Estrellas y recuerdos.
Kairi observaba el cigarro entre sus dedos. El humo subía haciendo espirales y se disipaba antes de alcanzar tan sólo el metro.
Charlie estaba frente a ella y sonreía, con adoración. A Kairi le molestaba, pero en aquel momento, no le importaba demasiado.
Estaban en el patio trasero de la casa de Kairi, sentados en la hierba húmeda con la espalda contra la valla de madera. Kairi levantó la vista hacia el cielo, negro y plagado de estrellas y con una bonita luna creciente.
"Kairi" la llamó Charlie.
La chica bajó la mirada hacia los ojos azules y profundos de Charlie. El chico puso una mano en la mejilla de Kairi y acercó sus labios a los de ella.
Ambos se besaron cortamente. Kairi se separó y miró hacia el balcón de la casa de la izquierda a la suya. Había un chico, sentado, con algo sobre su regazo y mirando hacia el cielo.
"¿Dorian?" dijo Kairi, acercándose hacia la valla que separaba una casa de otra.
El chico clavó sus ojos azules en ella. "¿Kairi?
Un chico apareció tras Kairi y puso su mano en el huesudo hombro de la chica. "Soy Charlie Waters, el novio de Kairi."
"Dorian James."
Charlie besó la mejilla de Kairi. "Me voy, cielo." Dorian pudo notar la expresión de Kairi cuando Charlie dijo la palabra 'cielo.' "Adiós, James."
"Mi nombre es Do-" intentó hablar Dorian, pero Charlie ya se había ido.
"Lo siento, Dorian. Charlie es gilipollas." dijo Kairi, con una sonrisa. "Anda, baja aquí."
Dorian estaba sentado en la hierba del patio trasero de la casa de Kairi, mientras ella saltaba, bailaba y cantaba descalza por la hierba.
"When I close my eyes I hear you singing, singing me a song."
Dorian no pudo evitar sonreír. Había conocido a chica el día anterior, y ella se comportaba como si se conocieran de toda la vida.
Kairi se dejó caer en la hierba junto a Dorian y miró hacia el cielo.
"Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis..." empezó a contar Kairi.
"¿Qué haces Kairi?"preguntó Dorian.
Ella le miró y sonrió. “Cuento estrellas.” dijo Kairi, como si fuera obvio.
Dorian la miró, negando con la cabeza. “No eres normal.”
“¿Y cuál es realmente la diversión en ser normal, Dorian James?”
Él la miró. “Lo bueno de ser normal es...” Dorian pensó. No había nada bueno en ser normal. Ser normal era aburrido.
“Tú no puedes hablar sobre la normalidad, porque no eres normal.” dijo Kairi, con sus gafas de sol apuntando al cielo. “Realmente, ¿qué es la normalidad y quién es normal?”
Kairi, cuando quería, podía ser muy filosófica, aunque Dorian había averiguado que el mejor término para referirse a Kairi era loca.
Ella estaba loca, pero era de esa clase de locura que te hacía querer permanecer a su lado.
“¿Sabes qué, Dorian James?”
“¿Qué, Kairi Cooper?”
“Esto parece el principio de una poética amistad.”
Dorian miró hacia el cielo y sonrió. ¿Qué clase de persona utilizaba la expresión 'poética amistad'?
Cuatro de abril.
Lunes de nuevo. Kairi se levantó de la cama y arrastró los pies hacia el equipo de música. Asleep de The Smiths. Y él vino a su mente.
Kairi caminó hacia el cuarto de baño y se miró al espejo. Su cabello azabache caía ondulado hasta sus hombros, sus ojos verdes, los cuales detestaba, estaban decorados por unas grandes ojeras y sus finos labios estaban de un rosa pálido casi enfermizo. Pero, por primera vcez en mucho tiempo, pensaba que se veía bien.
Se desvistió y entró a la ducha. Giró el grifo mientras cerraba los ojos y el agua helada comenzó a caer de lleno en su rostro. El agua fría le gustaba. El agua fría la hacía sentir.
Minutos más tarde en la casa a la izquierda.
El despertador sonó. Dorian echó las sábanas a un lado y salió de la cama. Se acercó al balcón y salió, pese a estar en bóxers. El frío de la mañana lo golpeó, pero se sentía bien.
Miró a la casa a la derecha. Desde el balcón de su habitación se podía ver el patio trasero de la casa de Kairi.
Y allí estaba Kairi.
La chica estaba sentada en la barandilla de madera del porche del patio trasero de su casa, con las piernas colgando y sus botas de combate negras dando pequeños golpes a la madera. Entre sus delgados dedos tenía un cigarro, al cual pegaba largas caladas. Vestía un jersey blanco, una falda azul oscura y unas medias negras medio transparentes rasgadas y llevaba sus inseparables gafas estilo John Lennon.
Eran las seis de la mañana y aquella chica ya estaba fumando. Aquello no era normal. Kairi no era normal.
Dorian entró a su habitación y rebuscó en su armario algo que ponerse. Abrió el armario y sacó unos vaqueros desgastados, una camisa de cuadros roja y una camiseta en la cual ponía Bowie. La camiseta era negra con las letras cursivas en gris.
Miró bajo la cama y de ahí sacó sus Converse rojas y se las puso.
Caminó hasta el cuarto de baño y se miró al espejo. Echó un poco de agua en su cara y volvió a levantar la vista hacia su reflejo. Se peinó un poco el flequillo con la mano y sonrió. Hoy se veía bien.
*
“¡Kairi!” la llamó la chillona e irritante voz de su madre.
Kairi no se molestó en contestarle y siguió fumando su cigarrillo. Una vez lo hubo acabado, lo tiró a la hierba y lo pisó. Cogió su mochila, la cual estaba a medio metro de la colilla, y se dirigió al instituto, sin informar a ninguno de sus dos irritantes padres.
Sus botas de combate hacían un ligero ruido al chocar contra el pavimento, mientras Kairi se fundía en sus pensamientos. Estaba tan distraída que se chocó con alguien.
“Oh, lo siento.”dijo una voz grave, masculina y familiar; Dorian.
“Oh, Dorian, lo siento. Estaba un poco distraída.”
El chico levantó la vista y la miró, con sus ojos azules y brillantes, haciendo sentir a Kairi de una manera extraña. Era como si alguien hubiera pasado una pluma por la columna vertebral de la chica, haciéndola temblar.
“¿Vamos?” preguntó Dorian, haciendo un gesto con la mano hacia delante.
La chica asintió y comenzaron a caminar.
Durante el trayecto hablaron y rieron. Kairi no sabía cuál había sido la última vez que se había reído tanto.
Kairi miró a los ojos azules y profundos de Dorian. “Es raro, ¿sabes?”
“¿El qué es raro?” preguntó él.
“Siempre he sido algo...solitaria. Nunca me ha agradado la gente, a la única persona a la que he dejado acercarse es a Charlie.” Kairi miraba al frente y sus labios estaban apretados en una fina línea. “Dorian, no quiero hacerte daño.”
“Kairi, no entiendo por qué dices eso.”
Ella echó la cabeza hacia atrás y miró al cielo. “Sólo...nada de sentimientos, ¿vale?”
Dorian lo pensó un segundo. “Vale.”
Kairi sonrió y continuaron caminando hasta el instituto.
Seis horas más tarde.
Kairi estaba sentada en la barandilla de la azotea del instituto. Sabía que había una caída de unos cincuenta metros y que, si desequilibraba, se mataría. Pero aún así allí estaba con sus pies, ahora descalzos colgando en el vacío y un cigarro entre sus labios.
Cogió el mechero del bolsillo de su falda y lo prendió. Se quedó observando la llama mientras la letra de una canción salía de su garganta en un susurro. “Losing him was blue like I never know, mising him was dark grey all along, forgetting him was like trying to know somebody you never met, but loving him was red.”
Esa canción en concreto le recordaba muchas cosas, tanto buenas como malas, pero sobre todo, le recordaba a un nombre; John Silver.
Le recordaba unos ojos grises casi plateados a juego con su apellido, le recordaba a un invierno, le recordaba a unos labios finos, le recordaba un cabello pelirrojo alborotado, le recordaba a la camiseta amarilla con el nombre de un grupo en color naranja “The Smiths.”
Agitó su cabeza, deshaciéndose del recuerdo de John y dio una calada a su cigarrillo.
“Búh.” la intentó asustar alguien.
Se giró y ahí estaba Dorian, con una gran y blanca sonrisa.
“Si me hubiera asustado, ahora estaría muerta.” dijo Kairi, mirando al vacío por el que podía haber caído.
“Ajá.”
“¿Cómo sabías que estaba aquí?”preguntó Kairi.
“Vi unas botas de combate manteniendo la puerta abierta y sólo podían ser de una persona.” Dorian sonreía.
Kairi asintió. Aún estaba un poco aturdida. ¿Por qué John había venido ahora a su mente? Bueno, realmente lo recordaba cada vez que fumaba, ya que él le había pegado aquel mal hábito. John solía decir cuando la veía fumando que el humo sigue a la belleza.
“¿Pasa algo, Kai?”
Ella negó con la cabeza. “¿Me ayudas a bajar?”
Dorian se acercó a ella y la cogió por la cintura. La levantó en el aire y la volvió a dejar en el suelo, sonriendo.
Ella le devolvió la sonrisa y ambos se encaminaron hacia la puerta.
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