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uno♡

¿Quién diablos usaba un suéter pesado y probablemente dos tallas más grande de la suya en un pleno día soleado? Chelsy lo hacía y se estaba arrepintiendo porque podía jurar que se estaba asando, pero no podía hacer nada, no traía una camisa extra o algo por el estilo, así que tendría que aguantarse hasta que todos los períodos de clases y los talleres terminaran.

Iba a ser un día largo y cansado, de eso estaba segura.

Se acomodó su corto cabello detrás de ambas orejas, pero a como siempre: este volvió a estar en su rostro, una desventaja de que tu cabello fuese algo desordenado, Chelsy no estaba tan segura de cómo calificar su tipo de cabello porque era una combinación entre liso y rizado, que ella odiaba.

Caminó a pasos lentos hasta el salón de literatura, no tenía prisas, igual siempre llegaba temprano, lo cual le daba una ventaja de escoger el asiento que ella quisiese. En los asientos de al fondo miró a Calum entretenido en su celular mientras se pasaba una plumilla entre los labios de manera distraída. Se hubiese sentado con él en otra ocasión, pero ese día hablarían de Virginia Woolf, y Chelsy estaba preparada para participar en la clase porque era una de sus escritoras favoritas, por eso optó por sentarse justo adelante. Además, no le parecía buena idea estar rodeada de gente vistiendo ese caluroso suéter.

A los minutos, el salón comenzó a llenarse, eran pocos los que se sentaban al frente porque querían, y lo comprendía, el profesor Teller era algo intimidante.

Y ahí estaba Chelsy, haciendo rodar su bolígrafo sobre su cuaderno, a la espera de que la clase empezara cuando lo escuchó. Automáticamente alzó la mirada. Estaba confundida, a él ni siquiera le correspondía esta clase.

—Sr. Teller, por favor, sé que mis excusas no le interesan, pero créame, no fue mi culpa —el rubio parecía preocupado por cómo miraba al docente, se pasó una mano por su algo largo cabello rizado y soltó un suspiro—. No quiero perder la nota del trabajo por culpa de otros.

El maestro dejó sus cosas en el escritorio y se giró hacia el alumno, que lo venía siguiendo mientras hablaba.

Para en ese momento, Chelsy estaba quieta observando todo lo que estaba pasando casi al frente suyo. No podía apartar la mirada del rubio aunque quisiera, realmente no podía creer que fuese tan hermoso, era irreal. Chelsy podría escribir un ensayo completo sobre por qué Luke Hemmings no era de este mundo. Exagerado, pero ella sí que estaba colada por él desde que lo vio en el campus de la universidad.

—Escuche, joven Hemmings, no suelo dar segundas oportunidades, pero haré una excepción —dijo el hombre a la vez que se acercaba al gran pizarrón, él rubio le siguió esperanzado. Sostenía unos libros en mano y bolso negro iba colgado en su hombro.

Chelsy miró hacia atrás donde los demás estaban cuchicheando y luego hacia el reloj que reposaba justo arriba del pizarrón. La clase estaba a nada de iniciar.

—Desde cero, una asignación completamente diferente que luego le daré, pero con un 5 % menos de nota —informó el maestro, Chelsy hubiese dicho que sí sin pensarlo porque ella jamás dejaría perder una oportunidad como esa, pero el rubio se tomó su tiempo para pensarlo—. Lo toma o lo deja.

—Lo tomo.

—Bien, acérquese —ambos caminaron hasta el escritorio, el Sr. Teller tomó su libro de registro académico y lo abrió—. Elija un número entre el uno y el setenta y cinco.

Chelsy se estaba esforzando por tratar de escuchar lo que estaba pasando, ambos estaban hablando más bajo, no llegó a oír el número que eligió, solamente observó cómo el maestro miraba su libro concentrado, Luke estaba atento, parecía que no sabía qué estaba pasando. Y ella medio sonrió al verle con el semblante fruncido. Se miraba tan lindo vistiendo esa chaqueta jeans deshilachada de algunos lados y ni hablar de su cabello y cómo lo había peinado hacia atrás.

—Bien, le veo mañana para explicarle detenidamente, la clase va a empezar —dijo el hombre mirando al rubio, quién le agradeció instantáneamente antes de girar y caminar hacia la salida.

La castaña lo siguió con la mirada y suspiró. Como toda una cría.

Regresó su vista al frente y se percató que el Sr. Teller le observaba confundido.

—Srta. Bree, ¿Se encuentra bien?

Le escuchó decir haciendo que saliera de sus pensamientos, sintió el calor subir por todo su rostro y se obligó a asentir con una tonta sonrisa fingida y agradeció que eso le bastara a su profesor, ya que se giró hacia el pizarrón a la vez que alzaba la voz para todos los presentes, provocando el silencio en el lugar.

Chelsy se odió por haberse puesto ese tonto suéter porque estaba segura que lucía fatal y sudorosa por su culpa.

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