosa menos eso —respondió Kiara.

—¿Y el interruptor? —preguntó Sarah—. En el tablero del porche. Solíamos jugar a las escondidas aquí de niños. Y si éramos valientes, subíamos al porche. Lo he visto.

John B negó con la cabeza—. No, no irás sola a la casa.

—Ah, entonces no dejarás ir sola a tu novia, ¿pero dejarás a la mía bajar a un pozo oscuro en el que no sabemos qué hay? —preguntó Pope.

—Mírame —le dijo Sarah a John B.

—Crain corta a la gente en pedazos —murmuró JJ.

—Si crees eso —dijo Sarah—. Pero tiene, ¿cuánto, 85?

JJ asintió—. Sí, algo así.

—Apenas sigue viva.

—Iré contigo —dijo Kiara.

—Sí.

—Bien —dijo Pope—. Esperaremos su señal.

—Genial —susurró Sarah.

John B las miró—. ¡Oigan! Cuídense.

—Lo haremos —respondió Sarah.

JJ volvió la cabeza de Pope hacia él, susurrando—: Cuídate.

—Voy a cuidarme tanto —respondió Pope burlonamente—. Lo haré por ti.

—¿Pueden parar? —dijo John B—. ¡Basta! Voy a matarlos.

—Pero ¿cómo nos cuidaríamos? —preguntó Pope.

June los miró—. Basta, chicos. Está preocupado por Sarah.

—Claro que estoy preocupado —respondió John B—. Si las atrapan...

—¿Eso es lo que te preocupa? ¿Que las atrapen? —preguntó JJ—. A mí me preocuparía más que la Sra. Crain tome su hacha y las corte en pedacitos.

—JJ, ¿puedes callarte? —espetó John B con frustración.

JJ silbó—. Un público complicado.

—¿Por qué sigues intentando asustarnos con lo de que la Sra. Crain es una asesina? —preguntó John B.

La luz se apagó de repente y June sonrió—. Lo lograron.

—Hora de irnos —dijo John B—. Tres, dos... —no esperaron a que terminara y se dirigieron hacia la casa, dejándolo susurrando—: Solo... vayan.

Caminaron hacia el agujero que habían encontrado la última vez, adentrándose en el sótano rápidamente. Cuando llegaron al pozo, June lo alumbró con su linterna, notando que no podía ver el fondo del mismo.

John B la miró—. Por favor, dime que no te estás arrepintiendo, porque no puedo bajar a JJ con lo pesado que es.

—¡Amigo, eso me dolió! —dijo JJ con falsa indignación.

—No me estoy arrepintiendo —respondió June, dándose la vuelta para mirarlos—. Solo... no me dejen caer.

—Claro que no —dijo Pope.

—Santo cielo, ¿sabes qué es esto? —preguntó JJ—. Se me acaba de ocurrir. June. Mira. Esto es C.H.U.D. Totalmente.

John B la miró—. ¿De qué habla?

—Habitantes subterráneos humanoides y caníbales —respondió June—. Es una película tonta que JJ me obligó a ver hace unos años. ¿No la vieron?

—No, la verdad, no —respondió John B.

—Bueno, tienen suerte. Es la...

—La mejor película de terror —terminó JJ por ella—. Es de caníbales que viven en las alcantarillas bajo la ciudad de Nueva York...

—Shh, JJ —dijo June—. Ahora no. Puedes contarles lo maravillosa que es esa película más tarde.

Se acercaron al pozo y John B preguntó—: ¿Qué tan profundo crees que es esto, Pope?

—No lo sé —respondió Pope.

John B suspiró—. Bueno, supongo que June lo averiguará pronto.

—No me lo recuerdes.

—Vamos, Junnie —dijo JJ, desenredando la cuerda—. Es hora de prepararte.

Tanto JJ como Pope se aseguraron de fijar la cuerda alrededor de su cintura y sus muslos para crear una especie de arnés mientras John B se encargaba de pasar la cuerda por encima de la tubería para usarla como apoyo.

Pope chequeó que la cuerda estuviera apretada por si acaso, y cuando terminó se paró frente a ella—. Oye, si quieres detenerte, grita, ¿sí?

June asintió—. Sí, no te preocupes —lo besó brevemente—. Te amo.

—Yo también te amo.

—Oye, yo te amo más, Junnie —añadió JJ.

June puso los ojos en blanco con diversión, inclinándose con cuidado hacia atrás y suspendiendo su cuerpo sobre el pozo. Los chicos tomaron la cuerda para bajarla, y ella miró hacia abajo una vez más antes de respirar profundamente.

—Oigan, chicos —dijo, llamando su atención—. Tengo un pedido.

—¿Sí?

—No me dejen caer —suplicó June.

JJ aflojó su agarre levemente, haciendo que la cuerda se tensara y obligando a Pope y John B a reajustar su peso para compensar su movimiento. June dejó escapar un grito de sorpresa antes de mirarlo.

—¡JJ juro por Dios que cuando salga de aquí, me vengaré!

Él sonrió—. Ups. Lo siento, Junnie.

—Sigan aflojando la cuerda gradualmente —dijo Pope.

Comenzaron a aflojar el agarre en la cuerda suavemente, y June sintió cómo comenzaba a bajar hacia el pozo. A pesar de que tenía su linterna con ella, cada vez que se adentraba en el pozo, se volvía más oscuro.

—¡Sigan! —espetó June.

Siguieron bajando a June por unos metros más, el único sonido eran los jadeos por la fuerza que hacían. Justo cuando estaba por impulsarse contra la pared, June cayó.

Su grito de terror hizo eco en la parte superior, asustando a los chicos que luchaban por recuperar el agarre de la cuerda. Una vez que lograron reajustar el agarre en la cuerda, Pope hizo una mueca de horror al ver que June había descendido aún más y ya no se la veía desde arriba.

—¿June? —gritó Pope—. ¡JUNE!

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