—¿Quieres chocolate con tus galletas?

—¿No crees que es mucho azúcar?

—Eh... es que lo único que hago es comprar chocolate —dijo bajando la mirada mientras jugueteaba con sus dedos.

—Bueno... olvídalo. Regalame agua, por favor.

—Bien.

Rana seguía con ese delantal rosado y con su sonrisa habitual.

No lo entendía, pero supongo que todo estaba... bien.

Me sirvió las galletas que al parecer ella misma había preparado y hablamos un poco.

Al menos no parecía haber nada raro en su casa, ni cortadas en sus muñecas. Ahora podía bajar la guardia.

—Ten —me dijo, para luego sentarse frente a mí.

Yo tomé el vaso de agua y le di un sorbo. Siempre fui malo para el dulce, aunque la chica frente a mí parecía ser más empalagosa que las galletas. Normalmente no soporto verla, por eso. Su sola presencia me irradia tanta luz que me sofoca. Pero realmente me alegré de que estuviera allí, siendo ella, y viva.

—Fuka-kun. ¿Por qué tanto interés en mi?

—No lo sé, tú dime.

Ella me miró extrañada.

Ahora que estaba bien, podía desquitarme con ella.

—Desde que empezaron las clases no has dejado de seguirme. Me hablas y no puedo ignorarte porque... porque eres tú. Eres fastidiosa, ruidosa, torpe, tonta.

—Oye...

—¿Sabes lo mucho que me he desgastado por tu culpa? Siempre trato de hacer los mínimos esfuerzos y hoy corrí durante diez minutos con el miedo de que no hubieras llegado a clases por hacerte algo malo. ¿Cómo crees que viviría yo sabiendo que una chica como tú ya no está? ¿Por qué me haces pasar por todo esto? Pasé toda la semana pensando en ti. Ya que ibas a fastidiar tanto me hubieses dado tu número.

Finalmente me había desahogado. Aunque luego de pensarlo quizá lo había hecho muy pronto.

Ella guardó silencio, lo que muy pocas veces hacia, por lo que me preocupé de haberla roto o algo parecido.

Solo miraba hacia el suelo, moviendo sus piernas de forma sutil.

—Sabes... —dijo rompiendo el silencio— yo el domingo entendí que te estaba atrayendo a mis problemas. No quería que algo que yo hiciera te perturbara. Realmente me agradas, me gusta estar a tu lado. No sé, verte ahí tan callado y solo me hace querer estar contigo. Como un perro callejero al que quieres darle todo el amor del mundo pero que no puedes llevártelo a casa.

Decidí no protestar ante su última oración.

—Pero... —bajó la mirada y empezó a jugar con su delantal—, yo... realmente me divertí el domingo. El helado estaba delicioso. Tu familia es preciosa y yo... lo estaba arruinando todo, estaba siendo egoísta. Sé que me detestas, que no me soportas...

—No es que te deteste. No te soporto así como tampoco soporto a Rin. Mira, le digo que es adoptada cuando en realidad el adoptado soy yo.

Ella levantó la mirada. Parecía sorprendida y yo también lo estaba, no acostumbraba hablar de esto con cualquier persona.

—Pero no es que no... me caigas bien. Y eso significa que si ese día hice todo eso no fue porque me obligaste. Bueno, quizá sí... ah... el punto es que me preocupé al verte así. Quería animarte.

—Pero eso no...

—No sé por qué intentaste... acabar con tu vida. Pero de haberlo hecho me hubieras ocasionado más problemas.

—F-Fukase... —me llamó para luego empezar a llorar—. No entiendo nada. Yo estaba decidida a hacerlo. Pero no quería, no quiero morir. Pero tampoco quiero seguir sintiéndome mal.

Ese sentimiento de abrazarla volvió a invadirme. ¿Cuántas veces sonrió en clases, para todos, para mí, de esa forma tan falsa y dolorosa? ¿Cuántas veces quiso hablar con alguien pero ninguno estaba disponible?

Me levanté de mi asiento y me acerqué a ella. La abracé. Ese contacto que tantas veces evité ahora lo deseaba. Quería que a través de eso ella no se sintiera mal. Que supiera que yo estaría allí. Que haría lo posible para hacerla feliz.

Ella me correspondió abrazandome con fuerza mientras ocultaba su rostro en mi pecho.

No, no iba a decírselo. Pero lo haría. Me prometí a mí mismo que lo haría.

Holaaaaa

Estamos en el final.

Pero nosotros vinimos por el romance ¿o no?

Falta un epílogo y ya ♡