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Ahí estaba otra vez, miro como su acosador otra vez los observaba y eso hizo que entrara más rápido a el auto de su amado asustada
—¿Qué pasó estás muy alterada?— lanzó una mirada rápida a el retrovisor notando largos cabellos plateados que los seguían
—M-Mael...mi ex...— meliodas se tensó en el volante quedándose parado en una esquina dedicándole una mirada de esos ojos negros —Entró a mi apartamento ebrio y empezó a gritarme, casi me golpea de no ser por qué...—
—¿¡Qué!? ¡Voy a matarlo!—
—¡No, espera meliodas!—lo detuvo de el brazo, pero el blondo estaba tan cabeceado que se lo aventó y luego la acorraló en su asiento
—¿Por qué? ¡Lo sigues amando! ¿¡Qué hicieron!?— lo único que hizo fue besarlo, se lanzó a besarlo intensamente acariciando los cabellos rubios junto a su cuero cabelludo y su cara. Eso fue efectivo pues el rubio correspondió suavemente bajando la fuerza de inmediato y tranquilizando su respiración cuando e separaron sus ojos eran verdes una vez más y le dedicaba una cara de arrepentimiento profundo—Lo lamento, me puse furioso al saber lo que iba a hacerte algo —
—Lo se—
— L-lo siento. Me salí de control. No fue prudente—Susurro suavemente acariciando su rostro, Elizabeth rápidamente solo lo abrazó y hundió su cara en la abertura de su cuello. Lo amaba tanto y sabía que él también le amaba, solo se fundieron en un nudo de caricias permitiendo que lo qué pasó se quedara en la parte más oscura de su cabeza
—Mel...—
—Hmmm—
—Se me antojó un helado —una risa salió de la boca de el mas bajo, solo besó su frente con cariño y entrelazó sus dedos
—Iremos por un helado— Elizabeth no podía explicarle lo aterrorizada y a la vez aliviada que se encontraba, a su lado siempre se sentía segura peor con aquella persona observando o había lugar que sintiera su hogar
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