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Snow

Dedicado a mi querida amiga Violette Moore. Disculpa mi tardanza, estaba demasiado carente de inspiración, pero en verdad espero que lo disfrutes.


Snow

La nieve de blanco prístino cubría por completo las calles sobre las que caminaba en esos momentos. El lugar al que se dirigía y que normalmente se encontraba fuertemente custodiado esa noche parecía desierto y expectante por su llegada.

La magnífica edificación de estilo gótico donde el libro de las almas descansaba habría lucido aterrador para cualquier otra persona que no fuera ella. Sus cúpulas, vidrieras y bóvedas seguramente resultaban maravillosas al ojo humano bajo los rayos del sol, pero en aquella noche nevada, en la completa oscuridad, pues la luna se negaba a salir durante aquella ventisca apocalíptica, lucían tan aterradoras como una cripta hermosamente decorada.

Pero ella era la hija de Ra's Al Ghul y una simple tormenta nevada no iba a detenerle de lograr su objetivo, aun si este era tan infantil como inútil.

¿Pero quién podía culparla por intentar solventar un capricho? Su padre, la única persona que alguna vez tuvo poder sobre ella, llevaba muerto casi diez años, su hijo había huido de ella y del detective en brazos del que alguna vez fue el aprendiz de ambos. Y su amado, por más que el hecho le doliera, jamás había mostrado demasiado interés en ella a menos que se tratase de algo que afectara su preciada y maldita ciudad.

Una mueca de desprecio surco el aun hermoso rostro ante aquel pensamiento, pues este aun le provocaba una punzada de dolor en la que se negaba a pensar demasiado. Siempre ocurría lo mismo cada vez que recordaba a Bruce y con el paso de los años había aprendido a ignorar el sentimiento. El hombre jamás la vería como algo más que la hija de Ra's Al Ghul o la madre de Damián Wayne, para el detective ella no era más que un añadido a otros que le eran más importantes, siempre la hija, la madre o la amante, nunca simplemente Talía. Por eso es que estaba allí esa nochebuena, porque prefería mil veces colarse en una de las edificaciones más protegidas del mundo a tener que pasar otra noche solitaria preguntándose si uno solo de los hombres que alguna vez amo le dedicaba siquiera un pensamiento.

Y es que la curiosidad podía más que los años de entrenamiento con su padre, porqué Ra's creía haber arrancado de ella todo rastro de sentimientos, más Talía por su parte había perfeccionado la habilidad de ocultarlos incluso de su progenitor. El mismo progenitor que le había obligado a arrancarse de la cadera, con sus propias manos, cuando está apenas comenzaba a revelarse, la marca con el nombre de su alma destinada.

"Un Al Ghul no necesita algo tan insignificante e inútil como un alma gemela." le había dicho su padre, y aun ingenua y con el carácter tierno le creyó cada palabra.

Sin importar los años pasados aún era capaz de recordar con claridad el dolor desgarrador que el hierro caliente provocaba en su delicada y hasta entonces perfecta piel. El olor a carne quemada era asqueroso y jamás en su vida sufrió semejante tortura, más nunca se detuvo, continuo eliminando todo vestigio de aquel nombre que aún no se terminaba de formar y arranco de su alma la sensación de soledad que esto le provocaba.

Nunca volvería a preguntarse por aquel destino robado hasta que el detective de su padre decidiera irrumpir en su vida como el terremoto que era. Haciéndola temblar de pies a cabeza y moviendo sin piedad la tierra bajo sus pies, deseando, en lo profundo de su alma que fuese su nombre el que alguna vez le perteneciera. Enamorarse de aquel hombre fue sencillo, quizás demasiado sencillo, pero no por ello menos aterrador. Seducirlo le resulto tan satisfactorio como el más dulce de los vinos y pese a la resistencia inicial del hombre, hacerlo caer entre sus redes fue inusitadamente sencillo, como si el propio aludido lo hubiese deseado tanto como ella, como si el mismo Bruce hubiese buscado la excusa perfecta para poseerla sin ser del todo culpable por ello.

Aquella quizás no fue la primera noche de su vida, pero sin lugar a dudas fue la más maravillosa que alguna vez experimento, cada caricia, cada beso y cada palabra susurrada se grabaron a fuego en su alma y aunque solo un par de días después el hombre le abandono junto a todo aquello que su padre le ofrecía, se vio incapaz de olvidarlo pese a lo mucho que el rechazo le había hecho odiarlo.

Los siguientes encuentros a lo largo de los años fueron igual de apasionados y satisfactorios, pero carentes de aquel amor que aunque aún le profesaba, ahora veía como una muestra de debilidad. Talía le seducía y tentaba como la miel a las abejas haciendo que tarde o temprano siempre terminara entre sus piernas. Sin embargo a pesar de que eran fuego abrazador, carecían de la calidez del mismo y aquello se vio reflejado, por desgracia, en el hijo de ambos.

Damián creció conociendo la peor faceta de sus padres y pese a que Talía nunca deseo semejante vida para su hijo se vio incapaz de ofrecerle otra cosa. Y aun así, cuando su imperio caía, su padre aparentemente permanecería muerto y la marca del ultimo Al Ghul aún no "manchaba" el cuerpo de su hijo, ella en un último acto maternal decidió enviarlo con su padre a sabiendas de que si bien no lograría darle el amor que el menor merecía, al menos no le impondría las prohibiciones que a ella le formaron.

La mirada que Batman le lanzo bajo la capucha cuando conoció al muchacho le lleno de una insana satisfacción, pues por primera vez creyó hacerle sentir al hombre lo que ella experimento la primera noche que compartieron juntos.

Porque la primera vez que Bruce vio aquella fea y dolorosa cicatriz en su cadera se quedó estático como si hubiese recibido un golpe en estómago y la observo durante más tiempo del correctamente permitido, como si analizara la razón de la existencia misma y cuando en un arrebato de incomodidad Talía le insto a continuar con lo iniciado, pudo notar por instantes la duda en las facciones del caballero de la noche. El elegido de su padre le hizo el amor de una forma que jamás olvidaría, más se negó en redondo a tocar aquella zona que, sin ella saberlo, el hombre consideraba sagrada. Quizás debió decírselo, pues la hija de Ra's Al Ghul siempre creyó que le repugnaba y una parte aun bien oculta de su corazón, sufría por ello. Sin embargo Talía prefería morir antes a permitir que un hombre, cualquier hombre, le humillara e hiciera sentir insignificante. Aquella primera noche, y todas las que siguieron, se marchó del lecho apenas el detective se sumía momentáneamente en la inconsciencia. Porque ella siempre era la que usaba, jamás a la que usaban, y aun cuando Bruce pudo detenerla cada una de las veces, el hombre se negó a hacerlo a pesar de que lo deseaba.

Bruce salía y entraba de su vida tan esporádicamente que aun cuando lo intentaba, le resultaba imposible olvidarle por completo.

Slade, por otra parte, había sido una historia completamente distinta. La suya se trató de una relación intensa, pasional y, pese a lo que todos parecían creer, hermosa y real. Cada vez que el mercenario le hacia el amor, se detenía y besaba aquella cicatriz durante largos segundos que a Talía le parecían eternos y maravillosos. Nunca le exigió explicaciones y con la mirada le expresaba que entendía el porqué de su decisión.

Ojala hubiesen podido estar juntos para siempre.

Pero el destino era cruel y ellos nunca se caracterizaron por tomar buenas decisiones. En el corazón de Talía aun insistía en vivir el recuerdo del detective y en la espalda baja de Wilson Slade descansaba bien oculto pero visible para ella que todo conocía del hombre, el nombre del primer protegido de su Amado. Por supuesto saber que Richard Grayson era el destino del hombre que había resucitado su muerto corazón le resultaba desconcertante e incómodo, pero ¿quién era ella para criticar al destino si desde su nacimiento se había empeñado en llevarle la contraria?

Por supuesto como era de esperar se separaron en los peores términos y aunque ambos sabían que se amaban, también eran demasiado inteligentes para intentar mantener algo que desde el principio estaba destinado a fracasar.

Talía jamás le dijo que esperaba un hijo suyo y el mundo no estaba interesado en averiguar el origen de la nueva princesa de Nanda Parbat pues ya bastante complicado era lidiar con el heredero de sangre y la terrible mujer que actualmente hacía de Cabeza del demonio. Y la niña, pese a ser solo una bebé de meses, era tan idéntica a la mujer que resultaría imposible saber quién le había engendrado.

Damián como no podía ser diferente se trataba de un caso aparte. Apenas supo la existencia de la niña insistió en conocerla y Jasón Todd, su esposo, apenas tuvo tiempo de sorprenderse cuando la mujer les pidió que se hicieran cargo de la pequeña. La pareja deseaba hijos y ella ya no podía hacerse cargo de otro niño. Su corazón demasiado roto solo terminaría atormentando el fruto de una relación que nunca debió ser y sin embargo aun así atesoro.

Algo reticentes aceptaron criar a la niña como suya y aun cuando estaba segura que Damián conocía la identidad del padre de su hermana, el ahora hombre, jamás dijo una palabra al respecto. Demostrando con ello que pese a lo tensa de su relación el muchacho aun amaba y respetaba una parte de su madre que esta insistía en ocultar tras una máscara de villanía y seducción.

Y ella, de nuevo completamente sola, había decidido permitirse un capricho de vanidad. Aquel deseo infantil de saber el nombre de la persona que había nacido destinada a ella se había vuelto con el paso de los años cada vez más fuerte, hasta el punto de que se encontrara en aquel sitio con el único propósito de averiguar aquello que la cicatriz de su cadera ocultaba tan perfectamente.

Cuando llego a la cámara donde el libro de las almas descansaba, casi no resistió la tentación de robarlo, naciones enteras pagarían millones solo por recuperarlo y sin lugar a dudas un buen número de millonarios querrían poner sus garras en el mismo; pero estaba cansada de ser perseguida, cansada de siempre tener alguien pisándole los talones queriendo asesinarla o poseerla como si fuera un objeto, estaba cansada de la vida que llevaba y si bien no se arrepentía ya tampoco la deseaba.

Con cuidado comenzó a pasar las páginas en blanco una tras otra, conocedora de que el nombre que aguardaba aparecería de un momento a otro. Aun no estaba segura de lo que haría una vez que lograra su cometido, tenía en mente varias opciones interesantes y que le mantendrían ocupada un tiempo, todas girando alrededor de "torturar" un poco a la que sería el alma que el destino escogió para ella. No estaba interesada en formar una nueva vida a su lado, simplemente deseaba sacudir un poco la existencia monótona en la que se veía sumergida desde hace tanto.

Las paginas pasaban entre sus dedos una a una como la seda hasta que sus ojos finalmente se detuvieron en las letras color carmín que poco a poco se clareaban en las hojas, finalmente revelando aquel nombre que tanto llevaban deseando conocer y arrancándole del pecho un quejido que bien podía pasar por una exclamación de terror y desesperanza.

- Talía. - escucho decir a sus espaldas una voz que reconocería en las profundidades del mismo infierno pues aun la atesoraba casi tanto como la aborrecía.

- Bruce. - murmuro casi a labios cerrados y sin dignarse a girar su cuerpo para encararlo, los ojos esmeralda enfocando con cuidado a través del ventanal que revelaba como la tormenta en el exterior menguaba al tiempo que la de su corazón iniciaba, dejando escapar una lagrima traicionera de cuya existencia nadie jamás se enteraría.

Porque su destino siempre fue estar juntos, pero cuando dos seres de destrucción se unen no puede haber destino diferente a la desolación.

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