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—¿Te ha gustado? — meliodas cerró los ojos unos instantes llevando su mente hasta ese tranquilo almuerzo afuera de su trabajo. El sonriente rubio sonrió mientras sentía con la cabeza y le daba un mordisco a el emparedado que le extendió.
—Está delicioso — respondió casi en un susurro, el de ojos jade mantenía su mirada en el suelo casi todo el rato mientras que de vez en cuando la miraba de reojo—Muchas gracias elizabeth. No debiste —
—Me gusta ayudar — fue lo único que respondió pero pese a el silencio en su ambiente. Podía ver como aquella albina le lanzaba miradas fugaces, como observaba los dos mechones que sobresalían de su cabeza y como se detenía a admirar sus ojos sin saber que eso fue el inicio de todo
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