Capítulo único.
Él entró a tu departamento, dejó manchas de sangre en la alfombra, entonces corriste a tu dormitorio. Estabas derribada, era tu perdición.
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Observa desde la penumbra, la silueta de alguien al fondo de la calle. El miedo recorriendo su espina dorsal, sintiendo el peor de los nudos en su garganta y él lo sabía, pero la extraña sensación por seguir observando estaba allí, dejándole un sentimiento de curiosidad.
Él era un cazador observando a su presa con devoción y deseo, sintiendo la adrenalina recorrerle el cuerpo. Su momento había llegado, deseaba tenerlo y saborear su suave piel, tanto como lo había estado imaginando. Se veía tan lindo. Tan asustado y aterrado, adorable ante sus ojos.
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Quería destruirlo, llenarlo de placer y arrancarle el alma.
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El momento había llegado, así que salió de las sombras y corrió hasta el otro lado de la calle. Jeongin, aterrado, mientras escucha el sonido de la cerradura ser forzada, corrió escaleras arriba; cruzando el fondo del pasillo y con ello, metiéndose a una de las habitaciones principales, cerrándola con seguro en el proceso. Mientras tanto en la planta baja, alguien había logrado entrar. Recorriendo la entrada, llegando a la sala principal; deteniéndose a observar las fotografías que colgaban de la pared, dándole un aspecto más hogareño. Mientras observaba con devoción la foto de su víctima, una fotografía prosiguiente de esta, logró capturar su atención. En ella se podía ver a dos personas sonrientes, mirándose fijamente, la fotografía retratando el amor que reflejaban esas dos personas al mirarse. Su cuerpo se llenó de ira incontrolable y con una fuerza desconocida, arrojó todas las fotos al suelo, cortándose en el proceso y provocando que gotas de sangre cayeran en la alfombra, dejando manchas en esta. Sacando un pañuelo con cloroformo, se dispuso a subir y buscar a su pequeño, se hacía tarde y él no tardaría en llegar, su tiempo se estaba agotando y no era hora para seguir con estúpidos juegos. Habitación por habitación y no había rastros de él. En dónde rayos se sabía metido.
Por otro lado, la pequeña víctima se encontraba escondido en el armario del cuarto principal, conteniendo la respiración e intentando no sofocarse, sólo unos minutos más y él llegaría. Llegaría y lo salvaría. El pequeño corderito había caído, fue encontrado y todo había pasado muy rápido, sintiendo su cuerpo más ligero y con ello, el sueño invadió sus sentido. Estaba perdido y él no lo había salvado.
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Has sido derribada por un suave criminal.
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Despertó con un fuerte dolor de cabeza, daba vueltas y su visión estaba borrosa. Aún no se había dado cuenta, pero no estaba en su habitación, ni tampoco se encontraba en casa, todo era oscuridad y cuando por fin fue consciente de ello, una silueta que no lograba distinguir, surgió de la oscuridad, mirándolo con intensidad y deseo.
一Déjame ir p-por favor, te lo ruego, no diré nada a nadie, pero no me hagas daño. 一miraba con súplica en sus ojos, buscando una respuesta, aún sabiendo que esta sería una rotunda negativa.
一Eres el ser más hermoso que mis ojos han visto, ¿Cómo podría dejar ir a tan hermosa creación? 一su devoción y deseo era tan grande, que resultaba difícil concentrarse.
No se contuvo más y aprisionó el cuerpo de su víctima contra el suyo, lo miró a los ojos, disfrutando de esa mirada llena de miedo y dolor, colocó una mano en su mejilla, con los pulgares quitó las lágrimas que resbalaban de esta y con ello, le propinó una bofetada que le hizo girar la cabeza. Jeongin lloró aún más y el criminal, sin darle tiempo a sollozar, lo besó. Fue un beso rudo, cargado de rabia, desesperación y deseo.
Y sin darle tiempo, su cuerpo cayó al suelo. Jeongin le había propinado un golpe en la boca del estómago, dejándole sin aire y dándole tiempo para escapar.
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Al otro lado de la ciudad, en la escena del crimen, un furioso hombre se encontraba desesperado buscando un arma. Encontraría al imbécil que secuestró a Jeongin y lo mataría, no sin antes hacerlo sufrir.
Porque nadie se metía con él y le arrebataba lo que por derecho era suyo.
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Jeongin corría por los pasillos, estaba perdido y su desesperación no ayudaba, supuso que donde se encontraban era algún tipo de edificio abandonado apunto de colapsar y llevándose con ello, muchas cosas; ninguna puerta abría, nada lo podía ayudar, este sería su fin y no podía evitarlo, no pudo evitar sollozar, el criminal lo había encontrado y sólo estaba él y el pasillo que no tenía salida. Sería su fin, el criminal llevaba un arma en sus manos dispuesto a matarlo. No quería morir de esa manera y menos en un lugar así, tomó coraje y mientras él avanzaba, el otro hombre también, cargando en el proceso el arma.
La batalla de fuerza había comenzado y con ello, las ansias por salir victorioso, uno por la sed de sangre y el otro por sobrevivir.
Cayeron al suelo, con ello, el arma también; golpe tras golpe se escuchaban en los pasillos, el momento había llegado, uno de ellos toma el arma y apuntó al otro, seguido de ello, el primer disparo es escuchado. El segundo no se hace esperar y con ello, cayendo un cuerpo inerte sin vida al suelo.
Levanta la mirada y ve a su amado sosteniendo entre sus manos el arma. Había ido, había ido por él. Corriendo a sus brazos, se abrazó a su cuerpo, no importándole sí manchaba sus finas ropas de sangre, Jeongin estaba feliz, Seungmin había ido por él y cumplió su promesa.
No permitió que Hyunjin los separara, no esta vez, dispuestos a ir a casa, dieron media vuelta para salir del lugar.
Ellos no lo hiceron.
El suave criminal había logrado su propósito, no de la manera esperada, pero igual cumplió su cometido. Saliendo del edificio, quitó su chaleco antibalas y subió al auto donde le esperaba su pareja, se miraron un momento con una sonrisa de oreja a oreja y arrancó el auto, dejando a atrás a dos cuerpos sin vida.
Sin duda, Hyunjin era un suave criminal con una gran sed de venganza.
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