[31] NEGAR, NEGAR, NEGAR
—Bien, JJ. Quédate aquí —dijo John B.
Estaban en el barco de Heyward, navegando hacia las coordenadas que habían encontrado para intentar localizar el Royal Merchant con el dron.
—¡Copiado! —dijo JJ mientras detenía el barco.
John B sacó el dron—. Bien, damas y caballeros. Por ser todo un Kook.
Lo dejó caer al agua, y luego le pasó la soga a June, quien tomó el control para guiarlo lentamente hacia el fondo del océano. Pope observaba con atención la pantalla de la pequeña computadora, sus ojos fijos en cada detalle que el dron capturaba en su descenso, mientras Kiara permanecía de pie a su lado, con los brazos cruzados y la mirada fija en la pantalla.
John B estaba mirando una tableta con las coordenadas—. Muy bien, JJ, estamos arriba. Diez segundos al noroeste.
—¡Entendido! —dijo JJ—. Diez segundos al noroeste.
Movió el barco, y June vio como la marca en la soga indicaba que había llegado a los primeros metros—. ¡Treinta metros! —gritó, marcando con una tiza en el barco y volviendo a la soga.
Pope se sobresaltó, y John B dijo—: ¿Qué?
—No es nada —respondió Pope—. Perdón, pensé que...
—No me hagas eso, viejo —dijo JJ.
—Solo creí haber visto algo —dijo Pope, volviendo a enfocarse en la pantalla—. Y cito a El Hobbit: "Abajo, abajo, a la aldea goblin. Abajo, abajo, vas, chico mío".
June rió mientras volvía a enfocarse en bajar la soga, marcando en el bote cada vez que llegaba a los 30 metros. Vio la marca en la soga por cuarta vez y gritó—: ¡Son 120 metros! —observó el agua—. La marea está cambiando.
—Oye, ¿JJ? —dijo John B.
—¿Sí?
—Diez segundos. Al sur, sudeste, ¿sí? —le indicó John B.
—¡Recibido!
El barco volvió a moverse y June tuvo que apoyarse contra el mismo para no perder el equilibrio. Escuchó a John B decir—: JJ, 20 segundos a velocidad media, ¿sí? Sur.
—¡Recibido! —gritó JJ una vez más—. June, ¡mantén la correa lejos de la hélice!
—¡Lo estoy intentando! —gritó June, moviendo la soga.
—¡JJ, sigue! —dijo John B.
—John B, ¿está bien? —preguntó JJ.
John B asintió—. ¡Estamos bien!
June siguió bajando la soga, agarrando la tiza cuando vio la marca en ella—. ¡Bien, 213 metros!
Escuchó truenos a la distancia y levantó la vista, observando el cielo cambiar de color y el viento soplando con más fuerza. La tormenta definitivamente arruinaría todo.
El barco se movió repentinamente por la fuerza de las olas, y June soltó un grito ahogado.
—¡JJ, mantenlo firme! —gritó Kiara.
—¡Bien, 274! —gritó June.
—Nos daremos vuelta con la tormenta —dijo Kiara.
June los miró—. ¡Ahora, 280!
—¡Gira al norte, al noroeste! —dijo John B—. ¡Diez segundos!
—John B, ¡hay demasiada corriente! —gritó June, luchando por sostener la soga—. ¡Lo perderemos!
John B miró a JJ—. ¡Sur, sudoeste, JJ! ¡Duro! Velocidad media. ¡Rumbo firme, JJ!
June escuchó a Kiara decir—: ¿Qué tienes, Pope? Vamos. ¿Qué ves?
—Nada —respondió Pope—. Un montón de nada.
—Deberías estar justo arriba, hermano —dijo John B.
—¡June! —gritó Pope.
—¡A 292! —dijo ella, bajando la soga—. ¡A 295! —Pope seguía sin ver nada—. ¡A 298!
—¡Estoy en el fondo! —dijo Pope.
—¡Bien, JJ! —gritó John B—. Con firmeza. Un cuarto de velocidad.
La soga estaba completamente bajo agua, y June suspiró antes de soltarla y caminar hacia donde se encontraban Pope, Kiara y John B.
—Deberías ver algo —dijo Kiara.
—¡Lo sé! —exclamó Pope exasperado.
—Dios santo —dijo June, mirando la pantalla.
June no podía creer lo que veía. Allí, en el fondo del océano, yacía el Royal Merchant, inmóvil y sepultado por el tiempo.
—¿Ves algo? —gritó JJ.
John B sonrió—. Es el Royal Merchant.
Pope movió el dron alrededor del barco, y June no pudo evitar notar que estaba completamente vacío. No había rastro de oro, ni de tesoros, ni de nada que sugiriera que el barco hubiera sido alguna vez un cargamento lleno de riquezas.
—No está ahí —dijo.
—Mira, levanta el dron —le dijo John B a Pope.
—Mierda —susurró Kiara.
—Pasemos de nuevo —sugirió Pope—, recarguemos la batería. Volvamos a bajar.
John B se alejó de ellos, pasando sus manos por su cabello. JJ negó con la cabeza—. Ya pasamos tres veces. No hay nada.
—¡Cállate! —gritó Kiara.
—¿Qué? —dijo JJ—. Es verdad.
June suspiró—. Quizá el oro está enterrado. No sabemos.
—Si estuviera ahí, lo hubiera encontrado el detector de metales —gritó John B, su voz quebrándose—. Alguien llegó primero.
—O nunca estuvo allí —murmuró JJ.
John B ignoró a JJ y se sentó en una esquina del barco, cubriéndose la cabeza con su capucha. June sabía que estaba frustrado por la idea de que alguien les hubiera ganado en la carrera por el oro, pero, si ese era el caso, no podían hacer nada al respecto.
JJ los condujo de vuelta hacia el Chateau, y tan pronto como detuvo el barco, John B se bajó sin decir una palabra. June suspiró, sugiriendo que lo dejaran solo para que se calmara y que regresaran más tarde.
Los demás estuvieron de acuerdo y se dirigieron a la casa de Kiara para dejarla. El viaje fue silencioso, cada uno sumido en sus propios pensamientos, incapaces de romper el peso de la tensión que se había instalado entre ellos.
Mientras June veía a Kiara caminar hacia su casa, escuchó a Pope preguntar—: ¿Y ahora, adónde vamos?
—Deberíamos ir a casa —respondió June, mirando a su hermano—. Hace mucho que no vamos.
—Tienes razón —dijo JJ.
Pope asintió, mirando a June brevemente antes de salir de Figure Eight. A June le repugnaba la idea de regresar a casa, no quería cruzarse con su padre, pero sabía que tenía que hacerlo en algún momento. Al menos, ir con su hermano le daba un poco de consuelo.
Cuando se acercaron al muelle, JJ se levantó y miró a Pope—. Nos vemos más tarde, hermano —dijo, y luego saltó fuera del barco, dirigiéndose hacia la casa.
—Nos vemos —dijo Pope. Se giró hacia June, que estaba a su lado—. ¿Te veo más tarde?
—Claro —respondió June, sonriendo y acercándose para darle un beso.
Pope sonrió—. Volveré cuando termine en lo de mi padre —la besó brevemente antes de decir—: Creo que hoy es noche de películas en Figure Eight, deberíamos ir.
—Suena genial —dijo June—. Kiara también lo mencionó, así que le diré a JJ para que vayamos juntos.
—Perfecto —murmuró Pope—. Los pasaré a buscar más tarde.
—Está bien, nos vemos luego —dijo ella, sonriendo y dándose la vuelta para dirigirse a su casa.
Pope le agarró la mano y la hizo girar—. Uno más para el camino.
Ella sonrió y asintió, besándolo apasionadamente una vez más. Nunca se iba a cansar de esto.
—
Unas horas después, June estaba afuera observando a su hermano practicar tiro con un oso de peluche. De alguna manera, había logrado convencerla de que necesitaba practicar para mantenerlos a salvo, y ella, a regañadientes, había aceptado.
Sorprendentemente, JJ parecía ser bastante bueno en ello, fallando el objetivo solo 2 de las 7 veces que había disparado. Definitivamente era algo.
—¿Qué fue eso? —dijo JJ, disparando.
—¡JJ!
June se dio la vuelta, observando a Pope acercarse a ellos. Su cara denotaba pánico lo que hizo que June se preocupara inmediatamente.
—¿Qué pasó? —preguntó June cuando Pope llegó a su lado.
—Rafe y Topper —respondió Pope, girándose hacia su hermano—. ¡JJ!
—Eso pensé, amigo —le murmuró JJ al osito de peluche.
Se dio la vuelta y frunció el ceño al ver a Pope junto a su hermana. Pope suspiró—. Lo saben.
—¿Qué? —dijo JJ, sacándose los auriculares.
—Lo saben —repitió Pope.
—Bien, tranquilo, hermano —dijo JJ, acercándose a él—. No saben nada, ¿sí?
—Topper sabe que hundí la lancha —exclamó Pope, dándose la vuelta.
June lo miró—. ¿Cómo sabes que saben?
—Porque Rafe y Topper pararon fuera de Heyward y me miraron con hostilidad —respondió Pope, caminando de un lado al otro.
—¿Te puedes calmar? —dijo JJ—. No saben nada.
—Tienen cámaras —continuó Pope—. Podrían haberme visto.
—No había electricidad —dijo JJ—. ¿Cómo te habrían visto?
Pope lo miró como si fuera obvio—. Es Figure Eight. Tienen generadores —suspiró—. No becan a chicos que hunden barcos en venganza. No es bueno para mi expediente.
JJ se acercó a él—. ¡Basta de remordimientos! Te golpearon a ti y a June —dijo, mirándolo—. Nos golpean, los golpeamos. Es la ley de la selva.
—Dios mío —dijo June, suspirando—. Odio decir "se los dije", pero se los dije.
—Eso no ayuda, June —murmuró JJ, mirándola antes de girarse hacia Pope—. Si algún Kook se te acerca y te pregunta si tuviste algo que ver, te acercas a él, lo miras a los ojos y...
—Lo niego totalmente —terminó Pope.
—Así es —JJ asintió—. Negar, negar, negar. Tú también, June —hubo una pausa antes de que dijera—: Pero, por seguridad, no vamos a ningún lado sin protección.
Levantó el arma, apuntando hacia los árboles mientras June negaba con la cabeza. No podía evitar pensar que los problemas estaban a punto de tocar a su puerta.
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