ੈ♡˳Regalo-Parte única ☃️
Un azabache estaba profundamente dormido en medio de esa gran y suave cama. Su cuerpo apenas se mantenía tapado con el edredón de color púrpura. La manera de dormir de Jungkook era demasiado graciosa a la perspectiva de Taehyung, su pareja. Quien se había despertado hace una media hora aproximadamente para preparar el desayuno ligero que compartiría con su menor.
Caminó sigilosamente hasta la mesita de noche que había en su habitación, dejando la bandeja que llevaba la primera comida que degustaría en ese nuevo día. El castaño detalló con la mirada un poco más al chico descansaba plácidamente.
Llevaba un pie afuera de la cama, al cual se contuvo de hacerle cosquillas. Su piel lechosa resaltaba en medio del tono oscuro del cobertor. El azabache se había ido a dormir con solo la ropa interior puesta, después de aquella noche loca en la que una vez más se entregaron mutuamente.
Perdiéndose en las caricias y en el amor que desbordaban sus corazones enamorados.
Jungkook era la otra mitad de Taehyung, y el susodicho estaba tan feliz de haberlo encontrado y continuar encantándose con él cada día, conforme el tiempo seguía pasando.
Amaba su personalidad, sus valores, sus cualidades, hasta sus defectos. Porque nadie era perfecto, pero eso era lo que les hacía verdaderamente especiales. Y Jungkook era la definición más cercana a lo que Taehyung creía podría describirse como especial.
Desde su dulce risa que alegraba todo a su alrededor hasta la constancia que demostraba cuando quería conseguir alguna meta que se hubiera propuesto. Siempre trabajaba duro, y era realmente dedicado a todo lo que hacía.
Hasta la mínima cosa en él era preciosa y digna de admirar.
Desde que lo conoció, cuando ambos se volvieron compañeros de trabajo en aquel bufete de abogados, el mayor supo que no podría resistir perderse en esa mirada que encerraba millones de estrellas.
Ni a esas tiernas arruguitas que se formaban cerca de sus ojos cuando sonreía, los bonitos lunares en ese rostro que podía ser serio o coqueto de un momento a otro, la cicatriz casi imperceptible en esa mejilla que siempre estaba dispuesta a recibir sus besos, los pucheros que a veces hacía sin querer, la emoción que pintaba sus orbes cuando algo era de su gusto, o el amor que le entregaba incondicionalmente.
El castaño estaba muy consciente sobre que siempre tendría unos fuertes brazos esperándole para resguardarlo cada vez que se sintiera decaído.
El mayor sonrió ante la bella estampa del menor con el cabello desordenado y con el cuerpo en una posición no muy cómoda sobre la mullida superficie. Con cuidado se acercó, y acarició las hebras oscuras, ganándose un pequeño balbuceo por parte de Jungkook como una forma de reproche. Por inercia el menor se removió y al fin metió su pie, cubriéndose por completo con el edredón.
Su bebé era difícil de despertar, pues cuando realizaba el mínimo intento, lo único que lograba es que se acomodara de otra forma para continuar en los brazos de Morfeo.
Taehyung carraspeó, aclarándose la voz, porque seguramente esta sonaría más ronca de los normal por las horas de sueño. Y sin más, se arrodilló a lado de la cama, poniéndose a la altura de su pareja.
—Conejito—llamó con ese tono tan profundo y aterciopelado que era una caricia contra la oreja del azabache—. Despierta mi amor, tienes que comer algo.
—No.... —murmuró, corto y preciso.
Voluntad inquebrantable era su segundo nombre.
—Kookie, no seas terco. Vamos, despierta.
Taehyung lo removió un poco, escuchando como su pareja se quejaba soltando pequeños gruñidos. El castaño suspiró, esto no iba a funcionar. Tenía que ser más ingenioso si quería que su chico levantara su trasero de la cama.
Y como si un foco se encendiera encima de su cabeza, una increíble idea llegó a su mente.
—Bueno, si mi bebé no se va a despertar... —el mayor alzó la voz de a poco, siendo consiente de como Jungkook ya estaba más despierto que dormido, no obstante, sabía que no tenía la mínima intención de levantarse, pero si le podría escuchar perfectamente bien—. Tendré que comer solito estos deliciosos hotteoks acompañados de una refrescante leche de plátano.
—¿Dónde?
Jungkook preguntó, incorporándose como un resorte, y de paso provocando la risa de su mayor.
—Oh Kookie... Eres demasiado predecible.
Sí, la voluntad del azabache solo podía quebrarse si de leche de plátano se trataba.
—Me engañaste Tae—el menor le reclamó, luego de comprobar con una vista rápida que el desayuno si tenía hotteoks, pero no contaba con su adorada leche de plátanos.
Aquello había sido un golpe bajo de su parte.
—Lo siento, vida. Sabía que no te resistirías.
—Tonto, te aprovechaste de eso y de que sabías que estaba escuchándote.
—Un poquito sí, pero no iba a ser del todo mentira porque tenía planeado prepararla especialmente para ti, cuando fui a la cocina vi que ya no me quedaban plátanos.
Jungkook estaba tallándose uno de sus ojitos que todavía mostraban lo adormilado que había estado minutos atrás, mientras el mayor se levantaba solo para sentarse en la cama y poder apreciar de mejor manera la belleza matutina del azabache, la piel de sus brazos decorados con tatuajes, y aquel torso desnudo que contaba con esos abdominales bien trabajados.
Eran vistas que últimamente tenía muy seguido.
—Sí, pero igual no tendré mi leche de plátano.
—Pero opté por leche chocolatada, la cual también te gusta mucho y es muy buena para el frio de diciembre—argumentó con una pequeña sonrisa, pero Jungkook solamente dejó que un puchero se formara en sus labios.
-Sí, gracias por querer cuidarme del clima invernal, pero igual tienes que recompensarme con muchos mimitos para que te perdone por jugar con mis gustos.
Taehyung asintió, le parecía justo. Y de todas formas amaba complacer a su novio.
—Los que gustes, Jungkookie.
El azabache, quien disimuladamente había levantado el edredón, descubriéndose a sí mismo, no tardó en tomar del brazo a Taehyung. Con la única intención de atraerlo hacía su anatomía, para que quedara justo entre sus fornidas piernas.
El joven de piel canela no tardó en comprender qué clase de mimitos eran los que su chico quería, pues desde que había descubierto lo mucho que le encantaban, lo hacía seguido aprovechando los momentos de desnudez del torso de su pareja.
—Amo recibir besitos en esta zona por parte de Taehyungie hyungie hyung—con un movimiento de ojos señaló su abdomen, regalándole en el proceso su tierna sonrisa de conejito.
—Y yo amo dártelos sobre tu pancita no tan pancita—bromeó con un tono coqueto que sabía derretía al menor—. Así como también amo poder acariciar tus muslos mientras te mimo en esta posición.
De forma inmediata el azabache comenzó a sentir las caricias y el camino de besos sobre su abdomen. El castaño se tomaba muy en serio su trabajo de consentir al joven de piel clara. Y eso podía comprobarse cuando los parpados de Jungkook no tardaban en cerrarse por la dulce sensación. Así mismo, por pura inercia el joven enredaba sus dedos en las hebras sedosas y castañas, masajeando lentamente como forma de agradecimiento por los cariñitos que estaba recibiendo.
Los hotteoks y la leche chocolatada podían esperar.
La pareja había salido del departamento del mayor después de desayunar, y sin querer repitiendo su sesión de darse amor mutuamente como lo hicieron la noche anterior. Iban tomados de la mano, completamente abrigados, platicando amenamente sobre algunos temas de trabajo, desprendiendo esa bonita aura de pareja doméstica que solo ellos poseían.
Para suerte de ambos, la residencia en donde vivía el azabache no quedaba tan lejos, pues solo se tardaban media hora a pie. Y de paso hacían un poco de ejercicio. El menor había querido buscar la suficiente ropa para esas dos semanas en las que pasaría en el hogar de Taehyung, porque las prendas que tenía ahí, no le alcanzarían para tantos días.
¿Cuál era la razón por la que compartirían ese tiempo juntos?
Muy fácil, desde el día anterior habían quedado libres del trabajo, tomando sus merecidas vacaciones por las festividades que se acercaban. Ayer celebraron este suceso yendo a una cita después de salir del bufete, sin embargo, una cosa llevó a la otra, terminando en el departamento de Taehyung, que era el que más cerca les quedaba, olvidando por completo que Jungkook debía buscar sus cosas.
Pero realmente no importaba, ninguno de los dos cambiaría lo que habían vivido durante esas horas.
Mucho menos Jungkook, quien estaba realmente emocionado por ese tiempo de convivencia juntos, donde planearía como darle la sorpresa al mayor. No obstante, tendría que disimularlo lo mejor que pudiera, porque Taehyung a veces hasta se volvía capaz de leerle el pensamiento. Y eso era lo que menos quería.
Podía ser como un libro abierto para su pareja, pero le hacía ilusión sorprenderle con algo que cambiaría sus vidas. Estaba decidido, era un paso más en su preciosa relación y sabía que era para bien. Ambos se amaban, y eventualmente escalarían a ese nivel.
¿Así que porque retrasarlo más si estaban seguros de sus sentimientos por el otro?
Taehyung como el buen novio que era, ayudó al menor a empacar todo en una gran maleta que tenía. Entre risas, algunos besos robados y jugueteos tontos acabaron su labor, y con ello Jungkook se sintió más que satisfecho por contar con el castaño, quien siempre se había caracterizado por ser tan atento
Una hora después ya estaban saliendo del lugar, el azabache dejó asegurando correctamente todo su departamento para no llevarse alguna desagradable sorpresa cuando volviera. Taehyung había estado esperando diligentemente en la entrada, con maleta en mano, mientras su pareja se ocupaba de ese detalle. Sin siquiera imaginar, que esto le había caído como anillo al dedo al joven de piel clara, quien había aprovechado para sacar esa cajita tan especial de un lugar secreto en su habitación.
No se demoró mucho, por lo que el mayor no sospechó nada. Pero fue el tiempo suficiente para que el castaño fuera pensando que cosas podrían hacer con el pasar de los días.
Sin querer, ambos habían dado inicio a planes distintos, pero que a fin de cuentas tenían el mismo objetivo.
Hacer feliz a su pareja.
¿Quién sería el más sorprendido al final?
—Osito, pásame las luces.
Jungkook pidió mientras observaba encantado como el trabajo que se habían dado en aquella tarde estaba dando frutos. El árbol de navidad les había quedado más que precioso. Estaba decorado completamente con bombillos de una diversidad de colores vivos y con uno que otro muñequito con temática navideña.
El joven de piel canela, se acercó también admirando el majestuoso árbol, a la par que entregaba a su pareja lo que le había pedido.
—Ha quedado genial.
—Pues claro Tae, hacemos un gran equipo.
—El mejor diría yo—el menor asintió, con sus ojitos brillando en demasía—. Así que una vez más necesito que me prestes tu ayuda.
—Será un placer bonito.
Y así fue, Jungkook y Taehyung terminaron de acomodar las luces, quedando satisfechos con el resultado de un árbol resplandeciente en todo sentido.
Media hora más tarde, la pareja estaba acurrucada en el cómodo sofá de la diminuta sala que poseía aquel apartamento que los había estado resguardando desde hace 3 días. La convivencia era totalmente magnífica, porque ambos ya se conocían muy íntimamente en todo aspecto, así que no les fue difícil acostumbrarse. Se sentían como en una luna de miel.
El azabache estaba abrazado al torso del mayor, con la cabeza recargada en su hombro, mientras recibía caricias en su fina cintura. El sonido de la televisión se apreciaba de fondo, sin embargo, Jungkook no le estaba prestando atención. Porque se encontraba embelesado escuchando los suaves latidos del corazón de Taehyung.
—Conejito, ¿estás despierto? —la voz del mayor resonó, captando el interés del azabache, no obstante, el susodicho ni siquiera se movió.
—Sí, hyungie... ¿Por qué?
—Estás muy callado, pensé que te quedaste dormido.
—A este paso no me faltaría mucho para hacerlo.
—Ya veo—con un aire pensativo, formuló una pregunta más concreta—. ¿No quieres hacer algo?
—Mmhg... ¿Hyungie quiere complacer uno de mis caprichos?
—No los consideraría como caprichos, solo quiero hacerte feliz.
El mayor lo decía muy en serio, lo único que quería era conservar la sonrisa de Jungkook, por eso Taehyung estaba más que dispuesto a cumplir los deseos de su novio, eso y mucho más.
—Ya me haces feliz.
—Mucho más.
—No veo fallas en tu lógica, pero igual luego buscaré la forma de recompensarte—aseguró, pensando en que esa sería la mejor excusa para darle su regalo.
—Trato hecho, Jungkookie.
El azabache levantó su rostro para establecer contacto visual con el mayor, encontrándose con esa sonrisa cuadrada que lo enamoraba un poquito más, si es que eso era posible.
—Quiero esquiar en la nieve.
—Buscaré el lugar donde quedarnos para volver antes de navidad, ¿te parece?
—Gracias—el azabache se incorporó lo suficiente para dejar un casto beso en los labios ajenos—. La idea estuvo rondando últimamente por mi mente, pero no creí que fuera tan importante.
—Tus ideas para mí siempre serán importantes, Kookie. Así que ve a organizar algunas cosas para nuestro pequeño viaje, creo que si alcanzamos a salir hoy mismo.
El mayor indicó con su dedo el reloj que colgaba a unos metros de distancia en la impoluta pared de la sala.
Su pareja asintió, incorporándose suavemente hasta separarse del que consideraba su lugar seguro. Taehyung rápidamente resintió ese vacío que le provocaba no tener la anatomía de Jungkook junto a la suya, sus fornidos brazos rodeándole y su calor corporal adormeciéndole. Sin embargo, se recordó que era por una buena razón.
No obstante, antes de que el chico se alejara por completo, aprovechó a darle una nalgada. El azabache solamente rio, realmente amaba lo travieso que podía ser su novio.
Una nueva aventura estaba a la vuelta de la esquina.
Cuatro horas más tarde ya estaban hospedados en aquel increíble resort que el mayor encontró para vacacionar por tres días antes de nochebuena. Jungkook se quedó alucinado por el servicio, totalmente satisfecho, así como Taehyung agradecía haber conseguido una reservación a último momento, en medio de estas fechas tan importantes.
La pareja ya había acordado lo que harían los días siguientes, por lo que estaban sumamente relajados. Disfrutando la compañía del contrario y el ambiente que les ofrecía aquel lugar tan lejano de la monotonía característica de la ciudad de Seúl.
El resort en el que estaban se encontraba en Incheon, contaba con áreas exclusivas para esquiar y practicar snowboard. Muchos turistas iban cada año para disfrutar de esas actividades, así que a Taehyung le causó mucha más confianza al momento de decidir hospedarse con su novio.
Tanto Jungkook como él no tenían la experiencia con las que contaban los profesionales, pero eso era lo de menos. Tan solo querían tontear un poco en medio de la nieve y, sobre todo, crear más recuerdos del primer invierno que pasaban juntos.
Al día siguiente, luego de recuperar las energías necesarias durante la noche, Jungkook y Taehyung se alistaron para comenzar con su itinerario. Desayunaron y recorrieron los alrededores, disfrutando del paisaje cubierto por la blanca nieve. Eventualmente, ambos entraron a dicha área con el único objetivo de jugar como si de dos chiquillos de escuela primaria se tratara.
—¡No me darás!
Jungkook exclamó corriendo de un lado al otro, esquivando las bolas de nieve que iban dirigidas hacia su persona por parte del castaño.
—No tientes tu suerte, Jungkookie.
Taehyung tomaba lo más rápido que podía la nieve entre sus manos cubiertas por guantes mientras el menor se movía como un relámpago, poniéndole las cosas difíciles. Lástima que él no era el tipo de persona que se rindiera tan pronto.
—Hyungie es muy lento—el azabache se burló y el mayor resopló—. Acepta tu derrota, TaeTae. Y tal vez así considere darte un premio de consolación.
El joven que iba completamente enfundado con ropa de invierno de tonalidades oscuras, en un rápido movimiento señaló sus labios, invitando al contrario a que se lo pensara dos veces antes de seguir con su competitivo juego.
—Ya quisieras.
—Que consté que te lo advertí, soy bueno resistiendo—canturreó, alejándose mucho más del mayor que ya se encontraba en aprietos porque su pareja tenía razón. Pues en vez de ralentizar sus movimientos, parecía que seguía aumentando la velocidad.
¿Acaso el frío no le afectaba? Taehyung sentía que a este paso no sentiría sus manos, y eso que estaban cubierta por la más gruesa tela de algodón.
Y hubiera continuado de esa forma, de no ser porque lo que Jungkook tenía de veloz, lo tenía de despistado.
De un momento a otro, en el que Taehyung desvió su mirada para seguir recolectando nieve en sus manos, perdió de vista a su chico.
Pero rápidamente le encontró gracias a su vestimenta que contrastaba con el paisaje.
—¡Kookie!
El joven de piel canela se incorporó, dejando lo que había estado haciendo para ayudar al menor que se había caído al suelo.
—Auch—el azabache se quejó, sentándose y notando en el proceso como su ropa quedó cubierta de nieve. De reojo observó cómo su pareja se acercaba a la velocidad de la luz hasta donde se encontraba.
—Conejito, ¿estás bien? ¿Te lastimaste? —interrogó, escaneándolo de pies a cabeza para asegurarse que todo estuviera en orden, mientras el menor masajeaba su espalda.
—No creo que sea nada grave. Así que no te preocupes, hyungie.
Jungkook le calmó, pero Taehyung negó moviendo la cabeza.
—No bebé, lo siento por seguirte el juego de esta forma, te duele la espalda, ¿verdad?
—Un poquito, pero no digas eso—aseguró y Taehyung manteniendo su semblante preocupado, tomó su mano para ayudarle a levantarse del suelo—. Yo fui el terco que te estaba provocando.
—De acuerdo Kookie, pero entonces permíteme hacerte un masaje y aplicarte alguna crema para que no te duela más.
Estando cara a cara, el mayor le ofreció su brazo para que se recargara en él, el joven de piel claro lo aceptó gustoso. Estaba muy calientito, era demasiado reconfortante.
—Me parece bien TaeTae, aunque creo que también me volvió el dolor en el trasero.
Jungkook batió sus pestañas, muy coqueto, dejando en segundo plano la inesperada situación que detuvo su tonto jugueteo.
—Bobo—el mayor se sonrojó y desvió la mirada ganándose una dulce risa por parte de su pareja. Solo Jungkook era capaz de sacar esos temas en momentos serios con el único objetivo de tomarlo con la baja guardia y avergonzarlo.
—Lo siento mi osito de invierno—besó su roja mejilla y luego propuso—No quiero irme todavía, así que mejor hagamos un muñeco de nieve.
—¿Estás seguro bonito? No te esfuerces si no te sientes bien.
—Tan seguro como que te amo mucho.
—Ohhh—el castaño sonrió conmovido por la comparación que había hecho, dándose el gusto de robar un beso a ese chico tan precioso—. Yo también te amo mucho, así que por eso confiaré en tu palabra.
—Claro que sí, mi osito de invierno.
El mayor sentía su corazón calentarse de emoción cada vez que el contrario le decía por ese apodo tan especial para él. Era un sentimiento jodidamente maravilloso.
La pareja unió sus narices en un dulce beso esquimal, antes de volver al mismo lugar donde Taehyung había estado para comenzar a armar su preciado muñeco de nieve.
Los minutos fueron pasando, y los tortolitos simplemente lo pasaron genial. Tomaron muchas fotos con el muñeco de nieve, de ellos solos en medio del blanquecino paisaje, dándose muchos besos y abrazos, como la pareja enamorada que eran, hasta que finalmente retornaron a su habitación donde el joven de piel canela cumplió la promesa del masaje a su chico.
Con esos cuidados, el azabache estaba más que seguro que ni siquiera recordaría el dolor.
Eventualmente, el resto de días se pasaron volando, pero quedaron grabados en la memoria de los jóvenes, gracias a las divertidas actividades que habían planeado a lo largo de este pequeño descanso alejados de la ciudad.
Esquiaron con la supervisión de un encargado que les fue proporcionado por el mismo resort, degustaron comida deliciosa y un tanto exótica, hicieron ángeles en la nieve, y cuando estaban de regreso en su cuarto, se acurrucaban el uno con el otro, mientras veían alguna película que les pareciera interesante.
Lastimosamente todo lo bueno tenía que terminar, así que no les quedó de otra que romper esa burbuja, por lo que la pareja ya se encontraba retornando hasta Seúl. Sin embargo, ambos continuaban manteniendo la misma ilusión con la que se habían ido. Pues, a fin de cuentas, seguirían estando juntos bajo el mismo techo.
Y continuarían disfrutando de esas vacaciones que se estaban volviendo las mejores que habían experimentado en sus vidas.
—¿Ya estás listo?
Taehyung terminó de colocarse los zapatos cuando la voz de Jimin resonó en medio de la habitación de invitados que le había prestado.
—Así es, Jiminnie. Ya mismo es la hora que Kookie me indicó—la sonrisa en el rostro del castaño no tenía la mínima intención de desaparecer—. Mañana trataré de venir a buscar mi ropa.
—Tú no te preocupes por eso. Solo concéntrate en disfrutar de esa velada con tu Jungkookie—le restó importancia, con una pequeña sonrisa adornando su angelical rostro—. Que realmente debe estar luciéndose como para que me haya pedido que te quedaras aquí, por mientras terminaba de arreglar todo.
A Jimin le llamó mucho la atención que Jungkook le pidiera posada a su amigo por mientras organizaba una sorpresa de la que no tenía mayores detalles. El mayor no titubeó al decirle que sí, porque su soulmate sería el beneficiado.
—¿De verdad no sabes nada al respecto? —el castaño inquirió no creyendo en las palabras de su mejor amigo.
—Te lo juro, ni a Yoon se lo quiso contar—el pelirosa afirmó con determinación—. Si quieres te lo prometo por el meñique, TaeTae.
—No es necesario, Minnie—el menor se incorporó y preguntó con una sonrisa—. ¿Cómo me veo?
—Muy guapo, demasiado. Pero no más que mi gatito.
Antes de que Taehyung pudiera responder al cumplido, Yoongi hizo aparición, colocándose a un costado de su pareja.
—Me gusta escuchar eso.
—Es la pura verdad—el peligris dejó un beso en la frente de Jimin.
—No hagan eso cuando no tengo a mi chico conmigo—el joven de piel canela se quejó y sus amigos rieron—. Les encanta antojar.
—Ya, lo sentimos mucho, pero justamente venía a buscarte para irte a dejar en mi auto.
—¿En serio? Mil gracias, hyung. Estaba a punto de pedir un taxi.
—Sí, no hay problema. Minnie y yo no haremos la gran cosa por estas fechas, así que no estoy ocupado ni nada.
—Lo que es una pena, pero lo bueno es que celebraremos juntos el año nuevo.
Jimin y Yoongi habían optado por preparar una pequeña cena en la casa de los padres del menor, luego de que todos sus amigos les dijeran que pasarían ese tiempo en pareja. Así que estaban completamente libres hasta la noche.
—Eso sí, de nosotros no se libran porque también aprovecharemos a celebrar tu cumpleaños.
—Tienen razón. Ya solo queda esperar ese día.
—Así es, dejemos de perder el tiempo, y vámonos.
Jimin y Taehyung asintieron, siguiendo al mayor hasta su automóvil, que en media hora ya había llegado hasta su destino.
La pareja visualizó como el balcón del departamento del castaño estaba adornado con brillantes luces de colores, dándole ese toque navideño que se podía respirar en el ambiente de la ciudad.
—Hasta yo estoy teniendo altas expectativas con tu sorpresa, TaeTae.
—Concuerdo con Minnie, así que prométenos que esta será tu noche— Yoongi se giró, solo para guiñarle el ojo al menor que se encontraba en el asiento trasero, y apenas afirmó con un movimiento de cabeza, todavía sin palabras por la emoción y nerviosismo que había comenzado a experimentar de un rato a otro.
—Lo haré. Gracias chicos.
—Un placer, cuídate mucho y saluda a Jungkookie de nuestra parte.
—Está bien—el pelirosa observó cómo su amigo se bajaba del vehículo, y realizaba un ademan de despedida dedicado especialmente para su pareja y su persona—. Nos vemos pronto.
—Adiós—la pareja respondió al unísono, y cuando se aseguraron de que el chico ingresaba a su residencia, partieron.
Confiando en que esa noche sería verdaderamente especial para esa pareja que se amaba con la misma intensidad que ellos.
Jungkook había terminado de cambiarse y arreglarse lo más rápido que había podido, pues el trabajo de decorar el hogar de su mayor había sido agotador, pero estaba completamente satisfecho con los resultados.
Con una rápida mirada detalló todo el lugar, comprobando que todo siguiera tan perfecto como hace minutos atrás. Cuando estaba haciendo eso, escuchó como el timbre resonaba, como indicativo de que su chico por fin había llegado.
Ya era hora de poner en marcha ese plan que estuvo rondando su mente por mucho tiempo, y que, hasta la actualidad, logró disimular exitosamente a la perfección.
Con pasos rápidos llegó hasta la entrada, se acomodó su chaqueta por tercera vez en esa tarde y abrió la puerta, sintiendo su mano temblar de la emoción.
Frente a él estaba su osito, completamente encantador como nadie más que él. Luciendo esa preciosa gabardina color beige, que solo ocupaba para ocasiones importantes, una camisa blanca con la que se podía apreciar su bonito cuello y pecho, el cual estaba descubierto gracias a esos dos botones que estaban abiertos, los característicos pantalones de tela café oscuro y zapatos del mismo tono.
Taehyung tampoco se quedó atrás, y admiró la belleza de su chico bonito, que lucía una camisa color vino, lo suficientemente arremangada para dejar a la vista los tatuajes en sus brazos y hacer relucir su fina cintura que siempre se amoldaba tan bien en sus manos, unos pantalones oscuros pegados a esos tonificados muslos y sus inconfundibles botas negras.
—Estás muy guapo, Tae...
—Tú lo estás más, Kookie.
El chico sonrió contento y colorado por el dulce cumplido, invitándole a entrar.
—Espero te gusté todo lo que hice.
—Siempre me gustará—aseguró, y cuando pasó la mirada por todo su apartamento, supo que no había dicho una mentira. Jungkook había decorado el lugar de una manera tan increíble, como él nunca hubiera podido hacer. Su chico era demasiado creativo.
—La decoración te quedó genial. Te luciste, mi amor.
Las luces, algunos muñequitos y globos eran lo que más destacaban en la vivienda, no obstante, para el mayor no pasó desapercibido el hecho de que su chico había puesto muérdago justo encima de sus cabezas, por lo que no desaprovecharía el tierno detalle.
—Es lo menos que mereces TaeTae, prometí recompensarte muy bien.
—Y lo estás haciendo con creces. Por eso te devolveré el favor.
El joven de piel canela atrajo a su pareja, tomándolo de la cintura para darle en profundo beso, en el que sus lenguas se reconocieron como siempre hacían, cada vez que entraban en contacto. Compartiendo ese amor tan puro que sentían, por el contrario.
Cuando se separaron ambos sonrieron y se dirigieron hasta la mesa, donde Jungkook le pidió al castaño que tomara asiento, mientras él servía la comida.
—Amo cuando Jungkookie me consiente con su comida—el mayor canturreó cuando el plato quedó frente suyo—. No me cansaré de decir que no podría vivir sin tu comida.
—Eres exagerado, TaeTae. Tampoco es tan buena, y claro que podrías vivir sin ella, como antes de conocerme.
El menor que también había dejado su plato en esa mesa que estaba arreglada con un bonito mantel y un pequeño candelabro, tomó asiento adelante de su pareja.
—Entonces permíteme corregir—el azabache le observó expectante—. No podría vivir sin la persona que con sus manos prepara las más exquisitas delicias.
Sí, con eso Jungkook comprobaba una vez más que lo que iba a proponer era lo correcto.
—Entonces disfrútalo, cariño.
—Siempre.
La cena pasó en completa tranquilidad, mientras la pareja conversaba de temas triviales. Con ese ambiente lleno de paz y complicidad característico de su relación. Jungkook regresó a ver la hora en el reloj de la pared, ya eran las ocho de la noche. El tiempo transcurrió tan rápido gracias a su amena charla y continuaría de esa forma hasta que llegara el momento de intercambiar los regalos. Ahora la única preocupación de Jungkook era que las palabras se trabaran en su boca, jodiendo todo su trabajo que hasta el momento iba de maravilla.
Taehyung, que todavía ni sospechaba de las intenciones de su pareja, propuso que vieran una película para hacer tiempo. Al menor la idea le pareció de lo más acertada, así que ambos se acomodaron en el sofá como solían hacer, luego de que en equipo hubieran lavado y secado la vajilla que ocuparon.
Las dos horas de aquella comedia romántica se pasaron volando, sin embargo, no eran suficientes para alargar el tiempo. Así que ahora el azabache fue quien sugirió que jugaran al UNO hasta que fuera nochebuena. Taehyung aceptó, y varias rondas pasaron en un abrir de cerrar de ojos.
Las recompensas en formas de besos tampoco se hicieron esperar. Y cuando el menor, quien había sido el mayor vencedor de la noche estaba cobrando su último juego ganado, luego de un increíble resultado de siete contra cuatro, observó la hora, encontrándose con la sorpresa de que faltaban cinco minutos para dicho momento.
Sin querer se separó abruptamente del castaño, que se sorprendió por dicha acción. Tan embelesado había estado perdiéndose en esos labios que ni siquiera comprendió a primera instancia a que se debía el distanciamiento por parte del menor.
—Ya es hora, Tae, voy a buscar tu regalo.
El joven de piel clarita le avisó, y el susodicho apenas pudo asentir luego de ver desaparecer al azabache por el angosto pasillo de su apartamento. El mayor metió la mano en su bolsillo, comprobando que aquella cajita continuara ahí.
Él también tenía planeado algo sumamente importante para esa ocasión, y aunque no era algo tan sofisticado, igual tenía un significado especial. Pues consigo llevaba la promesa de su amor por el chico de ojos infinitos.
Tiempo al tiempo, y así podrían seguir avanzando en su relación.
Dos minutos después, el azabache estaba nuevamente a un lado de su pareja, en medio de ese sillón en el que estuvieron acurrucados por dos horas. El joven estaba visiblemente nervioso, pero tratando de mantener la compostura porque no podía joder todo estando tan cerca de la hora.
—Hey bebé, no sé qué planeas regalarme, pero mantén la calma, ¿sí? —Taehyung colocó un mechón de su cabello oscuro detrás de su oreja con piercings—. Si gustas yo empiezo.
—No, yo quiero hacerlo. Lo siento, osito.
—No te disculpes, bonito. Yo también estoy nervioso, pero me recuerdo que esto se trata de ti, así que confió en que no saldrá tan mal.
—Gracias por recordármelo—Jungkook sonrió y el mayor dejó un beso en su frente, animándolo a continuar—. Bien, aquí voy. No lo haré tan largo, porque si no me enrollaré como cortina y no iré al punto en específico.
—Lo entiendo, soy todo oídos.
El castaño sonrió y Jungkook tomó una bocanada de aire antes de hablar mientras sentía como sus manos eran acariciadas, por el contrario.
—Taehyung, desde que te conocí y desde que iniciamos a salir, todo ha sido tan bonito, cada momento ha sido verdaderamente especial a tu lado, y los días que pasaron solo me comprobaron lo que siempre he creído acerca de ti. Hemos tenido nuestros momentos como cualquier pareja, pero al final siempre lo terminas solucionado y eso me ha hecho muy feliz.
En ese instante, liberó una de sus manos que se volvió temblorosa solo para sacar una llave del bolsillo de su pantalón, la cual extendió hacia el mayor que le observaba con ojos cristalizados por las preciosas palabras que su chico le estaba dedicando.
Era inevitable para él no ponerse sensible.
—Lo digo muy en serio cuando afirmo que eres el mejor sueño que he tenido en toda mi vida, pero que realmente no quise soñar, porque anhelé hacerlo realidad. Y este... —señaló la llave que descansaba en la mano del contrario—. Es el siguiente paso para nosotros, TaeTae.
—¿E-Es?
—Sí, mi amor, es la llave de nuestra propia casa. En la que espero pasar hasta el último día de mi vida contigo. ¿Tú también quieres compartir esto conmigo?
—Por Dios, Jungkookie—el mayor abrazó fuertemente al azabache que no tardó en corresponder—. Claro que acepto, bonito. Es más, mi regalo está muy relacionado a dar este paso, pero me ganaste.
—¿A qué te refieres, Tae? —preguntó cuándo se separaron. El castaño sacó una cajita que dejó entre sus manos.
—Por favor, ábrela.
Y así lo hizo, encontrándose con dos anillos de plata. El menor se quedó estupefacto y las ganas de llorar le invadieron. Aquel día estaba superando los límites de la perfección.
—Son nuestros anillos de compromiso, todavía no son los de matrimonio porque creí que podría parecerte muy pronto—Taehyung se rascó la nuca, avergonzado—. Pero yo estoy muy seguro de lo que siento por ti, así que dije ¿por qué no?
—Nada me parecería muy pronto si es contigo, Tae. Acepto.
El mayor dejó caer esas lágrimas atrapadas, contagiando al chico que había tratado de resistir lo más que pudo. A la vez que le colocaba el anillo, y su pareja repetía la acción con él.
—¿Ya lo tenías pensado desde antes?
El joven de piel clarita asintió con una tierna sonrisa.
—Sí, desde hace tiempo, prácticamente me la paso en tu apartamento y viceversa—el menor se avergonzó, pero rápidamente se recuperó para contar con lo que estaba diciendo—. Así que me esforcé en ocultarlo bien de ti y tu sexto sentido que sabe leerme a la perfección.
—Lo lograste, Kookie. Por lo que ahora el mejor regalo de cumpleaños sería que ambos estemos completamente instalados en nuestra casa, ya que hemos estado en las mismas.
—Me parece buena idea, Tae. Sin querer ambos nos sorprendimos mutuamente, lo que lo hace muy gratificante.
—Bien, no hay porque seguir llorando si estamos felices, cuando podemos hacer algo mejor.
—¿Qué propones, osito?
—Podríamos aprovechar el muérdago.
—¿Lo notaste? —el azabache inquirió limpiando sus ojitos, mientras Taehyung hacía lo mismo.
—Claro que sí, jamás podría pasar desapercibido tan tierno detalle—aseguró con su sonrisa cuadrada reluciendo más que nunca—. Además de que noté que lo pusiste en varios lados.
—Eso es porque mi otro plan después de darte la sorpresa era besarte por todos los lugares posibles.
—Me encanta la idea, y estaré más que feliz de cumplirla.
—¿Entonces qué esperas, prometido?
La pareja se incorporó del sillón, Taehyung no tardó en tomarlo de la cintura y Jungkook rodeó el cuello ajeno con sus brazos, compartiendo una sincera sonrisa. Y con un dulce beso sellaron aquel precioso diciembre juntos que sería el primero de muchos más.
Fin ☃️
Por si no sabían, el hotteok es un panqueque coreano, muy popular como comida callejera en Corea del Sur, pero también puede comerse en el desayuno. Suele servirse en invierno.
Rayos, me pasé de cursi, pero espero les haya gustado mucho. Considérenlo un regalito para llenarles de dulzura en este mes tan especial. Compartan este one-shot si quieren sacarle una sonrisa enamorada a alguien que ame a este par.
-Shiro 🌙
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro