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*ೃ *.' 1

TaeHyung se había mudado a la ciudad de Seúl varios años atrás, cuando era más joven. Recordaba cuando por primera vez comenzó a ir a otra secundaria. Todo era diferente, por supuesto. Desconocido, pero interesante.

No había pasado más de una semana cuando por fin, gracias a su alocada y extrovertida personalidad, empezó a tener amigos, a conocer mucha más gente. En su ciudad natal, Daegu, no tenía muchos amigos. Realmente parecía todo un asocial. Pero todo cambió para mejor en la capital. Conoció a su mejor amigo, Park JiMin, quien también se había mudado de ciudad casi al mismo tiempo que él. Después a sus otros queridos hermanos de otra madre: SeokJin, NamJoon, JungKook y YoonGi.

Pero eso no era todo..., también se había enamorado. Sí, Kim TaeHyung acepta que se ha enamorado casi perdidamente. No era su culpa, es que Jung HoSeok es lo único que su corazón sabe decir por cada frecuencia cardiaca de 170 latidos por minuto (o bueno, algo así), y lo único que tiene en mente su cerebro. HoSeok es alguien que sabe cómo utilizar su carisma para atraer sin mover un precioso dedo de su mano o algún músculo de su cuerpo. Alguien divertido pero también serio. Inteligente, simpático, amigable, amable, hermoso, talentoso, inigualable, precioso, de un gran corazón, ¿ya había dicho que es hermoso? Bueno, todo eso e infinitud de cualidades.

Pero TaeHyung sabe, más allá de lo bien que se lleve con él, que HoSeok no siente lo mismo por él. Puede notar que trataba tan amable y simpáticamente a todos por igual, y él no era la excepción. Eso le dolía, mucho más cuando sonreía. ¿ACASO NO PUEDE SONREÍR TAN HERMOSAMENTE CÓMO SIEMPRE SÓLO PARA ÉL? TaeHyung no es alguien egoísta, pero sus sentimientos se hacen más fuertes ahora.

La última vez que había salido con alguien fue hace mucho. Una relación virtual con una chica. No había durado mucho, y no recordaba sentirse de la misma forma cómo cuando ve a HoSeok. Tampoco creyó ser gay, ya que no se siente atraído por otros chicos aunque le parezcan atractivos. Todo parecía girar en torno a HoSeok, todo en él cómo un imán. Cómo si fuera su puto universo. O mejor dicho..., el sol. Porque HoSeok brilla cada día con tal iluminosidad incandescente ante sus ojos. Y estaba seguro que también de todos los demás de a su alrededor. HoSeok parecía alegrar y brindar serenidad al ambiente miserable de cualquier lugar miserable.

Lo había conocido hacia ya un tiempo atrás cuando había dejado la preparatoria y se adentraba en su nueva etapa cómo adulto. Había llevado a su hermana menor Nancy, a sus clases de baile en la escuela. Y ahí lo había visto, cómo el profesor de baile de su hermana. Si no fuera porque la menor le haya dado un codazo en las costillas, se hubiera quedado cómo pendejo baboso viéndolo. HoSeok le había saludado amablemente, y allí fue la primera vez que lo vio sonreír...

Oh Dios, fue la sonrisa más hermosa que pudo tener la dicha de ver. Se había perdido en sus hoyuelos, y aquella mirada tan tierna. 

No entendía muy bien qué estaba pasando con él, ni mucho menos de que estaba teniendo sentimientos por otro hombre. Pero con el tiempo ya no le importaba, él sólo quería saber más y más de aquel bonito y tierno hyung, porque había prácticamente atormentado a Nancy para saber sobre su profesor de baile. Comenzó a acompañar a su hermana casi todos los días en aquella clase, y sobre todo, lo más impresionante..., se había enterado que HoSeok iba en la misma universidad que él. TaeHyung quería llorar de emoción. Verlo paseándose por los pasillos y siendo tan social le volvía torpe para caminar.

—Estás tan obsesionado, hermano —le había dicho Nancy, palmeándole el hombro antes de entrar a la clase de baile. Él se había quedado cómo bobo viendo bailar al mayor.

TaeHyung admitía que parecía un maldito psicópata observándole todo el tiempo, y era mayormente en los recesos o apenas entrar o salir del establo, ya que HoSeok era mayor que él e iba en clases más avanzadas. Siempre que su cerebro tenía tiempo de pensar en otra cosa que no fuera la cara de HoSeok, recordaba cuándo se habían hablado por primera vez, aunque no fue de la forma decente que hubiera querido TaeHyung, digamos que apenas había sido una conversación...

Fue un día por la tarde cuando HoSeok y un grupo de chicos se pusieron a jugar Voleibol en una pequeña cancha cerca de la univercidad. TaeHyung se había acercado por curiosidad e interés, y se sentó en las gradas más bajas, observándole atentamente al mayor que no creyó fuera tan bueno en los deportes. Sus movimientos ágiles, aquellos saltos de casi dos metros, el sudor empapando todo su cuerpo... TaeHyung comenzaba a sentir la temperatura subiendo por todo su cuerpo.

¿Alguien podría llevarle un mini-ventilador?

Le era imposible no perderse, y babear como cuando ves los nuevos diseños de prendas que lanza Gucci al comercio. Pero eso no era bueno, porque no tenía buenos reflejos, ni mucho menos neuronas en ese momento, y entonces...

¡PUM!

Un balón terminó estampándose contra su rostro. Ni siquiera sabía de qué parte había salido, sólo había sentido el repentino dolor en su frente y nariz. Casi cayó de su asiento, tomó su cara con las manos y abrió la boca cuando el dolor por fin llegó. Lo próximo que escuchaba era unos gritos, de una voz que conocía muy bien, y su rostro que estaba gacha se levantó al instante.

—¿¡Estás bien!? No quise golpearte con el balón. 

TaeHyung se quedó perplejo al ver a HoSeok frente suyo, poniéndole una mano en el hombro y tratando de ver si había ocasionado algún daño en su rostro.

—Y-yo...

—Bueno, más allá del raspón en la frente, no tienes lastimado la nariz. ¿Te duele mucho?

—Y-yo...

¡Maldita sea! HoSeok lo miraba atentamente, y TaeHyung comenzó a boquear cómo pez fuera del agua. No tenía ni puta idea de cómo hacer que su inútil cerebro reaccione en aquel momento. Si HoSeok no estaría tan cerca, hubiera sido un poco de ayuda para su respiración. Y aunque él haya provocado aquel golpe, eso no importaba, porque estaba siendo atento y estaba tan cerca con el sudor que humedecía sus cabellos tan sensualmente que el corazón de TaeHyung latía tan de prisa cómo un tambor en un carnaval. ¡Su nariz estaba a punto de sangrar cómo dos válvulas! Pero al menos podía culpar al golpe si eso sucedía.

Tenía que decir algo, HoSeok parecía mirarle como si aquel golpe que le dio accidentalmente le hubiera afectado la cabeza.

—Y-Yo..., es-estoy bien. Sí. Bien. —TaeHyung se palmeó la frente mentalmente por ser un idiota. Definitivamente no hacía falta un balón para que su cerebro quede más tonto.

—¿Estás seguro? ¿Quieres que te lleve a la clinica por precaución?, podemos hacerlo ahora.

—¡No! Estoy bien. —Rió tontamente. —Creo..., que yo fui el tonto por meterme aquí, así que me iré.

—Oh, está bien, no tienes que hacerlo. Yo soy el que tuvo que tener cuidado. —Sonrió abiertamente, y el corazón de TaeHyung dio un brinco por ello. —Bien, tengo que seguir con el juego. Si necesitas ir a la clinica, sólo tienes que avisarme —. HoSeok se enderezó mientras le revolvía sus cabellos amistosamente, y se dio la vuelta para meterse nuevamente en la cancha.

TaeHyung arrugó la cara en un gimoteo. Se largaría a llorar ahí mismo, por ser un idiota, un patético y ridículo idiota que no podía mantener una conversación normal y decente con el chico que le gustaba. ¿Qué le faltaría después? ¿Golpearse la cara contra el piso para llamar su atención?

Con el tiempo se hablaban más de seguido, y tenían en común los mismos amigos. La mayoría de las veces se reunian todos juntos para almorzar. Pero pese a ello, TaeHyung seguía siendo un tonto cuando HoSeok estaba a menos de dos metros cerca. No sabía cómo comportarse, pero había aprendido a controlar y disimular bastante bien sus nervios. Incluso se había convertido en todo un rarito degenerado (mentalmente).

Después de un tiempo en la universidad, TaeHyung y JiMin rentaron un departamento, los dos solos. Tenían lo justo y necesario, y siempre podían darse un pequeño gustito. Era lo justo si querían independizarse. No era un espacio muy grande: una sala junto a la cocina, dos habitaciones, un baño y un balcón que daba a la calle. Pero podía ser suficiente cuando invitaban a sus amigos a pasar el rato.

Todo puede ir normalmente en su vida cómo un adulto joven, y quizá tener los mismos problemas que los de su generación. Y aquella mañana de lunes, TaeHyung había sido despertado por los rayo de sol que se colaban por entre las cortinas de su ventana. Se removió, inhaló profundamente, parpadeó para acostumbrarse a la luz, talló sus ojos, se sentó en la cama para luego estirar sus brazos y desperezarse. Todo aquel procedimiento de todas las mañanas.

Cuando estuvo completamente despierto, miró a su alrededor, luego a sí mismo. Sí, todo sigue siendo normalmente igual. Suspiró con los brazos en jarra, sonriéndole a la nada.

—Ah, buen día para ver a HoSeok... —su sonrisa se volvió inexpresiva y abrió más los ojos. —..., y También a los demás. Claro que sí. —Suspiró sonoramente.

Cuando comenzó a quitar las frazadas de sus piernas, la puerta de su habitación se abrió repentina y estruendosamente. TaeHyung cayó al  suelo con la manta sobre él.

—¡GOOD MORNIIIIIIING!

TaeHyung levantó la cabeza, soplando un mechón de sus cabellos revueltos que se pusieron sobre su cara. Nadie más puede hacer ese escándalo que Park JiMin, quien se paró en el marco de la puerta cómo si fuese un Súper Man idiota.

TaeHyung gruñó molesto.

—¿Por qué tienes que seguir haciendo eso?, sabes que siempre me levanto a esta hora. —Reclamó, y tratando de apartar las mantas que se enroscaron en sus piernas, y se sentó en la orilla de la cama.

JiMin tomó aire antes de responder con simpleza:

—Ahh.., es que es tan divertido.

—Idiota. Espero que sea igual de divertido cuando te despierte a ti con un balde de agua helada.

JiMin sólo se limitó a reír con diversión. A diferencia de TaeHyung, JiMin está completamente arreglado para la Universidad. Éste tipo es un madrugador y TaeHyung no entiende cómo diablos lo hace.

TaeHyung revolvió las mantas sobre la cama. Ahora la energía se desvaneció un poco. Tomó un toallón y se dispuso a ir al baño para tomarse una ducha.

—Apurate que se te enfría el desayuno —le advirtió JiMin.

—En serio, deja de hacer todo tan temprano. Deja de robarte mi energía cómo si fueras una aspiradora humana —replicó TaeHyung con seriedad.

—Yo no te robo nada. Eres tú el perezoso. Te espero en la cocina. Si no llegas en menos de diez minutos, lo que te voy a robar serán los huevos con tocino.

TaeHyung no tuvo tiempo de reclamar más nada, JiMin desapareció de su vista. Suspiró con resignación y se metió en el baño. Se bañaría en menos de diez minutos, no dejaría que Miss Ojos Sonrientes se robe su desayuno.

Al salir casi listo y el pelo húmedo, secándolo con una toalla pequeña, el olor del desayuno invadieron sus fosas nasales. Cuando entró a la sala/cocina, JiMin estaba en la barra blanca con la mirada fija en su celular. Dos platos con huevos y tocino y otros platos con comida, estaban sobre la barra ordenadamente. TaeHyung se acercó, tomó asiento y dejó la toalla a un lado. Al mirar a JiMin, éste no se había percatado de su presencia.

TaeHyung trató de hacer caso omiso a la ignorancia, pero JiMin seguía sonriendo cómo tonto a la pantalla de su celular sin ni siquiera echarle un ojo. Se dijo mentalmente que éste chico se estaba mensajeando con su novio. Y no entendía porqué, se verían en la Universidad de todas formas.

TaeHyung volvió serio su semblante y carraspeó para llamar su atención. Pero JiMin sigue enfrascado en lo que sea que esté haciendo con su teléfono. Volvió a carraspear, dos, tres veces, la última fue mucho más fuerte y sobresaltó a JiMin, que casi manda a volar el celular.

—¿Por qué estás tan pegado a tu celular? Parece cómo si te lo fueras a comer.

JiMin trató de agarrar de una mejor manera su celular antes de que se le cayera de sus brazos, apoyándolo contra su pecho.

—Y si se me rompe por tu culpa, me compras otro —le amenazó, dejándole a un lado sobre la mesa —. Además no es de tu incumbencia.

—¿Cómo que no? Era obvio que estabas hablando con el gruñón de tu novio. Esa cara no se la pones a más nadie.

JiMin levantó una ceja con indiferencia.

—Él no es gruñón.

—No, por supuesto. —Dijo sarcásticamente. Revolviendo con sus palillos el arroz sobre su plato.

—Al menos no tanto cómo antes de conocerlo.

—Pfft, eso es imposible. —Se burló TaeHyung.

JiMin sólo rodó los ojos y comenzó a comer su comida también. Aquella mañana sería algo larga, y no lamentaba tener el novio que tenía. Eso lo tenía claro.

—Al menos él sí me hace caso y no le lloro a nadie. —Le sacó la lengua burlón.

TaeHyung le miró amenazador, frunciendo los labios y golpea la mesa con un puño. JiMin siempre tenía que hacerle recordar la desgracia que pasaba con HoSeok. Maldito sea.

Después de terminar cada uno su desayuno, JiMin dejó los trastes en el fregadero para después y TaeHyung terminó de alistarse en su habitación. Había pasado algunos minutos cuando TaeHyung salió vestido tan de Gucci cómo sólo él sabe vestir. JiMin lo miró de arriba a bajo.

—Sigues dando publicidad gratis. No mames.

—Ush, deja de fastidiar y salgamos de una vez.

TaeHyung acomodó su bolso en su hombro y pasó a un lado de JiMin, quien le siguió con la mirada.

—¡Eh! Espérame. —Exclamó JiMin antes de abrir la puerta que había sido cerrada por TaeHyung cómo si él no siguiera dentro.

Sí, todo era siempre lo mismo.

O eso creía.

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