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ᴅᴇᴅɪᴄᴀᴅᴏ ᴀ: ᴀʟɪꜱᴏɴ @ꜱᴊᴊᴋᴊᴏᴏɴ
Y ahí estaba de nuevo Kim Seokjin observando a través de la ventana como su guardaespaldas le terminaba de dar la última calada a su quinto cigarrillo antes de lanzarlo al suelo para pisar la colilla con fuerza contra el concreto.
Algo muy común y habitual entre humanos. Pero, para los ojos de Seokjin era cautivador.
Desde hacía ya un buen tiempo que un sentimiento se había forjado dentro de él por el ajeno, no estaba seguro de qué era exactamente. Pero no podía evitar no verlo con vehemencia cada vez que lo tenía enfrente.
Le resultaba fascinante la sensación de conectar su mirada con los ojos dragón avellana del contrario, se sentía exótico y peligroso, una sensación de asesinamiento con tan sólo atreverte de observar su rostro.
Era alto, talvez unos cuantos centímetros más alto que él, pero el cabello rapado le daba el porte de un hombre grande, eso sin mencionar lo increíblemente moldeado que estaba su cuerpo, en especial su fornida espalda y piernas largas. Por la mierda, Seokjin siempre se había considerado atractivo y con mucho amor propio, pero al ver a este ser vivo haciendo acto de presencia sus piernas se aflojaban a tal punto de besarle los pies. Quizá pensarían que estuviera exagerando pero no había otra mejor forma de describir lo que Namjoon significa para Seokjin.
El varado afuera caminó en dirección a la puerta y tocó sutilmente. Seokjin se dirigió rápidamente y abrió. Observando como pequeñas gotas cristalinas de sudor resbalaban, adornando la piel canela y tersa del sujeto de expresión dura.
— Ya podemos irnos, Señor. Es seguro ahora — avisó. Estaba de más decir que Seokjin era hijo de una de las familias de mafiosos más buscadas en Corea por lo que Namjoon se encargaba de su protección personal. Porque aparte de ser un tremendo dios griego tenía la mejores de las punterías de armas y defensa personal del pelotón de seguridad secreto de Seúl, por supuesto era la persona más calificada para protegerlo. — Tenemos al menos una hora para salir de aquí.
<< Una hora... >> pensó Seokjin con una imagen sucia jugando en su mente.
— Muy bien, lo tendré en cuenta.
— Bien, entonces andando, Señor.
— No, espera.. — pidió, mirando lascivo.
— ¿Sucede algo? — dijo confundido.
— Sabes que debes obedecer todas mis órdenes, ¿cierto? Está en tu contrato y para eso te pago.
— Estoy consciente de ello.
— Pero, ¿harías exactamente cualquier cosa?
— Cualquier cosa — respondió firme. —¿Porqué lo pregunta?
— ¿Incluso si te pido ser mi juguete sexual en este momento? — entre cerró los ojos y levantó su mentón, retándolo.
El guardaespaldas guardo silencio ante el pedido. Estaría mintiendo si dijera que no había tenido fantasías sexuales con su jefe, es decir, era un tipo con una personalidad excepcional, increíblemente guapo y con labios... ¿sus labios? ¡Oh Jesús! Sumamente preciosos, los cuáles había querido atacarlos con besos más de un par de veces, pero todas esas veces siempre se contuvo, más que nada por respeto su trabajo.
Río tímidamente, en una enorme sonrisa con hoyuelos pronunciados en sus mejillas. Miró hacía abajo e instintivamente se llevó una mano a su cuello rascando su nuca.
— Sí me promete que esto no afectará mi trabajo, sería un honor complacer sus deseos, mi señor.
— No lo hará, lo prometo. Sólo déjate llevar — alzó una ceja coqueto seguido de una smirk, fue detrás de Namjoon y cerró la puerta, — será rápido.
— Bien, entonces, ¿qué necesita que haga?
— Toma asiento, y empieza a fumar un cigarrillo. Llena tus pulmones de humo — ordenó y Namjoon casi pudo adivinar lo que realmente quería. Tomó asiento en la silla negra de escritorio, tomó la cajetilla dentro de su chaqueta, la abrió y cogio un cigarrillo con los labios. Guardó la caja y sacó después su encendedor de acero platinado.
Tan pronto encendió el cigarro dio una calada para llenar sus pulmones. — Listo — informó.
— Mantente en eso — respondió. Y quitó su pieza superior de su outfit. Un saco blanco con terminación negra en los puños y con flores bordadas del mismo color. Se sentó a horcajadas sobre su guardaespaldas y comenzó a desabotonar su camisa satin color vino, dejando al descubierto su pecho y cuello que eran adornados por finos collares de oro puro. — Da una calada, y no sueltes el humo, dámelo a mí a través de un beso — indicó.
Namjoon llevó el cigarrillo a su boca, y dió una fuerte e intensa calada para sacar tanto humo podía. Alejó el cigarrillo y brutalmente tomó a su jefe por el cuello para unir sus bocas, empezó a exhalar el humo del tabaco a través de la boca de Seokjin, quien con vehemencia lo inhalaba satisfactoriamente cerrando sus ojos por el torrencial placer. Exhaló de vuelta, derramando el humo restante a través de sus labios e iniciando un beso sumamente húmedo y necesitado.
Era como si ambos estuviesen esperando con ansias que pasara alguna vez este momento, sus movimientos eran sincronizados y sus lenguas se movían en una danza celestial que al rosarse generaba un choque eléctrico que viajaba hasta sus vientres, despertando el líbido y excitación de sus partes sexuales.
El beso se convirtió en más sucio, con sabor a sal y a tabaco por las continuas caladas. Lamentablemente eso ya no era sufiente para ninguno de los dos.
La erección dura y grande del guardaespaldas lo había dejado expuesto, Seokjin no lo dejó pasar desapercibido y llevó sus manos para masajearlo. Lamentablemente para el menor aún seguía sin ser suficiente. Necesitaba atender ese gran problema dentro de alguien.
— Se-señor — llamó, estaba sudado e impaciente. — Sé que no me ha ordenado nada más... pero — tragó en secó, arrugado sus cejas en dolor al ver como las manos de su jefe no le daban la satisfacción que quería y necesitaba, — cree que tal vez nosotros podríamos... bueno, usted me dejaría... ya sabe...
— ¡Oh! ¿Me estás diciendo que quieres enterrar este gran y enfurecido bulto dentro de mí?
— P-por favor...
Seokjin se acercó peligrosamente y le mordió el lóbulo izquierdo. — Como te has portado tan bien y eres obediente conmigo... puedes follarme a tu antojo — susurró. — Es tu premio, tómalo ahora.
Kim Namjoon se reincorporó con rapidez, apagó el cigarrillo y giró a su jefe para recostar su mitad superior sobre el escritorio de caoba frente a él. Le recorrió los pantalones blancos que llevaba puestos hasta la mitad, dejando una vista generosa del lindo trasero. Le separó las piernas sin mucho cuidado.
— Me gusta ser rudo—informó. — Me disculpo de antemano si le hago llorar, señor —. A Seokjin no le dio tiempo de respingar cuando su espaldas metió dos de sus largos dedos a su boca para ensalivarlos y después los llevó a su entrada, penetrando para dilatar el anillo de músculos.
Incluso esos dos hermosos largos dedos eran suficiente para llegar a un punto placentero dentro de Seokjin, quien no se preocupó por dejar salir un fuerte quejido de placer. Su pene empezó a endurecerse también y tuvo que llevar una mano para comenzar a masturbarse.
Después de unos minutos Namjoon lo preparó lo suficiente. Luego se desabrochó la hebilla de su cinturón y bajó sus pantalones revelando su gruesa y palpitante extensión, cuya punta ya era brillante, la tomó y la metió completamente hasta el fondo del contrario sin aviso alguno.
— ¡Ahg! mght~ — se quejó de dolor. — E-espera un poco ¿quieres? Es muy grande.. — cerró los ojos sintiendo el tamaño.
— Le advertí qué sería rudo.
— S-sí pero..
Namjoon comenzó a moverse lenta y torturosamente. — Una vez que me comience a mover lo disfrutará, comenzará a acostumbrarse — informó. Comenzó a entrar y salir despacio hasta que el contrario le avisó que estaba bien aumentar el ritmo.
Lo hizo, comenzó a embestir con más fuerza y rapidez, tomando sin cuidado las caderas ajenas para enojarse tan profundo como podía. El choque de sus cuerpos generaba un chasquido obsceno mezclado con los gemidos y gruñidos de ambos cada vez que el menor alcanzaba el punto dulce del mayor.
Malditasea que ambos sentían arañar el cielo con cada estocada, y no era para menos, ¿qué se esperaba con un ambiente tan erotico e irónicamente incorrecto sumando el gran tamaño del pene del guardaespaldas y la estrechez del contrario? Era meramente una bendición.
Seokjin comenzó a acelerar su masturbación y de igualmente Namjoon aceleró el ritmo dentro de él, sabía que estaba a nada de correrse, Namjoon también lo sabía, porque su interior empezó a apretar más su polla.
— Eso es, hazlo más deprisa estor por llegar — gimoteó, entonces Namjoon golpeó duro por última vez alcanzando la próstata del adverso quien como era de esperarse llegó al orgasmo, sus espasmos apretaron el pene de su guardaespaldas haciéndolo correrse tan generosa y húmedamente en su interior.
Namjoon salió de él y sonrió victorioso ante su hazaña, viendo como su semen se escurría por el agujero de su jefe y sus nalgas poseían un tono rojizo por sus embestidas. Observó también que se había liberado por su cuenta, pues su miembro seguía goteando su líquido vital y se mantenía derramado por la alfombra.
La realidad golpeó su mente, no podía creer que ababa de cogerse a su jefe, si el padre de su familia se enteraba sería hombre muerto, claro estaba. Pero, aún sabiendo eso... honestamente lo seguiría haciendo, siempre y cuando su jefe lo respaldara.
Seokjin quedó somnoliento por la pérdida de energías que había tenido. Jamás en su jodida vida había tenido sexo que resultara tan agotador y un orgasmos así de intenso, observó hacía atrás y notó qué su guardaespaldas no estaba para nada cansado, esto lo excitaba más.
Minutos más tarde se reincorporaron, se limpiaron y limpiaron su desastre también, acomodando posteriormente sus prendas.
— Estuviste fabuloso, me encantó. Realmente estuviste justo como lo imaginé — dijo en una sonrisa cómplice. — Sí usted lo aprueba, podríamos hacerlo muchas veces después.
Namjoon sonrió acomodando su chaqueta. — Seguiría siendo un honor para mí complacerlo cuantas veces lo desee, mi señor.
— Tomaré tu palabra entonces, ¿nos vamos?
— Por supuesto, quedece detrás de mí en todo momento — dijo y llevó su mano a su pantalón para extraer el arma de su estuche, tomando acción de defensa una vez que cruzaron la puerta.
— Siempre — respondió Seokjin, haciendo lo mismo que el guardaespaldas, salvo que su arma era de un calibre menor para mayor comodidad.
Salieron alertas, protegiendose mutuamente, después de conseguir y disfrutar de un buen sexo ocasional.
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Nunca había escrito NamJin,
¿qué tal?
Nos leemos después.
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