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OO. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ the night we met

OO. ⠀⠀⠀ ☆ ⠀⠀PROLOGUE

BRUCE WAYNE DESPRECIABA HALLOWEEN. No sabía si era exactamente por ese recuerdo perdido de una noche donde se disfrazó para salir con sus padres, si era por la ola de crímenes que se desataban durante la festividad o si simplemente le molestaba que los niños se acercaran a su puerta a pedir dulces.

Una parte de él añoraba aquellos días en que acompañaba al joven Dick Grayson, vestido de Robin, a pedir caramelos con Barbara Gordon. Lo disfrutó también con Jason, pero ahora ambos estaban ausentes, y más que nunca echaba de menos esas risas infantiles que solían acompañarlo durante las patrullas. Sin embargo, esa nostalgia lo perseguía todos los días del año.

La noche de Halloween en Gotham era un evento singular, y no precisamente en el buen sentido. Para los criminales, representaba la oportunidad perfecta para desatar el caos y teñir las calles de sangre, lo que dejaba al murciélago sin un momento de descanso.

Trabajar en ese día del año era agotador. El Joker se había escapado de Arkham por enésima vez y Bruce debía encontrarlo antes de que llevara a cabo alguna de sus retorcidas ideas. Tal vez por eso terminó en esa fábrica abandonada. Sabía que el payaso le tenía preparada una sorpresa; siempre tenía algo nuevo reservado para él.

— Oracle, ¿estás segura de que estas son las coordenadas correctas? — Preguntó Bruce a Barbara. — No parece haber nada a la vista.

Bárbara revisaba la información al otro lado del telecomunicador. Bruce aguardaba, observando atentamente a su alrededor; no había ningún indicio de que el Guasón estuviera dentro de aquella fábrica abandonada.

— Las pistas conducen a aquella fábrica, que solía producir caramelos muy populares en los años 50. Sin embargo, cerró después de que un empleado se suicidara ahogándose en un tarro de caramelo. No parece una forma muy agradable de morir.

La información que Bárbara le proporcionó era justo lo que Bruce necesitaba para profundizar en su investigación.

— Investigaré. — Respondió, cortando la comunicación.

Bruce observó la fachada del deteriorado edificio abandonado. La estructura, vieja y desgastada, tenía un aire casi espeluznante. Era el tipo de lugar que parecía destinado a colapsar en cualquier momento por la falta de mantenimiento.

— Yo no entraría ahí si fuese tú.

Una voz aguda llamó la atención del hombre, despertando su curiosidad y haciéndolo voltear para ver de quién provenía. Un niño pequeño, vestido con un desgastado pero colorido disfraz de Linterna Verde, estaba de pie en la acera, lamiendo una paleta mientras miraba a Bruce con curiosidad. Sus brillantes ojos verdes parecían combinar a la perfección con el traje.

— Hay un cuento urbano de que una persona murió ahí dentro y ahora su fantasma ronda por la fábrica. Nadie que entra al edificio sale con vida. — El pequeño niño se acercó a Bruce, quien se arrodilló para quedar a su altura. — Solo quiero protegerte, ya sabes, del fantasma.

El murciélago miró al niño con ternura. Aunque no se parecía en nada a Dick, algo en su apariencia lo evocaba. Tal vez era la felicidad que reflejaba mientras disfrutaba del dulce, su disfraz desgastado o su empeño por "ayudarlo" lo que casi le hizo sonreír.

— ¿Donde están tus padres, hijo? — Bruce le preguntó, sin poder comprender cómo un niño se atrevía a salir solo, especialmente en una zona tan aislada de Gotham.

El niño entrelazó las manos mientras contemplaba su canasta de caramelos.

— Mamá trabaja hasta tarde en el supermercado, mientras que papá probablemente está bebiendo. No estoy seguro, pero siempre lo hace. No quería perderme la oportunidad de salir a pedir dulces, así que decidí ir solo. Mi mamá había cosido el disfraz para mí, aunque no logró terminarlo a tiempo, pero igual lo usé.

Bruce no podía entender cómo, en ese relato tan típico de una familia con problemas, podía estar ese niño con esa mirada tan pura pidiendo caramelos.

— ¿Cómo te llamas?

Él sonrió, y sus pómulos se elevaron de la forma más adorable.

— Me llamo Ian Mitchels. Es un placer conocerlo, señor Batman. Me alegra saber que realmente existe. No le creí del todo a un compañero de mi escuela cuando me contó que usted empujó a su tío por la ventana.

Bruce se detuvo y admiró a Ian con una pequeña sonrisa, aunque no dijo nada. Le ofreció llevarlo a casa, pero Ian agradeció el gesto, explicando que conocía muy bien el camino.

Por un momento, había olvidado por completo al Joker, la fábrica y el supuesto crimen que estaba organizando. Su atención regresó a la realidad cuando Oracle comenzó a hablarle por el telecomunicador, curiosa por saber qué había sucedido.

— ¿Batman? — Insistió. — ¿Hola?

Bruce se disculpó por teléfono, reflexionando sobre cómo, gracias a una pequeña persona que acababa de conocer, ya no se sentiría tan solo.

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