[41] AVENTURA NOCTURNA
June y Kiara salieron a escondidas del Chateau y tomaron prestada la bicicleta de John B para dirigirse hacia la licorería. June pensó en avisarle a los chicos sobre su pequeña aventura nocturna, pero sabía que si lo hacía, intentarían convencerlas de quedarse para que John B pudiera hablar con Kiara. Y eso era lo último que necesitaban en ese momento.
Kiara se sentó en la parte trasera de la bicicleta mientras June pedaleaba. Fue un viaje largo, pero era el único lugar que June conocía donde no tendrían problemas para conseguir alcohol.
La tienda estaba tranquila cuando llegaron, con solo unos pocos clientes dentro. Revisaron los estantes por unos minutos, buscando algo para tomar, y cuándo June vio una botella de vino rosé, supo de inmediato que esa era la indicada.
—¿Te apetece un poco de vino? —preguntó June, sosteniendo la botella.
—Claro que sí —respondió Kiara, sonriendo. Su expresión cambió de repente—. La pregunta es, ¿cómo vamos a comprar esto? No tenemos identificaciones falsas.
—No te preocupes —dijo June, señalando al hombre detrás del mostrador—. Lo conozco.
—¿Cómo? —preguntó Kiara, frunciendo el ceño.
June se encogió de hombros—. Este es el lugar donde le compraba alcohol a mi papá siempre que estaba muy borracho como para levantarse.
Kiara se encogió—. Mierda, ¿en serio? ¿Por qué no le decías que no?
—Nunca se le puede decir "no" a Luke cuando está borracho —respondió June—. Créeme, he sido testigo de lo que pasa cuando lo haces.
—Lo siento —murmuró Kiara—. Fue una pregunta estúpida.
—Oye, está bien —le aseguró June, sonriéndole levemente.
Kiara asintió y siguió a June hacia el mostrador. El hombre que estaba detrás era alto y corpulento, llevaba el pelo peinado hacia atrás, lo que le daba a su cuero cabelludo un brillo aceitoso que brillaba bajo las luces parpadeantes. Un cigarrillo colgaba perezosamente de sus labios agrietados, aunque no estaba encendido.
Sus ojos se iluminaron cuando vio a June, la sonrisa torcida en su rostro tiraba de las comisuras de sus dientes amarillentos. Había algo inquietante en él, tal vez era la forma en que su mirada se detenía un momento de más, o la forma en que su postura parecía casual y calculadora a la vez.
—Maybank —dijo el hombre arrastrando las palabras, su voz ronca y grave—. Ha pasado un tiempo. Pensé que tu padre podría haberse vuelto sobrio a esta altura.
June le hizo un breve gesto con la cabeza, con una expresión ilegible—. Sí, eso nunca sucederá. Empezó a robar alcohol del trabajo y bueno —colocó la botella de vino en el mostrador—. Ya sabes cómo es, Mickey.
Mickey soltó una risita, rascándose la mandíbula—. Sí, sí. Lo sé —dijo, escaneando la botella—. Me alegra verte de nuevo por aquí.
Kiara frunció el ceño, su inquietud crecía mientras observaba el intercambio. June podría estar acostumbrada a él, pero no había forma de ignorar la forma en que los ojos de Mickey parpadeaban entre ellas, su sonrisa inquietante nunca se desvanecía del todo.
—¿Cuánto es? —preguntó June.
Mickey miró el precio—. Serán 30 dólares.
—¿Estás bromeando, Mickey? —preguntó June, frunciendo el ceño—. Es demasiado para esta botella de mierda.
—Bueno —respondió Mickey, inclinándose hacia ella—, tal vez podamos arreglar algo.
Kiara agarró a June por los hombros y la movió ligeramente hacia atrás—. De ninguna manera —buscó en su bolsillo trasero y sacó un billete de 50 dólares, dejándolo en el mostrador—. Quédate con el cambio.
Tomó la botella de vino y le hizo un gesto a June para que la siguiera, no sin antes ver cómo Mickey se relamía los labios mientras les daba una última mirada.
—Te veré pronto, Maybank —gritó Mickey, su voz grave flotando en el aire mientras June y Kiara salían de la licorería.
Afuera, Kiara colocó la botella con cuidado en la canasta delantera de la bicicleta, arrugando la nariz al pensar en la sonrisa persistente de Mickey. June pasó la pierna por encima de la misma, estabilizándola fácilmente.
—Súbete —dijo June, mirando por encima del hombro.
Kiara se subió a la parte trasera, agarrándose a la cintura de June para mantener el equilibrio. La bicicleta se tambaleó ligeramente cuando partieron, pero June encontró rápidamente su ritmo. El aire fresco de la noche las rozó mientras conducían hacia el único lugar que se sentía seguro a esa hora: la playa.
—Cielos, June —murmuró Kiara mientras la licorería desaparecía detrás de ellas—. Eso fue espeluznante. No sé por qué sigues yendo allí.
June exhaló, su mirada centrada en el camino que tenía por delante—. Lo sé —admitió—. Pero, desafortunadamente, es el único lugar al que puedo ir donde no piden identificación.
Kiara apretó su agarre alrededor de la cintura de June—. Aún así, ese tipo me da escalofríos.
—Sí, bueno, JJ ya le dejó en claro lo que le sucedería si se propasa —dijo June, mirando hacia atrás brevemente con una pequeña sonrisa—. Digamos que Mickey no está ansioso por perder ningún diente.
Kiara soltó una risa, su inquietud aliviándose ligeramente—. Suena como JJ.
—Sí —murmuró June—. Puede que sea un dolor en el trasero, pero siempre me cuida.
Kiara rió suavemente mientras June continuaba pedaleando, sus voces mezclándose con el zumbido de los neumáticos contra el pavimento. El sonido de las olas se hacía más fuerte con cada giro de los pedales, y la brisa salada rozaba sus rostros.
Cuando llegaron a la playa, estaba exactamente como esperaban: desierta, con nada más que la luz de la luna brillando sobre el agua y el suave choque de las olas contra la orilla.
June apoyó la bicicleta contra un poste de madera en el borde de la arena, asegurándose de encadenarla al mismo. Una vez que lo hizo, Kiara agarró la botella de la cesta delantera y se dirigieron al sendero que llevaba a la playa.
—Esto es mejor —dijo Kiara, mirando hacia el mar.
—Sí —coincidió June, su voz suave. Señaló un espacio en la arena cerca del agua—. Sentémonos allí.
El alcohol pronto hizo su magia, y las chicas comenzaron a reírse de cosas insignificantes: las olas que salpicaban demasiado fuerte, el pobre intento de June de imitar a JJ cuando contaba historias exageradas, y la manera en que Pope siempre intentaba mantener la calma cuando todos estaban al borde del caos.
Media hora después, la botella ya estaba medio vacía y el alcohol había soltado sus lenguas. Kiara se recostó en la arena con las piernas estiradas frente a ella, mientras June se sentaba con las piernas cruzadas a su lado, ambas con la cara roja y riendo como niñas.
—Todavía no puedo creer que John B la haya traído al Chateau —dijo Kiara, su voz llena de incredulidad y diversión—. Ni siquiera nos advirtió, ¡simplemente entró con Sarah Cameron como si no fuera la gran cosa!
June resopló, cubriéndose la cara con las manos mientras reía—. ¡Dios mío, tu cara cuando entró! Parecías lista para estrangular a alguien.
—¡Lo estaba! ¡Ella ni siquiera es parte de esto! —exclamó Kiara, extendiendo los brazos para enfatizar su punto—. ¿Y qué fue todo eso de "el amor irrumpió"?
—Eso fue tan cursi —rió June, secándose las lágrimas de las comisuras de los ojos—. Para ser honesta, eres un poco aterradora cuando estás enojada. Creo que pusiste a todos nerviosos, incluso a John B.
Kiara sonrió con malicia—. Bien, se lo merecía. ¿Y viste a JJ y Pope? Parecía que no podían decidir si debían intervenir o comenzar a vender tickets como si fuera un espectáculo.
Eso las hizo estallar a carcajadas nuevamente, June se agarró el estómago mientras se reía tan fuerte que casi se cae para atrás.
—No, no, no... ¡espera! —dijo, jadeando por aire—. ¿Puedes creer que comenzaron a apostar? Pope dijo que tenías ojos asesinos.
—Bueno no se equivoca. Tengo ojos asesinos —rió Kiara, casi derramando la botella.
June se la arrebató de las manos, tomó otro trago y sacudió la cabeza—. Eso es cierto. ¿Pero sus caras cuando estaban discutiendo? No tenían precio. Te miraban como diciendo, "¿Y si esto realmente sucede?"
—Pope probablemente estaba pensando en cómo separarnos sin que lo matáramos —agregó Kiara, con la voz temblorosa por la risa.
—Y JJ probablemente estaba esperando el momento para intervenir —dijo June, sonriendo.
—Claro que sí —Kiara asintió, una sonrisa extendiéndose por su rostro—. JJ adora el drama.
—Drama es su segundo nombre —dijo June, dándole otro sorbo a la botella.
Se miraron fijamente por un momento antes de estallar a carcajadas nuevamente, sus voces resonando en la playa. Se quedaron allí hasta que la botella estuvo vacía, la calidez del vino y sus risas compartidas envolviéndolas como una manta.
Kiara parecía mucho más relajada, y June no pudo evitar sonreír al ver que su misión había funcionado.
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