—Meliodas—el rubio soltó un bostezo ante la voz de su mejor amigo. Dos días después de ayer llevado a la muerte a aquel albino el rubio n había dejado de tener pesadillas, una tras otra, en ellas siempre veía lo mismo, su hermosa prometida muerta en el suelo y a el atado sin poder hacer nada. Por esa misma razón no había estado durmiendo bien — Amigo, hay algo que debo contarte—

—¿Qué pasa ban?— la cara sería en su amigo le dio igual 

—Se que mataste a Diane he hiciste que todo pareciera un suicidio y también se que provocaste que mael cayera de el techo— el cuerpo de el más bajo se tensó, sin embargo se obligó a si mismo a calmarse, pero nunca dejó huella de su presencia en esos lugares 

—¡¿Qué estupideces dices ban?! Yo no soy capaz de...—

—Deja de mentir, soy tu mejor amigo— los ojos de él más bajo lentamente empezaron a tomar un color oscuro mientras la mirada de su mejor amigo no cambiaba. Estaba sereno, parado en su lugar sin dejar de mirarlo —Lo supe desde que te vi en el velorio de Elizabeth—

—¿Y por qué no haz dicho nada?— 

—No estoy de acuerdo en lo qué haces — el demonio se levantó dispuesto a hacer algo— Pero no voy a delatarte, se que quieres descubrir a el asesino de Ellie— 

—¿Quién me asegura que no hablaras zorro imbecil?— 

—Si quieres matarme también, hazlo. Solo te pido que no le hagas nada a Elaine— ban nunca se arriesgaba. Si es que en ese momento lo hacia era por que en verdad decía la verdad