El mayor se encontraba abrazando a un esqueleto, llorando estaba en su clavícula/hombro. Aún no comprendía la razón de aquellas gotas amargas, pues él no ha querido decirle nada.

Le cuenta chistes, anécdotas graciosas y apodos tiernos, pero este sólo suelta una débil risa.

No parece querer reír.

—Little boy, ya no llores. I don't like. Quiero ver esa adorable sonrisa tuya, ¿puedo? —el contrario niega—. Why?

No contesta.

Sigue sin entender a aquel esqueleto, ¿por qué no quiere desahogarse con él? Sólo mantiene su cráneo/cabeza en la clavícula del colorido, escondiendo las lágrimas que salían por sus cuencas. Le acaricia el cráneo con cariño, para luego besarle el pómulo derecho.

—Estoy aquí, tranquilo. —dice.

Cuanto deseo haber escuchado eso una sola vez.

Lo abraza con más fuerza, diciendo:

—Q-quédate conmigo... N-no me d-dejes.

Sigue sin comprender, ¿a qué le teme? Sufre por algo y no le gusta verlo así; tan temeroso.

No responde, lo besa en toda su carita mientras le va diciendo un apodado tierno. Fell se separa del yolero mientras limpiaba su carita de aquellas gotas amargas. Su mirada estaba clavada en una caja de chocolates traídos por el mayor.

—¿Por qué? —pregunta.

—Uh... ¿No te gusta el choc-

—¡Eso no, idiota! Me refiero al por qué estas aquí. ¿No tienes algo más importante que hacer?

El de lentes, confundido, dice:

—Me agradas, rojito. Es todo. —sonríe.

El contrario se sonroja y aparta su mirada. Aquella acción le resultó adorable al de gorra.

No todos son malos. Lo sabes, ¿verdad?

El colorido abre la caja y le uno algunos cuantos chocolates al contrario, del cual, apenado, los recibe. Fell aún no sabe qué decir respecto a la respuesta que le dio el yolero.

Pero no romperá aquella tierna atmósfera con sus estúpidas preguntas, pues sabe que el mayor está con él porque de verdad lo quiere.

Y espera que nada malo suceda.