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—Ya está lista— su corazón se estrujo en su pecho cuando uno de los encargados los llamó. Como en un trance o como si todo hubiera sido ensayado; todos se levantaron sólo para seguirlo hasta una habitación. Ahí tuvieron que ahogar los gritos que se atoraron en sus gargantas. Los ojos verdes de meliodas derramaron dos lágrimas más siendo el primero en acercarse hasta el ataúd, maldito demonio, sabía que no quería verla
Solo pudo abrir la caja marrón revelando a la persona en su interior, su mini falda blanca, su camisa sin mangas y sus ojos cerrados, sus largas pestañas sobre sus mejillas y sus labios rosados, tenía tantas ganas de besarlos. Se contuvo a tiempo pues la instante dejó escapar un sollozo, no podía despedirse de ella.
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