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I

— Bienvenido a "Smash! Coffee" ¿Cuál es su orden? —Levantó esa mirada desinteresada de la vida para poder observar y así demostrarle al cliente que tenía supuestamente toda su atención en el pedido.

Así era el trabajo de Bakugō Katsuki, chico veinteañero que para pagar sus estudios universitarios tuvo que recurrir a un trabajo de medio tiempo, la paga era la suficiente y el no estaba buscando maravillas. Solo lo justo y necesario para sobrevivir y a la vez estudiar.

Las reglas de su trabajo eran pocas, pero claras y concisas:

1- No están permitidas las groserías, al colocarse el delantal toda mala costumbre se dejaba fuera del establecimiento.

2- El cliente siempre tiene la razón, a menos que sea un hijo de puta, ahí hay que recurrir a las medidas drásticas para conservar la paz y armonía de la cafetería 

Medidas drásticas: Echarlo a patadas por la puerta trasera.

Bakugō solo estaba de acuerdo con las ''Medidas drásticas'', pero debía respetar las reglas si quería mantener el trabajo por el tiempo que lo necesitase.

— Bien, serían 365 yenes ¿Señor...?  —Elevó una ceja en señal de que le dijese su nombre para poder anotarlo en el vaso de ese Ice Latte.

— Shōto.

Mientras al lado de las cafeteras, los unidos Kirishima y Kaminari aguantaban las risas por el parecido entre ''Shōto'' y ''joto'', Bakugō anotaba el nombre en el vaso para luego dejarlo en el mesón y hacerle una seña al pelirrojo para que se encargara de su parte.

— ¡Todoroki-kun! —Exclamó un chico alegre desde la puerta del local, ganándose las miradas de la mayoría de los clientes, incluso de los empleados— ¡L-Lo lamento! —Agachó la mirada avergonzado acercándose a su amigo.

— Midoriya... —El sujeto que parecía el más serio del universo, soltó una sonrisa de lo más serena hacia el recién llegado, tomo el Latte que había pedido, lo pagó y se lo entregó al más bajo— Toma, creí que tardarías en llegar, ve a sentarte mientras pido algo para mi.

Ya no hay un puto respeto, soltó el rubio ceniza en sus pensamientos al ver que el desgraciado no se había molestado si quiera en darle una mirada de agradecimiento.

— No te molestes, yo pediré otra cosa. —Dijo sonriente el chico de cabellos verdes mientras se dirigía a la caja.

— ¿Orden? —Escupió el cajero desde el otro lado, aun molesto por la situación que había pasado recién.

— Huum...Bu-Buenas tardes Katsuki-san —Saludó cortésmente aún con una sonrisa, aunque algo nerviosa.

— ¿Como sab... —Trago sus insultos, puesto que recordó que en su perchera salía su nombre. Ese actuar lo tomó por sorpresa. Normalmente, los clientes solo pedían su orden y se iban, este chico había sido totalmente diferente ¿No debería ser siquiera un poco amable con él? Aclaro su voz y cambio completamente su tono— ¿Qué es lo que deseas ordenar,pequeño?

— Hmm... —El chico llevó su dedo indice a su mejilla y rascó suavemente sus pecas, a lo que Katsuki pensó que había sido una reacción absolutamente tierna y decidió desviar la mirada por el calor que sentía en su cara— ¿Qué tal un batido de frambuesa? Por favor.

Esa sonrisa de nuevo...el ojirubi, al sentir que no solo sus ojos estaban de ese color, asintió avergonzado para luego dirigirse al dispensador de vasos, tomar uno y volver.

— Perdón...Olvide preguntarte tu nombre.

— ¡A-ah! ¡Claro! Izuku Midoriya —Al ver al rubio levantar una ceja divertido notó su error y corrigió casi como un robot— ¡S-Solo Izuku, lo lamento!

— Haha...Claro, Izuku Midoriya. Un batido de frambuesa —Dijo bromeando notando que el pecoso se sonrojo al instante.

Como Midoriya no sabía si ir a sentarse o esperar su pedido, decidió hacer lo más educado. Y, aprovechando la ignorancia de este, Bakugō decidió hacerse cargo del pedido para poder charlar un rato más con él.

— Mmm Katsuki-san.

—El mencionado echo las frambuesas a la batidora, y al sacar con una espátula especial el hielo necesario miro a quien lo llamaba— Dime, Izuku Midoriya.

— Quisiese saber si el local necesitaba personal... —Al ver que el otro se volteó para seguir con su pedido, elevó un poco más la voz— Es que necesito empleo...¡Puedo hacer lo que sea! El horario de este local es el contrario al de mis estudios y es el único que recibe chicos jóvenes en esta ciudad...Es por eso que... 

Detuvo su chachara al ver su pedido ante sus ojos con el nombre de ''Izuku Midoriya'' Sonrio avergonzado ante esto y miro al más alto.

— ¿Cuánto es?

— No te preocupes... —Cruzó mirada con esos ojos enormes de color verde y sonrió— Yo pago.

— P-Pero...

— Y respecto a lo del trabajo, hablare hoy con mi jefe sobre ti, mañana ven a primera, los horarios están pegados fuera del local —Extendió un papel hacia el chico el cual ladeo la cabeza curioso mientras lo recibía— E-Ese es mi número...¡Sólo por si tienes alguna maldita duda! No es por otro motivo, solo por trabajo...

— ¡Esta bien! Gracias Katsuki-san —Sonrió, tomo el batido y se dirigió hacia afuera del local, donde le esperaba el extraño chico bicolor.

El aura demoníaca de Bakugō volvió a su ser al sentir las miradas risueñas de sus compañeros de trabajo, los cuales se abrazaron mutuamente al ver que el diablo en persona se había volteado a verlos. Sonrió, con el ceño fruncido y manteniendo esa mueca, gritó.

— ¿¡Qué mierda se les perdió que andan mirando malditos metiches hijos de...!?

— ¡Bakugō, mi chico, las groserías no están permitidas! —Exclamó el jefe abriendo la puerta de su oficina.

Katsuki solo chasqueó la lengua en señal de molestia, y prosiguió con su trabajo, aun con la mente ocupada gracias a ese chico peliverde que lo había cautivado a primera vista.

Aunque supiese que se aseguraría bromas durante todas las jornadas de trabajo, haría hasta lo imposible para que ese chico estuviese a su lado trabajando hombro con hombro, hasta el anochecer...

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