| D í a 2 |
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Enamoramiento oculto y/o reprimido.
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¿Qué es peor que encontrarte con el pecador con el que te acostaste hace varios años?
Fácil: que trabaje con tu hija y tengas que lidiar con el flechazo que creíste superado.
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3119 palabras.
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¿Por qué todas las desgracias le ocurrian a Lucifer Morningstar?
Ya estaba harto de lidiar con su propia mala suerte en cada paso que daba, todo lo que hacía o decía era para caer más y más en su propia miseria. Y no, no estaba hablando de haber caído al infierno, ser abandonado por su esposa y luego su hija, esas tres cosas eran una mierda pero había aprendido a vivir con ello, sentirse como un idiota incapaz de aportar cualquier cosa a las vidas de los demás era algo de todos los días, Lucifer ya no se molestaba en negar su auto desprecio.
No, lo que ahora lo estaba sacando de sus casillas era otra cosa.
Se sorprendía de que, JUSTAMENTE, el día en que es invitado al hotel de su hija luego de una llamada igual de penosa que todas, cuando tiene la oportunidad de acercarse a ella y probar que puede ser un mejor padre luego de años, conocer a sus amigos, su trabajo y tan ansiado proyecto del cual no estaba muy de acuerdo pero daba igual, le estaba dando la oportunidad de conocer su sueño y entablar una relación mas cercana. En el momento dónde todo parecía estar destinado a que Lucifer podía dejar cagarla por cinco segundos, mejorar y que tal vez la vida le sonría de nuevo...
Se presenta DE LA NADA el único pecador al que menos querría ver en un lugar así, el pecador que creyó haber olvidado luego de haber permanecido en sus pensamientos durante tres largos y tortuosos meses, el pecador que lo dejó en la nada luego de, según lo visto en esos momentos, haberle dado las mejores noches de su sucia y pecaminosa vida y muerte.
El pecador con el que se acostó.
Hace unos... ¿Siete años? No recordaba exactamente las fechas, no había estado en su mejor momento como para fijarse siquiera los días que habían pasado, no mentia al decir que durante esa temporada estuvo en un estado deprorable mentalmente hablando. Tampoco es que importara mucho recordar las fechas, lo esencial seguía en la cabeza de Lucifer y era más que suficiente. Las imágenes y sensaciones continuaban intactas en su cuerpo, las luces, las sábanas, el alcohol ardiente en su lengua y la resaca que estuvo a punto de explotarle la cabeza al día siguiente.
Y claro, también los... ¿Los sentimientos?
¡JA! ¿Cuáles sentimientos? El rey del infierno no se había quedado con ningún sentimiento innecesario, tenía mejores cosas por las que preocuparse que pensar en el pelirrojo escurridizo con el que se metió sin pensar, fue algo sin importancia y de una sola vez.
Repetía, ¿Cuáles sentimientos?
Oh sí, aquellos que desarrolló cuando una persona mostró interes en él luego de varios años de estar completamente solo y deprimido, claro, esos sentimientos que nacieron cuando alguien quiso coger con él luego de que su esposa no lo haya tocado por decenas de años, si, esos sentimientos que surgieron en esa sonrisa amable y esas manos de garras rojas que recorrieron su cuerpo con una suavidad innecesaria, pero que estuvo allí.
¡Por supuesto, porque cuando te tratan con una mínima amabilidad que cualquier ser humano con derechos básicos recibiría significa que le importas a alguien!
¡Por favor, Lucifer, ten dignidad!
Quería enterrarse vivo.
Los sentimientos se habían quedado en él, se introdujeron en su corazón como cristal roto y ya no salieron por un buen tiempo, fue patético y lo admitía sin dudarlo, no podía defenderse cuando era cierto. Fueron tres putos meses con el rostro de ese pecador tan singular y atractivo en su mente como si fueran un tatuaje en su alma, su voz, sus ojos, su cabello, su cuerpo desnudo y delgado, sus finos y fríos labios, la manera en que lo provocaba y esa actitud tan arrogante y a la vez elegante. Era imposible que Lucifer no se quedara flechazo luego de todo lo que vió, sintió y experimento esa noche.
La manera en que lo conoció fue de lo más genérico, vió al demonio alto y rojizo posicionarse a su lado en la barra mientras charlaba con un tipo de televisión parlante, cuando lo vio tomar trago tras trago y como en cada minuto que pasaba parecia soltarse más, Lucifer se avergonzaba de lo chismoso que se sintió en ese momento y agradecía que la escasa iluminación ayudará a que no lo reconocieran tan bien, prestó especial atención a cada palabra que salia de esos húmedos labios para intentar conocer más de aquel pecador por simple capricho y aburrimiento. Era curioso, no tenía nada especial, nada que lo separara de otros demonios del pentagrama, podría aplastarlo con un sólo movimiento y destruir esa sonrisita socarrona.
Pero no, algo vió en él, aún con las luces apagadas y siendo iluminados únicamente por los colores neones, algo llamó su atención.
Quizás por eso es que cuando chocaron en uno de los pasillos, se tambalearon y se sujetaron uno con el otro para no caer, es que sin palabras decidieron abrir una de las habitaciones vacías y meterse sin pensarlo dos veces.
Quizás no fue la mejor idea ir a un club nocturno porque no podía dormir y se negaba a seguir en el mismo palacio frío y solitario, puesto que su esposa era más un fantasma que persona; quizás no fue la mejor idea beber tanto sin preocuparse en las consecuencias porque se sentía derrotado por la vida, quizás no fue buena idea ir al baño en ese momento, quizás no fue buena idea tomar esa cintura fina e impedir que dañe ese lindo rostro, quizás fue mala idea dejar que lo toquen con tanta libertad, quizás no fue la mejor idea derretirse en esa sonrisa arrogante, quizás no fue buena idea encerrarse a una habitación al azar y tener sexo con un desconocido por horas como si fueran dos animales salvajes, actuando como si se conocieran de toda la vida cuando lo único que habían compartido era un "¿Arriba o abajo?"
Fue hipnotizante, quizás era la cantidad de alcohol que tenía en su organismo, quizás la necesidad de sentir a alguien con él o porque ese pecador sabía lo que hacía, pero fue el mejor sexo que tuvo en siglos. Los besos, las caricias, las heridas, las garras clavándose en su cuerpo y sacándole hilos de sangre dorada, la saliva que paso por tantos rincones de cuerpo, la manera en que sus propias manos pasaron por ese largo cuerpo, permitiéndole cumplir toda clase de deseos desenfrenados, hundiéndose en él en tantas formas fue posible, apropiándose de ese cuerpo por unas cuantas horas sólo para que se la devolvieran cien veces peor, y oh, deseó tanto que se vengara de las formas mas violentas y mortiferas que su cuerpo le permitiera. Tuvo mucha suerte de que así fuera y no lo decepcionara, se encontró con la agradable sorpresa de que ese hombre tenía más trucos bajo la manga de los que pudo haber imaginado en un principio, dándole todo lo que rogó y más.
Ese pecador no tenía nada distinto al resto de almas castigadas del infierno pero logró algo que ni la primera mujer pudo hacer, hacerlo sentir vivo una vez más.
Con cada beso y lamida, con cada susurro contra su piel y con cada mordida que él mismo dejo en ese cuerpo tembloroso, es que Lucifer sintió que volvia a respirar. Mientras tomaba esa pequeña cintura y destruia a su dueño es que recordó que era el rey, recordó su poder y la capacidad que tenía de hacer lo que quisiera, tanto como para tomar el rostro desastroso de ese pecador como reinar sobre su pobre y su asquerosa alma.
Quizás no fue la mejor idea entregarse de manera tan desinteresada.
Porque al día siguiente, o mejor dicho horas después, Lucifer despertó solo.
Sin nadie a su lado, sólo sábanas desatendidas, un vaso de agua y una pequeña nota que decía "Fue divertido".
...
No, no fue la mejor idea porque no volvió a verlo nunca más, desapareció del mapa como si hubiera sido un producto de su imaginación.
No lo fue porque había advertencias de él en las calles del pentagrama, pero eso no hizo el caso menos desesperante y molesto.
Lucifer fue ingenuo al creer que había significado algo más, debió adivinarlo, sólo fue otro de esas basuras sobre las que reinaba que encontró divertido acostarse con el rey para probablemente presumirlo con sus amiguitos, sentirse poderoso y quién sabe qué mierda más. Le fue infiel a su esposa por ese imbécil, independientemente de que su matrimonio ya estsba hecho pedazos y ella ya no sentía nada por él, cuando Lucifer cayó en cuenta de dus acciones la depresión lo golpeó con fuerza, su propia autoestima se enterró metros bajo el suelo.
Todo porque bebió de más y se encerró con señor piernas largas.
Y ahora...
Ahora estaba jodido.
— Quisimos hacer algunas renovaciones, faltaba un toque de color, ¿No cre-
El rostro en shock le dió alivio.
Esa sonrisa tensa y esa mirada horrorizada le dió a entender que al menos no era el único que se percató de la desastrosa situación, se sentía bien no ser el único que entró en pánico, pero eso no tampoco impidió que la ira le recorriera todo el cuerpo. Notó las manos del demonio congelarse, toda su figura de detuvo en cuanto conectaron miradas, fue incluso cómico el repentino silencio que estancó todo el ambiente anteriormente animado porque Alastor no supo que carajos decir al ver el rostro de...
¿El Rey?
Los presentes no entendieron a qué se debió el ambiente tan tenso, por qué esos dos no reaccionaban y por qué ambos apretaron sus respectivos bastones como si trataran de partirlos a la mitad.
El demonio parpadeó en silencio, su mirada de clavo en el rey y su incómoda expresión, luego, miró a la princesa, repitió la acción varias veces, como si no creyera lo que sus ojos veían. Poco le importo el silencio que los rodeó y la impresión que estaba causando en los presentes, una pregunta clave se estaba pasando por su cabeza como si fuera el ser más estúpido de la creación.
"¿Cómo no me di cuenta?"
¿Había estado tan borracho? No, no podía, él no había bebido tanto esa noche, podía jurar que no puesto que recordaba vividamente todo lo sucedido, incluso demasiado, pero entonces...
Lucifer carraspeó y lo sacó de su propio castigo mental, haciéndolo entrar en razón. Ignoraria el vuelco que dió su estómago, la extraña sensación que se instaló allí y la repentina calidez en su rostro, se debían a la sorpresa.
Continuaría la charla antes de que lo que sea que estuviera pasando escalara a más, no podía darse el lujo de distraerse en las tonterías que hizo en una estúpida salida que en primer lugar no debió aceptar.
Lo escuchó hablar. — ¿Tú eres-
Tomaron su bastón y lo agitaron bruscamente, su sombrero de copa cayó en su frente y le impidió ver al demonio al que ahora menos quería ver, gruñó y lo jaló, obligandolo a que lo suelte de un golpe. El más alto no dejo pasar ese acto, alejando su mano con una asquerosa delicadeza exagerada, al parecer ya no le dejaría tomarse libertades. El overlord lo tomó como nota mental.
— ¡Alastor! Es un gusto conocerlo, señor, estoy encantado. — Oh, claro, finge infeliz. El rostro del demonio demostraba otra cosa que ego y burla, pero a su vez no era difícil notar la tensión en su cuerpo. — Por fin conozco la cara del famoso soberano. — Viste está cara entre tus piernas, pedazo de— Pero eres mucho más chaparrito de lo que esperaba.
La mala broma y falta de respeto a su alteza haciendo ese gesto con los dedos fue algo que Lucifer no pudo dejar pasar, a ese punto tenía un tic en uno de sus ojos, este insolente... Su altura no pareció molestarle hace siete años.
— ¿Quién es este? — Y estaba loco si creía que le haría una escena frente a tantas personas, finge demencia y sigue el juego, era lo mejor que podía hacer para ahorrarse una escena incomoda no sólo frente a otras personas sino frente a su hija, quien los veía nerviosa y atenta desde el comienzo de la disputa si es que podia llamarse así. No lo puedes arruinar por un par de lindos ojos Lucifer. Tenía que mentalizarse, por más que fuera una sorpresa, habían pasado años y al final del día solo era un tipo con el que se revolcó que ahora se sentía con el descaro de burlarse. Pues no lo dejaría. Sonrió con soberbia. — ¿Qué hace aquí? ¿Es el botones?
El demonio pareció entender a dónde apuntaba el soberano, pues su sonrisa de por si tensa se ensanchó.
Ese orgullo y ego gigantes que le mostró esa noche seguían intactos por lo visto, en ese momento fue excitante, ahora era molesto.
— ¡AJA! ¡No! ¡Soy el gran anfitrión del hotel! — Informó con entusiasmo, uno que no compartió su pequeño ajeno. Se recargó en su micrófono y miró al pequeño hombre con ojos filosos, no tenía idea de dónde venía ese aparente rencor que estaba recibiendo, pero no le tomaría importancia si no afectaba sus planes. — Quizás oíste mi programa de radio, estuvo al aire.
Y una mierda, ni siquiera sabía que tenía un maldito programa, no habían hablado de absolutamente nada, de suerte le había dicho su nombre y lo había olvidado hasta hace un momento.
Fingió confusión, llevo un dedo a su mentón y tarareo el mismo. — Mmm... ¡Nop! — Le encantó ver ese rostro bonito arrugarse con ofensa, alzó una ceja con diversión. — Veo que Charlie no tenía más presupuesto para contratar gente ¡JAJA!
Pero Charlie no le prestó atención al codazo que recibió por parte de su padre, estaba más ocupada tratando de descifrar que estaba ocurriendo entre esos dos y por qué sentía una cercanía inusual por más que sus palabras afirmaran que no tenían nada que ver con uno con el otro, las miradas que estaban compartiendo no se las daban dos desconocidos por más que no fueran miradas agradables.
Pudo saber que no era la única que lo notó cuando miró al resto del staff, quienes se encogieron de hombros ante la confusa mirada de la rubia.
— ¡JA-JA-JA! — Así que así sería, de acuerdo, podía lidiar con un enano irritante. Una hipótesis obvia cruzó por su mente mientras miraba sus garras con desinterés, preguntandose si el soberano realmente sería tan superficial e infantil como para molestarse con pecador cualquiera por dejarlo en la cama, y sí, comprendía que recordara el suceso ya que Alastor también lo hacía, no admitiria con absolutamente nadie que dudaba completamente que alguien más fuera capaz de hacerle sentir lo que sintió durante esas horas, algo inusual y era mucho decir para alguien que lo habia hecho tan pocas veces que podía contarlas fon los dedos de las manos, que Lucifer haya tomado lugar en esas veces fue ciertamente algo bueno; pero por favor, ¿Estaban en el infierno y esperaba que lo llamara al día siguiente o algo así? Claro, le llevaría flores y chocolates también, por qué no, pero primero debía decirle cuáles eran sus favoritos. Rodó los ojos con una sonrisa de labios, que tontería. — De hecho yo me ofrecí para el cargo.
— ¡JAJA! Ya veo por qué fracasó. — Se inclinó y dió un paso al frente, presionando al demonio a que viera su rostro porque sabía perfectamente la manera de provocar a los engreídos como él. Apuntar a su orgulloso y destrozar su ego.
Y funcionó, porque Alastor sintió la ira recorrerle el cuerpo.
— ¡JA-JA! — Lucifer no se quedó atrás cuando el demonio se le acercó amenazante, casi chocando sus rostros mientras sus sonrisas luchaban una contra la otra para anteponerse. La burla en el rey tocó los nervios de Alastor. — Jodete.
Definitivamente todo el atractivo que alguna vez tuvo ese tipo desapareció, pensó el rubio. Podría haber dejado pasar todo el asunto de despertar solo, pues aún que le molestara no podía pedirle atención a un simple pecador, era su rey, debía mostrar control y poder, no dependencia y debilidad, pero ya no pudo ignorarlo cuando comenzó a prepotearlo como si tuviera alguna clase de oportunidad contra él.
Parecía que había olvidado su posición en la jerarquía infernal y eso hizo hervir la sangre angelical de Lucifer, no debió involucrarse con los pecadores por exactamente esta clase de situaciones. Pero había aprendido la lección luego de la primera y última.
— ¡Okey! — Lucifer tomó unos segundos antes de romper el contacto visual con Alastor, su hija los separó a ambos y se colocó en medio, impidiendo que la disputa pase a mayores.
— ... — Alastor intentó fingir naturalidad, realmente lo intentó pero fue imposible cuando antes de romper la conexión de su miradas le dio una última mirada de ¿Advertencia? Gruñó desde el fondo de su garganta, la interferencia tomó lugar en su ser y tuvo que obligarse a relajarse cuando notó las miradas mal disimuladas encima suyo.
Por parte de Lucifer, acomodó su abrigo en un acto de, al igual que su ajeno, intentaba aparentar desinterés ante la situación por el simple hecho de que su hija tenía puestos los ojos en él, no podía perder el control allí sólo por un tarado con complejo de superioridad. Quiso darle una sonrisa dulce a su niña pero la pregunta que escuchó salir de ella la desvaneció al instante.
— Papá, ¿Ustedes se conocían...?
Fue un cuestionamiento que Alastor alcanzó a oír gracias a sus orejas, causando otra ola de interferencia que ni se molestó en controlar.
Ambos dejaron de lado los fuertes latidos de sus corazones y lo nerviosos que se sentían sin razón, voltearon para darse la espalda y gritaron al unisono, decididos a impedir que el desliz ocurrido hace siete años se interponga entre sus objetivos.
Lucifer no dejaría que Alastor arruinara su oportunidad de conectar con su hija y Alastor no dejaría que Lucifer arruinara sus macabros planes.
Sólo esperaban no tener que convivir más de lo necesario, con suerte no volverían a verse la cara luego de ese día.
— ¡No!/¡No!
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Me pase el "demiaroace" por los huev-
No sé si esto pegue tanto con la temática del día, pero cuando me di cuenta que me separé mucho de la idea principal ya lo estaba terminando así que esto fue lo que quedó.
Si le notan algún error sepan que tenía sueño cuando escribí esto y lo voy a ir corrigiendo con el tiempo, sorry.
Gracias por leer.
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