El silencio era casi abrumador, no encontraba consolación en los brazos que daba y le daban. Maldita sea, todo era más difícil de lo que pensaba, no se apartaba de su caja ni aunque lo alejaran, la miraba con los ojos apagados recordando lo bueno de la noche anterior y también lo malo

Recordaba haberla recogido en la mañana con los ojos rojos como si hubiera llorando y recordaba que una persona de cabellos plateados rebeldes y largos los seguía. Cabellos plateados, levantó su mirada lentamente hacia el único con esa descripción. Mael no había levantado su mirada de el suelo mientras apretaba sus puños, la había hecho sentir mal, recordaba que ella le había dicho la pelea que tuvieron a tal punto que estuvo cerca de golpearla. Lo que la salvo fue que él llegara dándole la oportunidad de salir corriendo...

—Está muy sospechoso —escucho a su voz interior susurrar le algo sin dejar de mirarlo. Cuando el de ojos azules levantó la mirada notando como el color apagado de meliodas lo observaba se estremeció y evitó sus ojos. Al igual que él meliodas siguió mirando a elizabeth atento, un plan se estaba formando en su retorcida mente.