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『“Muy pronto este reinado acabará
Y el enfado de la gente no se evitará
Si ya no hay remedio a lo que el destino traerá,
No te debes preocupar, la culpa mía será...

H I N A

     El momento mágico debía terminar, sin embargo, estoy segura de que quedó plasmado en la mente de ambos como un sagrado recuerdo del día en que nos acercamos.

     El instante en que todo a nuestro alrededor desapareció, y solo estábamos nosotros, de pie, observándonos mientras él daba los últimos suaves toques en las teclas del piano para culminar la melodía.

     La improvisación en la que él desahogó sus crímenes y creía que debía ser castigado y no merecía a nadie, y en la que yo interrumpí demostrando que todos tenían derecho a la felicidad.

     Que nuestra historia no terminaría.

     Sin embargo, sabía que no llegaría a su fin en aquella ocasión, pero sí algún día.

     『Cuando la muerte nos separe...

     —¡Len! —llamé cuando lo divisé, observando las rosas amarillas de nuestro jardín con una sonrisa nostálgica.

     Me acerqué a él.

     —Hina —saludó de vuelta.

     Algo había cambiado. Su mirada irradiaba un brillo irreconocible para mí a mi corta edad. Pero estoy segura que mis ojos reflejaban lo mismo.

     Sentí que no era necesario decir nada. Sus orbes me comunicaban algo que no lograba descifrar, pero sé que estaba relacionado con la alegría, la añoranza y el afecto.

     —Quiero salir a un lugar, ¿puedes acompañarme? —inquirió volteando del todo a mí. Anché mi sonrisa y asentí.

     —¡De acuerdo! Dame unos minutos para prepararme...

O M N I S C I E N T E

     Al personal del palacio no les pasaba por alto el hecho de que la pelirroja se había vuelto más alegre desde hacía unos dos días.

     Tampoco ignoraron su notoria cercanía con el rubio, al contrario, asociaron su buen humor a algo ocurrido con este.

     Demasiado pacífico, ¿no creen?

     Luego de diez minutos de espera en el portón que daba a las afueras del palacio, la chica al fin se presentó.

     Llegó junto a Len con su ropa cambiada, usando un lindo atuendo, que podía fácilmente mezclarse con el de los pueblerinos, pero no opacaba en absoluto su belleza.

     Su largo cabello rojizo trenzado, haciéndolo ver más corto pero no menos hermoso. La combinación de rojo, negro y blanco contrastaba su piel como si fuese hecha para ello, y traía una diadema y una pulsera de cuentas color ónix, resaltando el añil de sus ojos.

     —E-Estás... hermosa —tartamudeó Len luego de tragar grueso, con un enorme sonrojo en su rostro.

     Las mejillas de su acompañante se tiñeron de carmín, y le dio una repasada al atuendo del chico.

     Unas pantalonetas marrón claro contrastaban con su cabello, una camisa de botones blanca de mangas largas, similar a la que usaba en el palacio. Los dos primeros botones estaban sin asegurar, dándole un aire juvenil y travieso.

     Sus finos cabellos dorados iban recogidos en una coleta que se había esmerado en hacer, organizada. Pero respetó el hecho de que su flequillo se mantuviera desordenado solo porque sabía que iba a pasar su mano por él constantemente por los nervios y no valía la pena cambiar eso.

     —Gracias, t-tú también te ves bien —halagó avergonzada—. Lamento el retraso, ¿esperaste mucho?

     Él mintió al negar con la cabeza, no quería hacerla sentir mal.

     Se sonrieron mutuamente y se decidieron a salir a la ciudad, mientras cierta ojiazul los observaba con una sonrisa coqueta desde su ventana.

Luego los molestaré con esto...


     Pensaba mientras llevaba una rodaja de mandarina a su boca.

     Nuestros protagonistas viajaban de puesto en puesto. No compraban nada, se limitaban a mirar.

     Hina se emocionaba con cada artículo que veía, o comida apetecible, claro, no la comería, no podían darse ese lujo. Y Len observaba la escena con ternura.

     —Por cierto, ¿A dónde querías ir? —preguntó acercándose a él, luego de distraerse acariciando un gatito canela que se encontró tras un baúl.

     —Sígueme —indicó él, y ella obedeció.

     Unos minutos después llegaron a una tienda de ropa. Hina miró a sus alrededores entre confundida y curiosa, mientras len hablaba con la dependienta.

     —Hina, ¿me ayudarías en esto? —preguntó, unos metros apartado de ella.

     La pelirroja se acercó a él para observar una buena cantidad de elegantes vestidos.

     —¿Qué...? —fue lo único que pudo emitir, estupefacta. Solo había visto esos lujos cuando elegía el vestuario de su ama.

     —Llevo unos meses reuniendo para esto. Tengo el dinero suficiente, así que quiero hacerle un regalo a mi hermana, pero no sé nada de moda. ¿Cuál crees que debería elegir? —admitió avergonzado, sacándole una carcajada a Hina.

     —Me sorprendes, Len —confesó, acercándose a él, reprimiendo otra risa.

     El rubio solo alzó sus comisuras en una sonrisa, y observó a la chica tocar la tela y elegir un diseño.

° • ° • ~ 🌻 ~ • ° • °

    —Esperemos que le guste —comentó ella, observando la caja de cartón en la cual se guardaba el vestido, siendo llevada por su compañero.

     —Estoy seguro, es hermoso —contestó Len.

     Caminaban por los senderos de piedra de la ciudad, pero una multitud en una esquina les alertó.

     Cruzaron miradas ceñudos, y se acercaron. Allí, sobre una tarima improvisada con unos baúles y madera, se encontraba de pie una mujer de cabellos castaños, acompañada de un caballero peliazul, que ocultaba su rostro tras una máscara gris.

     —¡La Reina del Mal debe ser derrotada! ¡No podemos seguir viviendo bajo su tiranía! Ya destruyó el país de verde, Elphegor. ¿Qué sigue? ¿Seremos los siguientes? ¿Queremos eso? ¡No! ¡Este reinado debe acabar! ¡Nosotros reclamaremos justicia! —pronunció la castaña, alzando su espada. Los que la rodeaban la imitaron.

     A Len le resultaba familiar su rostro, pero no lograba ubicarlo. Estaba, igual que Hina, anonado ante el discurso revolucionario que acababan de escuchar.

     ¿Acabar con el reinado? ¿Derrotar a la reina del mal? ¿Qué significaba eso?

     No querían ni pensar en la respuesta.

     —¡Atacaremos el palacio mañana a la tarde! ¡Para cuando llegue el crepúsculo, ya Lucifenia va a ser libre del reinado de d'Austriche! ¡Luchemos! ¡Levantemos nuestras armas! ¡Hagamos justicia! —los ciudadanos emitieron a coro un fuerte ¡SÍ! estaba decidido.

     Mañana a la tarde, comenzaría la tormenta.

     Y esta vez, no habría un arcoiris.

° • ° • ~ 🌻 ~ • ° • °

¿Tardé en actualizar? :C en fin, el lío es que el pinchi separador no se carga T-T (conexión del asco)

En fin, es probable que no pueda actualizar en este mes completo porque ando al tope de pruebas xD nos vemos después del 11 de julio!!

Akemi~

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