—Ahhhh meliodas — 

—Ellie. Mi Ellie — parecía un caleidoscopio. Sus ojos cambiaban de verdes a negros mientras se dedicaba a tocar el punto dulce en la intimidad de su albina. Besa sus labios cuando los tenia verdes pero cuando pasaba negro apretaba con violencia su pecho sacándole un grito que disfrutaba y gozaba. Su miembro palpitaba con fuerza en su interior casi a la misma velocidad que su corazón sus pechos bailaban, sus cuerpos estaban llenos de sudor y el sonido de las caderas chocando era casi ensordecedor —¡Ahhhh! ¡Ahhhhhh!—

—Meliodas — culminaron por segunda vez en esa noche permitiendo que ambos disfrutaran sus orgasmos tranquilamente envueltos en la noche de estrellas brillantes. Esa vez al esos era de las pocas en las que ese acosador no los espiaba. Se abrazaron con cariño en medio de el sofá permitiendo que sus manos remarcaran el cuerpo contrario. El hermoso anillo de compromiso en el dedo anular de Elizabeth hacia qué ese encuentro fuera más hermoso