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『“La conocí cerca de la iglesia
Todo comenzó cuando la socorrí
Inconsciente en el suelo.
En algún momento nos volvimos muy cercanas
Pero éramos muy diferentes.”』
H A K U
Luego de la dura pérdida de Miku, por consejos de la chica pelirroja que conocí en Lucifenia, Hina, comencé a vivir en la iglesia junto al puerto de la ciudad.
Cada día me lamento de mi vida. Pensando que sería mejor que yo muriera en lugar de la persona más preciada para mí. ¿Por qué? Mis diferencias solo me traen desgracias.
Lo único bueno que trajo consigo que fuera distinta a las demás de Elphegor fue conocer a Miku, sin embargo, el destino la arrebató de mi lado.
¿Por qué? ¿Por qué eres tan cruel? ¿Qué hicimos para merecer esto?
Me enteré que aquella causante de todo, la reina de Lucifenia, esa misma que fue rechazada por el príncipe Kaito Marlon, esa misma que envió a sus hombres a destruir Elphegor y matar a Miku; que esa misma reina, había muerto.
Al parecer el pueblo del país amarillo se sublevó contra ella al ser muy cruel con los ciudadanos, y la ejecutaron públicamente en la guillotina.
Luego de aquella vez que me alimentó, no volví a ver a Hina. Sin embargo, guardé la esperanza de que el destino en sus azares nos haría reencontrarnos.
Pero fue más pronto de lo que creí, y de una forma que no me esperé.
Regresaba de averiguar lo de la reina, cuando junto a la iglesia, encontré dos cadáveres inertes en el suelo.
Me asusté, y fui a socorrerlos de inmediato. Al retirar las capas que les cubrían el rostro, resultó ser el rostro de Hina lo que encontré.
A pesar de que tenía los ojos cerrados, sus rasgos me fueron inconfundibles y su cabello rojizo terminó por delatarla.
Me aseguré revisar luego el otro cuerpo, por mientras, el pulso de Hina estaba estable, seguro se había desmayado.
La cargué como pude y la coloqué en una de las camas de la iglesia, luego fui por el otro.
Cuando la alcé para revisar su pulso, su rostro me llamó la atención. Parecía delgada, como si no hubiera comido en días, igual que el rostro de Hina, algo más delgado. Sin embargo, su fineza prevalecía. Un rostro inocente, a simple vista incapaz de hacer daño, con la capucha ocultando un hermoso cabello rubio.
Era más liviana que Hina, así que la levanté y la llevé donde la había dejado.
Busqué un bol con agua y con él empapé un pañuelo, que coloqué, uno en la frente de la pelirroja y el otro en la de la rubia.
Me dirigí a la cocina a preparar unos aperitivos para cuando despertaran.
° • ° • ~ 🌻 ~ • ° • °
Cuando volví con unos pastelitos y algo de té a la habitación, vi como Hina estaba sentada sobre la cama, analizando todo lo que había a su alrededor.
Cuando halló a la rubia —que se encontraba a su lado—, su rostro se tornó de miedo y preocupación, y la levantó para examinarla. Al verla así supe que debía interferir.
—Está viva, solo está inconsciente. Despertará pronto —informé mientras me acercaba a ella.
Entrecerró los ojos unos segundos, analizándome, al parecer no me recordaba, pero su mente se aclaró cuando pareció ubicarme.
—¡Haku! —sonreí al ver que me recordaba—. ¡Me alegro de verte bien! ¿Vives en esta iglesia ahora?
Asentí.
—Gracias a tu consejo encontré un techo bajo el cual permanecer —confirmé agradecida. Ella elevó las comisuras de sus labios en una sonrisa nostálgica.
Dejé los panecillos y el té cerca de ella. Los observó y sin dudar ingirió su parte rápidamente, luego tomó el té para no atorarse y lo bebió, a pesar de que era amargo.
—¿Hace cuánto no comes nada? —pregunté preocupada al observarla devorar todo. Ella pareció exaltarse, y se removió nerviosa en la cama.
—Desde ayer por la mañana —admitió avergonzada.
¡Pero esto no era algo que tomarse a la ligera!
—¡Eso es grave! ¡Espera, iré a preparar algo más nutritivo ahora mismo! —anuncié saliendo corriendo a la cocina a prepararles algo.
H I N A
No recordaba con claridad lo que había pasado, quizás por la somnolencia que aún me dominaba.
Observé a Rin, tratando de recordar, hasta que por fin mi mente se aclaró.
「Vestido.
Prisionero.
Fugitivas.
Despedida.
Campanas.
Guillotina.
Muerte...
¡Len!」
Mi visión se nubló debido a las lágrimas que provocaban un leve ardor en las comisuras de mis ojos. Los recuerdos, la sangre, todo me invadió de repente.
「Len...」
No podía haber muerto en serio... ¿o si?
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